En la noche del 15 de febrero de 1898, una luz súbita iluminó la bahía de La Habana. El estruendo de una explosión sacudió las casas más cercanas al mar. Los habitantes que corrieron al puerto contemplaron la silueta en llamas del acorazado Maine, que se hundía arrastrando los cadáveres de más de doscientas cincuenta personas. El buque había llegado algunas semanas antes para proteger intereses americanos en Cuba, que había sufrido en los cinco años anteriores varios levantamientos contra las autoridades coloniales españolas.
Según investigaciones posteriores, la causa más probable de la catástrofe fue la combustión espontánea de las reservas de carbón del barco y de varias toneladas de pólvora en su arsenal. Pero la prensa sensacionalista estadounidense de la época olió sangre y se lanzó a una campaña para culpar a "agentes españoles" de haber colocado una mina bajo el casco del acorazado. Resultado: el caso Maine fue uno de los pretextos para la guerra hispano-estadounidense.
Entre los diarios, el que se atrevió a ir más lejos fue el New York Journal, del magnate William Randolph Hearst, inspirador del eterno Kane de Orson Welles. En sus ediciones del 16 y 17 de febrero, el Journal publicó sendos pseudoinfográficos en primera plana, junto a titulares de tono combativo. Sin investigación periodística alguna, basándose solo en su deseo de desencadenar un conflicto que le ayudase a ganar relevancia y a vender más periódicos que su némesis, Joseph Pulitzer, Hearst inventó la evidencia que necesitaba. Eran tiempos oscuros para el periodismo.
Hearst era consciente del poder de la imagen para dar legitimidad a lo que no era más que una interesada conjetura: los gráficos del Journal, gracias a su estilo técnico, engañosamente preciso y serio, desorientan al lector. Parecen haber sido diseñados por ingenieros meticulosos y no por artistas más preocupados por el espectáculo que por la fidelidad a los pocos detalles que en aquel momento se conocían.
La leyenda cuenta que un año antes de la explosión del Maine, en enero de 1897, Frederic Remington, un artista a quien Hearst había enviado a Cuba para cubrir la represión española, mandó un telegrama en el que comentaba que todo estaba tranquilo, que una guerra abierta era improbable y que deseaba regresar a EEUU. El gran manipulador respondió:
"Please, remain. You furnish the pictures. I'll furnish the war" (en traducción libre: "Por favor, permanezca ahí. Usted proporcióneme las fotografías. Yo le daré la guerra"; el verbo furnish puede traducirse como "proporcionar" o "facilitar"). Esta última frase es uno de los mitos fundacionales de nuestra profesión porque, a pesar de que muchos historiadores dudan con fundamento de la existencia del intercambio de telegramas entre Hearst y Remington, es plausible como sumario de las esencias del periodismo amarillo: que la realidad no te impida atraer a las masas con carnaza, sangre y ruido.
¿Por qué recordar hoy al histrión Hearst, el Glenn Beck de hace cien años? Porque hace solo una semana, cuando Osama Bin Laden se desplomaba con el cráneo reventado en un caserón de Abbottabad (Paquistán), Hearst fue objeto de inadvertido homenaje por parte de no pocos medios de comunicación. Como en tantas otras ocasiones, muchos olvidaron (o nunca entendieron) que la infografía es, ante todo, un lenguaje periodístico. Es un problema de origen.
Pecados originales
El pecado original de la infografía de prensa es que no nació como disciplina de raíz periodística, sino como arte, como complemento divertido y agradable de los largos reportajes habituales en la época.
Los primeros profesionales dedicados a crear gráficos para los diarios eran artistas competentes (algunos, como el citado Remington, extraordinarios), pero tenían un conocimiento rudimentario —en el mejor de los casos— de las reglas éticas que deben guiar la representación de acontecimientos por medio de una ilustración. Eran dibujantes antes que comunicadores; sus prioridades eran el dramatismo, la estética, no la precisión y la funcionalidad de la imagen concebida como instrumento didáctico.
