La frágil Joan Didion

Por: | 03 de junio de 2013

Joan-didion
En marzo de 1966, en la Maternidad del Saint Jon´s Hospital de Santa Mónica (California), los médicos le preguntaron a Joan Didion y a su esposo, el escritor John Gregory Dunne, cuál sería el nombre del bebé que iban adoptar. Sin dudar y al unísono, los dos respondieron: “Quinta Roo.” Meses antes, en un viaje que ambos hicieron a México, habían visto un mapa del país y el nombre de ese territorio les llamó la atención. “Si un día tenemos una hija”, se prometieron, “la llamaremos así.” Quintana creció sabiendo que era adoptada, se dedicó a la fotografía, se casó y murió unos meses después que su padre, a los 39 años. Los decesos, tan repentinos y consecutivos, representaron la mayor etapa de sufrimiento en la vida de Joan Didion y, al mismo tiempo, fueron el catalizador de una prosa desgarrada y potente.
La tarde del 30 de diciembre de 2003, la pareja de escritores fueron al hospital a visitar a su hija, que llevaba cinco días en la Unidad de Cuidados Intensivos por una neumonía y un choque séptico. Volvieron a su casa, encendieron la chimenea, prepararon la cena y, hacia las nueve de la noche, pusieron la mesa. De repente, cuando Joan Didion revolvía la ensalada, su esposo se desplomó. ¿Se había atragantado? Era algo más serio. Didion llamó una ambulancia. Los paramédicos intentaron revivirlo, lo llevaron a toda prisa al hospital pero John Gregory Dunne murió en el camino. 
Y del dolor por la pérdida nació uno de los libros más celebrados de Joan Didion: El año del pensamiento mágico. Durante ochenta y ocho días escribió sin parar con la esperanza, en el fondo, de que su marido volviera. Los antropólogos y los psiquiatras hablan del “pensamiento mágico” cuando se refieren a la actitud mental de la gente que cree que sus pensamientos pueden influir en el desarrollo de los acontecimientos. Didion, por ejemplo, se negaba a tirar los zapatos de su esposo porque consideraba que al guardarlos él volvería a por ellos.
Tumblr_m9tpr9Sk1U1qakihwo1_500En 2005 la autora estaba recorriendo varias ciudades de Estados Unidos para promocionar el libro y una notica volvió a aniquilarla: su hija había sufrido una embolia pulmonar que se complicó y le provocó la muerte. El duelo duró más tiempo y, una vez más, Didion escribió sobre la muerte, sobre la experiencia de ser madre y, sobre todo, acerca de enfrentarse sola a la vejez. En Noches azules (Mondadori, 2012), un texto corto y contundente, se mezclan los recuerdos con los sentimientos encontrados con la esperanza de que los suyos (y ella) no dejen de existir. “Durante las noches azules uno piensa que el día no se va a acabar nunca. A medida que las noches azules se acercan a su fin (y lo hacen, lo hacen siempre), uno experimenta un escalofrío literal, una visión de enfermedad, en el mismo momento de darse cuenta: la luz azul se está yendo, los días ya se están acortando, el verano se ha ido. Este libro se titula Noches azules porque en la época en que lo empecé a escribir sorprendí a mi mente volviéndose cada vez más hacia la enfermedad, hacia la muerte de las promesas, el acortamiento de los días, lo inevitable del apagamiento, la muerte de la luz, pero al mismo tiempo son su premonición”, escribe en el prefacio.
Confiesa que no se ha adaptado a la vejez y que la escritura de este libro propició una reflexión al respecto. “Cuando comencé a escribir estas páginas, yo creía que iban a tratar de los hijos, de los que tenemos y de los que desearíamos tener (…) Pero a medida que las páginas avanzaban se me ocurrió que su tema real no era para nada los hijos: su tema real era esta negativa a abordar dicha consideración, la negativa a afrontar las certidumbres del envejecimiento, la enfermedad y la muerte. Este miedo. Sólo a medida que las páginas avanzaban entendí que los dos temas eran el mismo.”
Joan Didion era una niña cuando se llevaba a cabo la Segunda Guerra Mundial y buena parte de sus primeros años de vida giraron en torno a las instalaciones militares. Su padre era director financiero de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y, con la familia a cuestas, lo trasladaban constantemente de una ciudad a otra. Estuvo más tempo destinado en Colorado Springs, pero allí era difícil que Joan fuera a la escuela. Así que la niña recorría los alrededores del Hospital Psiquiátrico con el oído atento, memorizaba los diálogos de la gente y luego se basaba en ellos para escribir pequeños relatos. 
“He sido escritora toda mi vida. Como escritora, incluso de niña, mucho antes de que empezara a publicar lo que escribía, siempre tuve la sensación de que el significado radicaba en el ritmo de las palabras, las frases, los párrafos, una técnica para contener lo que pensaba o creía tras un refinamiento cada vez más impenetrable. Soy o he llegado a ser la forma en la que escribo”, señaló en El año del pensamiento mágico.
Tumblr_ljllmvUzoy1qit84co1_400Después de la guerra volvió a California, donde nació, y muy joven se fue a Nueva York para trabajar en la revista Vogue, donde fue editora y crítica de cine. Ha hecho guiones cinematográficos, novelas y ensayos. Desde hace muchos años colabora en The New York Review of Books y siempre ha demostrado ser una de las mejores exponentes del llamado “Nuevo Periodismo.” Sin embargo, no es muy común asociar su nombre a escritores de non fiction como Gay Talese, Norman Mailer o Tom Wolfe. Quizá por esto, el editor Claudio López de Lamadrid se dio a la tarea de elaborar una vasta antología de sus ensayos y reportajes para el público hispanoparlante en Los que sueñan el sueño dorado (Mondadori, 2012).
Hay crónicas de viaje y de la contracultura de los años sesenta, narraciones extraordinarias de crímenes y guerrillas, como la de El Salvador a principios de los años ochenta del siglo pasado. En 1982 Didion llegó al país centroamericano y en dos semanas supo captar la esencia de la lucha armada (“ahí entendí el mecanismo exacto del terror”) y escribió un libro-reportaje, Salvador, que sacude al lector al describir la macabra realidad con un estilo ágil, claro y sencillo (“No hay nada más difícil que la aparente facilidad, como lo hacía Hemingway”). Pero también se ha ocupado de los principales aspectos que permiten entender a la sociedad estadounidense contemporánea. En Miami, por ejemplo, reflexiona acerca de la migración y el exilio, la pasión, la hipocresía y la violencia política.
Hoy, sin embargo, esta mujer menuda y frágil, que a pesar de haber ido al nutriólogo “para ganar peso” no lo ha logrado, se siente vieja. Es decir, cada vez más frágil. Es decir (siempre según ella) inservible. “Me encuentro cada vez más enfrascada en esta cuestión de la fragilidad”, dice en Noches azules. “Tengo miedo a caerme por la calle. Me imagino a mensajeros en bicicleta que me tiran al suelo. (…) cuando mis conocidos me preguntan cómo estoy ahora, oigo una inflexión nueva en sus voces, una inflexión que antes no oía y que cada vez me resulta más angustiante, casi humillante: esos conocidos parecen preguntarlo con impaciencia, medio preocupados y medio irritados, como si ya no les interesara la respuesta. Como si todos supieran perfectamente que la respuesta va a ser una queja. Tomo la determinación de que, si me preguntan cómo estoy, sólo voy a decir cosas positivas.” Ap2_custom-5s6-c30

