Papeles Perdidos

Homenaje

60 años de 'El llano en llamas', ¿Por qué te gusta Juan Rulfo?

Por: Winston Manrique Sabogal18/09/2013

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Fotografía de Juan Rulfo.

Hoy es un día de fiesta en la literatura: El 18 de septiembre de 1953 se publicaron los cuentos de El llano en llamas, de Juan Rulfo. Un librito de 15 historias con las cuales el escritor mexicano refundó una buena parcela del territorio literario. Dos años más tarde, siguiedo y perfeccionando la misma vía abrió aquel territorio y lo dejó sin fronteras gracias a su novela Pedro Páramo. Con ese motivo, quiero aprovechar para celebrar a Juan Rulfo, a su honda y preciosa literatura. Varios escritores se han unido a esta celebración y dicen por qué les gusta El llano en llamas y qué ha significado para ellos como autores literarios. A mí me gusta Rulfo porque se alía con la belleza para contar el dolor y la tragedia de la gente, del mundo, de uan manera austera. Ahora  los quiero invitar a ustedes a que se unan a esta fiesta y nos digan por qué les gusta Juan Rulfo, qué significa para ustedes.

A continuación, les dejo el artículo que he publicado en EL PAÍS en el que nueve escritores de España y América Latina comparten su admiración y agradecimeinto con el escritor mexicano:


LA FIESTA ETERNA DE 'EL LLANO EN LLAMAS', DE RULFO

El Tiempo sonámbulo. Y en él, personas que deambulan en un paisaje de polvo cuyo rastro viene de la miseria y va hacia lo fatídico. Ese fue el mundo con el cual Juan Rulfo abrió un nuevo y magistral territorio literario hace sesenta años bajo el título de El llano en llamas, editado por el Fondo de Cultura Económica. Un mosaico de quince piezas (en 1970 se sumarían dos más) de la condición humana y de la vida situadas al sureste del estado de Jalisco (México) que abarca desde la Revolución mexicana en 1910 hasta mediados del siglo XX. Con esos cuentos, Rulfo (1917- 1986) refundó la literatura en español que confirmaría dos años más tarde con Pedro Páramo.

Pero hoy es el día de la fiesta de El llano en llamas; y como las voces que suenan en esas historias, varios escritores levantan, poco a poco, con sus voces la cartografía de ese llano en llamas que suena así:

“La esencia de Rulfo es que con sencillez y dignidad y sin folclorismo sentimental elevó temas regionales al nivel de tragedia griega”, afirma Luis Harss.

"Con los cuentos logró una nueva representación del campo mexicano y la miseria en la que viven sus personajes. De manera emblemática, uno de los relatos lleva el título de 'Nos han dado la tierra'. La herencia que reciben no es otra cosa que un montón de polvo. Los ultrajes y la violencia de estos relatos revelan una realidad devastada por la injusticia social. Lo peculiar es que Rulfo narra estas desgracias con hondo sentido poético. Sus cuentos están escritos en un doble registro: las acciones son vertiginosas y la vida mental de los personajes es demorada, de una reflexiva intensidad. Esto establece una peculiar tensión: lo que sucede es rápido y su efecto es lento. En estos cuentos, Rulfo renovó el lenguaje de México. Ningún campesino ha hablado como sus personajes pero ninguno ha sonado tan auténtico. Un milagro de la autenticidad que sólo puede ser literaria", explica Juan Villoro.

"Es en muchos sentidos un libro mestizo. Un libro de cuentos que parece un enorme poema. Un testimonio cruento que parece un sueño. Un puñado de vidas que parecen paisajes y paisajes que gritan, lloran y susurran. Nadie ha escrito después o antes así. Sólo Rulfo en Pedro Paramo lo intento y logró. Después vino el silencio, el respetuoso silencio que sigue a todos los auténticos milagros. Nadie que yo haya leído escribe como Rulfo, todos los que lo hacemos en América Latina no hacemos más que dar vuelta alrededor de dos o tres imágenes quemantes, un entierro, una mujer y unas gallinas, la sequedad más seca de esa tierra de nadie que es nuestra”, reconoce Rafael Gumucio.

