Pensar sobre Economía

Sobre el blog

Un espacio para pensar con rigor y ánimo constructivo sobre las cosas que influyen en las relaciones económicas, las privadas y públicas, que interesan a las personas. Esas muchas cosas que además tienen un perfil ético con mucha influencia en el desarrollo de una sociedad.

Sobre el autor

Miguel Ángel García Díaz

: Responsable del Gabinete Económico Confederal de Comisiones Obreras y Profesor colaborador en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

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Las exportaciones pilotan el saldo positivo de España con el exterior

Por: | 12 de marzo de 2013

La larga (y dañina) etapa expansiva de la economía española estuvo acompañada por un intenso deterioro del saldo en las relaciones comerciales con el exterior, en especial en el periodo delimitado por 2004 y 2009. El impulso sobre el consumo y la inversión sustentado por el desmesurado incremento de los medios de pago que fue articulado mediante préstamos hipotecarios (+664.808 millones de la etapa 2003-2009; 49,5% del PIB) generó, además de una gran deuda a las familias y promotoras inmobiliarias, una necesidad de financiación con el exterior que reflejaba la diferencia entre el ahorro y la inversión nacional.

En términos más coloquiales, los españoles consumíamos mucho más de lo que éramos capaces de producir y echamos mano de la producción realizada en otros países. Como no teníamos dinero para pagarlo nos lo fiaban los inversores extranjeros, con la lógica pretensión de recuperar la cantidad prestada con los correspondientes intereses.

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Hay quien señala a los acreedores como culpables de la deuda acumulada por lo españoles al considerar que no debían haber prestado a quienes se endeudaban en exceso. El argumento es legitimo, pero no lo comparto. En mi opinión, el responsable último es quien acepta contraer la deuda, más cuando el préstamo no es imprescindible para vivir (se dirigía al pago de precios imposibles por una vivienda). En todo caso, el deudor puede compartir la responsabilidad con quienes le aconsejaban aceptar el crédito al trasmitir una opinión de normalidad en la decisión que adoptaba.

Más allá de esta interesante polémica, la economía española no podía mantener esa senda de endeudamiento y, necesitaba equilibrar el saldo de las relaciones con el exterior para no seguir realizando una transferencia anual de renta a terceros países, a la vez que cortaba ese peligroso y caro proceso de crecimiento de su deuda.

Las cifras de 2012 reflejan que España ha conseguido revertir el saldo hasta conseguir un superávit en bienes y servicios (1,4% del PIB) y un ligerísimo déficit  cuando se añaden las operaciones de rentas y transferencias(-0,2% del PIB). La principal causa de esta mejora se localiza en el incremento de las exportaciones españolas (19,5% nominal desde 2007), tanto de mercancías (20,2%) como de servicios (17,6%). La mejora en la capacidad de competir de los productos españoles explican las dos terceras partes de la mejora en el saldo con el exterior (66,8%), mientras que la disminución de las importaciones, en buena medida explicada por la depresión de la demanda interna en España, es responsable tan sólo de una tercera parte del avance (33,2% del total). Las exportaciones españolas han mejorado el equivalente a 5,7 puntos del PIB, mientras que las importaciones se han reducido en -1,2 puntos del PIB español en el periodo 2007-2012.

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El deseado cambio en el signo del saldo de comercio exterior muestra que la economía española ha reaccionado favorablemente a las exigencias extremas creadas por una situación dramática y, la política de devaluación de precios comparados con los de algunos de los competidores, ha tenido su parte de influencia (no ha sido así en todos los países de la Zona Euro).

La pena ha sido aplicar esta política con un desequilibrado reparto de los esfuerzos en contra de los trabajadores que no han recibido a cambio la necesaria rentabilidad en número de empleos al estar mejor capitalizadas las empresas y tampoco a través de una evolución de los precios interiores más benévola con su poder adquisitivo.

Esfuerzos desequilibrados en la mejora de la competitividad

Por: | 04 de marzo de 2013

Los datos de Contabilidad Nacional de España en 2012 contienen alguna buena noticia y muchos elementos de preocupación. La reversión del saldo con el exterior hasta conseguir un superávit, es una gran noticia conseguida mayoritariamente por la mejora de las exportaciones (dos terceras partes del total). Después de 13 años de saldos negativos con el exterior (37,1 puntos del PIB acumulados), la economía española gracias en buena parte a la profunda ganancia en la productividad por ocupado (12,1% desde 2008), ha dejado en 2012 de filtrar riqueza al exterior de su demanda interna y tampoco ha necesitado financiación del exterior; aunque mantiene la gran deuda acumulada con terceros países (el saldo neto supera los 950.000 millones de euros).

