Cuando María Nicolasa Cruz salió de San José de los Burros para irse a la capital, su madre la abrazó con lágrimas en los ojos, le acarició las trenzas, la bendijo y le soltó:
-No te digo que me escribas, mijita, porque no sabes. Y si supieras, pus pa qué, si yo no sé ler.
María asintió con la cabeza y la mirada vidriosa, cogió su único equipaje (una caja de cartón) y subió a un autobús desvencijado que la llevó a la monstruosa y fascinante ciudad de México. Tenía un plan: al llegar preguntaría al primero que le pasara por enfrente dónde necesitaban una sirvienta y enseguida se iría a una mansión y ahí permanecería de interna.
Era ingenua, sí. Pero también muy pícara y astuta.
No encontró trabajo, pero sí a otras Marías que, como ella, habían emigrado del campo a la ciudad y sobrevivían vendiendo naranjas en los semáforos de las grandes avenidas y comiendo tacos de chile jalapeño. Pronto aprendió a “torear” los coches y hasta subirse a ese “gusano naranja”, conocido como “el metro.” Y entonces comenzó a protagonizar una serie de aventuras y situaciones absurdas que, aderezadas de “humor blanco”, llenaban las salas de cine.
Las enaguas y el ingenio de La mexicanísima India María convocaban a las familias de México (y poco después de América Latina) para ver los golpes, las caídas, los bailes y los juegos verbales que intentaban reflejar las peripecias de las indígenas recién llegadas a la gran city. Y durante más de 40 años, el público se ha reído a expensas de la rancherita folklórica.
La India María es la actriz María Elena Velasco Fregoso. Nació en 1940 y comenzó a encasillarse en ese personaje en 1968. Actuaba en el Teatro Blanquita de México DF a lado de los grandes humoristas de la época. Una noche no tuvo más remedio que improvisar a una indígena astuta que le siguiera la corriente al cómico principal de la función. Al público le gustó su interpretación y del teatro saltó al cine. Primero con pequeñas participaciones y luego estelarizando grandes producciones populares. De 1972 a 2012 ha estrenado 17 largometrajes con títulos como Tonta tonta, pero no tanto; Pobre, pero honrada; Duro pero seguro; El que no corre… vuela; OK, míster Pancho y La hija de Moctezuma.
Si Cantinflas era el señor de la comedia mexicana, La India María es la reina del humor blanco.
En las pantallas ha sido luchadora, torera, motociclista, política, monja… honrada, generosa y trabajadora… pobre y discriminada… rebelde y divertida.
Su éxito no puede disociarse de la televisión. En la década de los 70 del siglo empezó a participar en Siempre en domingo, la exitosa revista musical de Televisa, interactuando durante algunos minutos con Raúl Velasco, el presentador. Luego, en 1997 tuvo su propia serie: Ay, María qué puntería, también en Televisa. Y este 2013, su famoso y viejo personaje está, por primera vez, en una telenovela (Corazón indomable).
Pero su trascendencia reside en la crítica social que ha hecho a través de sus interpretaciones: evidenciando la actitud de la gente ante los indígenas que llegan a las ciudades o lanzando pedradas a los políticos: "a ver si ya se dan cuenta de las necesidades de la gente, porque ya estamos cansados de tanto lingui-lingui, lingui-lilingui.”
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