El columnista de Bloomberg Barry Ritholtz escribía hace poco un bonito artículo en su blog sobre finanzas, The Big Picture, en el que reconocía un error (en absoluto fundamental) en una columna y reflexionaba sobre el modo de enfrentarse a los errores cuando uno los comete (algo que todos hacemos). Me gustaría añadir que hay errores y errores. Es importante saber de qué clase es el que hemos cometido. Ya he escrito antes sobre esto, pero puede que tenga una forma un tanto diferente de presentar el argumento.

Supongamos que están haciendo una predicción (y cualquier afirmación sobre el modo en que funciona el mundo conlleva al menos una predicción implícita de algo porque, de lo contrario, es vana). Esta predicción proviene de algún tipo de modelo (si creen que no tienen un modelo, se están engañando, y su modelo es nefasto porque imaginan que no lo están usando). Pongamos por caso que el modelo tiene esta forma: y = a + b * x + u; donde y es lo que estamos prediciendo, x es algún tipo de variable explicativa, a y b son parámetros y u representa algo aleatorio (no necesariamente aleatorio en sentido estricto, sino algo que no forma parte del modelo). Este último término es importante: nadie, ni ningún modelo elaborado por nadie, acierta por completo.