Papeles Perdidos

letras en 360º

Novedades editoriales /1: ¿Es el comienzo del fin del libro electrónico?

Por: EL PAÍS01/09/2013

Libroelectronico
Por SERGIO RODRÍGUEZ PRIETO

Todavía no ha acabado el verano y ya estamos en plena rentrée literaria, esa avalancha de títulos que junto a las primeras jornadas de Liga, las nuevas temporadas televisivas y las colecciones por fascículos encarnan la vuelta a la rutina y traen consigo un anticipo de la nostalgia otoñal. Entre la hojarasca que este año volverá a acumularse en las mesas de novedades y que amenaza con transformar la avidez lectora en simple y llana angustia, tendremos las nuevas novelas de J. M. Coetzee, Jean Echenoz, Sofi Oksanen, Zadie Smith, Ian McEwan o Vargas Llosa. Pero algo me dice que para entender de verdad el fenómeno de la rentrée no hay que verlo desde la perspectiva del lector, sino ponerse en la piel de los editores, que afrontan el regreso a la actividad con ese ritmo frenético que provoca la incertidumbre, un factor inherente a toda apuesta literaria, por segura que se crea.

Por ese este primer post de Letras en 360º de la nueva temporada lo dedicamos a este polémico aspecto y con información procedente del país qu emarca el rimto en cuestiones editoriales y tecnológicas:

ESTADOS UNIDOS

Según un informe publicado durante el verano por la Asociación de Editores Americanos (AAP en sus siglas en inglés) la industria del libro en Estados Unidos atraviesa un buen momento gracias, en gran medida, a la exportación de títulos a Europa y Asia. Sin embargo, más de un blogger ha leído el informe entre líneas para detectar un relativo parón en las ventas con respecto al año anterior y anunciar, quizá de forma algo prematura, el principio del fin del libro electrónico. Tampoco sería de extrañar que de un momento a otro las cifras empiecen a asentarse tras el rápido crecimiento que ha venido experimentado el sector durante el periodo 2008-2011; en cualquier caso, ya se sabe aquello que dijo el sabio: “denme una estadística y moveré el mundo”, así que lo mejor es coger toda está información con pinzas y observar lo que va sucediendo sin tomar partido. Las aguas bajan tan revueltas que todavía es difícil afirmar qué estrategias realmente funcionan, ya que algunos éxitos sonados han resultado ser la antesala del fracaso; y si no, que se lo digan a William J. Lynch, el CEO de Barnes & Noble que se apuntó un gran tanto con el lanzamiento de su lector Nook pero a costa de descuidar el libro físico. El resultado a la larga fue toda una pifia, por decirlo suavemente, así que el presidente ejecutivo –y escarmentado- del grupo, Leonard Riggio, ha decido no volver a poner todos los huevos en la misma cesta y nombrar tres jefazos en lugar de uno: el primero se ocupará del mercado electrónico, el segundo del sector universitario y el tercero del negocio tradicional, la red de librerías que convirtió a Barnes & Noble en el mayor distribuidor de Estados Unidos.

No sé a ustedes, pero a mí esto me recuerda al cuento de los tres cerditos, y empiezo a sospechar que si todo me suena a fábula de dudosa moraleja es porque los argumentos a favor y en contra del libro electrónico se han vuelto bastante recurrentes, además de maniqueos. Entre los escritores, editores y críticos las posturas siguen siendo demasiado viscerales, cuando no claramente interesadas. Por eso me gustan los análisis de los insiders tecnológicos que, como los “pentiti” de la Mafia, alumbran desde una posición privilegiada el lado oscuro del paraíso tecnológico, como ocurre con el manifiesto “You are not a gadget” de Jaron Lanier o el debate que lleva animando el experto en tecnología Nicholas Carr desde que en 2008 The Atlantic publicara su polémico artículo, encabezado por esa pregunta que todos nos hemos hecho alguna vez “¿Está Google volviéndonos estúpidos?”. En un libro finalista del Pulitzer y publicado en España por Taurus (The Shallows: What the Internet Is Doing to Our Brains) Carr ofrecía argumentos de peso sobre el efecto de internet en nuestra forma de pensar y, especialmente, en nuestra capacidad de concentración, aturdida por la profusión de hipervínculos, el salto liviano de página en página o la misma noción de “surf”, tan ilustrativa de lo que normalmente hacemos en la pantalla y que nada tiene que ver con “sumergirse” en la lectura, el tipo de inmersión que requiere la literatura con mayúsculas.

