Paul Krugman

Sobre el blog

La solución a la crisis económica pasa por la política. Paul Krugman, probablemente el economista más conocido del mundo, lo tiene claro. Desde su posición progresista –liberal, en Estados Unidos; de izquierdas, en Europa- prescribe su receta.

Sobre el autor

Paul Krugman

Cuando recibió el premio Nobel en 2008, Paul Krugman (Albany, Estados Unidos, 1957) ya llevaba casi una década escribiendo columnas en el New York Times. Da clases de Economía y Política Internacional en la Universidad de Princeton, antes lo ha hecho en la de Yale, donde se graduó, en la de Stanford y en el MIT.

Versión macro del guantazo a 'progres'

Por: | 05 de junio de 2013

En una reciente entrada en su blog, el economista Brad DeLong interpreta el ataque de Ken Rogoff a Keynes de mi último post como un guantazo a los progres estratégico destinado a preparar a sus lectores para el mensaje del dinero fácil y del perdón de la deuda que va a lanzar a continuación. 

Puede que sea eso, o quizás solo sea una ira personal hacia algunos progres (y sus preocupaciones por los costes humanos de la austeridad). Pero en cualquier caso, la duda es si se trata de una estrategia eficaz. Yo no creo que lo sea.   

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El villano ‘keynesiano’

Por: | 04 de junio de 2013

Ken Rogoff, el economista de Harvard cuyo trabajo con Carmen Reinhart ha desempeñado un papel fundamental en el debate sobre las políticas de austeridad, escribía recientemente una columna que está estructurada como un argumento en contra de Aquellos que: aquellos que piensan que los problemas de Europa provienen únicamente de una excesiva austeridad, y que todos ellos se resolverían con un poco de keynesianismo. Podría ser útil que mencionara esos nombres, o de  lo contrario la gente podría imaginarse que está hablando, pongamos por caso, del economista Martin Wolf o de mí. Pero no puede ser, ¿verdad? Porque ninguno de nosotros – ni, ya puestos, nadie más que se me pueda ocurrir – está defendiendo ese argumento.   

Rogoff

Todo el mundo con un poco de sentido común ha sostenido desde el principio que Europa tiene un gran problema debido a su moneda única: los países de la periferia de la eurozona sufrieron un drástico aumento de los costes relativos y de los precios durante los años de bonanza, y el proceso de corregir esa sobrevaloración mediante “la devaluación interna” ha sido extremadamente difícil y doloroso. 

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