Alberto Estévez, coordinó el trabajo de lobby de Amnistía Internacional (AI) en las negociaciones del TCA
Asamblea General de las Naciones Unidas, el día de la votación del Tratado sobre Comercio de Armas, el 2 de abril de 2013 en Nueva York (Foto: Reuters)
De niño, unas Navidades Papá Noel me regaló un traje de vaquero con dos pistolas de juguete que hacían un ruido terrible. En aquel momento me parecía el mejor regalo posible (en cuestión de ropa y bicicletas, me tocaba heredar las de mis tres hermanos mayores). Ni me imaginaba que años después participaría en las negociaciones del primer tratado que regula el comercio de armas y que entrará en vigor el día de Nochebuena. A partir del 24 de diciembre, los países que han ratificado el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA) deben cumplir las obligaciones que establece ese tratado, que tiene un objetivo muy claro: evitar que las armas se utilicen para cometer atrocidades, tal como explica este programa de En Portada.
Estas Navidades, la humanidad recibirá el mejor regalo posible, que pidió dos veces sin éxito a Papá Noel en el siglo pasado. La tenacidad de Brian Wood, que concibió la idea del Tratado hace más de 20 años y encarna el esfuerzo sin precedentes de movilización de Amnistía Internacional en alianza con ONG de todo el mundo, prueba que las cosas sí se pueden cambiar. ¿La receta mágica? Mucha constancia, creatividad, capacidad de investigación para destapar trapos sucios junto a rigor y conocimiento del tema para proponer soluciones.