Se supone que una de las garantías para evitar la lobotomía colectiva y que este patrimonio cultural “sobreviva” reside en la figura del/los editor(es), de ahí que Boris Kachka haya recurrido a la metáfora de la supervivencia para titular su historia de la mítica editorial Farrar, Straus & Giroux: “Hothouse: The Art of Survival and the Survival of Art at America’s Most Celebrated Publishing House” en lo que, para el crítico de The New York Times, viene a ser todo un beso con lengua a su fundador, Roger Straus, vástago de una dinastía de orígen judio alemán comparable en riqueza e influencia con la familia Guggenheim. Si ya el propio Straus era experto en el autobombo, Kachka no es precisamente parco en elogios, llevando la adulación a tal extremo que entorpece un análisis templado de las circunstancias que convirtieron a FSG en lo que hoy es, un referente indiscutible de la cultura estadounidense y una de las principales ventanas para que los autores europeos accedan al público norteamericano. Afortunadamente, un ensayo aparecido en The New Yorker y firmado por otro dinosaurio de la edición, Robert Gottlieb, aporta una visión de la editorial y de su evolución con el ojo puesto en el pilar intelectual de la empresa, Robert Giroux, un tipo con un olfato editorial de ensueño: una fosa nasal orientada hacia la calidad literaria y la otra hacia el éxito comercial. Y aunque el propio Gottlieb argumenta que Boris Kachka merece el reconocimiento de su esfuerzo por diseccionar en profundidad una aventura editorial tan rica y compleja, la verdad es que cuando un termina de leer su ensayo en The New Yorker ya le quedan pocas ganas de meterse en las casi 500 páginas de Hothouse, por muy aderezadas que estén con intrigas, cotilleo y sexo.    

Y a decir verdad, hubo tiempos mejores para la industria editorial americana, o al menos más glamourosos. Ahora los editores y libreros independientes de Estados Unidos se han cabreado con Obama porque hace apenas un mes soltó uno de sus discursos en el macrocentro de operaciones de Amazon en Chattanooga, Tennessee, cuyas instalaciones ocupan la superficie equivalente a 28 campos de fútbol (se entiende que “americano”, así que súmenle unos cuantos bernabéus a la imagen mental que se hayan hecho). Lo que ha ofendido a los libreros no ha sido sólo la carga simbólica del lugar elegido por el presidente para pregonar las virtudes de su programa económico en su “Middle-Class Jobs Tour”, sino lo que entienden como una falacia en toda regla, ya que según sus cifras cada 10 millones de dólares que pasan a Amazon cuestan 33 puestos de trabajo en librerías. Lo que decíamos, estadísticas hay para todos los gustos.

Coda. Tres años después de la muerte de J.D. Salinger, acaba de aparecer en Estados Unidos una biografía firmada por David Shields y Shane Salerno tras nueve años de investigación y más de doscientas entrevistas. No debe haber sido fácil seguirle la pista a un individuo que hacía lo posible por borrarse del mapa, o al menos esa es la impresión que daba, ya que por lo visto su estrategia consistía en no desaparecer del todo, sino en dosificar sus declaraciones a periodistas y controlar celosamente toda información relacionada con su figura. Y es este detalle sobre su carácter lo que hace creíble la bomba que han dejado caer sus biógrafos y que tiene revuelto al mundillo literario estadounidense: por lo visto, al menos dos nuevos libros, protagonizados por Holden Caulfield, serán publicados póstumamente, ofreciendo por fin al público el trabajo realizado por Salinger en los últimos cincuenta años. En España lo editará Seix Barral.

** INDIA y CHINA. Para ir terminando, durante estas fechas se han celebrado las Ferias del Libro de Delhi (del 23 al 31 de agosto) y Pekin (28 de agosto al 1 de septiembre), dos eventos editoriales de primera magnitud, no sólo por el número de lectores potenciales que ambos países albergan, sino por el interés de sus editoriales en exportar voces nuevas al mercado occidental aprovechando el tirón del Nobel Mo Yan.

