Periodista en Serie

Sobre el blog

Las “víctimas” de un periodista en serie son muchas y constantes. No tiene relación con ellas. Las elige al azar y sin que tengan conexión unas con otras, en un área geográfica determinada, como Iberoamérica. Les arrebata su historia y la hace pública sin ningún pudor. No planea “entregarse” ni realizar “ataques suicidas.” Este blog es su particular SALA DE RETRATOS. Pasen y lean.

Sobre el autor

Víctor Núñez Jaime es un escribidor de historias. Estudió periodismo y literatura hispanoamericana. Sabe que el periodismo es más de nalgas que de cabeza, porque hay que estar sentado durante largos ratos escribiendo, corrigiendo... Es autor de tres libros: Un periodista ante el espejo, Los que llegan. Crónicas sobre la migración global en México y Una cabrona de Tepito. Ha ganado, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Cultural (México) y el Premio a la Excelencia Periodística de la sociedad Interamericana de Prensa. Con libreta y pluma en mano, sale a por las historias. Contrasta estadísticas con los testimonios de la gente. Visita a los escritores y periodistas de renombre. Está obsesionado con el buen uso del idioma español. Le apasiona leer y estudiar. Devora libros. Él es lo que ha leído. Y también lo que ha escrito.

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Waldo Balart en primera persona

Por: | 24 de junio de 2013

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He dejado un cartel para que el reportero no se despiste: “Víctor, aquí.” Cuando la puerta se abra lo saludaré sentado, frente al ordenador.