Sufrimos las consecuencias de esa ideología hasta hoy: las reglas del periodismo "tradicional" prohíben la inclusión de elementos ficticios en noticias y reportajes (recordemos a Jayson Blair), pero en infografía se trata de una práctica extendida y, lo que es más peligroso, aceptable. Observe lo que sucede después de una catástrofe natural, un accidente aéreo, un ataque terrorista. Muchos periódicos impresos y digitales publican "recreaciones" de los acontecimientos llenas de detalle: personas corriendo, disparando o siendo abatidas por balas, flechas que indican movimientos, explosiones, fuego, humo, diagramas exquisitamente trabajados en programas de modelado en tres dimensiones, etc. En demasiados casos, se trata de puras ficciones infográficas.
Este es el "gráfico" que el Daily Mail publicó al día siguiente del asesinato de Osama bin Laden:
¿En qué se basa esta "infografía"? Muchos de sus elementos —los helicópteros que se aproximan, los defensores que disparan desde el techo de la vivienda, el trayecto de los soldados para entrar en el búnker después de descender— son invenciones. Pocas horas después de la operación, ningún medio poseía datos suficientes para justificar una reconstrucción como ésta. Y lo peor es que posteriores investigaciones periodísticas y revelaciones del Gobierno de los EEUU desmienten bastante de lo mostrado: solo dos helicópteros participaron en el asalto (no cuatro); no hubo una batalla que merezca tal nombre (en parte, porque los helicópteros eran silenciosos); y es casi seguro que Bin Laden ni dormía con un pijama de camuflaje ni enarboló un Kalashnikov para defenderse.
Los errores de otros gráficos de los muchos que pueden verse en la reveladora (y, debido a ciertos ejemplos, desoladora) galería recopilada por Visualjournalism son más sutiles. Fíjese en que varios indican el lugar en que se desplomó uno de los helicópteros americanos: en un trabajo, junto al muro norte, cercano a la casa principal; en otro, en el medio de la gran explanada a la izquierda del dibujo; en el de The Independent (ver abajo), el helicóptero humea en el extremo sur del complejo. ¿El motivo de esta discordancia? Los primeros datos que llegaron a las redacciones confirmaban la pérdida de un helicóptero, pero no dónde había caído, así que se trata una fantasía más. Por no hablar del desacuerdo entre los imaginativos infografistas sobre el punto en que descendieron los soldados: sobre la casa principal, por la izquierda, por la derecha, frente a la puerta principal, etc.
Infografía como periodismo visual
Charles Blow es columnista de opinión de The New York Times. Lo que pocos recuerdan es que durante muchos años, hasta marzo de 2004, fue el director de infografía del diario. Cuando explica la forma en que su equipo afrontaba reconstrucciones visuales de acontecimientos suele ser muy conciso: "Show only what you know" ("muestra solo lo que sepas").
Esta regla, basada en las normas esenciales del periodismo clásico, continúa orientando al Times. El gráfico que produjeron para la primera página de la edición del 3 de mayo no incluye figuras humanas ni helicópteros; solo una ilustración del complejo, basada en fotografías aéreas y en un esquema divulgado por el Departamento de Defensa y la CIA. Bajo ella, un modelo en relieve, creado a partir de mapas topográficos. Nada más.
El día anterior (el 2), pocas horas después del ataque, Blow había expresado en su cuenta de Twitter (@charlesMBlow) su frustración por lo que estaba viendo en los medios:
"Graphics director in me: If you don't have details, don't do a graphic. You only make yourself look foolish. tinyurl.com/6dpqeu8".
El enlace corresponde a una breve nota en Gawker en la que Jim Newell comenta con ironía una ridícula animación emitida aquella misma mañana por The Early Show, de la CBS. En ella, Bin Laden y su mujer parecen muñecos de madera y los Navy Seals, reclutas recién salidos de Salvar al soldado Ryan.
