En lo que se refiere a infligir sufrimiento a los ciudadanos de los países deudores, los partidarios de la austeridad muestran una determinación de acero: qué se le va a hacer, es un mundo duro, y hay que tomar decisiones difíciles.
Pero cuando ellos o sus amigos reciben críticas, de repente toda la discusión es sobre la comprensión y los sentimientos heridos.
Vemos que en el caso de Olli Rehn, el vicepresidente de la Comisión Europea, cuyos amigos en la comisión se indignaron cuando señalé, empleando un lenguaje ligeramente subido de tono, que Rehn estaba repitiendo una afirmación a menudo desacreditada sobre la historia económica. Y lo vimos recientemente en la defensa que hizo Anders Aslund de los economistas de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en The Financial Times frente a lo que él llama una crítica “despiadada” de unos economistas de la Universidad de Massachusetts, en Amherst.

En una tribuna de opinión publicada a principios de este mes, Aslund, un economista sueco, elogiaba a Reinhart y Rogoff “por aplicar un correctivo importante a la opinión de que el estímulo fiscal siempre es apropiado, que es una postura común en los analistas económicos anglo-estadounidenses, encabezados por Paul Krugman en The New Yor Times”.