El resto son preocupaciones. La actividad productiva se mantiene en descenso por sexto trimestre consecutivo (-1,42% de media en 2012) y la destrucción de empleo sigue siendo estremecedora (827.500 ocupaciones al final del ejercicio) también influida por el uso del perfil pasivo en la mejora de la productividad por ocupado.

El motivo de esta entrada no es éste. Quiero concentrar la atención en la relación entre costes laborales, inversión no residencial y evolución de los precios. La economía española necesita ganar cuota de mercado y, a corto plazo, la mejora comparada con terceros de nuestros precios es casi el único factor al que podemos acceder al no poder cambia de repente nuestra dotación de capital y tecnología. Para hacerlo es preciso que la retribución de los factores se acomode a este objetivo. El resultado en 2012 muestra que los costes laborales lo han hecho y, mucho, como refleja la disminución de la remuneración de los asalariados (-27.582 millones). Una parte de su esfuerzo se ha perdido con la disminución de la actividad (-12.151 millones), otra ha ido al pago de impuestos (5.025 millones) y el resto a la mejora del excedente bruto de explotación y las rentas de los trabajadores autónomos (10.406 millones).

El intercambio de renta entre trabajadores y empresarios puede ser interesante para los primeros cuando se dirige a inversión, ya sea de reposición o ampliación de la capacidad productiva, porque de esa manera las empresas están mejor preparadas para competir e, incluso pueden hacerlo con bienes de más calidad. La información disponible indica que no ha sido así, por lo menos en las grandes cifras. La inversión distinta a la construcción, la de bienes de equipo y activos fijos inmateriales, no sólo no ha aumentado sino se ha reducido en 2012 (-2,9%; -2.283 millones de euros). De esta forma, se puede suponer que el destino de la transferencia de los trabajadores ha sido el beneficio distribuido por las empresas o el pago de sus deudas.

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Para analizar la evolución de los precios no quiero utilizar el mal dato del IPC (2,9%) al haber estado afectado por la subida del IVA y de algunos precios públicos. Aunque no es descabellado pensar que el incremento de 2 puntos en el primero debería haber sido absorbido a medias por los principales factores, el trabajo y capital. Algo que se intuye no ha sido así. Por eso prefiero utilizar el índice de precios de la producción interna (deflactor del PIB: 0,3% nominal) que nos muestra una gran colaboración de la remuneración de asalariados para estabilizar los precios (-2%), en contraposición al excedente empresarial (1,6%) y los impuestos sobre la producción (0,6%). En palabras más coloquiales, los empresarios españoles no se han comprometido lo suficiente con el esfuerzo de moderar los precios para ganar competitividad. Por supuesto es un análisis agregado y, seguro que ha habido empresarios que lo han hecho, pero los que no han colaborado en el empeño han entorpecido el esfuerzo del resto de las empresas y, sobre todo, de los trabajadores.

Conviene recordar que salir del profundo pozo en el que estamos es tarea de todos, no debe recaer sólo en los trabajadores y una parte de las empresas.

Dos demandas en política fiscal para mejorar las sombrías perspectivas

Por: | 27 de febrero de 2013

El Presidente del Gobierno acaba de anunciar que la sociedad española ha conseguido una muy importante reducción del déficit de sus cuentas públicas en 2012 (2,2 pp del PIB sobre el año anterior) hasta situar el saldo en el -6,7% del PIB. El resultado no tiene en cuenta, según la información disponible, la imputación adicional de 3,2 puntos del PIB correspondientes a las ayudas extraordinarias concedidas a las entidades bancarias que cabe interpretar, por lo menos para la Comisión Europea, como pérdidas irreversibles. Hay que prestar atención este dato porque conviene concoer el destino del dinero público pero en aras de cumplir con el saneamiento de las cuentas públicas obligado por la pertenencia a la Zona Euro, el dato importante es el primero porque reúne las operaciones habituales del sector público en un ejercicio, es decir, los ingresos y gastos públicos no considerados extraordinarios.

