Alberto Estévez, María del Pozo, Jordi Armadans, Sara del Río y Paula San Pedro, son responsables de la campaña Armas Bajo Control de Amnistía Internacional, FundiPau, Greenpeace y Oxfam Intermón
Vecinos inspeccionan los daños tras un ataque aéreo de la coalición encabezada por Arabia Saudí en el que murieron 17 civiles en una zona residencial del barrio de Bab al-Sha’b de Sa’wan, al este de Sana'a el 1 de mayo de 2015. Foto: Amnistía Internacional
De la guerra y las bombas en Siria, Irak, Afganistán, Somalia, Yemen, Sudán del Sur, Somalia, República Centroafricana… De las atrocidades cometidas con armas, en su mayoría estadounidenses, rusas, europeas y chinas, como consecuencia del comercio irresponsable de armas durante décadas, que destroza sus vidas y medios de subsistencia. De eso es lo que huyen las personas refugiadas.
“He arriesgado mi vida para llegar aquí y quiero que valga la pena. Estoy cansada, agotada y no quiero que todo haya sido para nada”. Así se expresaba en septiembre Noujain, una niña discapacitada siria detenida en Eslovenia, que actualmente está en un centro de acogida en Alemania.
Según la Organización Internacional para las Migraciones, en 2015 un millón de personas refugiadas y migrantes han llegado a Europa en busca de una vida mejor. Casi 3.700 han muerto en todo el Mediterráneo.
La vergonzosa respuesta de la Europa fortaleza a una de las mayores crisis de refugiados de la historia: darles con la puerta en las narices e intentar poner puertas al campo. Los Estados miembros de la UE han construido más de 235 km de vallas en las fronteras exteriores, que han costado más de 175 millones de euros.
Organizaciones como Amnistía Internacional y Oxfam reclaman a la Unión Europea que no mire hacia otro lado y que cumpla con sus obligaciones y garantice rutas legales y seguras a las personas refugiadas. Es necesaria una estrategia para salvar vidas en el Mare Nostrum y un aumento de la ayuda humanitaria y del número de plazas de reasentamiento acorde a las necesidades. Barcos de Greenpeace colaboran con las operaciones de rescate de Médicos Sin Fronteras. La respuesta humanitaria queda en manos de ONG como Oxfam, que ayuda a personas que llegan a Italia, Grecia, Serbia o Croacia proporcionándoles servicios básicos, un lugar de acogida y facilitando apoyo legal y psicológico.
En última instancia, la crisis de refugiados y migrantes terminará cuando se aborden las causas que la generan. Los Estados deben actuar sobre las causas de fondo que abocan a millones de personas a abandonar su hogar para buscar un futuro: participar en la exigencia de rendición de cuentas por los abusos cometidos, la resolución de conflictos, el control de la venta de armas y aumentar dramáticamente su inversión en las políticas de lucha contra la pobreza, la desigualdad y el cambio climático.
Destaca la escasa atención prestada a una de las principales causas subyacentes de esta crisis sin precedentes: el comercio irresponsable de armas, cuyas ventas en el último lustro superan los 90.000 millones de Euros anuales. La mala regulación de los flujos de armas hacia Irak durante decenios y la falta de control sobre el terreno han proporcionado al autodenominado Estado Islámico un gran arsenal mortífero que se está utilizando para cometer crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra a escala masiva en Irak y Siria. Entre 2012, cuando empezó la Primavera Árabe, y 2013, las transferencias de armas de la UE a Oriente Próximo y el norte de África superaron los 20.000 millones de Euros.
España no es ajena a esta cuestión. Entre 2010 y 2014, España fue el séptimo exportador mundial de de las principales armas convencionales, con el 3 por ciento del pastel. En 2013, una de cada tres exportaciones de armas españolas, por valor de casi 1.400 millones de euros, fue a parar a Oriente Próximo. Arabia Saudí se lleva la palma: en 2010—14 recibió armas españolas por valor de casi 800 millones de Euros desde 2004. La coalición encabezada por ese país ha sido acusada de cometer presuntos crímenes de guerra en Yemen en los últimos meses, y no sabemos si el gobierno español ha investigado si bombas y municiones españolas se han utilizado en estos crímenes de derecho internacional.
En la última legislatura, España aumentó un 50 por ciento las exportaciones de armas respecto a la anterior. Amnistía Internacional, FundiPau, Greenpeace y Oxfam Intermón alertamos en diversos informes sobre una posible relajación en los controles de las exportaciones de armas debido a la crisis económica. Llamamos la atención sobre la clara tensión entre las limitaciones y restricciones que la Ley española de 2007 que regula el comercio de armas y la voluntad del gobierno de incrementar esas exportaciones. Identificamos exportaciones concretas preocupantes. Denunciamos que el gobierno estaba jugando con fuego y corría el peligro de autorizar armas para cometer crímenes de derecho internacional.
La nueva legislatura tiene tres retos importantes:
i) no exportar armas para cometer atrocidades.
ii) mejorar la evaluación de riesgo en la toma de decisiones de exportaciones de armas, los mecanismos de control de quién y cómo usan las armas exportadas; e,
iii) impulsar la transparencia, dejando de considerar secretas las actas de la Junta Interministerial que aprueba estas exportaciones, y el control parlamentario.
La pelota está en el tejado del nuevo Parlamento y el próximo gobierno, que serán claves para que armas españolas no alimenten los conflictos que causan la crisis actual de personas refugiadas.