![Matt Matt](https://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef0167614b7a8b970b-550wi)
Cuando veo en la web de The Guardian un pequeño rectángulo rojo con la palabra Live siempre pincho con envidia. Sin excepción, en estas narraciones en tiempo real encuentro rigor, actualizaciones inmediatas, calidad, interpretación, desenfado y pluralidad.
Un treintañero alto llamado Matt Wells, responsable de los blogs de la cabecera británica, ha tenido mucho que ver en su desarrollo. El live blogging (o bloguear en directo) es apropiado para contar historias “que no se sabe muy bien cuando empiezan y cuando acaban”, declaraba en un encuentro de periodistas celebrado en Londres. La muerte de la pirámide invertida, “un género que funciona exclusivamente en Internet”, y que apenas tiene sentido en radio o televisión.
Ejemplos son las narraciones que hemos seguido durante la primavera árabe, el terremoto de Japón o el escándalo de las escuchas en Reino Unido, en los que se añaden tweets, emails, menciones a las noticias publicadas por otros medios o vídeos en un flujo en el que se cuenta a medida que se sabe.
![Ana1 Ana1](https://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef0167614c2b04970b-320wi)
EL PAÍS utiliza esta fórmula en las noticias de última hora y los acontecimientos vivos, como la crisis del Costa Concordia o el cierre de Spanair a través de su red social Eskup, cuyo widget puede ser incluido en una noticia para resaltar los hechos más relevantes en varios títulos.
El género es objeto de análisis y controversia entre los periodistas. En aquel encuentro, Wells reconocía, por ejemplo, la necesidad de mejorar la visualización de los hechos más importantes de la historia en desarrollo. Y en un artículo en el que anunciaba su gran interés en la fórmula reflexionaba también, dando voz a otros, sobre el peligro de que la narración se torne trivial (por falta de contexto) o confusa. Ese es el desafío al que nos enfrentamos cada vez que iniciamos un live blogging.
Los datos de audiencia confirman que a los lectores de la web les gustan las coberturas en directo. Ocurre en The Guardian, con cifras récord de visitas y comentarios, y en otros medios. También en nuestra cabecera. Un ejemplo reciente: el seguimento que María Fabra, José Antonio Hernández e Ignacio Zafra realizaron del juicio al ex presidente de la Generalitat valenciana Francisco Camps se colocó durante varios días entre las noticias más leídas.
Veamos la receta Guardian: “Lo que hace diferentes nuestras narraciones no es solo contar está ocurriendo esto y luego eso otro y además aquello. Añadimos contexto, incluirmos a nuestros periodistas, que son muy conocidos, para explicar los antecedentes y el entorno de la noticia que estamos cubriendo. Pedimos textos al jefe de Política o de Economía o a un comentarista de primera fila. Tenemos siempre lo último, pero también reclamamos a los especialistas cuatro o cinco párrafos de explicación”, asegura Wells. Aunque mantiene que él no suele participar en las narraciones en tiempo real, su nuevo destino en Estados Unidos le ha llevado a practicar bastante.
“Nuestros liveblogs son muy ricos porque además hay análisis, documentación y antecedentes del hecho. Eso es algo distintivo. Tienen personalidad”, prosigue el periodista. Si entras en una narración en tiempo real de la cabecera encuentras que de una manera u otra se siente la presencia del redactor que lo conduce. “Quien lo elabora incluye sus comentarios personales. Es algo que la BBC o Channel 4 no pueden hacer, pero nosotros sí”, argumenta Wells, responsable durante años de la información de medios de comunicación. “Nos permitimos ser divertidos, rudos, cínicos, críticos o escépticos. Tener una personalidad es muy importante para nosotros”.
El género nació contando los encuentros deportivos y después emigró hacia otras secciones. Andrew Sparrow, un veterano periodista político, es uno de los maestros de la especialidad, y se reconoce víctima del atractivo del tiempo real. “Es muy fácil coger el estilo, incluir tu talento como periodista. Si estás en la oficina, tienes una buena conexión a Internet, las agencias, la radio y la televisión para monitorizar. Eso lo hace más fácil", explica Wells. "Si se trata de un acontecimiento, el que está al frente del live blogging se convierte en una especie de conductor que organiza a los reporteros sobre el terreno. Es como una suerte de canal de televisión 24 horas en el que el presentador va dando paso a los periodistas".
Igual que una cobertura en directo, la fórmula evolucionará, y Wells y sus colegas así lo reconocen. Pero deberá mantener su espíritu: la transparencia en las fuentes y la inclusión de los lectores.
Como periodista o usuario ¿qué piensas de las narraciones en tiempo real? ¿Qué recomendarías?