Paul Krugman

Sobre el blog

La solución a la crisis económica pasa por la política. Paul Krugman, probablemente el economista más conocido del mundo, lo tiene claro. Desde su posición progresista –liberal, en Estados Unidos; de izquierdas, en Europa- prescribe su receta.

Sobre el autor

Paul Krugman

Cuando recibió el premio Nobel en 2008, Paul Krugman (Albany, Estados Unidos, 1957) ya llevaba casi una década escribiendo columnas en el New York Times. Da clases de Economía y Política Internacional en la Universidad de Princeton, antes lo ha hecho en la de Yale, donde se graduó, en la de Stanford y en el MIT.

El curioso caso de Dinamarca

Por: | 26 de julio de 2012

El otoño pasado, cuando estaba en marcha la primera oleada de ataques especulativos contra el sistema del euro, me fijé la peculiar situación de Dinamarca como refugio seguro, ya que podía tomar dinero prestado a tipos mucho más bajos que otros países del euro aparentemente comparables como Finlandia, aun cuando la moneda de Dinamarca está vinculada al euro.

Sostuve que esto reflejaba la flexibilidad adicional que Dinamarca consigue gracias a que posee su propia moneda. Aun cuando no tiene ninguna intención de emitir dinero para financiar el Gobierno, el hecho de que pueda hacerlo en caso de problemas de liquidez parece tener mucho valor.

La primera oleada de ataques remitió después de que el Banco Central Europeo empezase a prestar grandes sumas a los bancos con la deuda soberana como garantía, una forma indirecta de comprar la deuda en sí. Esto concedió al euro unos siete meses de margen,que los dirigentes europeos malgastaron. Y ahora estamos de nuevo en crisis; y la situación de Dinamarca como refugio seguro es todavía más acentuada. ¿Hasta qué punto? ¡Actualmente, los tipos de interés nominal son negativos! El banco central cobra a las entidades privadas un 0,2% por mantener los depósitos, y el tipo de interés de la deuda del Estado a dos años es del -0,23%.

La primera pregunta que hay que formularse en este caso es por qué no todo el mundo acumula grandes cantidades de moneda para conseguir al menos un rendimiento cero. Supongo que la respuesta radica en los costes de almacenamiento (el precio por alquilar una sala para guardar todos esos billetes, además de que, imagino, existe el riesgo de que los ratones se los coman o algo así). Esos costes no pueden ser muy elevados, pero supongo que son suficientes para hacer que un pequeño rendimiento negativo sea posible.

La otra pregunta es por qué los rendimientos daneses son incluso más bajos que los alemanes. Dudo que alguien piense realmente que Alemania podría afrontar un problema de liquidez (cualquier situación en la que pudiera suceder eso probablemente implicaría que el euro ha desaparecido y que Alemania tiene su propia moneda una vez más).

Pero tal vez no; puede que también haya cierta preocupación por el hecho de que Alemania tenga que soltar un montón de dinero para salvar el euro.

En cualquier caso, lo que está pasando en Dinamarca es un indicio de lo grave que es la crisis del euro (tan grave, que la gente está dispuesta a pagar para que le guarden el dinero en algún otro sitio).

© 2012 New York Times

Traducción de News Clips

¡Pecadores, arrepentíos!

Por: | 23 de julio de 2012

A principios de este mes, 160 economistas alemanes, organizados por Hans-Werner Sinn –podríamos llamarlos sinners [pecadores]-firmaban un manifiesto que se opone a una unión bancaria europea.
El 9 de julio, VoxEU, el portal de Internet dirigido por el Centro de Investigación en Política Económica, publicaba un contramanifiesto, firmado por más de 100 economistas del mundo germanoparlante, que a efectos prácticos sostenía que el euro no puede sobrevivir sin dicha unión bancaria.
“En el transcurso de la crisis, se está recurriendo a los presupuestos fiscales para refinanciar sistemáticamente instituciones financieras importantes”, decía el segundo manifiesto. “Al mismo tiempo, las instituciones financieras siguen desempeñando una función crucial en la financiación de los Gobiernos nacionales, ya que les prestan dinero y guardan su deuda. Una consecuencia inevitable es que las quiebras bancarias han provocado crisis de la deuda soberana, y las crisis de la deuda soberana han provocado crisis bancarias, lo que ha conducido a una desconfianza cada vez mayor hacia los sistemas bancarios nacionales y las finanzas públicas. La situación se agrava por el hecho de que los inversores internacionales, movidos por el miedo a una debacle absoluta, han retirado la financiación a los países con problemas, tanto a los Gobiernos como a los bancos".
Y prosigue: “Solamente rompiendo el vínculo entre la refinanciación de los bancos y la solvencia de los Gobiernos nacionales será posible estabilizar el suministro de crédito en los países en crisis”.
Tienen razón, por supuesto. Pero los pecadores se hallan en una situación ventajosa ante la opinión pública alemana.
Me resulta más difícil que nunca imaginar posibles situaciones plausibles en las que el euro sobreviva.

