Por: EL PAÍS22/06/2013
Museo de Diego Rivera en México DF.
Segunda entrega de la serie Larga distancia, del escritor José Ovejero durante su periplo por América Latina por la presentación de su novela La invención del amor. Esta semana en México.
por JOSÉ OVEJERO / México DF
Cuando estuve en Bilbao hace unas semanas, quien no sabía qué decir hablaba del mal tiempo. En México, en esas circunstancias, se habla de la contaminación y de los embotellamientos.
En la librería Gandhi en el DF, un público nutrido e interesado. En la presentación que hice en Sevilla hace una semana, ni una persona. A esos altibajos está sometido el ego del escritor: un día te crees alguien importante y al otro te das de bruces con tu insignificancia. “Es duro firmar, ¿verdad?”, me dijo un lector en la Feria del Libro de Madrid. “Más duro es no firmar”, le respondí sin pensarlo.
Encuentro una estadística según la cual en México leen más los hombres que las mujeres, al contrario que en España. Después el estudio señala lo obvio: que los índices de lectura aumentan con arreglo al nivel educativo y socioeconómico, así que quizá no haya que celebrar la voracidad lectora de los hombres mexicanos, sino que lamentar las desigualdades sociales y educativas entre hombres y mujeres.
Otro dato interesante: en España el número de lectores, aunque poco, ha aumentado en los últimos años. En México, hace seis años el porcentaje de lectores era del 56%, hoy del 46%.
En la charla con lectores en la librería Gandhi un hombre se levanta y me pregunta cuál creo que es el futuro de la literatura en América Latina. ¿Por qué me harán preguntas tan deprimentes?
Al final de esa misma charla una mujer se sienta a mi lado en el sofá y me dice: “La literatura nos salva, pero de verdad”, con el gesto de quien ha tenido que ser salvado más de una vez.
El autor más leído en México en 2012 fue Carlos Cuauhtémoc Sánchez. ¿Quién demonios es ese escritor?, se preguntarán los lectores españoles, y también de otros países.
Escribe libros de autoayuda. Pero no corramos
a rasgarnos las vestiduras. En el Renacimiento inglés, entre los diez libros
más vendidos se encontraban uno de cría de animales, uno de jardinería y otro
de costura. Y no sé si será llevar las cosas demasiado lejos si digo que El cortesano de Castiglione y El Príncipe de Maquiavelo también pueden entenderse como libros
de autoayuda, no para emprendedores, sino para aristócratas.
En España encabezaba la lista E.L. James, seguida de George R. Martin, Suzanne Collins, Carlos Ruiz Zafón y Ken Follet. En México, los siguientes de la lista eran García Márquez, Cervantes, Paz y Neruda. Puestos a elegir, me gusta más la lista mexicana. ¿Y a ustedes?
Ya sé que es muy difícil comparar estadísticas elaboradas por instituciones diferentes, pero de todas formas me llama la atención que la mayoría de los lectores españoles diga que lee para entretenerse y la mayoría de los mexicanos para aprender.
El periodista Ricardo Bada me escribe que no entiende que use una libreta y un bolígrafo para mis anotaciones, por lo que implica de doble trabajo, escribir y transcribir. Yo ya había empezado a maldecir mi decisión. El romanticismo nunca lleva a resoluciones prácticas.
El cielo del DF se vuelve gris, denso, un fieltro sucio. Luego rompe a llover como si ya nunca fuese a parar. Es posible imaginar una lluvia eterna, que el mundo ya solo tendrá ese color y la gente mirará desde detrás de los vidrios sin decidirse jamás a salir. Pero la eternidad solo dura diez minutos. Las calles quedan inundadas por el aguacero y el aire fresco y, por primera vez en días, limpio. Me gustan las ciudades bajo la lluvia, salvo Bruselas, donde vi llover demasiadas veces.
Puedes ver AQUÍ la serie compelta LARGA DISTANCIA
comentarios 7
Publicado por: marta rosa Arabia 22/06/2013
Estoy convencida de que para el lector creativo en todos los textos hay por lo menos una frase que le está especialmente dedicada.
Puede que a algunos lectores este texto de Ovejero les pueda parecer prescindible, vacío,desechable o fuera de lugar. Me gustaría hacer algunas observaciones o si prefieren preguntas.
No les parece interesante que los españoles digan que leen para entretenerse y los mexicanos para aprender?
No los ha movido a reflexionar un instante aquello de que los hombres mexicanos leen mas que las mujeres?
No les interesa un poco el tema de las desigualdades sociales y educativas entre hombres y mujeres?
En este texto Ovejero no resuelve estos temas, en realidad esa no es la función del escritor, pero nos deja algunas perlitas para el pensamiento. O no?