 “El llano en llamas me permitió, cuando era muy joven, imaginar una forma narrativa posible para las historias de la guerra y la postguerra española que había escuchado desde niño. No he dejado de leer esos cuentos desde que un amigo me los descubrió. Y algunos los he usado en clase una y otra vez para explicar cosas tan distintas como el peso que lo no dicho tiene en una historia y hasta la importancia del título en el proceso narrativo. Cuantas más veces los lee uno más cosas sorprendentes descubre en ellos. Esos cuentos no se acaban nunca”, recuerda Antonio Muñoz Molina.

“Descubrí a Juan Rulfo en orden inverso. Llegué a él por Pedro Páramo y me dejó asombrada. Luego leí el llano en llamas, y fue como una prolongación del entusiasmo que había tenido con su novela”, dice Cristina Fernández Cubas.

 “Dos o tres cosas recuerdo de la primera lectura del ‘El llano en llamas’: la sensación de encontrarme ante un texto fundacional retroactivo (porque, en la euforia de las lecturas latinoamericanas de mis años universitarios, conocí antes a los primeros discípulos que al maestro), su novedad frente al canon español de los cincuenta y la contundencia narrativa basada en la economía retórica, la invención coloquial, la sequedad y la aspereza de la tramas y el paisaje. He oído muchas veces luego la voz del propio Rulfo leyendo «Diles que no me maten», una grabación sin duda acorde con su literatura: directa, obligada, sin efectismos especiales. No sé, sin embargo, si Rulfo ha tenido al cabo del tiempo significación inmediata, estrictamente «rulfiana», en la literatura en español, si, más bien, dada la evidencia y la peculiaridad de su voz, su repercusión ha sido lateral o si, en fin, ha quedado como un referente clásico y, en cuanto clásico, un tanto remoto, aislado e inimitable”, admite Gonzalo Hidalgo Bayal.

“Fue absolutamente definitivo porque por él escribí un primer libro de cuentos que luego nunca publiqué. Rulfo dio una lección inmensa de austeridad y síntesis que le dio al cuento un tono muy contemporáneo y muy latinoamericano que viene de nuestra tragedia del campo”, asegura Piedad Bonnett.

"Entre otras cosas, Rulfo nos enseña que las cosas más terribles pueden ser contadas con un lenguaje que no cae en el melodrama. Los personajes de El llano en llamas suelen ser violentos porque es el modo que han encontrado para discurrir en el mundo y toman al mundo como viene. Esa especie de resignación expresada en los términos más precisos posibles -es decir: poéticamente- es la manera en que Rulfo habló de un país en el que el estado de derecho era una fachada para la mayoría. Y esa no es la primera razón, pero es una razón más por la que Rulfo sigue siendo vigente", reflexiona Yuri Herrera.

“Buenos Aires, 1969, Facultad de Filosofía y Letras. Una profesora de gramática nos dicta un párrafo extraordinario de un autor al que no conocía. ¿Dónde queda Comala? pregunta alguien. Comala, nos dice la profesora, es un pariente cercano que Macondo tiene en México. Corro a la librería a buscar algo (lo que sea) de Rulfo. Me dan "El llano en llamas". ¡Y yo no sabía que eso era posible! A los dieciocho años era obsesiva lectora del barroquismo popular de García Márquez, del barroquismo culto de Carpentier. Pero no sabía que, además de contar esas historias de pueblos perdidos y polvorientos sin piedad y sin buenas intenciones, era posible además ese lenguaje escueto, riguroso. No sabía que cada palabra podía ser como una piedra”, evoca Ana María Shua.

**Es el turno de ustedes de unirse a esta fiesta de la literatura y compartan, en los comentarios de este post, los motivos por los cuales les gusta Juan Rulfo:

 

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31 Comentarios

Publicado por: andres rubio hernandez 18/09/2013

Juan Rulfo en Pedro Paramo te lleva a esa vida campirana muy sencilla, pero al mismo tiempo muy tenebrosa y obscura, todas esa cosas extrañas y sobrenaturales que las abuelas suelen contar sobre los pueblos del México antiguo para asustar a los niños y a los no tan niños, los ruidos de la noche, los jinetes nocturnos, las presencias del bosque y los fantasmas del pueblo.

El autor logra llevarnos a ese lugar muy sencillo y tranquilo y nos deja ver como lo sobrenatural se une con lo terrenal y nos da esta maravillosa obra para disfrutar cada vez que se lee y cada vez se encuentra algo nuevo.