Continuará...

comentarios 24

24 Comentarios

Publicado por: Jose luis 01/09/2013

En mi opinión, el libro electrónico no desaparecerá, por el mismo motivo por el cual no han desaparecido ni lo harán los libros en papel. Ni los periódicos. Ni los cines, en la época del DVD. Es simple: hay lugar para todos. Algunas industrias se redimensionarán, pero ninguna desaparecerá. Los editores deberán entrar en el nuevo paradigma para no perderse mercado, incluso las librerías.
El libro electrónico tiene su público propio, se adapta perfectamente a algunos contenidos pero no a otros, por ejemplo libros técnicos o con mucho gráfico, etc.. Se lo usa en algunos modos pero no se los puede usar en toda circunstancia.
Insisto, hay lugar para todos y todos tienen su público y su uso apropiado.

Publicado por: Annabel 01/09/2013

La actualidad literaria y económica nos lleva a que el libro electrónico sea cada vez más atractivo y asequible; además de la proliferación de numerosos autores independientes, lo que permite disponer de un amplio abanico de posibilidades.

Os dejo el blog de mi libro (literatura infantil y juvenil), por si fuera de vuestro interés. "El mundo de Carlota" estará disponible en Amazon a partir del día 16 de septiembre. http://elmundo-carlota.blogspot.com.es/

Un saludo.

Publicado por: amr 01/09/2013

Hola a todos.

La digitalización de un libro, de un periódico, de una novela, es en definitiva el almacenamiento casi infinito del saber y el conocimiento, esta capacidad casi infinita de almacenamiento, esta capacidad de copia y contagio de cultura, es tan grande qué todavía muchos autores y consumidores culturales, no tienen claro hasta que punto se puede llegar con la digitalización de la información.

La digitalización supone que con un coste mínimo, irrisorio, si se compara con la impresión de un libro sobre papel, se pueden divulgar obras de todo tipo, divulgar todo el conocimiento del ser humano sin depender de las limitaciones económicas y físicas que supone la impresión. Hoy en día la digitalización supone esto, supone que es gratis, GRATIS, compartir cultura con tus allegados, con tus amigos, con tus desconocidos, no hay coste de impresión, no hay coste de distribución.

Os animo a seguir el siguiente enlace, donde intento explicar mejor una visión futura de seguro un mundo distinto y tal vez mejor... :)

http://coderedblog.wordpress.com/2013/08/20/la-importancia-de-donar/

También os invito a participar de la iniciativa del "libroVivo" y conocer CodeRed, en http://www.codered.es/

Saludos
Antonio Muñoz Robles

Publicado por: Paseante 01/09/2013

Un muy completo ensayo en torno al tema del que ustedes discuten tan acaloradamente. Muy recomendable. Cuerpo y alma

Publicado por: iÑIGO MARTINEZ DE AYALA 01/09/2013

Rigoberto:

Ignorando la falta de respeto con la que concluye tu comentario, el tiempo pondrá a cada uno en su sitio.

De momento no hay sistema informático que pueda proteger los archivos digitales de audio, vídeo o texto. Siempre alguien los hackea y los comparte en la red.

Supongo que el libro electrónico buscará la forma de ser rentable pero, tal y como pasó con la música y el cine, la facturación anual se desplomará. Y si los libros son gratis, gran parte de la literatura desaparecerá, sobre todo la de calidad. ¿O usted se pasaría 2 o 3 años de su vida escribiendo para regalar su obra?

Publicado por: Rigoberto 01/09/2013

Iñigo, con todos mis respetos carece de todo sentido tu comentario.
Los libros digitales pueden ser (y lo son) protegidos perfectamente contra fraude/copias/descargas ilegales, así como lo son muchos contenidos audiovisuales.
Hay muchas fórmulas pero una es el DRM, algo que se usa todos los días. En otros casos, simplemente son contenidos que se pueden consumir únicamente bajo una previa identificación de usuario, y un servidor proporciona el contenido en tiempo real con reproductores propios. En fin, hay mil fórmulas.

Dices que se Cargó el CD, el DVD, el libro, el cine... Hablas de soportes, los soportes siempre cambian, el arte es otra cosa.

Si tienes que cerrar tu librería porque el libro de papel a muerto, es porque entonces solo vendías papel, no vendías literatura.

La literatura es un arte escrito, da igual el soporte. Si solo vendes papel, el papel obviamente un dia desaparecerá. Si vendes historias, siempre existirá un formato donde venderlas.

el CD a muerto... el DVD... pero Waki se vende por miles de millones de euros o netfix es una de las compañías más importanes en USA right now... so... compadre, no mezcles churros con pirulos, que no tienes ni idea de lo que hablas.

atentamente...


