En 1992, el entonces editor The Washington Post, Robert Kaiser, redactó un documento dirigido a los responsables del diario y en el que analizaba las posibilidades de internet y los cambios que debían implementar en la organización para producir “el primer periódico digital”. Aquel informe contenía bastantes aciertos a pesar de que fue redactado antes de que millones de norteamericanos pudieran acceder a la red, pero también cayó en un grave error perpetuado en decenas de organizaciones: “Nos reservamos el derecho a posponer la aplicación de estos descubrimientos”, escribió Kaiser, hasta que tengamos la confianza de que ganaremos dinero (o se lo impidamos a un competidor) con el lanzamiento de el producto electrónico”.
Dos décadas después, en un contexto económico y tecnológico completamente distinto, ni The Washington Post ni ningún otro periódico que quiera sobrevivir puede permitirse perpetuar el mismo razonamiento. Así lo advierte un informe reciente de la Universidad de Columbia que de principio a fin reitera que “la industria mediática como tal ya no existe”.
“La mayoría de los medios consideran que su principal preocupación es ‘dar las noticias. Nada más”, comenta Chris Anderson, uno de los tres autores del informe titulado Periodismo postindustrial: adaptación al presente, del Centro Tow de Periodismo de la Universidad de Columbia. “No ven que su misión más importante sea reinventar su propio negocio, por lo que la mayor parte de su energía es invertida en documentar esas noticias y ponen muy poco esfuerzo en esa reinvención”.
En estos veinte años ha despegado internet y centenares de tecnologías vinculadas a la red, hay millones de teléfonos móviles y tabletas en las manos de una audiencia permanentemente conectada a través de las redes sociales; estalló una crisis económica que dejó a Estados Unidos al borde de la recesión, de la que Europa todavía no se ha recuperado, y que ha diezmado para siempre los beneficios publicitarios de los que se nutrían los medios para subsistir.
“La crisis actual nos convence de que no hay manera de conservar ni restaurar el periodismo tal y como se ha desempeñado en los últimos 50 años”, dice el informe, firmado también por la exdirectora de la edición digital de The Guardian, Emily Bell, y el investigador y escritor Clay Shirky. Su premisa es clara, “el futuro ya está aquí”, pero como explica Anderson, puede que los propios medios “no tengan la capacidad ni el coraje” para admitir que necesitan cambiar desde dentro, no sólo en reacción al nuevo contexto. “Creo que acabarán haciendo lo que siempre hacen o seguirán a una de las dos instituciones que hayan sabido adaptarse. El problema está en pensar que la solución que ha funcionado para un medio como The New York Times, sirva para todos los demás”.
Crisis e internet aparte, el estudio está centrado en el trabajo de los periodistas y cómo pueden adaptarse, tanto ellos como las organizaciones mediáticas, al nuevo contexto. “Los periodistas existen porque la gente necesita saber lo que ha pasado y por qué”, aunque no bastará para garantizar la supervivencia de los medios en un contexto en el que hay más información, más creadores de contenido, más plataformas y más métodos para acceder a éste que nunca. “El periodismo en este país empeorará antes de mejorar”, admite el informe, que alerta de una “reducción de la calidad de la información”. Y recomiendan, en un tono de autocrítica que impregna las 120 páginas del trabajo, a “dejar de hacer periodismo cínico de comunicados oficiales y más reestructuración para aprovechar las nuevas maneras de hacer periodismo” porque las condiciones en las que funcionaba “han dejado de ser verdad”.
Ejemplos de innovación
Los autores describen el proceso actual como una historia de adaptación institucional, “un momento tanto de catástrofe como de renacimiento de las instituciones que hacen periodismo”, que sigue jugando “un papel irremplazable en la democracia y en la economía de mercado”. Un período que no por incierto ha impedido que nazcan medios y proyectos innovadores que pueden esconder algunas de las claves del futuro de los medios.