Publicado por: Juan Antonio González 18/09/2013

Acabo de leer Pedro Páramo y sigo disfrutando de la fortuna de continuar leyendo El llano en llamas. Creo que todos los elogios y sobresalientes valoraciones de su autor como uno de los máximos exponentes de la literatura en lengua hispánica se me han confirmado. Solo me queda decir que el tio Celerino no debió dejar de existir. Toda mi admiración y reconocimiento para Juan Rulfo.

Publicado por: Carmelo Canales 18/09/2013

Puedo decir con absoluta tranquilidad que nadie -absolutamente nadie, ni Quevedo siquiera- ha escrito en castellano como Juan Rulfo.
No digo que sea el mejor, ni siquiera el mejor estilo, digo que "Pedro Páramo" es un capítulo parte.

Publicado por: cesar 18/09/2013

Definitivamente Rulfo el el autor y Pedro Páramo la obra. Cada vez que lo releo encuentro una nueva emoción, fruto de los impactos que la obra me proporciona línea a línea. Rulfo es el relato: acción, intensidad, contención ambigua, sin descriptiva elocuente y emborrachada. ¡Genial!

Publicado por: iris rizo 18/09/2013

Es la escritura hecha entraña. Imposible superar esta prosa. Definitivamente imposible.

Publicado por: JOG 18/09/2013

Me gusta Rulfo porque logró poetizar el habla coloquial. La mezcla entre su prosa poética y el lenguaje ‘ordinario’ de los personajes sirvió para crear un mundo propio que pre-figura la realidad del Mexico rural. Despues de los cuentos del ‘Llano’, uno no puede evitar mirar el campo mexicano y sus pueblos a través de su influjo narrativo, percibiendo ecos de sus historias y personajes en cada lugar ‘real’ (pienso, sobre todo, en Luvina). Logró, también, contradecir el esterotipo de que la vida en el campo es simple y sencilla, un lugar donde ‘no pasa nada’. Las llamas del llano nos descubren que, al contrario, el mundo rural es complejo y misterioso, pleno de intrigas y pugnas que desmienten el ocio perpetuo que supuestamente reina en esas zonas.


Una más: el oído de Rulfo y su capacidad narrativa para transmitir lo que captó. En este sentido, los diálogos que alimentan cada cuento son el mejor ejemplo de esta combinacion. Al lector se le pegan al recuerdo: ‘Esta es la tierra que nos han dado’; ‘¡Diles que no me maten, Justino!’; ¿Qué país éste, Agripina?; ‘Me voy pal Norte/ ¿Y allá pos pa qué?’; ‘No se ve nada/ Pobre de ti, Ignacio’; ‘¡Esas Viejas! ¡Viejas y feas como pasmadas de burro!’. Esta capacidad de captar el habla es comparable a la de Mark Twain: ambos escritores fundaron una nueva narrativa basada en los ‘giros’ del lenguaje popular que, hasta el momento, ha sido insuperable.

Publicado por: Myriam 18/09/2013

Me gusta porque me conmueve. Nos suele confrontar con problemas cercanos de una manera muy cruda. Sin embargo, creo que es un escrior de dificil lectura para un público con escaso entrenamiento literario.

Publicado por: Gloria de la Llave 18/09/2013

Porque sabe como nadie narrar la miseria, la marginación, la violencia, la vida de los muertos, sin hacer en más mínimo aspaviento

Publicado por: Gerardo 18/09/2013

Hola: la obra de Rulfo se queda impresa en la memoría de cualquie amante de leer relatos cortos. Su lenguaje, que se definió muchas veces como un reflejo límpido y acabado del habla de la gente del campo mexicano, es visto cada vez más como una auténtica habla rulfeana que siembra un efecto de irremediable admiración y evocación en muchos escritores de textos cortos.

Publicado por: antuance 18/09/2013

Rulfo cayó en mis manos por casualidad, hace más de treinta años. Ya estaba deslumbrado por Cien años de soledad y los cuentos de la Increíble Erendira. Leer a Rulfo, cada historia, suponía el privilegio de leer algo único, demasiado grande para comprenderlo. Pero me bastaba el deleite de cada párrafo, la impresión de que iba a ser una huella indeleble el resto de mi vida. Me emociona recordar ese momento inicial de disfrute que pocas veces uno recorre, a pesar de su dureza, de su afilada humanidad. Solo cuando uno se ha sido pobre, un poco, una pequeña porción de lo que nos cuenta Rulfo, puede entender el calado de sus palabras.

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