© 2012 New York Times
Traducción de News Clips

Romney no es un as de los negocios

Por: | 19 de julio de 2012

Parece que la campaña de Obama ha decidido hacer caso omiso de las náuseas de los demócratas que tienen vínculos con Wall Street y han optado por arremeter contra el historial de Mitt Romney en Bain Capital. ¡Y hacen bien!

Romney

Después de todo, ¿cuál es el argumento de Romney (es decir, por qué quiere que pensemos que debería ser presidente)? No es cuestión de ideología: Romney no ofrece más que tópicos recalentados de derechas con una ración adicional de aritmética fraudulenta y resulta bastante evidente que ni siquiera él se cree nada de lo que dice.

En lugar de eso, lo suyo es la competencia: supuestamente, su historial de empresario de éxito debería decirnos que sabe cómo crear empleo. Y esto a su vez significa que tenemos todo el derecho a preguntar qué clase de empresario era exactamente.

Ahora bien, la verdad es que incluso en las mejores circunstancias, el argumento a favor de elegir un empresario como presidente sería muy débil. Un país no es una empresa (¿alguna empresa vende más del 80% de lo que fabrica a sus propios trabajadores, como hace Estados Unidos?) y el éxito competitivo en los negocios no guarda ninguna relación especial con los principios de la política macroeconómica. De modo que aun cuando Romney fuese un verdadero rey de los negocios, un Andrew Carnegie de nuestros días, esta no sería una cualificación sólida.

En cualquier caso, no obstante, Romney no era esa clase de empresario. No construía empresas, las compraba y las vendía, a veces reestructurándolas de tal manera que creaba puestos de trabajo, con frecuencia de una forma que conservaba los beneficios pero destruía empleo y bastante a menudo de tal modo que extraía dinero para Bain pero acababa con la empresa en el proceso.

Y en un artículo reciente, The Washington Post añadía un detalle más: Bain invertía en empresas que se especializaban en ayudar a otras empresas a librarse de los empleados, ya fuera en Estados Unidos o en otros sitios, subcontratando el trabajo con proveedores externos y llevándose el trabajo fuera, a otros países.

La gente de Romney se puso hecha una furia y acusó al Post de confundir la subcontratación y el traslado al extranjero, pero es una defensa bastante patética. Por un lado, no había ningún error propiamente dicho en el artículo. Por otra, simplemente no es cierto, tal como a la gente de Romney le gustaría hacernos creer, que la subcontratación dentro del país sea completamente inocua. Al contrario, a menudo es una forma de sustituir empleados bien pagados que reciben prestaciones sanitarias y de jubilación decentes por empleados con salarios bajos y pocas prestaciones de empresas de subcontratación. Es decir, sigue tratándose de una redistribución de la riqueza desde los estadounidenses de clase media a una pequeña minoría que está en lo más alto.

Se podría decir que los negocios son así; pero no es la clase de negocio que hace que uno desee especialmente ver a Romney convertido en presidente.

O, por decirlo de otra manera, Romney no era tanto un rey de los negocios como un rey de la desindustrialización, que obtenía grandes beneficios para su empresa (y para sí mismo) ayudando a desmantelar el contrato social implícito que hacía de Estados Unidos una sociedad de clase media.

Y ahora propone aplicar las aptitudes y técnicas que utilizó en los negocios a la Casa Blanca.
Por alguna razón, no me entusiasma la perspectiva.

Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times

Por qué Islandia es un caso de éxito

Por: | 16 de julio de 2012

Hace poco, me han alertado sobre un ataque increíblemente estúpido (y uso este término intencionadamente) dirigido hacia mí desde el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés) en relación con el asunto de Islandia.

