La economía de Google

Por: | 09 de abril de 2013

La decisión de Google de cerrar Google Reader ha disgustado a varias personas que conozco y ha provocado muchas discusiones sobre el futuro de los servicios basados en la Red. La discusión más interesante, creo, es la de Ryan Avent en The Economist, que sostenía en un reciente artículo titulado Google’s Google Problem [El problema de Google de Google] que el buscador ha estado proporcionando un servicio público esencial, pero no parece que tenga ningún interés en mantenerlo. 
He estado tratando de pensar detenidamente en ello desde el punto de vista de la microeconomía más o menos estándar, y este es el resultado de mi reflexión.

GoogleReader

En primer lugar, es bien conocido, aunque no se mencione con frecuencia, que incluso en un mercado simple, un monopolista con costes fijos elevados y con una capacidad limitada para realizar una discriminación de precios entre los clientes puede no ser capaz de obtener beneficios proporcionando un producto incluso cuando el posible aumento de consumidores de ese producto sea superior a los costes de producción. Básicamente, si el monopolista trata de cobrar un precio correspondiente al valor que los usuarios intensivos otorgan al producto, no atraerá a suficientes usuarios de baja intensidad para cubrir sus costes fijos; si cobra un precio bajo para atraer al usuario de baja intensidad, no logra captar una cantidad suficiente del excedente de usuarios de alta intensidad, y tampoco puede cubrir sus costes fijos.  


Lo que Avent añade a esta discusión es una visión sobre el efecto de las externalidades de las redes, en las que el valor del producto para cada usuario individual depende del número de usuarios que lo están usando. Hasta cierto punto, el monopolista puede aprovecharse de estas externalidades, ya que aumentan el precio que la gente está dispuesta a pagar, por lo que no estoy seguro de que cambien la lógica del suministro o del no suministro. Pero lo que significan es que si al monopolista sigue sin parecerle útil proporcionar el producto, las pérdidas para el consumidor son sustancialmente más importantes que en un análisis convencional de fijación de precios en un monopolio.    
Entonces, ¿cuál es la respuesta? Como escribe Avent, los ejemplos históricos con estas características –como las redes de transporte urbano– se han resuelto a través de la prestación pública. Parece difícil en este momento considerar que las búsquedas en Internet y sus funciones relacionadas sean servicios públicos, pero se podría mantener que es donde la lógica nos conducirá al final.  
Para demostrar mi punto de vista, pueden ver en el gráfico adjunto un caso hipotético en el que la demanda proviene tanto de los usuarios de alta intensidad que están dispuestos a pagar mucho por un servicio como de los usuarios de baja intensidad que no están dispuestos a pagar tanto. Debido a los costes fijos, el coste medio por usuario disminuye con el número de usuarios. Pueden observar por la forma en que está trazado que no existe ningún precio en el que un monopolista pueda cubrir sus costes aquí; sin embargo, las pérdidas generadas por prestar el servicio a un precio que atraiga a los usuarios de baja intensidad serían mucho menores que los beneficios para los usuarios de alta intensidad por tener el servicio disponible. 

Grafico

© 2013 The New York Times.
Traducción de News Clips.

Hay 10 Comentarios

Tanta palabra que suena a erudiccion ... para explicar que google no puede vender sus servicios a un precio diferente para cada cliente....

Al meno Paul , vives en USA...

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google ne matan a todos :))
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leyendo samuelson de 1960 segui las referencias de Marshall A. la elasticida y lo que mas me llamo la atención la referencia a la asimetría,es decir los bienes no son perfectos y por ello los automatismos sirven un efecto complementario,etc sustitución la políticaeconomica y hecer bienes trigo demandas rijidas y decrecientes es simple y costoso,todo pasapor la sostenibilidad y aplicar un multiplicador ,bueno seamos serios la tecnología suple carencias económicas bienes complementarios , sustitución y marginalidad del producto ,los juegos aplican a los bienes el ver ,visto ,lgo mas que silogismos un plazo de entrega similar al direccionar,es decir existe un todo poderoso inspirador del juego llamado algorismo con sus respuestas alternativas mas o menos acertadas que en cartulina permiten decir las alternativas 1.1)(0,1)..()(0,0) con estas respuestas con respuestas ,pongamos dar un pase bueno en el campo futbol el algoritmo de selección podría determinar la escritura ,mover izq,ver premio von neuman 2012 determinar la dijitaliadad de nuestras vidas puede ser la base para evitar la diGitalidad del error
conocimiento ,con crecimiento económico.
Windows es una ventana muy veloz demasiado grande y la deseconomia del crecimiento por crisis invita a los pequeños formatos ,aprende a leer en un libro y podras escribir en un libro..en cualquier caso la disposición de todos los que se encuentrar por encima suponen para Robinson una posibilidad d equilibrio y por debajo. edades.

