Intimidades de los Hemingway (I)

Por: | 24 de febrero de 2013

Heming 1

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una mujer desnuda camina en la orilla de la carretera. Se dirige a Cayo Virginia, en las costas de Miami. Pasan de las cuatro de la madrugada, acaba de salir de una fiesta y en una mano lleva un vestido y unos zapatos de tacón. Está a punto de cumplir 70 años y sus flácidas carnes no llaman la atención de los pocos automovilistas que conducen a toda velocidad. Miami siempre está lleno de cosas raras. Y más a esta hora. Pero conforme ella avanza, el cansancio la invade. También la resaca por beber tanto alcohol. Así que se detiene y el sueño termina por vencerla.
Cuando despierta se da cuenta de que el sol ya le ha dejado la piel bastante roja. Tiene sed y la cabeza está a punto de estallarle. Con todo, hay que emprender de nuevo la caminata. Un par de minutos después voltea y ve a lo lejos una patrulla. Intenta vestirse. Demasiado tarde. Un agente ya está delante de ella, la interroga y, al no encontrar explicaciones coherentes, se la lleva a la Comisaría. No por mucho tiempo, porque enseguida la trasladan al Centro Correccional de Mujeres del Condado de Miami-Dade. Es que no es la primera vez que comete “faltas a la moral.”
No obstante, ella piensa que pronto saldrá. “Siempre es así.” No le avisa a ningún familiar ni a ningún amigo. ¿Para qué? Todos saben que cuando desaparece durante más de dos días significa que está en la cárcel. Por poco tiempo. Pero también está consciente de que ya no es lo mismo que antes. Está enferma (siempre lo ha estado) y los años pesan. Se da cuenta cuando, de pronto, en medio de una mugrienta celda, un intenso dolor comienza a invadirla. Es un infarto. Y es mortal.
Entonces, a comienzos de octubre de 2001, el suceso salta a los medios de información: la anciana mujer se hacía llamar Gloria, a veces Vanessa, tenía un trastorno maniaco-depresivo, había sido biológicamente hombre hasta 1994 y era hijo del célebre escritor Ernest Hemingway.



Greg
Gregory Hancock Hemingway (1931-2001)
fue el segundo hijo que el autor de El viejo y el mar tuvo con su segunda esposa, Pauline Pfeiffer, y padre de John Hemingway, quien ha escrito un revelador y dramático retrato de familia, publicado hace unos meses en español. John estudió Historia en la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), ha sido traductor, profesor de inglés, colaborador de la prensa italiana y en Los Hemingway, una familia singular (Planeta, 2012) es un hijo que habla con cierta distancia acerca de las serias dificultades vividas por su padre. Greg, dice, “sufría psicosis maníaco-depresiva, se travestía, y terminó por someterse a una operación de cambio de sexo. Bebía y se metía en peleas; pasó cierto tiempo en la cárcel; pero, sobre todo, echaba terriblemente de menos a su padre. Lo extrañaba y lo odiaba a la vez. Lo odiaba y se culpaba a sí mismo por el suicidio de Ernest en 1961. (…) Nunca superó su miedo infantil a ser abandonado. Se casó cuatro veces y con cada divorcio revivía, casi de manera ritual, la pesadilla de no tener a nadie de quien depender. Se deprimía, descuidaba su salud y su apariencia y, por lo general, salía de dicho estado después de una serie de tratamientos de electrochoque.”
Sus problemas comenzaron a la par de su nacimiento. El día que Greg vino al mundo, “supuso una doble decepción para Ernest. Él quería una niña (…). Pauline, como siempre, estaba desesperada por complacer a su marido, así que si mi abuelo estaba desilusionado, ella también.” Pauline trataba a su pequeño hijo como “una mierdecilla” y le parecía lo peor que pudiera pasarle a una madre. Por eso, “mientras que Greg se debatiría durante toda su vida entre lo bueno y lo malo de su padre, no había posibilidad de perdón para su madre. Ella lo había abandonado o, aún peor, nunca le había considerado su hijo y le había prestado poquísima atención a los años formativos de su educación.”
De manera que, a partir de este hecho, John comienza  “armar el rompecabezas de la loca existencia de Greg”, no sin antes aclarar con sinceridad: “entiendo lo que Greg debió pasar, ya que mi propia madre es esquizofrénica y nunca pude permitirme el lujo de mantener una relación estrecha con ella. Recuerdo que, cuando yo era niño, ella siempre estaba al borde o recuperándose de una crisis nerviosa, bebiendo y diciéndonos, mientras saltábamos de un motel a otro, que éramos mucho más importantes que los Kennedy.” CONTINUARÁ...

 

 

Hay 7 Comentarios

Precisamente las de Montera y Caballero están justo alrededor de?: Mc Donald´s porque en USA, el país de las prohibiciones mafiosas
STop PORNOcapitalism

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@ Machismo Anglosajón

Que sea machista, sin duda lo fuera. Que participara en el turismo sexual, probablemente también. Pero que sea el arquetipo de dicha práctica ya es darle demasiado importancia. Y su comentario anti-anglosaón/gringo no demuestra nada más que una xenofobia paranoica. Com si no existiera un puti club en España ni que hubiera prostitutas compradas por españoles en la calle montera de Madrid.
Practice what you preach, bro!

bara bara bara bere bere bere

aparte de un estúpido depredador y franquistein………

NO DEBIÓ SER FÁCIL TENER UN PADRE COMO ERNST, EL INVENTOR DEL ARQUETIPO DE TURISMO SEXUAL GRINGO…
¡ QUÉ ASCO !
UN MACHISTA ANGLOSAJÓN REDOMADO QUE DESGRACIÓ A SUS HIJOS
UN MARICÓN "BEAR PLUMOFÓBICO" QUE LE SALIÓ LA PLUMA POR LA CULATA
A VER SI DEJAMOS DE MITIFICAR AL AGRESORES Y LOS CONVERTIMOS EN LO QUE SON: DELINCUENTES SEXUALES

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Periodista en Serie

Sobre el blog

Las “víctimas” de un periodista en serie son muchas y constantes. No tiene relación con ellas. Las elige al azar y sin que tengan conexión unas con otras, en un área geográfica determinada, como Iberoamérica. Les arrebata su historia y la hace pública sin ningún pudor. No planea “entregarse” ni realizar “ataques suicidas.” Este blog es su particular SALA DE RETRATOS. Pasen y lean.

Sobre el autor

Víctor Núñez Jaime es un escribidor de historias. Estudió periodismo y literatura hispanoamericana. Sabe que el periodismo es más de nalgas que de cabeza, porque hay que estar sentado durante largos ratos escribiendo, corrigiendo... Es autor de tres libros: Un periodista ante el espejo, Los que llegan. Crónicas sobre la migración global en México y Una cabrona de Tepito. Ha ganado, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Cultural (México) y el Premio a la Excelencia Periodística de la sociedad Interamericana de Prensa. Con libreta y pluma en mano, sale a por las historias. Contrasta estadísticas con los testimonios de la gente. Visita a los escritores y periodistas de renombre. Está obsesionado con el buen uso del idioma español. Le apasiona leer y estudiar. Devora libros. Él es lo que ha leído. Y también lo que ha escrito.

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