Islandia

La gente del CFR me llama la atención en una entrada de blog titulada Revisión del ‘milagro poscrisis de Islandia por medir el comportamiento económico de Islandia y los países bálticos comparándolo con el máximo anterior a la crisis, lo cual, insinúan, es una especie de apaño. ¿Por qué no medirlos en relación con la depresión poscrisis, respecto a la cual los países bálticos parecen estar mejor?
Mecachis. Los economistas llevan unos 90 años estudiando los ciclos económicos y, durante todo ese tiempo, han hecho comparaciones con los máximos previos; aparentemente, estos tipos no tienen conocimiento de nada de eso. Así que vamos a ir despacio.
En primer lugar, pensamos en una recesión como en un periodo en el que la economía está por debajo de su potencial; la forma natural de evaluar una recuperación es viendo qué cantidad de terreno perdido se ha recuperado.
Mejor aún, comparemos dos países hipotéticos, que llamaremos país I y país L. Ambos padecen una grave recesión económica, pero el país I lo hace mejor a la hora de responder a la crisis, por lo que la producción solo baja un 10% mientras cae un 20% en L. Luego, ambas economías se recuperan. Durante esa recuperación, la producción en L crece más en relación con el periodo de la depresión que la producción de I; pero solo porque al país le fue tremendamente mal en un primer momento. Pero a la gente del CFR le gustaría que creyésemos que L, no I, es el caso de éxito.
O hagamos un poco de historia. La economía de Estados Unidos creció un 10,9%  -sí, un 10,9%- en 1934. ¡El triunfante New Deal! O puede que no. El producto interior bruto real seguía estando alrededor de un 20% por debajo de su nivel de 1929.
Así que al comparar la producción con el máximo anterior, estoy haciendo lo evidente, lo natural; la alternativa del CFR no tiene sentido.
Ah, y Ryan Avent, el corresponsal de economía de The Economist, recogía en su entrada de blog otro argumento anterior del CFR sobre que los países bálticos han crecido más desde 2000. Esta es una clase de confusión diferente: mezclar el crecimiento a largo plazo del potencial con el hecho de quedarse por debajo del potencial. Islandia era y es un país rico; los países bálticos eran países pobres que trataban de ponerse al día, lo que, en cualquier caso, no viene a cuento en la historia de la crisis.
Un punto en el que discrepo con Avent es en su deseo de dejar de hablar de Islandia. Sí, es una isla pequeña que exporta principalmente pescado y aluminio. Pero uno lleva sus experimentos naturales allí donde los encuentra. (El economista Milton Friedman hizo en parte su defensa inicial de los tipos de cambio flotantes invocando el ejemplo de, lo crean o no, Tánger). Islandia fue el único país de la periferia europea que recibió grandes entradas de capital y luego respondió a la crisis no con una inquebrantable determinación de permanecer en el euro o vinculado a él, sino devaluando. De paso, demostró que la devaluación es mucho más fácil que la “devaluación interna”, el intento de recuperar la competitividad con un tipo de cambio fijo, lo cual es en realidad la cuestión principal.

Definir el éxito en los países bálticos

Sigo recibiendo comentarios y correo de personas que afirman que la experiencia de Letonia o Estonia demuestra que estoy completamente equivocado, o algo por el estilo. La mayoría de las personas que dicen esto no saben nada aparte de una o dos cifras positivas que han oído. De modo que esto es lo que tienen que saber. Fíjense en los gráficos de esta página sobre el producto interior bruto y el paro

Crecimiento real:

VaI

Y desempleo:

VaII

Estamos hablando de dos economías que sufrieron crisis graves, con categoría de depresión, y que desde entonces han recuperado parte del terreno perdido pero no todo. Se podría, por cierto, haber dicho lo mismo de Estados Unidos en 1935.
Entiéndanme, obviamente es bueno que hayan recuperado algo de terreno. ¿Pero es esto lo mejor que la gente es capaz de hacer para demostrar las maravillas de la austeridad?

Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times

Culpen a los políticos de la crisis

Por: | 11 de julio de 2012

Jonathan Portes, el director del Instituto Nacional Británico de Investigación Económica y Social, entablaba hace poco un debate en Internet sobre el estado de la economía con la economista Diane Coyle; dado que mi nombre apareció tanto en su escrito como en el de Coyle, pienso que debo intervenir y añadir algunas reflexiones más.
A Portes le hizo saltar la afirmación de Coyle de que los macroeconomistas no tienen ninguna autoridad en esta crisis porque la opinión pública los desprecia. Como Portes señala en su blog, la realidad es que la macroeconomía -al menos tal como él y yo la practicamos- ha tenido un comportamiento espectacular durante la crisis.