—Aquí estoy, chico, haciendo mi página web. ¡Me van a salir callos en el culo!, le diré con una carcajada de remate.
Esta mañana tengo las canas alborotadas y el bigote bien estilizado. Tengo mis gafas de pasta colgadas al cuello y la camisa azul y el pantalón negro con algunas manchas de pintura de colores encendidos.
En España me conocen como Waldo Balat, pero en realidad me llamo Waldo Díaz Balart. Nací en Holguín, un pueblo de Banes (Cuba), en 1931. Estudié contabilidad y cuando Fidel Castro llegó al poder me fui a vivir a Nueva York. Ahí me hice pintor y conocí la libertad plena. ¡Chico, Nueva York era una atracción! Y lo sigue siendo, pero en 1960 comenzaba todo. Figúrate tú que hacía 15 años que se había acabado la Segunda Guerra Mundial… Así que me fui abriendo al mundo del arte y me encontré un gran grupo. Yo vivía hasta abajo de la calle 14 y desde ahí todo parecía más fácil. Pero… ¿sabes?, hace poco fui a Nueva York y la encontré muy demandante. Te exige mucho. En aquella época parecía decirte: “lo que tú me des está bien.” Ahora te exige. Quizá por eso los años 60 son irrepetibles.
¿Qué cómo conocí a Andy Warhol? Pues, chico, mira: en un bar. Tú eres joven y conoces gente en los bares, ¿no? El bar estaba al doblar de mi casa y se llamaba Max´s Cansas City. Estaba en el número 213 de la Park Avenue South y ahí nos reuníamos varios artistas en los 60. Entonces yo podía hacer amistades en los bares. Ahora ya no. Con este deterioro humano de cojones… no.
Durante el día, Warhol trabajaba y, a partir de una hora, pues iba a gente a verlo. La que él quería. Él hacía muchas reuniones… Era un tío muy organizado mentalmente. Siempre se relacionó con la gente del poder y con los jóvenes que empezábamos. Y nos mezclaba. Gente de dinero, de los museos… él estaba siempre entre el poder. Él sabía lo que era eso. Eran fiestas en las que había alcohol, pero no drogas. Tampoco eran orgias, ¿eh? Pero tampoco aburridas. A ver: cuando tú eres joven, pues… pasan cosas. Tú entiendes, ¿no? Pero no eran orgias, si es lo que quieres saber. Anda que… el morbo es el morbo. Ahí conocí a la gente de Vogue y todos esos. Pero yo no me llevo bien con el poder. Me debería llevar mejor. Pero realmente creo que soy un desastre. Estoy en un ambiente de poder y no lo utilizo como debería utilizarlo. Podría sacar provecho, para hablar claro. Pero no.
Ah, yo nunca me drogué. Estoy jodido de una pierna porque me emborraché, cogí el coche y choqué. Bueno, no iba conduciendo yo, era otra persona, se salió de la carretera y yo me enteré cuando venía en una ambulancia para Madrid. Ay… y pensar que íbamos a comer una paella valenciana… Hace cuarenta años, quizá.
En fin. Debes saber que hice dos películas con Andy: La vida de Juanita Castro y Los amores de Ondina. El rodaje de La vida de Juanita Castro fue aburridísimo. ¿Tú las has visto? Estábamos en mi casa un grupo de latinos y empezamos a comer paella y a emborracharnos y él puso las cámaras y ya. Pero no es una película muy andywarholiana. Por eso no la ven mucho. 
En Nueva York me metí a la Escuela del Museo de arte Moderno y tenía muy buenos profesores. Me metí a hacer grabado, naturalezas muertas, abstracto expresionismo, ¿tú entiendes? Y fue adquiriendo disciplina. Hay un momento en que tienes aspiración, pero la inspiración no puede venir si tú no estás trabajando. Hay que trabajar. Todo es disciplina. Fundamentalmente la disciplina
Google-2010-012_std_originalLa idea de nosotros los concretistas es trabajar con el incremento de la conciencia. A ver: si el artista tiene calidad y es bueno, te hace llegar a otro nivel. Te invita a trabajar contigo mismo, a buscarte en el pensamiento abstracto, a implicarte en una imagen. Entonces, para mí, una imagen es como si fuera un mantra de los budistas. Es algo que te puede abstraer y llevarte hacia ti mismo. Pero uno como artista no te dice exactamente qué es lo que hay que ver. Es cosa tuya. Hay un misterio ahí. Pero el misterio no es mío. Es tuyo. Ante el cuadro, dices: “¿qué cojones eso?” Pero te gusta, te atrae. Y te lleva a ti mismo. Entonces te metes y le das sentido a las figuras que yo hice.
