En ambos lados del Atlántico, los partidarios de la austeridad parecen estar perdiendo los papeles. Y eso tiene que ser una buena noticia, una señal de que, hasta cierto punto, están cayendo en la cuenta de que están perdiendo el debate.
Lo primero de todo, la triste historia del presentador de televisión Joe Scarborough, cuya respuesta a mi aparición en su programa, cuando me mostré contrario a la austeridad, ha sido una extraña campaña para convencer al mundo de que no hay nadie importante que comparta mis puntos de vista.
¿Por qué es esto extraño? Porque aunque podría estar equivocado respecto a los aspectos macroeconómicos (que no lo estoy), sencillamente no es cierto, probablemente no sea cierto, que soy el único que dice que el déficit en la actualidad y en el futuro inmediato no es un problema.