Por: EL PAÍS27/03/2014
Vargas Llosa rodeado de escritores peruanos. / EFE
ESPECIAL Bienal de Novela Mario Vargas Llosa
Los tres finalistas al premio que se fallará hoy
Por JACQUELINE FOWKS
DÍA 3 (Miércoles 26 de marzo)
En la mesa ‘La nueva narrativa latinoamericana’, Edmundo Paz Soldán representó a los escritores del grupo MacOndo -que en los años 90 se abrió campo por fuera de la tradición del boom de la literatura latinoamericana- e hizo una autocrítica al afán de diferenciarse de sus predecesores. Luego recordó a grandes escritores de la región que han tardado en ser rescatados, pues por diversos motivos no entraron en el boom. Por la noche, ‘La creación literaria en el mundo contemporáneo’ llevó la conversación hacia la influencia de lo nuevo y la fragmentación en la escritura, los contemporáneos preferidos y el diálogo padre-hijo –en la vida real– acerca de la literatura.
“El error de la generación joven fue que quiso combatir un estereotipo creando otro estereotipo que tampoco se ajustaba a la verdad: el de una generación alienada, desencantada de la política (en América Latina), obsesionada con los valores de la cultura americana.”, dijo el autor boliviano y profesor de la Universidad de Cornell, ante un público de estudiantes en una universidad del sureste de Lima.
“Nos la pasamos tratando de matizar el nombre de lo que fue nuestra generación, se convirtió en un juego irreverente y burlón, en un intento de reconocer la fuerza de ese imaginario y a la vez mostrar que estábamos más cerca del paisaje urbano. Gabriel García Márquez y el boom no eran el problema, sino la saturación del realismo mágico”, comentó.
El nicaragüense Sergio Ramírez, y los peruanos Guillermo Niño de Guzmán y Santiago Roncagliolo compartieron la mesa. El diálogo luego decantó hacia los tipos de vínculo entre los escritores y la política de sus países de origen: una cuestión en la que también son visibles las diferencias entre generaciones.
“MacOndo incorporaba la cultura pop cuando antes se esperaba que los escritores fueran representantes de la cultura nacional y empiezan a escribir de otros países: eso fue bastante revolucionario”, describió Roncagliolo.
“La relación de los escritores con sus países ha cambiado, ha cambiado nuestra manera de relacionarnos con la política porque incluso ya no vivimos allí. ninguno de nosotros se siente capaz de ser candidato o político, pero somos mucho más periodistas”, agregó el novelista peruano.
Ramírez siguió el hilo precisando que su generación creció “de cara al boom y a la revolución cubana. Los escritores de derecha eran considerados vergonzantes. Luego eso cambió y está muy bien que haya cambiado, separándose de la actividad política orgánica, pero sin dejar la opinión”.
El narrador nicaragüense recordó el caso de Rómulo Gallegos. “Hay un proyecto de reforma política y de modernización del campo” plasmado en su novela Doña Bárbara. “Pero solo fue presidente nueve meses y fue destituido por militares. Algo similar ocurrió con Juan Bosch en República Dominicana. Los intelectuales entran en contradicción con la realidad política: Vargas Llosa terminó derrocado (derrotado en las elecciones presidenciales de 1990) por un candidato que parece salido de (la novela) La Casa Verde. Los intelectuales comienzan a ser víctimas de su propia creación”.
Aunque los nuevos narradores latinoamericanos se distancian de la política, Ramírez anotó que “estos movimientos de alejamiento se dan cíclicamente: el modernismo también se sale de lo vernáculo, pero por más que se quiera escapar de este paisaje hermoso de América Larina, siempre se vuelve. Edmundo lo hizo en Palacio Quemado, Santiago en Abril Rojo. El desorden que trae el poder en América Latina es un tema del cual uno –como escritor– no puede escapar y al que va a retornar”.
Paz Soldán luego se refirió a la influencia en los nuevos narradores de escritores contemporáneos a Vargas Llosa o Fuentes, pero que no fueron parte del boom “por diversas razones”.
“Hemos tardado en descubrirlos, ello ha ocurrido en los últimos diez años, pero por ejemplo veo en Rodrigo Hasbun y Alejandro Zambra que (el peruano) Julio Ramón Ribeyro es una influencia más importante que Fuentes u otros”. También mencionó al mexicano Jorge Ibarguengoitia y la brasileña Clarice Lispector. “Una de las autoras fundamentales de la literatura latinoamericana”, dijo.
Sergio Ramírez añadió un nombre más. “José María Arguedas fue etiquetado con una pésima etiqueta: la de indigenista. Pero Los ríos profundos desborda cualquiera de estas etiquetas, es la bellísima historia de la exploración humana de un niño en penumbra, que crece entre dos mundos”, añadió.
La sesión cerró con un llamado a no tener listas negras, a no tener miedo a nada: ni a los best sellers. El escritor boliviano sugirió leer a Stephen King, mientas Roncagliolo respaldaba la moción sonriendo con el brazo en alto. “Creo que hay que leer hasta a Pablo Coelho”, deslizó Ramírez.
Lo contemporáneo y la definición de literatura
Por la noche, Hector Abad, Edmundo Paz Soldán, Gustavo Faverón y Arturo Fontaine debatieron acerca de la incorporación en la literatura de lo que caracteriza el mundo de ahora.
Paz Soldán planteó que sigue siendo un reto trabajar con las palabras y adaptarse a los nuevos tiempos. “Todo ese cambio tecnológico que está ocurriendo me parece que puede tener cosas negativas pero también cosas fascinantes: es un reto para la literatura enfrentarse a ese novedoso paisaje”.
Cada autor luego sugirió a los escritores contemporáneos que quiere, admira o prefiere. Héctor Abad destacó a Javier Cercas por Anatomía de un instante “que no hubiera sido posible sin la consulta de herramientas distintas de verificación de datos, incluidos películas y videos de Youtube. En México, los ensayos de Juan Villoro; en Perú, Alonso Cueto”. Gustavo Faverón rescató al uruguayo Mario Levrero y dijo que cuando leía al chileno Roberto Bolaño sentía que era “la literatura del día”.
El moderador Fernando Iwasaki pidió a los escritores abordar la cuestión de ser contemporáneo de los hijos gracias a las lecturas comunes. Paz Soldán contó que con su hijo de 13 años, quien vive lejos de él, las conversaciones telefónicas dejan el laconismo cuando comparten lo que están leyendo. “Ahora le encanta la ciencia ficción. Cualquier cosa que le doy espera que yo la haya leído antes”. Faverón pudo relatarle a su hija de tres años La Odisea, hablándole de su abuelo Ulises y las sirenas, “que para ella deben ser como La Sirenita de la película”.
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comentarios 1
Publicado por: francis_drake 27/03/2014
¿Por qué suena todo tan frívolo? Creen hablar de literatura, pero sólo hablan de modas literarias.