Creo que a la gente le gusta mi obra. Y hasta la entienden. Pero… no me siento comprendido. Aunque tampoco me ha ido mal, ¿eh? ¡He expuesto en sitios muy importantes! ¿Sabes de qué me he dado cuenta? De que en América Latina tengo que explicar de qué van mis cuadros y en Europa no.
Yo trabajo con sistemas. Con una tabla de números. Del uno al ocho. Cada uno de estos números es un color: el uno, el violeta. El dos, el azul marino. El tres, el cian… Es el orden de los colores como vienen en el espectro de la luz. Lo único que he hecho es ponerle un número a cada color y combinarlos. Es un orden axiomático. Desde hace tiempo trabajo a partir de esto. Esto es para hacer el misterio, luego te toca a ti ver la verdad. Pero es una verdad tuya, ¡qué coño! Esto es sólo mi forma de organizarme.
Google-2010-014_std_originalYo, usualmente, me levanto a las nueve. Me lo tomo con calma y empiezo a pintar a las once u once y media y a las dos y media ya estoy comiendo. Bueno, pues me levanto a las nueve. Me gusta desayunar tranquilo, después me pongo a trabajar, hasta las dos y media. Tengo que organizarme porque si no me jodo la mente. Me hago mi comida. Trato de salir siempre con mis amigos o por la tarde vuelvo a trabajar. Ya tengo que salir con alguien. Por eso ya no voy a los museos a ver exposiciones: me cuesta mucho trabajo. Tengo que prever todo: con quién voy a salir, cómo voy a salir…  si hay un lugar dónde sentarme… ¡Yo ya absorbí! Ahora lo que tengo que hacer es dar, producir. Ya fui a muchas exposiciones en Estados Unidos y en toda Europa y me hice mi propio universo. Ahora no es que no pueda absorber: es que es más difícil. Tengo que producir como necesidad de vida.
Dejé Nueva York y me vine a España para trabajar. Mi hermano hacía préstamos a compañías españolas, me viene a trabajar con él y comencé a relacionarme con los artistas. Llegué en el 70 y tuve aquí una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo en el 72. Vivía Franco, sí, pero si tú no te metías con Franco no te pasaba nada. Pero si te metías con Franco, te cortaban los huevos. ¡Esto era una dictadura, chico!
Cuando empecé a estudiar en Cuba, primero empecé a hacer arquitectura. Pero tenía que trabajar por el día y estudiar por la noche. Después Filosofía y fue ahí donde me decanté por el arte, como una manera de búsqueda. Como un camino irracional, sin respuestas. Por eso no me interesó la política, porque ahí tienes que tener respuestas a todo.
No acepto la tiranía de Cuba porque quiere imponerme la forma de pensar. Cuando conocí a Fidel Castro no me imaginaba que pudiera llegar a ser un tirano. Yo lo veía como un ser normal que se casó con mi hermana, que la hizo feliz y luego infeliz y que tuvieron un hijo. Pero el que hablaba con él era mi hermano mayor, que era de su misma edad, que eran compañeros mientras estudiaban Derecho y por eso conoció a mi hermana. Pero yo no.
Después el régimen fue horroroso y… ya no volví a Cuba. Y no volvería a menos que se fueran esos hijos de puta, ¡coño! Que me dejaran vivir. Eso de decir qué pienso, qué hago, con quién me reúno, todo… No. Sería muy difícil. ¿Tú crees que esta vida que tengo ahora, aquí en Madrid, yo la puedo tener en Cuba? ¿Este pedacito de libertad de la que estoy disfrutando? Aquí tengo individualidad, egoísmo personal si tú quieres, pero puedo hacer lo que me apetece. Si se va Fidel, Cuba va a funcionar. Como cualquier otro país. No debemos temer nada. No le temo al futuro. Se van a meter las multinacionales, pero ¿cómo no se van a meter si están donde quiera?  Los cubanos se adaptarán. El ser humano es así. 1432627093_small