Desde SCOTUSblog, una web especializada e información del Tribunal Supremo de EE UU, creada por un matrimonio de abogados, que se ha convertido en punto de referencia para aficionados y profesionales, “un ejemplo de cómo el terreno al que están acostumbrados los periodistas tradicionales está siendo erosionado”; hasta el caso Lance Armstrong, investigado año tras año por revistas especializadas pero que escapó a las grandes cabeceras, o el escándalo de Bernie Madoff, adelantado por un investigador de fraude independiente, Harry Markopolos, en su blog personal y que consideran “una de las grandes oportunidades periodísticas desaprovechadas” en la última década.
“Los medios, con todos sus recursos y tradición periodística, habían sido incapaces de incubar esas estrellas”, dice el informe. “El futuro no será determinado por las nuevas marcas que se queden y las viejas que se marchen, sino cómo las primeras alcanzan cierta estabilidad y las segundas se vuelven más flexibles”.
Sin rastro de un solo lamento por el desafío actual, los autores invitan al realismo -“las redacciones ya no se pueden permitir el coste de editores y periodistas ‘seniors’ que no producen contenido”- a reconocer que hay maneras de crear periodismo útil “con herramientas, técnicas y conocimiento que ni siquiera eran posibles hace diez años” y que “como la falacia histórica sobre la ‘edad de oro’ del periodismo, la creencia en el valor de la información original suele exceder el volumen al que se realmente se produce”.
Una dosis de realismo
“Gran parte del debate de la última década ha asumido que la supervivencia de las instituciones existentes es más importante que la habilidad de cualquiera para desarrollar su tarea sagrada, se haga como se haga” y que el futuro del periodismo está “más en las manos de los periodistas que de las empresas” que les respaldan. “Necesitamos que los profesionales asuman la parte más compleja de averiguar qué constituye buen periodismo en un mundo en el que no puede faltar”.
Y ¿cómo hacer periodismo ahora? El hecho de que cada vez hay más ciudadanos que contribuyen con imágenes, textos y vídeos desde acontecimientos que pueden ser noticia “no significa que el periodista deba ser reemplazado”, sino que su labor se solapará con el de los nuevos creadores de noticias. “La posición privilegiada del editor originario de la información ha encogido dramáticamente” y “lo que antes conocíamos como grupos de consumidores se han convertido en creadores, comentaristas, jueces y transmisores de información”.
Esto supone que el rol del periodista deberá hacer más énfasis en la verificación y la interpretación, en dar sentido a la cadena de contenido creado por el público tanto en sus páginas personales como en las redes sociales. Y gracias a éstas, el reportero se convierte en “una agencia de noticias individual” y sus métodos y libertades crecen más allá de la marca y la audiencia de su empresa. “La capacidad de reconocer, encontrar y contar una historia sigue siendo un requisito constante”, pero el periodista debe aprender a usar las redes para “crear comunidades de conocimiento e interés que sirvan a su propia especialización”.
Recomendaciones
La lista de cosas que puede hacer un periodista crece a diario, por lo que el éxito o fracaso de los medios no estará tan determinado por la gravedad de la crisis que atraviesan sino “por su capacidad para adquirir flexibilidad”. Y esa flexibilidad empieza, aseguran, por reconocer dónde están las oportunidades. Una de ellas es la automatización del proceso de creación de contenido -“el territorio menos explorado para la reducción de costes del periodismo y la mejora del producto editorial”.
Los autores recomiendan repensar todos los aspectos organizativos de la producción de noticias, aumentar las colaboraciones con otros medios, confiar más en datos públicos, colaborar con individuos, grupos y máquinas para producir material en crudo e incluso confiar en procesos informáticos para entregar parte de éste contenido. Esa automatización pasa por recurrir a fuentes de información que vuelcan todos sus recursos en la red -como la exploración de datos proporcionados por organismos e instituciones oficiales-, a pesar de que “la mayoría de los periodistas han sido incapaces de aprovechar la explosión de contenido potencialmente informativo”.
El periodismo debe mejorar “para seguir siendo relevante”, aseguran, y “la persecución de beneficios debe ir precedida de la creación de relevancia. Aunque, en una última concesión, Anderson admite que la dificultad para encontrar soluciones desde los propios medios es que las propias organizaciones son parte del problema y de su respuesta. La diferencia, con respecto a hace 20 años, es que ni The Washington Post, ni muchos otros medios, pueden esperar para encontrarla.
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Publicado por: Anonymous | 04/11/2013 15:47:59