Bastantes periodistas, sobre todo en puestos de responsabilidad, se lamentan de que los lectores sospechen cada día más de la veracidad de las historias difundidas por diarios y revistas. Al mismo tiempo, afirman con solemnidad que la actividad periodística organizada es "necesaria para la democracia" porque implica cierto trabajo de "vigilancia" de las instituciones. Sea. Pero cabe preguntarse si dicha hipérbole tiene cimientos sólidos o si, como es cabal deducir tras analizar algunas de las infografías mencionadas, la menguante confianza de quienes nos leen está justificada. ¿Es razonable pedir el apoyo de un lector si este tiene la más ligera intuición de que lo que se le ofrece es fruto, por lo menos en parte, de la imaginación o de los intereses bastardos de un periodista?
He ahí una pregunta clave para el futuro.
Alberto Cairo (Twitter: @albertocairo) es director de infografía y multimedia de la revista Época (Editora Globo, Brasil)
Hay 5 Comentarios
Igual de todos modos las narraciones de los hechos de New York Times dejan mucho que desear. Si bien este como muchos artículos son la excepción. Hace poco tiempo el New York Times y el Daily Telegraph publicaron que el ``Foreign Office ha alertado a las embajadas de Estados Unidos y UK que se preparen ante una eventual explosión social en la Eurozona. Lo gracioso es que supuestamente se trata de un archivo de Estado, ¿entonces por qué demonios lo publican a la prensa?. Si es así ¿por qué no desclasifican y publican otros archivos?. El vicio de los propietarios de esos medios de especular contra el euro los hizo cometer un error fatal. ¿Pues que clase de confidencialidad tenía la información del Foreign Office?Entonces significaría, que a los archivos del Estado también tienen acceso los mercados financieros, mientras que el ciudadano ordinario no. Ese error mayúsculo pone en tela de juicio todo el contenido informativo que brinda el periódico.
Es mi opinión, en fin excelente nota
Publicado por: Ernesto | 17/01/2012 6:14:47
Fe de erratas_ ``el Foreign Office ha a las embajadas de Estados Unidos y UK que se preparen ante una eventual explosión social en la Eurozona´´- Debe decir : ``EL Foreign Office ha alertado a las embajadas de Estados Unidos y UK que se preparen ante una eventual explosión social en la Eurozona´´
Publicado por: Ernesto | 17/01/2012 6:12:13
Igual de todos modos las narraciones de los hechos de New York Times dejan mucho que desear. Si bien este como muchos artículos son la excepción. Hace poco tiempo el New York Times y el Daily Telegraph publicaron que el ``Foreign Office ha a las embajadas de Estados Unidos y UK que se preparen ante una eventual explosión social en la Eurozona. Lo gracioso es que supuestamente se trata de un archivo de Estado, ¿entonces por qué demonios lo publican a la prensa?. Si es así ¿por qué no desclasifican y publican otros archivos?. El vicio de especular de los propietarios de esos medios de especular contra el euro los hizo cometer un error fatal. ¿Pues que clase de confidencialidad tenía la información del Foreign Office?Entonces significaría, que a los archivos del Estado también tienen acceso los mercados financieros, mientras que el ciudadano ordinario. Ese error mayúsculo pone en tela de juicio todo el contenido informativo que brinda el periódico.
Es mi opinión, en fin excelente nota
Publicado por: Ernesto | 17/01/2012 6:10:25
Excelente artículo. La fabulación infográfica se agrava en medios audiovisuales en relación con la prensa convencional, desde CNN, pasando por MSNBC, y, por supuesto, Fox: Si hay que escoger, vender una historia, una fábula, prima por encima de la narración objetiva. Por un lado, vende mejor una historia bien urdida; por otro, facilita el amoldar la realidad a una agenda política predeterminada.
Publicado por: Tapia | 10/05/2011 22:01:19
Losinvito a conocer otras opiniones con respecto a este tema tan polémico: http://visualmente.blogspot.com Espero sus comentarios,
El Norbi Baruch
Publicado por: El Norbi Baruch | 10/05/2011 20:39:57