Por: EL PAÍS12/08/2013
Jardín de los Monstruos, Bomarzo. Las fotos en este post son de Julian Gardner © Courtauld Institute of Art.
Por FIETTA JARQUE*
Es un lugar sobrecogedor, o así pretendió su hacedor que atravesara los siglos este parque de esculturas fantásticas. El Bosque sagrado de Bomarzo, el Jardín de los Monstruos, representa desmesuradas figuras deformes, seres mitológicos, escenas violentas y también sensuales talladas en las formaciones rocosas del terreno o plantadas como trofeos de una memoria alucinada. Fue construido a mediados del siglo XVI por el duque Pier Francesco Orsini, conocido como Vicino Orsini. Los pocos documentos históricos parecen aludir a la profunda depresión que sufrió este poderoso príncipe renacentista tras la muerte de su mujer, Julia de Farnesio, como origen de este excéntrico proyecto escultórico.
El palacio y jardines de los Orsini cayó en el abandono y el olvido durante casi cuatro siglos, cuando en 1954 la propiedad fue comprada por Giovanni Bettini, quien se abocó a la recuperación de este lugar excepcional que se encuentra cerca de Viterbo, al norte de Roma. Pero la verdadera construcción del bosque fantasmagórico de Bomarzo se dio en la ficción. El 13 de julio de 1958 visitó el lugar un escritor argentino. Manuel Mujica Lainez paseó deslumbrado entre estas formaciones amenazantes, entró en la boca del ogro, vio al elefante que quiebra la vida de un gladiador con su trompa, el coloso vencedor de la lucha que parece partir en dos a su adversario, la lánguida mujer postrada o la grandiosa sirena con una negra abertura entre sus dos colas escamadas.
El lugar
ejerció un poderoso influjo y pronto empezó a idear una historia que se
convertiría, casi dos años después, en una novela que inventa la inquietante
historia de Pier Francesco Orsini. Mujica
Lainez hace de Orsini un hombre torturado por su deformidad, una joroba, un pie
contrahecho. ¿Es esa convivencia con
lo monstruoso, esa lejanía de los ideales de belleza, lo que lo lleva a idear
ese museo de los horrores?
Y, simultáneamente, Mujica Lainez embellece al personaje. En su novela, el famoso retrato de un joven desconocido, de Lorenzo Lotto, es un retrato de Pier Francesco Orsini. La espalda deforme se disimula, por completo con el fondo de oscuros cortinajes. El rostro alargado, la piel lívida, la mirada inteligente y abstraída, los largos dedos de sus manos, son la sublimación de ese aristócrata algo decadente.
Retrato de joven
desconocido en su estudio (1530), de Lorenzo Lotto. Foto: Gallerie dell'Accademia,
Venecia, Italia
La vida de un príncipe renacentista italiano estaba jalonada por conflictos de intereses aristocráticos, por batallas y bajas traiciones. Matrimonios de interés y parientes listos para deshacerse del heredero incómodo. Alquimia, seres fantásticos. Un Juego de Tronos, como de George R. R. Martin, pero en amplio el escenario, más refinado –no menos sibilino-, que frecuentaba Maquiavelo.
Y es de esa especie de subconsciente personal –o colectivo- del que emerge la idea de construir un monumento a su época. Un monumento a lo oscuro e innombrable. Orsini relata así su epifanía: “Me puse de pie, como si me cegara la brusca claridad, y me apoyé en un tronco. Veía por fin lo que debía hacer. Mi tema y yo nos habíamos encontrado y formábamos desde ese segundo una indestructible unidad. Mi vida… mi vida transfigurada en símbolos… salvada para las centurias...eterna… imperecedera…” (…) “El bosque sería el sacro Bosque de Bomarzo, el bosque de las alegorías, de los monstruos. Cada piedra encerraría un símbolo, y juntas, escalonadas en las elevaciones donde las habían arrojado y afirmado milenarios cataclismos, formarían el inmenso monumento arcano de Pier Paolo Orsini”.
Y así fue,
por partida doble. La piedra y la ficción han eternizado la existencia de este
hombre, convertido en personaje y en un paseo que nos recuerda los monstruos nocturnos
que acechan al espíritu. Bomarzo está
considerada una de las grandes novelas latinoamericanas, ganadora de varios
premios, incluso uno que compartió con Rayuela,
en 1964. Lejos de le estética del boom,
Mujica Lainez cultivó una novelística quizá más conservadora, pero no menos
deslumbrante que la de algunos de sus contemporáneos. Una vez que se visita
Bomarzo, a través de su libro, ese lugar se instala para siempre en el mapa
imaginario de todos sus lectores.
* Fietta Jarque es autora de la novela Yo me perdono (Alfaguara)
Consulta AQUÍ la serie completa LA VUELTA AL MUNDO LITERARIA.
1- Viaje a la Babilonia de Gilgamesh
2- Vacaciones en la Nueva Zelanda, de Mansfield
3- La implacable Sudáfrica, de Coetzee
4- Canadá: la maqueta del mundo, de Robertson Davies
5- Japón: ¿Te buscas o te pierdes?, con Amélie Nothomb
6- Londres, la adolescencia nos hará libres, a los ojos de Kureishi
7. El corazón del Brasil de Guimaraes Rosa
8- El Caribe paradisiaco e infernal de Jean Rhys
9- La divina locura de Hungría, de László Krasznahorkai
10- De Pozzuoli a Pasteum. fuentes para Virgilio en trenes de cercanías
11- De Esmirna a Pérgamo: una ruta mítica para Alejandro
12- Inventando el ballet en el Louvre, con Catalina de Médicis
comentarios 7
Publicado por: neimy lazcano vazquez 12/08/2013
Para mi es dificil imaginar obras como esta. Mujica es un artifice y un maravilloso escritor. Recreo como nadie, no solo la epoca, sino los sentimeintos humano, siempre tan complejos. El quijote, shakespeare, balzac, proust, dostoieski, todos son maravillosos, pero mijica en el pasado siglo fue con esta obra que marco un hito en la literatura mundial y latinoamericana.