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Maravillosa Didion. Inquietante, angustiosos pasajes, pero nunca indiferente. Es necesario buscar el momento adecuado para leer ambos libros (Noches Azules, El año del pensamiento mágico), pero una vez que acabas uno le sigue el otro, y nunca te olvidas de ellos.

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Periodista en Serie

Sobre el blog

Las “víctimas” de un periodista en serie son muchas y constantes. No tiene relación con ellas. Las elige al azar y sin que tengan conexión unas con otras, en un área geográfica determinada, como Iberoamérica. Les arrebata su historia y la hace pública sin ningún pudor. No planea “entregarse” ni realizar “ataques suicidas.” Este blog es su particular SALA DE RETRATOS. Pasen y lean.

Sobre el autor

Víctor Núñez Jaime es un escribidor de historias. Estudió periodismo y literatura hispanoamericana. Sabe que el periodismo es más de nalgas que de cabeza, porque hay que estar sentado durante largos ratos escribiendo, corrigiendo... Es autor de tres libros: Un periodista ante el espejo, Los que llegan. Crónicas sobre la migración global en México y Una cabrona de Tepito. Ha ganado, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Cultural (México) y el Premio a la Excelencia Periodística de la sociedad Interamericana de Prensa. Con libreta y pluma en mano, sale a por las historias. Contrasta estadísticas con los testimonios de la gente. Visita a los escritores y periodistas de renombre. Está obsesionado con el buen uso del idioma español. Le apasiona leer y estudiar. Devora libros. Él es lo que ha leído. Y también lo que ha escrito.

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