 

Ajax, cuando el héroe es un perro

Por: | 17 de junio de 2013

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Una bomba acaba de reventar un Nissan Patrol. La explosión ha terminado con la vida de Carlos Sáenz de Tejada García —guardia civil, nacido en Burgos hace 28 años— y de Diego Salva Lezaun —estudiante en prácticas policiacas, nacido en Pamplona hace 27 años—. Faltan 10 minutos para las dos de la tarde del 30 de julio de 2009 y en las inmediaciones del edificio que alberga la Policía Local, Correos y la Oficina de Denuncias de la Guardia Civil, en Palmanova (Palma de Mallorca), reina el asombro y la confusión entre residentes y turistas.
Las viviendas y los comercios próximos han sido desalojados. Dos helicópteros peinan la zona. Varias patrullas marítimas recorren la costa. Es el segundo atentado de en 34 horas ETA (el primero fue con una furgoneta-bomba junto al cuartel de la Guardia Civil de Burgos, con un centenar de heridos leves) y la tragedia ha ocurrido a unos 500 metros de la playa y a unos ocho kilómetros del Palacio de Marivent, donde veranean el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía, que llegarán aquí dentro de dos días. Así que el servicio de seguridad de la corona está en alerta máxima y ha de cerciorarse de que no haya otra bomba por ahí.
Un perro de olfato entrenado y su instructor recorren las calles cercanas. Deben tener cuidado: un mínimo error puede llevarlos a tener la misma suerte que los jóvenes agentes. El perro no para de olisquear. Y, de pronto, se sienta junto a un coche. No se mueve. Sabe, y quiere que los agentes se den cuenta, que debajo de ese coche hay una bomba con sensor de movimiento. Hay que actuar rápido. Hay que evacuar el área porque es inevitable realizar una voladura controlada para no causar nuevas víctimas.
El estruendo aturde los oídos.
Listo.
El luto y la indignación flotan en la isla mediterránea, pero ya todo está bajo control.
Maxima-distincionCuatro años después de aquellos acontecimientos, el perro-policía subió el pasado 11 de junio al escenario del Teatro del Bosque, en Móstoles (Madrid), para recibir la medalla de oro que concede la organización benéfica People´s Dispensary for Sick Animals del Reino Unido.
Es el animal número 22 en recibir la presea, el primer español, el segundo no británico.
El pastor alemán se llama Ajax, tiene 12 años (el equivalente a 84 en un ser humano) y está jubilado desde hace dos. Luego de colaborar en el cuidado de los reyes, formó parte del equipo de seguridad de la presidencia del gobierno. Y cuando dejó de prestar sus servicios, el Ministerio de Defensa lo condecoró por su trayectoria.
Ajax llegó al Instituto Armado de El Pardo siendo un cachorro. Comenzó a adiestrarse bajo las órdenes del sargento Juan Carlos Alabarces, quien lo especializó en localizar explosivos. Después de un trabajo arduo y prolongado en la escuela y gracias a su capacidad de aprendizaje y adaptación, el perro comenzó a prestar sus servicios en 2004. Ahora Ajax es un héroe canino, vitoreado y homenajeado que vive su jubilación disfrutando el buen clima en un centro canino de Antequera (Málaga). Ajax-619x348

