La revista digital VoxEU, que edita mi antiguo alumno Richard Baldwin, contiene dos fantásticos artículos sobre la desigualdad.
En primer lugar, Andrew Oswald, catedrático de economía de la Universidad de Warwick, en Reino Unido, y Nattavudh Powdthavee, investigador del Instituto de Economía Aplicada e Investigación Social de Melbourne, han indagado en el efecto que tiene la riqueza en las actitudes políticas observando a personas que se han enriquecido no como resultado de su esfuerzo o por herencia, sino ganando la lotería. Como era de esperar, las personas que ganan la lotería se vuelven más de derechas. A lo mejor esto no tiene nada de extraño, pero en caso de que tuviera dudas sobre si ser o no desconfiado, esto debería disiparlas.
Todavía más interesante: a los que les tocaba la lotería también se volvían más propensos a elogiar la actual distribución desigual de los ingresos. Piensen en ello por un instante. Cabe imaginar que, discurriendo a partir de su propia experiencia, un hombre hecho a sí mismo pueda llegar a la conclusión de que la gente tiene lo que merece. Pero aquí se trata de personas que de forma irrefutable, por definición, se han hecho (más) ricas por puro azar, por un medio que nada tiene que ver con sus capacidades ni con su esfuerzo, y a las que, sin embargo, el aumento de su riqueza ha convencido de que la sociedad es justa.