Acabo de terminar de escribir una reseña del nuevo libro de Tim Geithner, Stress Test [Prueba de resistencia]. No he mencionado en ella algo que me ha parecido sorprendente y refrescante: ¡Geithner se ríe del síndrome de Simpson-Bowles!
“Había muchas políticas acertadas en el plan de Simpson-Bowles", escribe, "como los recortes en el despilfarro de los subsidios agrarios y el aumento del gasto en infraestructuras para impulsar el crecimiento, pero los recortes de las subvenciones y las reformas tributarias fueron bastante retrógrados y el ahorro en sanidad, muy pequeño. A pesar de todo, el plan se convertiría en algo mítico para las élites de Washington por ser un símbolo de la seriedad bipartidista noble”.