 

La baronesa sigue necesitando cash

Por: | 10 de junio de 2013

Baronesa

A la baronesa Thyssen le hubiera encantado que su historia se desarrollara en un lugar como el del cuadro de Paul Gauguin Érase una vez: un paisaje idílico, con montañas al fondo y mujeres adorando la luna. Pero la suya posee otros matices. María del Carmen Rosario Soledad Cervera y Fernández de la Guerra —Carmen Cervera, Tita Barker, viuda del barón Thyssen-Bornemisza, viuda de Tarzán (Lex Barker), ex reina de belleza, mecenas del arte, vicepresidenta vitalicia de la Fundación Thyssen, madre afligida (y tardía), suegra denostada y ama de casa burguesa— es uno de los personajes favoritos de la prensa rosa de España y la facilitadora de que miles de personas disfruten desde hace ya más 20 años de una de las colecciones de arte más importantes del mundo.
Carmen Cervera tenía cinco años cuando vivió la separación de sus padres. Algo que toda su familia prefería callar porque en la España franquista eso estaba muy mal visto. La niña se fue a vivir con su madre y, conforme iba creciendo, le escucha una y otra vez el mismo consejo: “Hija mía, jamás desaproveches la belleza, el porte y la distinción que posees porque siempre te facilitarán el camino al éxito”. No desaprovechó esas cualidades pero también se esforzó por estudiar y aprender idiomas. En Madrid y en Barcelona, en Londres y en Suiza. Siempre en colegios privados.
Cuando cumplió 18 años se presentó al concurso de Miss Cataluña y ganó. Enseguida participó también en Miss España y se llevó la corona. Pero en Miss Mundo alcanzó tercer lugar. No le importó mucho: pronto empezaría a ser modelo y a anunciar relojes. Un día, las finalistas del certamen de belleza internacional fueron a Hollywood y Carmen conoció allí a personajes como Dean Martin, Frank Sinatra y Mariryn Monroe (“era muy chiquita, como una sirena”, recordaría años después).
En un vuelo a Zúrich se enteró de que entre los pasajeros estaba Lex Barker, célebre por protagonizar la saga de Tarzán, y decidió pedirle un autógrafo. Así empezó una relación que tuvo su clímax en 1965, cuando se casaron, y terminó en 1973 cuando el actor murió de un infarto en Nueva York. Ella recibió una cuantiosa herencia y a su hermosura se le unió la riqueza y la fama para hacerla más atractiva. Así que dos años después, Espartaco Santoni, un venezolano productor de cine, se convirtió en su esposo. Pronto se descubrió que él tenía otro matrimonio y que había hecho negocios fraudulentos con el dinero de Carmen. Tita-cervera-3
Quiso ser actriz y participó en dos olvidables películas del “destape”, como se conoce en España a la época del cine en que importaban más los desnudos que los argumentos de los filmes. Tuvo una relación fugaz con el publicista Manuel Segura y en julio de 1980 dio a luz a su hijo Borja. Al año siguiente conoció al barón Hans Haerinrich von Thyssen-Bornemisza, apasionado del arte y pilar fundamental de la aristocracia alemana, de quien tiempo después aceptó ser su quinta esposa.
Fue el barón quien le enseñó a valorar y apreciar el arte. Fue ella quien acercó a su marido a las instituciones culturales de España. Primero a la Biblioteca Nacional y luego a la Academia de San Fernando. A finales de los años ochenta, en esos recintos se presentaron dos selecciones de la colección de la familia Thyssen. El gobierno de Felipe González vio en ella la oportunidad de aumentar la importancia cultural del país albergándola en un museo y poniéndola así a disposición del público. Por un “alquiler simbólico con derecho a compra” y unas “sugerencias decorativas” al Palacio de Villahermosa, la colección comenzó a exhibirse en octubre de 1992.
Pero, por si acaso, el barón se empeñó en dejar “todo atado y bien atado”. Poco antes de morir reunió a toda la familia en la ciudad de Basilea para hacer un pacto: que, a su muerte, la colección de 800 cuadros no fuera una herencia en disputa que ocasionara su separación. El barón murió el 28 de abril de 2002 y, casi de inmediato, la primera esposa y el hijo mayor comenzaron a reclamar 250 millones de euros. Los litigios comenzaron pero Carmen Cervera (“la viuda más rica de Europa”) siempre sostuvo que “el Pacto de Basilea es irrompible.” Y con declaraciones y protagonismos así se haría aún más asidua de la prensa.
La_baronesa_thyssen_3679_530x398En 2006, el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, propuso remodelar el Paseo del Prado, la avenida donde se encuentra el Museo Thyssen. Para eso, era necesario talar algunos árboles. La baronesa se encadenó a uno de ellos, convocó a los periodistas para que dieran fe de su “acción simbólica” y el alcalde se vio obligado a “reconsiderar su proyecto”. En 2007, a los 63 años, dijo que se sentía muy sola, alquiló un vientre en Estados Unidos y adoptó a dos mellizas, Carmen y Sabina.
Antes, Borja acusó a su madre de negarle la herencia que le dejó del barón, quien le dio sus apellidos. Y quiso sacar dos cuadros (un Goya y un Giaquinto) del Museo porque dijo que eran suyos. Su madre no se lo permitió y él puso una denuncia legal. Por eso su distanciamiento se acentúo. Un distanciamiento que comenzó cuando su hijo Borja se casó con Blanca Cuesta, una “chica bien” de Barcelona, y la baronesa jamás vio con buenos ojos esa relación.
En mayo del año pasado vendió La esclusa, de John Constable, una de las joyas de su colección privada (de 240 obras, también expuesta en el Museo desde su ampliación en 2003), por 22 millones de euros. “La crisis nos afecta a todos. También a los coleccionistas. Necesito cash”, declaró a la prensa. Es que necesita mantener sus casas de la Costa Brava, en Girona; La Moraleja, en Madrid; la de Marbella, en Andalucía; y la de Mallorca, en la isla de Palma; entre otras. Y la nómina de casi un centenar de empleados a su servicio. Un año después, sigue necesitando cash y se ha propuesto que un centenar de sus obras se trasladen al Pabellón Victoria Eugenia de Barcelona, en régimen de alquiler.
Las 48 salas del Museo Thyssen, acondicionadas por el arquitecto Rafael Moneo, son una de las muestras representativas de la historia del arte. Ahí están sus grandes periodos y movimientos. Sus grandes artistas. Está el arte del Medioevo y del Renacimiento. Está la pintura holandesa y norteamericana del siglo XIX. Hay impresionismo, expresionismo, vanguardia, modernidad, surrealismo y pop art. Además, en 20 años ha tenido unas 100 exposiciones temporales.
El año pasado, la baronesa —cabellera teñida de rubio, cuerpo esbelto, piernas firmes— invitó a los Reyes de España a celebrar las dos décadas del Museo y a inaugurar la exposición de su querido Paul Gauguin (Viaje a lo exótico) donde, cómo no, está su cuadro favorito: Érase una vez, Mata Mua en tahitiano, donde le gustaría habitar. Untitled