La simulación realizada por quien escribe este blog refleja que los ingresos pueden haber aumentado en 2012 alrededor de 9.600 millones de euros (2,5%) y los gastos haber sufrido una reducción de -15.314 millones de euros (-3,2%), a pesar de haber tenido que asumir los mayores gastos financieros generados por la deuda (más de 6.000 millones de euros). Cuando se disponga de datos oficiales detallados se podrá realizar una valoración correcta de la distribución del esfuerzo aunque inicialmente el peso de los ingresos totales sobre el PIB crece 1,3% y el del gasto se reduce el -0,9% del PIB (cosas del álgebra).

La noticia de haber reducido el elevado déficit público es buena, siempre y cuando no vayan a aparecer revisiones posteriores o no se haya diferido al año siguiente la contabilización de parte de las facturas. Digo que es buena porque aunque no creo que satisfaga a quienes perdieron su empleo; tampoco a quienes le recortaron el sueldo o a quienes han visto mermar su capacidad adquisitiva por el incremento del IVA, supone un paso importante para desacelerar el ritmo de endeudamiento colectivo (deuda pública equivalente al 86% del PIB) y para generar un poco de confianza en los inversores exteriores, de manera que se animen a comprar nuestra deuda (la pública y la privada).

Contada la noticia, los problemas siguen encima de la mesa. La economía española necesita muchas cosas para crecer y crear empleo. La primera, estabilidad institucional, pero ese no es asunto directo de mi negociado. En el terreno fiscal, me concentraré en dos cuestiones: una ampliación del calendario de saneamiento de sus finanzas públicas y una estrategia para acercar los ingresos públicos a ratios menos alejados de la media de la Zona Euro.

La ampliación hasta 2016 para cumplir el límite máximo de déficit abre a la política fiscal española la posibilidad de reducir el impacto negativo procíclico, hasta el punto de incidir en un mejor dato de actividad en 2013 (previsión del -1,5%). Un mayor plazo, no elimina los esfuerzos que debemos realizar pero sí los puede limitar; al igual que los limitaría y, mucho, disponer de una estrategia para aumentar los ingresos públicos sin incrementar los tipos de gravamen de los principales tributos.

En la hipótesis de disponer hasta 2016 para realizar el saneamiento de las cuentas públicas, el aumento anual de los ingresos públicos en una cuantía equivalente al 0,5% del PIB permitiría reducir el esfuerzo sobre el gasto en 2013, para mantener a partir de ese momento el nivel alcanzado incluyendo el previsible aumento en el gasto financiero). Puede sonar obvio, pero conviene recordar que a mayor recuperación de los ingresos, menos esfuerzo en recortes en el gasto hay que realizar, sin por ello olvidar la aplicación de medidas para la mejora de su eficiencia, entendida como la mayor capacidad de satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Con  superiores ingresos, el escenario de esfuerzos para los españoles se mantendría pero en un grado muy inferior al recogido en el actual Programa de Convergencia.

Cuando un país tiene una diferencia de 7,5 puntos del PIB en sus ingresos públicos con los países con los que comparte proyecto de integración, moneda y la mayor proporción de sus transacciones comerciales, es necesario aplicar un drástico y contundente plan para reducir la brecha. Cuando ésto sucede, los tributos son similares a los países del entorno y no se dispone de una tasa de crecimiento de la actividad, la gente tiene que entender que se debe acabar el “con IVA o sin IVA” y la multitud de trucos para eludir las obligaciones fiscales por parte de colectivos que por otra parte, están perfectamente localizados pero las necesidades electorales de los diferentes partidos tienden a olvidar.

La política tiene que ponerse al frente de esta estrategia. Estoy seguro que una propuesta seria de aumentar los ingresos públicos será muy bien recibida por el resto de los países miembros del euro, con la consiguiente mejora en la credibilidad de la marca España, a la vez que más comprensión con nuestros problemas (bastante graves). Por el contrario, el anuncio realizado por el Ministro de Economía de una próxima rebaja de impuestos cuando se tiene un déficit del 6,7% del PIB y una solicitud de ampliar el periodo para reducir el déficit, les debe sonar a tomadura de pelo.

