Por Isabel Ortigosa, Incidencia y Comunicación Colectivo Socio jurídico Orlando Fals Borda (@CsOFB)
Foto: Oriol Segon Torra y Colectivo Orlando Fals Borda.
“En Colombia arrastramos una historia aterradora de estigmatización y humillación del enemigo. Durante años se ha maltratado a las víctimas de crímenes tan horrendos como las ejecuciones extrajudiciales, negándoles hasta un nombre a la hora de enterrarlos” El Padre Javier Giraldo S.J. comenzaba así su intervención en la Audiencia Pública sobre la entrega digna de personas no identificadas sepultadas en cementerios y enterramientos clandestinos en Colombia celebrada la pasada semana en el Congreso de la República, en Bogotá. “El problema es que los llamamos NN y no lo son. La dignidad no termina con la muerte”, decía el Doctor Valdés, Director del Instituto de Medicina Legal colombiano.
El conflicto armado interno ha dejado Colombia sembrada de cadáveres sin identificar. En el país se registran más de 20.000 casos de personas inhumadas como no identificadas en cementerios municipales, de acuerdo con información suministrada a la Fiscalía General de la Nación por 861 alcaldías locales. Estas cifras no recogen los miles de cuerpos que se estima que están sepultados en enterramientos clandestinos, muchos en fosas comunes de áreas remotas del país, aunque también hay casos en zonas urbanas. La identificación de estas personas, la entrega digna de sus restos a sus familiares, y el esclarecimiento de los hechos que rodearon su desaparición y muerte, son parte fundamental de la reconstrucción de la verdad y la memoria histórica del país. Vale la pena recordar que la desaparición forzada es un delito imprescriptible, y que en Colombia existen al menos 89.736 casos de personas desaparecidas a fecha del 31 de diciembre de 2013, de los cuales 20.944 corresponden a desapariciones presuntamente forzadas, según datos del Instituto de Medicina Legal. Es más que probable que muchos de estos cuerpos hayan sido enterrados como Personas No Identificadas cementerios municipales.
Detengámonos por un momento en la región de los Llanos Orientales, una de las zonas, por cierto, más castigadas por el fenómenos de los mal llamados “falsos positivos”. En sólo cinco cementerios de esta región se acumulan 2292 cuerpos de Personas No Identificadas, el 11,2 % de los registrados por el Censo Nacional de NN elaborado por la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía. Hasta el momento se han exhumado casi 1,000 cuerpos de estos cinco cementerios, y se han identificado a poco más de 800, según datos de la Fiscalía General de la Nación. De estos 2292, 1421 fueron reportados por el Ejército Nacional como dados de baja en combate.
Organizaciones como el Colectivo Orlando Fals Borda lleva años acompañando a los familiares de estas personas, tanto a nivel socio jurídico como de atención psicosocial, para ayudarles a localizar e identificar los restos de sus seres queridos, y lograr la entrega digna de los mismos. La mayor parte de estas familias no reconocen que sus familiares pertenecieran a un grupo armado. Lo cierto es que nadie sabe exactamente cuántos de estos casos se deben a ejecuciones extrajudiciales o “falsos positivos”. Actualmente la Fiscalía colombiana investiga al menos 3.000 de estos casos en todo el país, en los cuales tropas del Ejército, presionadas para incrementar el número de bajas en la guerra contra grupos guerrilleros, asesinaron a civiles e informaron que se trataba de muertes en combate. Hasta ahora, sólo soldados de los rangos más bajos han sido condenados por este tipo de actos.
Sin embargo, de lo que no hay duda alguna es de que estos casos evidencian una grave situación de crisis humanitaria a la que el Estado colombiano debe dar respuesta. Hasta el momento, y sólo en la muestra acotada de estos cinco cementerios, apenas se ha hecho entrega de 77 cuerpos en casi cinco años. A este ritmo, harían falta 143,83 años para entregar el resto de los cuerpos inhumados en estos cinco cementerios, lo que evidencia que resulta imprescindible acelerar este proceso dotándolo de más recursos humanos, técnicos, financieros y, sobre todo, de voluntad política de las entidades involucradas.
El propio Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, declaró en la Audiencia Pública celebrada la semana pasada que, a pesar de la importancia de este trabajo, el personal asignado a estos casos “no es suficiente, dado el volumen de actividades a realizar para la plena identificación de cada caso, la ubicación de los familiares, la exhumación y la entrega de cadáveres”.
Anna Ferrero, Subdirectora de Operaciones de la Oficina del Alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, indicó durante su intervención en la Audiencia que Colombia está en la obligación de cumplir con los tratados internacionales, en especial sobre derechos humanos, e hizo un llamamiento a que se lleven a cabo cambios estructurales en la política pública y en las instituciones competentes, para facilitar los procesos de identificación humana, y mitigar el riesgo de acumulación de restos óseos sin identificar en laboratorios. Para ello, indicó, es necesario incrementar las asignaciones presupuestales para el desarrollo de los procesos de investigación.
Desde las organizaciones de la sociedad civil insistimos en que es imprescindible que, en el marco de las negociaciones de Paz en La Habana, se haga realidad un compromiso firme de hacer frente a este drama humanitario, garantizando recursos humanos y económicos para el mismo, y sobre todo, concretando un intercambio de información e incluso de cuerpos que acelere este proceso.
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