La frágil Joan Didion

Por: | 03 de junio de 2013

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En marzo de 1966, en la Maternidad del Saint Jon´s Hospital de Santa Mónica (California), los médicos le preguntaron a Joan Didion y a su esposo, el escritor John Gregory Dunne, cuál sería el nombre del bebé que iban adoptar. Sin dudar y al unísono, los dos respondieron: “Quinta Roo.” Meses antes, en un viaje que ambos hicieron a México, habían visto un mapa del país y el nombre de ese territorio les llamó la atención. “Si un día tenemos una hija”, se prometieron, “la llamaremos así.” Quintana creció sabiendo que era adoptada, se dedicó a la fotografía, se casó y murió unos meses después que su padre, a los 39 años. Los decesos, tan repentinos y consecutivos, representaron la mayor etapa de sufrimiento en la vida de Joan Didion y, al mismo tiempo, fueron el catalizador de una prosa desgarrada y potente.
La tarde del 30 de diciembre de 2003, la pareja de escritores fueron al hospital a visitar a su hija, que llevaba cinco días en la Unidad de Cuidados Intensivos por una neumonía y un choque séptico. Volvieron a su casa, encendieron la chimenea, prepararon la cena y, hacia las nueve de la noche, pusieron la mesa. De repente, cuando Joan Didion revolvía la ensalada, su esposo se desplomó. ¿Se había atragantado? Era algo más serio. Didion llamó una ambulancia. Los paramédicos intentaron revivirlo, lo llevaron a toda prisa al hospital pero John Gregory Dunne murió en el camino. 
Y del dolor por la pérdida nació uno de los libros más celebrados de Joan Didion: El año del pensamiento mágico. Durante ochenta y ocho días escribió sin parar con la esperanza, en el fondo, de que su marido volviera. Los antropólogos y los psiquiatras hablan del “pensamiento mágico” cuando se refieren a la actitud mental de la gente que cree que sus pensamientos pueden influir en el desarrollo de los acontecimientos. Didion, por ejemplo, se negaba a tirar los zapatos de su esposo porque consideraba que al guardarlos él volvería a por ellos.
Tumblr_m9tpr9Sk1U1qakihwo1_500En 2005 la autora estaba recorriendo varias ciudades de Estados Unidos para promocionar el libro y una notica volvió a aniquilarla: su hija había sufrido una embolia pulmonar que se complicó y le provocó la muerte. El duelo duró más tiempo y, una vez más, Didion escribió sobre la muerte, sobre la experiencia de ser madre y, sobre todo, acerca de enfrentarse sola a la vejez. En Noches azules (Mondadori, 2012), un texto corto y contundente, se mezclan los recuerdos con los sentimientos encontrados con la esperanza de que los suyos (y ella) no dejen de existir. “Durante las noches azules uno piensa que el día no se va a acabar nunca. A medida que las noches azules se acercan a su fin (y lo hacen, lo hacen siempre), uno experimenta un escalofrío literal, una visión de enfermedad, en el mismo momento de darse cuenta: la luz azul se está yendo, los días ya se están acortando, el verano se ha ido. Este libro se titula Noches azules porque en la época en que lo empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez más hacia la enfermedad, hacia la muerte de las promesas, el acortamiento de los días, lo inevitable del apagamiento, la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición”, escribe en el prefacio.
Confiesa que no se ha adaptado a la vejez y que la escritura de este libro propició una reflexión al respecto. “Cuando comencé a escribir estas páginas, yo creía que iban a tratar de los hijos, de los que tenemos y de los que desearíamos tener (…) Pero a medida que las páginas avanzaban se me ocurrió que su tema real no era para nada los hijos: su tema real era esta negativa a abordar dicha consideración, la negativa a afrontar las certidumbres del envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Este miedo. Sólo a medida que las páginas avanzaban entendí que los dos temas eran el mismo.”