Publicado por: Rigoberto 01/09/2013

Creer que el libro, magazines o panfletos en papel son eternos es lo mismo que creer que tu nieto te escribirá cartas dentro de 50 años... Es evidente que quien crea que el papel vivirá por siempre hace tiempo que pasó la treintena y añora o mejor dicho, no comprende, como evoluciona nuestra raza.

El papel morirá tarde o temprano, porque no tiene ningún sentido. Nos guste o no. Y lo único que hace falta saber son los tiempos que se conjugan hasta que eso pase. Las grandes editoriales, en algún momento, darán con la tecla, que básiamente será cuando tengan el 90% de su audiencia conectada a un dispositivo, que es lo mismo que decir que dentro de 10 años todos los responsables de estrategia comercial serán nativos o pre-nativos digitales y no habrán comprado un libro o similar en papel en su vida, y obviamente tengan clarísimo su negocio y el de sus semejantes.

Publicado por: iÑIGO MARTINEZ DE AYALA 01/09/2013

Antes de nada, decir que algunos están que muerden. Aguanten, que lo peor está por llegar. Aguante usted también Sergio, ¡no se disculpe!

Creo que se está hablando fuera del vaso. Si el ebook tiene la penetración esperada en el mercado, la literatura, el libro, está en peligro. El progreso tecnológico nos ha traído la crisis de la cultura.

En la era pre-banda ancha, Napster y Winamp, comenzó el pirateo de la música y el comienzo del fin de la industria discográfica, que hasta la fecha se ha defendido mediante iTunes, conciertos de los ídolos consagrados y poco más, que representan una mínima parte del negocio de antaño. Llegó la banda ancha y se cargó el CD y el DVD, el cine. Los estudios aún pelean trayendo el espectáculo más grande del mundo a las grandes pantallas de las multisalas de centro comercial. Más grande, más ruidoso, más espectacular y tridimensional para que el espectador viva una experiencia imposible de gozar en casa. Nunca se facturó tanto en taquilla ni la calidad del cine de estreno fue tan baja. Bogart no tendría sitio en esta década. Cine malo pero resistente. El bueno emigró a otrora medio enemigo en forma de serie de televisión de calidad. El cine se salvó de momento.

Pero, ¿y el libro? El ebook evolucionará hasta dar la misma experiencia que el papel o mejor. Los actuales ya ofrecen una gran calidad. Todavía no hay un ebook por lector pero, lejos aún, ya nos los descargamos todos gratis. Y no hace falta ni banda ancha puesto que son ficheros muy ligeros. ¿Cómo se defenderá la industria editorial? No podemos ir a un estadio de fútbol a ver cómo escribe el escritor, ni a una sala con pantalla gigante a leer el libro en 3D.

Yo, si tuviera una librería, la vendería mañana.

Publicado por: WeNdy 01/09/2013

Los clásicos no dejarán de ser leídos. El medio no importa sino el acto en sí de la lectura.

Publicado por: Carmen 01/09/2013

Todo lo que sirva para expandir la cultura es, a mi modo de ver, positivo. Los dispositivos electrónicos de lectura incrementan la lectura, se leen más obras literarias porque es más cómodo de transportar que un tocho de 500 páginas. O de 300. Mera cuestión física. Muy importante para quienes no podemos cargar pesos o sujetar libros por problemas articulares. ¿Nadie lo piensa cuando hablamos de libro en papel?
Sin embargo, estas comodidades, no significan que se desprecie el papel. Se pueden combinar ambos modos de lectura; en la vida corriente lees papel, si te vas de viaje o lees en el metro, usas e-reader.
Los editores españoles más potentes están perdiendo este tren, primero negándose a la edición digital y ahora, cuando ya están aceptándola, poniendo unos precios desorbitados e injustificados a los e-books.
Pero la realidad está en la calle: cada vez hay más dispositivos entre la gente que lee. Estamos en el siglo XXI. Cualquier posibilidad de leer tiene que aprovecharse. Y si los editores grandes no lo asumen, surgirán nuevos editores que canalicen la demanda.
Y no seamos drásticos ni agoreros: la televisión no exterminó a la radio. El e-book no exterminará al libro en papel.

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