Malas prácticas y regulador bancario

Por: | 18 de febrero de 2013

Un amigo me contaba el otro día su preocupación por la falta de crédito que sufren los ciudadanos y las empresas españolas sin entender por qué habíamos llegado a esta penosa situación. También hablaba de la enorme cantidad de dinero que ha habido que poner en algunas cajas de ahorro para evitar su quiebra. Su preocupación era palpable aunque creo que no era consciente de lo ingente de la cantidad aportada por los ciudadanos españoles (supera los 67.000 millones de euros) y el perverso impacto sobre la actividad y el empleo.

Intenté explicarle las causas. El actual bloqueo de crédito es el efecto de una política poco prudente en la gestión del crédito durante buena parte de la última etapa expansiva, por lo menos a la vista de las grandes cifras. Un aumento de 1,5 billones del saldo vivo en préstamos en tan sólo 12 años (1996-2008) necesita de mucha dedicación. Acumular ese incremento de préstamos en tan poco tiempo (+105% del PIB) tiene mérito, bueno, más bien demérito, vistas las actuales consecuencias. Mas aún cuando la mayor parte del crédito concedido era hipotecario (+936.963 millones de euros) y una parte de los inmuebles relacionados con los créditos tiene ahora un valor inferior al consignado en el préstamo. Se escuchaba en la calle que las agencias de tasación de los inmuebles tenían relaciones muy cercanas con las entidades que concedían los créditos hasta superar con creces el valor adjudicado a la vivienda, para que así el banco o caja de ahorros pudiera cumplir con la obligación de no superar el préstamo el 80% de su valor teórico. También dicen que algunas entidades no miraban en exceso que la cuota a pagar no superara el 30% de los ingresos del beneficiario del crédito, o no examinaban con el suficiente detalle la calidad del balance de la promotora que solicitaba la financiación.

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La acumulación de préstamos hipotecarios concedidos con criterios laxos ha terminado por deteriorar el balance del sistema financiero, con el consiguiente efecto sobre el corte en el crédito, pero además en algunos casos, la mala gestión ha sido determinante para explicar una muy delicada salud que ha hecho necesaria la inyección millonaria de nuevo capital. Es el efecto de malas prácticas de gestores y del insuficiente control de los órganos de administración, pero además estuvo acompañada de un ineficaz cumplimiento de las tareas del regulador público, el Banco de España. Es cierto que los bancos españoles contaron con amplia financiación del exterior, pero le explico a mi amigo que se me hace difícil comprender cómo no le generó preocupación al regulador una tasa media anual de crecimiento del 17% en los medios de pago (en ese periodo hubo dos gobernadores, elegido cada uno por uno de los partidos mayoritarios). El Banco de España tenía capacidad para apagar la música y parar la fiesta, porque como le explico también a mi amigo, hay un regulador público porque los problemas del sistema financiero al final son un problema de todos, no solo porque la confianza es básica para su funcionamiento sino porque además, el sector público garantiza el dinero de los depositantes. En suma, tiene que cuidar que se trate con mimo ese dinero. Para qué si no, queremos un regulador público.

Le explico por último que todavía queda un poco de tiempo hasta que se recupere el equilibrio en los balances de las entidades financieras y con él, el comienzo de la normalización del crédito. Algo que por otra parte, no va a liberar a la sociedad española de la pesada carga de la deuda privada en un periodo largo de tiempo.  

Veo que el enfado de mi amigo va creciendo a medida que le voy contando todas estas cosas, y creo que comprendo su enfado.

Flexibilidad interna y negociación colectiva

Por: | 11 de febrero de 2013

La rápida y excesiva destrucción de empleo en España en los momentos recesivos del ciclo es un elemento de preocupación, al que se suma el hecho de no haber conseguido alcanzar el pleno empleo ni siquiera después de 14 años de intenso aumento de la actividad, como se ha demostrado durante la última etapa expansiva. Este comportamiento es motivo suficiente para la aparición de diferentes explicaciones sobre el funcionamiento de las relaciones laborales en España. Una de ellas gira sobre su excesiva rigidez, que justifica la elección de la destrucción de empleo frente a utilizar otras alternativas de ajuste. Los planteamientos manejados por los defensores de esta teoría son interesantes pero quisiera incorporar algunos argumentos y juicios complementarios.