Joan Didion era una niña cuando se llevaba a cabo la Segunda Guerra Mundial y buena parte de sus primeros años de vida giraron en torno a las instalaciones militares. Su padre era director financiero de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y, con la familia a cuestas, lo trasladaban constantemente de una ciudad a otra. Estuvo más tempo destinado en Colorado Springs, pero allí era difícil que Joan fuera a la escuela. Así que la niña recorría los alrededores del Hospital Psiquiátrico con el oído atento, memorizaba los diálogos de la gente y luego se basaba en ellos para escribir pequeños relatos. 
“He sido escritora toda mi vida. Como escritora, incluso de niña, mucho antes de que empezara a publicar lo que escribía, siempre tuve la sensación de que el significado radicaba en el ritmo de las palabras, las frases, los párrafos, una técnica para contener lo que pensaba o creía tras un refinamiento cada vez más impenetrable. Soy o he llegado a ser la forma en la que escribo”, señaló en El año del pensamiento mágico.
Tumblr_ljllmvUzoy1qit84co1_400Después de la guerra volvió a California, donde nació, y muy joven se fue a Nueva York para trabajar en la revista Vogue, donde fue editora y crítica de cine. Ha hecho guiones cinematográficos, novelas y ensayos. Desde hace muchos años colabora en The New York Review of Books y siempre ha demostrado ser una de las mejores exponentes del llamado “Nuevo Periodismo.” Sin embargo, no es muy común asociar su nombre a escritores de non fiction como Gay Talese, Norman Mailer o Tom Wolfe. Quizá por esto, el editor Claudio López de Lamadrid se dio a la tarea de elaborar una vasta antología de sus ensayos y reportajes para el público hispanoparlante en Los que sueñan el sueño dorado (Mondadori, 2012).
Hay crónicas de viaje y de la contracultura de los años sesenta, narraciones extraordinarias de crímenes y guerrillas, como la de El Salvador a principios de los años ochenta del siglo pasado. En 1982 Didion llegó al país centroamericano y en dos semanas supo captar la esencia de la lucha armada (“ahí entendí el mecanismo exacto del terror”) y escribió un libro-reportaje, Salvador, que sacude al lector al describir la macabra realidad con un estilo ágil, claro y sencillo (“No hay nada más difícil que la aparente facilidad, como lo hacía Hemingway”). Pero también se ha ocupado de los principales aspectos que permiten entender a la sociedad estadounidense contemporánea. En Miami, por ejemplo, reflexiona acerca de la migración y el exilio, la pasión, la hipocresía y la violencia política.
Hoy, sin embargo, esta mujer menuda y frágil, que a pesar de haber ido al nutriólogo “para ganar peso” no lo ha logrado, se siente vieja. Es decir, cada vez más frágil. Es decir (siempre según ella) inservible. “Me encuentro cada vez más enfrascada en esta cuestión de la fragilidad”, dice en Noches azules. “Tengo miedo a caerme por la calle. Me imagino a mensajeros en bicicleta que me tiran al suelo. (…) cuando mis conocidos me preguntan cómo estoy ahora, oigo una inflexión nueva en sus voces, una inflexión que antes no oía y que cada vez me resulta más angustiante, casi humillante: esos conocidos parecen preguntarlo con impaciencia, medio preocupados y medio irritados, como si ya no les interesara la respuesta. Como si todos supieran perfectamente que la respuesta va a ser una queja. Tomo la determinación de que, si me preguntan cómo estoy, sólo voy a decir cosas positivas.” Ap2_custom-5s6-c30

El País

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