“No crucificarás a la humanidad en un cruasán de oro”. Esa fue la reacción del economista Alan Taylor (en la correspondencia mantenida con él) a la adopción por parte del presidente francés François Hollande de la ley de Say – en una rueda de prensa, Hollande dijo literalmente que “en efecto, la oferta crea demanda”– junto con el derrotero que ha tomado, otra vez en sus propias palabras, hacia la política de la oferta.
Lo asombroso para mí, aparte de la poca fortuna de Hollande, es el pesimismo extremo que ha envuelto de forma manifiesta a la élite francesa. Se diría que Francia es una zona catastrófica. Pero las cifras, si bien no son buenas, tampoco son tan dramáticas.
Comencemos por el crecimiento desde que empezó la crisis. ¿Cómo se sitúa Francia comparativamente en el contexto europeo? No se comporta tan bien como Alemania, eso está claro.