El transporte público, por ejemplo, reduce enormemente costes medioambientales y de salud que la industria del automóvil no está internalizando en sus precios. Que la gente prefiera pagar un coche por el valor de su comodidad no significa que sea más beneficioso el transporte privado que el público, sino únicamente que, en las condiciones del mercado, individualmente se valora más el coche que el tren. Pero el valor para el conjunto de la sociedad tiene poco que ver con el cálculo egoísta del individuo. Si el mercado tuviera en cuenta todos los costes, entonces sí podrías sacar conclusiones. Ahora mismo los costes que el mercado no computa recaen sobre estados y pueblos, a veces tan lejanos de la decisión bilateral de compraventa como pueden estarlo los habitantes de Bangladesh que van a ver cómo se inundan sus ciudades o la persona con problemas de respiración en Madrid.


Por eso tiene sentido sufragar y ofrecer públicamente un servicio que la gente no estaría dispuesta a pagar (en las condiciones actuales del mercado). Por las externalidades, esto es, lo que no entra en el cálculo puramente bilateral de una compraventa.

Ben, el mercado no siempre es la mejor forma de asignar recursos. Existen externalidades que no se contemplan en los precios, distorsiones por diferencias de poder adquisitivo o de derechos. En cuestiones que afectan a mucha gente vemos que los intereses de unos están infrarrepresentados y los de otros sobrerrepresentados. El mercado no está computando bien costes y beneficios ecológicos, de salud pública, de bienestar (p. ej. derechos laborales) y hay una contradicción entre intereses generales y control privado. Cuando el mercado no distribuye los beneficios y los costes de manera equitativa, es lícito plantearse un sistema público de impuestos y gastos que asigne mejor los recursos.

El argumento me parece estúpido y el análisis gráfico no es más que la exposición de la opinión a priori de Krugman (pues lo cierto es que si la gente no quiere pagar por algo lo que cuesta, lo lógico es que no se ofrezca, pues indica que su utilidad es inferior a su coste, significa que al producirlo y ofrecerlo se está destruyendo valor). La conclusión del análisis gráfico es otra: o bien la gente paga un precio que permita cubrir los costes (esto es, por encima de la linea de average cost), o ese bien o servicio no se produce. Sin embargo, Krugman viene a decir que todo aquello por lo que la gente no esté dipuesto a pagar lo que cuesta ha de ofrecerse públicamente...Lo que conduce a una sociedad que acaba arruinandose al producir bienes y servicios a un coste mayor que la utilidad que aportan (es más, todo se acabaría ofreciendo públicamente, pues lo cierto es que a todos nos gustaría pagar por todo mucho menos de lo que pagamos ahora mismo). De modo que se acabarían ofreciendo por parte del Estado todo tipo de estupideces (bueno, en parte ya ocurre). De modo que se produciría un auténtico despilfarro de recursos.
….Además, y por si alguno lo estaba pensando, si el Estado ofrece justicia y seguridad y tiene que seguir ofreciéndolos es básicamente por una cuestión de soberanía y garantías constitucionales (piensese en el beneficio de justicia grautita).
…..Si bienes como el transporte público (en los que la soberanía no juega ningún papel) se ofrecen públicamente es en primer lugar por cuestiones políticas, pues su privatización generaría muchas protestas, pero es evidente que lo lógico y justo sería que no estuviesen subvenciondados. Si fuesen privados, se acabarían ofertando, y consumiendo pues la gente tiene que ir de un lugar a otro, esto es, tienen una utilidad mucho mayor que el precio que paga actualmente. Esto es, se ofertarían a un precio superior al actual (esto es, se evitaría que el transporte público se beneficie de los impuestos que encarecen otros productos y servicios). pero ya digo, no es posible por motivos políticos. Detrás de la oferta de transporte público no hay racionalidad económica, sino racionalidad o (si se prefiere verlo así) cálculo político.

Hay muchos sectores que por su importancia y sus características deberían ser públicos: suministros básicos, industria farmacéutica, prensa, internet... Al final me pregunto si deberíamos convertir la norma en excepción y la excepción en norma: el bien público como norma y el bien privado como excepción, el suministro público como norma y el mercado como una mera ayuda a la fijación de precios y la distribución cuando realmente beneficie el interés general, pero no por sistema.

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Paul Krugman

Sobre el blog

La solución a la crisis económica pasa por la política. Paul Krugman, probablemente el economista más conocido del mundo, lo tiene claro. Desde su posición progresista –liberal, en Estados Unidos; de izquierdas, en Europa- prescribe su receta.

Sobre el autor

Paul Krugman

Cuando recibió el premio Nobel en 2008, Paul Krugman (Albany, Estados Unidos, 1957) ya llevaba casi una década escribiendo columnas en el New York Times. Da clases de Economía y Política Internacional en la Universidad de Princeton, antes lo ha hecho en la de Yale, donde se graduó, en la de Stanford y en el MIT.

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