En aquella entrada, Portes citaba un texto de hace tres años del catedrático de Harvard Niall Ferguson, en el que se mofaba de mí afirmando que yo era el “hombre del Econ 101” [curso de introducción a la economía] que creía, estúpidamente, que los grandes déficits públicos podrían no ser capaces de hacer subir los tipos de interés en una economía deprimida. De hecho, eso es lo que el Econ 101 decía; y ha resultado tener toda la razón. La macroeconomía de IS-LM básica (IS-LM son las siglas en inglés de inversión-ahorro, liquidez-dinero [modelo macroeconómico que muestra la relación entre los tipos de interés y la renta nacional o el PIB]) también dice que, en esas condiciones, imprimir grandes cantidades de dinero no sería inflacionario y que recortar drásticamente el gasto público haría que la economía se contrajese.
Todo esto ha resultado ser cierto.
De modo que el Econ 101 ha acertado y, lo que quizás guarde más relación con este asunto, ha hecho predicciones acertadas "fuera de la muestra" (es decir, sobre lo que sucedería en condiciones muy distintas de la experiencia normal). Este es el tipo de cosas que provocan cambios de paradigma en las ciencias experimentales: ¡la luz se curva! ¡Einstein tiene razón!

Va

¿Y por qué se tiene la impresión de que la macroeconomía es un caos? Yo diría que es algo fundamentalmente político. El tipo de macroeconomía que hacemos Portes y yo atenta contra las ideas conservadoras sobre el modo en que se supone que funcionan las cosas en una sociedad capitalista, por lo que los conservadores rechazan la teoría independientemente de lo bien que funcione, y respaldan otras opiniones y a otras personas independientemente de lo muy equivocadas que estén. Como consecuencia, todo lo que los ciudadanos oyen son discusiones entre economistas que se baten en duelo (algunos de los cuales no saben mucho de economía). Ese es un gran problema; pero no es un problema de la ciencia económica, la cual, una vez más, ha tenido un éxito espectacular.
Lo otro que me gustaría decir es que la idea de que la microeconomía se encuentra en mucho mejor estado es cuestionable, por decirlo suavemente. Me refiero a que no es como si las suposiciones que subyacen tras la teoría microeconómica estándar fuesen, ya saben, ciertas. (¿Maximizar la utilidad? ¿En serio?). La microeconomía es coherente de un modo en que no lo es la macroeconomía pero, en su mayor parte, es mejor considerarla una metáfora que resulta útil siempre que uno no se la tome demasiado en serio.
Pero ¿no hay mucho trabajo empírico sólido en la microeconomía? Sí; y también en la macroeconomía.
La diferencia es que, en términos generales, en la microeconomía no hay tanta determinación política de negar los resultados empíricos.
Pero incluso ahí, cuando se trata de ámbitos en los que hay muchos intereses políticos, como la economía de la atención sanitaria, se nota la persistencia de las opiniones políticamente convenientes, por muy sólidas que sean las pruebas contra ellas. La primera vez que escuché la expresión “ideas zombis” fue en el campo de la sanidad, no en el de la macroeconomía.

Volviendo al punto de partida: el hecho es que estos han sido días de gloria para la macroeconomía estándar, que se ha comportado asombrosamente bien en unas condiciones de crisis. Si han oído decir lo contrario, culpen a la política, no a la economía.

Traducción de News Clips.
© 2012 New York Times

La solución escapa a los políticos

Por: | 09 de julio de 2012

La cumbre de la Unión Europea celebrada en junio fue sin duda una sorpresa positiva: a efectos prácticos, el bloque latino obligó a la canciller alemana Angela Merkel a dar su brazo a torcer, al menos un poquito. ¿Pero fue suficiente?
En un artículo publicado en internet para Vox, el economista Charles Wyplosz sostenía, razonablemente, que ni mucho menos. “A fin de cuentas, la cumbre fue un pequeño avance en la dirección correcta en lo relativo a la supervisión bancaria, pero sigan atentos; todavía no sabemos qué medidas van a adoptar”, escribía. “No se dijo nada sobre la arruinada Grecia, nada sobre las deudas públicas insostenibles de varios países, y no se puso fin a la recesión que registra un número cada vez mayor de países”.

Angela Merkel.

