Refugio en el aula. Acogiendo recelos, dilemas y respuestas complejas

Por: | 16 de diciembre de 2016

Cécile Barbeito es formadora en Educación para la paz de la Escola de Cultura de Pau de la UAB, y miembro de la Junta de gobierno del Institut Català Internacional per la Pau (ICIP).

Anna-Surinyach_01Foto: Anna Surinyach

Tal vez porque se sigue batiendo, semana a semana, día tras día, el triste récord histórico de personas sometidas al desplazamiento forzado, un número considerable de educadores tratará durante este curso escolar la cuestión de las personas refugiadas. Pero, como en cualquier proceso educativo que pretenda educar en valores desde una mirada crítica y transformadora, “no todo vale”.

A raíz de la publicación del material didáctico “Barcelona, ciutat refugi” (por el IMEB, Pla Barcelona Ciutat Refugi, y ECP) y de posteriores sesiones de formación con profesorado, brotaron reflexiones, recelos, dilemas para quien desee dinamizar actividades educativas sobre la cuestión del refugio y sobre su acogida. Este artículo refleja cuatro conclusiones de estos intensos debates:

Romper estereotipos: A la hora de abordar esta cuestión, cabe hacerlo con precisión y desmontando mitos. ¿Es realmente un drama histórico? Efectivamente: el número de desplazamientos forzados actual, que supera los 65 millones de personas, es el más alto de la historia. Pero también es cierto que dos tercios de estas personas son desplazadas internas, no cruzan las fronteras de sus países. Es un drama humano sin igual, pero no una emergencia que Europa sean incapaz de asumir. Sobretodo teniendo en cuenta que, de los 10 países que más personas refugiadas acogen, ni uno solo es europeo.

¿De quién estamos hablando? Parece haber interés en reflexionar sobre las personas refugiadas. Pero ¿hasta qué punto tiene sentido limitarse a ellas? Aunque las definiciones teóricas permiten distinguir claramente qué es una persona refugiada, desplazada, y migrante, la realidad desmiente estas categorías. Oficialmente, personas refugiadas y desplazadas huyen por fuerza, porque les va la vida en ello, mientras que las personas inmigrantes lo harían “por gusto”. Cuesta creer que muchas personas inmigrantes crucen el Mar Mediterráneo, o, peor aún, el desierto del Sáhara, “por gusto”. ¿Se expondrían las personas inmigrantes a peligros mortíferos si pudieran vivir dignamente en sus países de origen? Distinguir motivos “por la fuerza” y “por gusto” parece cuestionable.

Además, una perversión del sistema de acogida español desdibuja todavía más esta distinción: el proceso de solicitud de asilo en España puede comportar la expulsión del país. En un país en que el porcentaje de aceptación del derecho de asilo es el 31%, y por tanto el de inadmisiones y denegaciones del 69%, no es una posibilidad desdeñable. Por ello, muchas personas que cumplen los requisitos para solicitar asilo no ejercen este derecho por miedo a ser deportadas, y entran en el país como cualquier otra inmigrante.

Teniendo en cuenta estos dos argumentos, ¿tiene sentido educar exclusivamente sobre las personas refugiadas? Muy probablemente no, porque la realidad desmiente la distinción teórica.

¿¿Y yo qué?? Cabe tener en cuenta, además, que de los tres grupos mencionados, las personas reconocidas como refugiadas son las que reciben una protección legal y económica más completa. Aunque su situación es verdaderamente dramática, si el Estado les concede el asilo entran en un programa de 18 meses que, siendo de los peores de Europa, no deja de ser un derecho que no tienen las personas inmigrantes - ni tampoco las autóctonas. En este sentido, las personas refugiadas reconocidas como tales, y sin ánimo de minimizar la gravedad de su experiencia, están más protegidas que las inmigrantes una vez se encuentran en nuestro país.
Defender la necesidad de proteger a las personas refugiadas, y así lo ha verbalizado profesorado con alumnado cuyas necesidades básicas no están cubiertas (órdenes de desahucio, insuficiencia alimentaria, etc.), puede despertar polémica y alimentar el sentimiento de rechazo del alumnado más excluido.

Por este motivo, cabe reconocer las necesidades de las persones refugiadas por su situación de excepcionalidad, pero sin dejar de reivindicar los derechos de todos los colectivos necesitados. Lo cual, de nuevo, lleva a traspasar la distinción entre persona refugiada y no refugiada, y también a adoptar una perspectiva de derechos para que las personas, refugiadas, inmigrantes o autóctonas, tengan las necesidades básicas cubiertas.

El profesorado debe abordar estas controversias y afrontar posibles frustraciones del alumnado en clase. A pesar del reto que supone gestionar tal rabia, es la forma de canalizar el probable sentimiento de exclusión hacia una acción ciudadana constructiva. Sin ser fácil, es mejor utilizar el descontento del alumnado como motivación al pensamiento complejo y la reivindicación de sus derechos, que dejar enquistar ese sentimiento de marginación como si no existiera.

Acogida de brazos abiertos… ¿y qué más? Personas refugiadas, desplazadas, inmigradas y autóctonas merecen nuestra empatía por igual. Dicho esto, ¿tiene sentido acoger un número ilimitado de personas que huyen de guerras y dictaduras? Parece pertinente recordar que acoger a personas refugiadas es un apaño de emergencia, asistencialista, que en ningún momento resuelve el problema de raíz, que son mayoritariamente las guerras.

Podemos congratularnos de una movilización social – que no gubernamental – mayoritariamente solidaria, pero hay que ser conscientes, a la vez, que tal reacción es absolutamente insuficiente y “de parche” si no va asociada a medidas que intervengan sobre la raíz del problema y no sobre sus síntomas. También es necesario, pues, tomar medidas como el control de la producción de armas, la inversión en investigación e industria militar, la opacidad de los paraísos fiscales que vehiculan la financiación de grupos armados, la explotación de recursos naturales para financiar las guerras… y un largo etcétera de factores y ámbitos de acción.

Tres recomendaciones para promover la implicación del alumnado sobre este tema, en conclusión: Construir a partir de la indignación del alumnado, aprovechando los sentimientos solidarios, pero también afrontando posibles sentimientos de marginación; Cuidar de las personas que tengamos cerca en base a sus necesidades, independientemente que sean refugiadas, inmigradas, minorías asentadas o autóctonas; y Actuar sobre la raíz del problema (guerras, dictaduras, etc) y no solo sobre sus síntomas.

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Sobre el blog

Un espacio de reflexión y debate sobre la necesidad de generar condiciones de paz en un mundo azotado por la violencia y la injusticia. El blog será coral, nutrido por colaboraciones de varias personas vinculadas a los centros de investigación, ONG y movimientos sociales por la paz de todo el Estado. También contará con alguna colaboración puntual de voces internacionales.

Sobre los autores

Jordi Armadans Jordi Armadans Politólogo, periodista y analista en temas de seguridad, conflictos, militarismo, desarme y cultura de paz. Director FundiPau (Fundació per la Pau), miembro de la Campaña Armas Bajo Control y miembro de la Junta Directiva de AIPAZ.

Jordi CalvoJordi Calvo Economista, analista e investigador sobre economía de defensa, militarismo, paz y desarme. Investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz (Justícia i Pau) y miembro de la Junta Directiva de la Federació Catalana d’ONG y del International Peace Bureau (IPB).

Josep Maria RoyoJosep Maria Royo Politólogo, analista e investigador sobre conflictos y construcción de paz de la Escola de Cultura de Pau de la UAB. Miembro de la Junta Directiva de la Federació Catalana d’ONG.

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