Como cuestión previa, casi la mitad de la destrucción de empleo en lo que llevamos de crisis (2008-2012) está localizada en el sector de la construcción residencial (1,5 millones sobre 3,1 millones). Parece difícil pensar que ni siquiera el esfuerzo de aceptar una gran rebaja en el salario de los trabajadores afectados hubiera podido salvar el empleo situado en unas empresas muy pequeñas en las que literalmente ha desaparecido la actividad, entre otras cuestiones porque era fruto de una burbuja de precios imposible de sostener. Otra parte del empleo destruido se localizaba en actividades industriales estrechamente relacionadas con la construcción residencial, pero vamos a suponer que en éstas había alguna posibilidad de salvar una parte del empleo al reciclar su producción hacia otras actividades o mercados alternativos.

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Ser como los que te rodean (en lo bueno)

Por: | 07 de febrero de 2013

Las personas nos podemos proponer ser los mejores en alguna actividad, ya sea por ambición o, simplemente por el placer de asumir un reto y demostrarte que eres capaz de hacer algo. Los incentivos, al igual que las ilusiones, forman parte de una condición humana que, desgraciadamente, también contiene características menos favorables. Los incentivos individuales pueden y deberían coincidir con otros compartidos con las personas que nos rodean e, incluso con los de otros territorios, en especial, si compartes con ellos algunas cuestiones importantes. España forma parte de un proyecto de integración regional, la Unión Europea y, además dentro de ella, de un grupo más selectivo y quiero creer más avanzado, el de países que utilizan el euro como moneda de intercambio comercial y financiero con el resto del mundo. Esta decisión implica ventajas y también obligaciones. Las primeras fueron perceptibles en los 14 años de bonanza económica que se agotaron en el 2 trimestre de 2008 y, las segundas, sin embargo, son más evidentes en este tiempo de severa crisis que castiga a la sociedad española. Ambas, las evntajas y las obligaciones, siguen plenamente vigentes.

Esta reflexión sobre compartir cosas e ideas, da mucho juego porque abarca ámbitos diversos que se pueden analizar desde distintas perspectivas. La complejidad es una característica de las relaciones sociales y económicas. Por eso hoy quiero concentrarme en el sistema fiscal analizado desde una perspectiva macro. El cumplimiento del calendario de saneamiento de las cuentas públicas marcado por el Eurogrupo es un tema de máxima actualidad en los foros especializados, pero también en la calle, porque en última instancia la presencia del sector público en las sociedades europeas es un elemento habitual que afecta a la vida cotidiana de millones de personas. Tampoco voy a parar mi atención en cuestionar el grado de exigencia del actual calendario (déficit máximo del 3% del PIB en 2014 aunque a nivel informal se considere casi concedida la ampliación en un año); quiero describir tan sólo la dimensión del sistema fiscal español.

La información disponible en el momento de escribir esta entrada apunta que el gasto de las Administraciones Públicas españolas en 2012 será inferior en 6,5 puntos del PIB al de la media de los países de Zona Euro. El sector público español no gasta más que la media de nuestros socios más directos; otra cosa es si gasta de forma correcta, lo que en la jerga de economistas se define como eficiencia, en cuanto al uso de los factores productivos disponibles, y equidad en cuanto a la capacidad para distribuir los esfuerzos y los beneficios entre la población y los territorios de acuerdo a los criterios elegidos.

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Saludo de inicio

Por: | 03 de febrero de 2013

Soy nuevo en este espacio.

Inicio la andadura de escribir un blog de acceso público, agradeciendo al diario El País la oportunidad que me ofrece de comunicar mi opinión en este medio. La tarea de exponer ante la opinión pública tus pensamientos no es fácil, pero aún así, la considero un reto y un privilegio que espero aprovechar como se merece. 

En estos malos y feos tiempos en los que está sumida la sociedad española, espero aportar ideas y argumentos para debatir sobre las relaciones económicas con el propósito de ayudar a mejorar. Se trata de aunar voluntades para superar la crisis que nos asola, de manera que triunfe el potencial de convivencia de las personas sobre ese otro perfil, el destructivo que, desafortunadamente, también nos adorna.

Finalizo transmitiendo mi consideración y sincero respeto a los lectores, de los que espero aprender con sus comentarios y sugerencias para enriquecer mi conocimiento.

El País

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