La principal decisión de peso fue el principio de acuerdo sobre la creación de lo que más o menos es una versión europea del Programa de Alivio de Activos Problemáticos (TARP, en sus siglas en inglés) de Estados Unidos, conforme al cual los fondos para la recapitalización de los bancos los aporta un consorcio en vez de prestárselos a Gobiernos que ya están excesivamente endeudados. Buena maniobra, y los compradores de bonos  irlandeses están especialmente contentos. Pero ni siquiera esto surtirá efecto en el acto. (También hubo algunas compras de bonos, pero no por parte del Banco Central Europeo, de modo que su importancia es limitada. De modo que considérenlo una versión muy pequeña del relajamiento cuantitativo).
Lo que sí sabemos es que, al menos en Estados Unidos, el TARP y la relajación cuantitativa quizá sirvieron para evitar el desastre, pero no para producir una recuperación, y Europa tiene el problema adicional de que necesita enormes realineaciones de la competitividad, lo cual sería mucho más fácil si el BCE anunciara una flexibilización drástica, cosa que no ha hecho.
Por tanto, no lo suficiente.
Pero puso a flote los mercados.
Supongo que podrían alegar que esto fue una especie de anticipo, que es el anuncio de otros cambios mayores en la política que se producirán en el futuro. Eso espero. Pero al igual que Wyplosz, sospecho que estamos que estamos reaccionando exageradamente ante el simple, aunque la verdad es que sorprendente, hecho de que no se consumara el desastre.

La cuestión según Hart

Y ahora algo completamente diferente; no he visto que nadie lo señale, pero un artículo muy interesante publicado en The New York Times sobre por qué Microsoft está fabricando su propia tableta era una ilustración perfecta de la teoría de Oliver Hart sobre la empresa.
Un repaso somero: la teoría del economista de Harvard sobre la empresa pregunta por qué confiamos a veces en los contratos –firmo un acuerdo con su empresa para fabricar mi producto– y a veces optamos por el control directo: contrato a gente para que fabrique el producto. Hart ( y otros) sostienen que esa clase de cosas dependen esencialmente de nuestra incapacidad para redactar contratos completos, en los que se especifiquen todos los detalles, y que ese fallo de los contratos puede plantear problemas a la hora de decidir las inversiones. Por ejemplo, si contratan a otros para que fabriquen equipos, es posible que no estén dispuestos a invertir en calidad en la creencia de que usted se va a aprovechar de su condición de único comprador para sacar beneficio.
Y eso, por lo visto, es exactamente lo que ha estado pasando con Microsoft; su dependencia de otra gente para que fabrique ordenadores que utilicen sus programas funcionó muy bien durante mucho tiempo, pero últimamente está ganando el enfoque de controlarlo todo de Apple.
El artículo era pasto excelente para la clase de análisis económicos a los que yo me dedicaría más si no estuviéramos en una situación tan crítica.


Traducción de News Clips.


© 2012 New York Times

Cuidado con el ‘keynesianismo'

Por: | 06 de julio de 2012

George Osborne y, en segundo plano, David Cameron.
George Osborne, el ministro de Hacienda de Reino Unido y artífice de sus políticas de austeridad, acaba de dar un giro de 180º (aunque, por supuesto, no lo reconoce).

Jonathan Portes tiene la prueba incriminatoria: en un blog publicado hace poco, el director del Instituto de Investigación Económica y Social británico señalaba que las premisas por las que la nueva política de subvenciones a la inversión privada —incluida la inversión en infraestructuras— mediante garantías de préstamos tiene sentido son exactamente las mismas premisas por las que el gasto público financiado mediante deuda en, por ejemplo, infraestructuras, tiene sentido.

“El Gobierno ha reconocido ahora el argumento intelectual y económico”, escribía Portes en su blog del 15 de junio. “Esperemos que ahora inicie el necesario cambio de política que hemos estado pidiendo, como quiera que decidan llamarlo”.

Entonces, ¿por qué canalizar el dinero hacia sociedades anónimas privadas mediante garantías de préstamo en vez de limitarse a hacer lo obvio y restituir los enormes recortes que se han realizado últimamente en la inversión pública?

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En tiempos de crisis, mejores uniones

Por: | 03 de julio de 2012

Calle de Dublín en el inicio de las rebajas.
Mientras contemplamos el desastre del euro, hay una fuerte tendencia a creer que tiene mucho que ver con las desigualdades básicas en la productividad y el desarrollo económico general entre los miembros del euro; países retrasados y semidesarrollados (no es mi opinión, sino lo que se oye a menudo) chapuceramente vinculados a centros neurálgicos como Alemania.

Por eso sorprende un tanto el ver los datos de Eurostat sobre el producto interior bruto por habitante (o productividad, que son parecidos). Grecia y Portugal, sin duda, son relativamente pobres, con un PIB per cápita del 82% y el 77%, respectivamente, de la media de la Unión Europea; esto equivale a aproximadamente el 76% y 71%, respectivamente, de la media de la eurozona, ya que los países del euro son ligeramente más ricos que la Unión Europea en conjunto. Entretanto, Alemania está en un 120% de la media de la Unión Europea, o 112% de la media de la eurozona.

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