Periodista en Serie

Sobre el blog

Las “víctimas” de un periodista en serie son muchas y constantes. No tiene relación con ellas. Las elige al azar y sin que tengan conexión unas con otras, en un área geográfica determinada, como Iberoamérica. Les arrebata su historia y la hace pública sin ningún pudor. No planea “entregarse” ni realizar “ataques suicidas.” Este blog es su particular SALA DE RETRATOS. Pasen y lean.

Sobre el autor

Víctor Núñez Jaime es un escribidor de historias. Estudió periodismo y literatura hispanoamericana. Sabe que el periodismo es más de nalgas que de cabeza, porque hay que estar sentado durante largos ratos escribiendo, corrigiendo... Es autor de tres libros: Un periodista ante el espejo, Los que llegan. Crónicas sobre la migración global en México y Una cabrona de Tepito. Ha ganado, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Cultural (México) y el Premio a la Excelencia Periodística de la sociedad Interamericana de Prensa. Con libreta y pluma en mano, sale a por las historias. Contrasta estadísticas con los testimonios de la gente. Visita a los escritores y periodistas de renombre. Está obsesionado con el buen uso del idioma español. Le apasiona leer y estudiar. Devora libros. Él es lo que ha leído. Y también lo que ha escrito.

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Johan Galtung, el pacificador

Por: | 30 de diciembre de 2013

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Consciente de que cumpliría la mayoría de edad y tendría que realizar el servicio militar, Johan Galtung (Oslo, Noruega, 1930) optó por hacer una propuesta: cambiarlo por un servicio social para el desarrollo y la paz. “Me negué a dar mi tiempo a la milicia y aceptaron mi propuesta. Yo vengo de una clase alta en la sociedad donde la crítica no es suficiente y hay que hacer algo constructivo”, dice. Desde entonces, ha pasado gran parte de su vida sumergido en los conflictos internacionales como un buzo pasa gran parte de la suya sumergido en el agua. Y sus esfuerzos se han concentrado en alcanzar la paz, en poner a prueba a los Estados y a los sectores que los integran y, al mismo tiempo, a sí mismo. En 1959 Galtung fundó el Internacional Peace Research Institute y un lustro después el Journal of Pace Research. Ha mediado más de 50 conflictos internacionales entre los que destacan Ecuador-Perú, Afganistán, Ruanda, Irak, Israel-Palestina, Colombia, Ulster (Irlanda del Norte). Ha publicado más de un centenar de libros sobre “pedagogía de la paz” y ha sido profesor visitante en los cinco continentes. Es director de Transcend, una organización de alcance global con más de 300 miembros en 80 países y rector de Transcend Peace University. Uno de los conflictos en donde más se ha involucrado Galtung es en e del País Vasco. “A mi juicio, el conflicto se resolvería con un federalismo avanzado: muchísima autonomía para el País Vasco, pero dentro de España. Además, —continúa— es necesario constituir una entidad vasca española-francesa, como lo ocurrido antes en Andorra, hoy un país independiente. Por ahora no es una necesidad que el País Vasco sea independiente, pero sí que puedan manejarse con su propio idioma.” Las pupilas de sus pequeños ojos claros se mueven con rapidez detrás de sus lentes. A veces parece idealista o soñador, pero desmiente tal impresión con ejemplos convincentes. Entonces recuerda el conflicto fronterizo entre Perú y Ecuador. “Yo intervine y mi mediación costó sólo 125 dólares. En cambio, lo que costaron los ejércitos y los muertos… incalculable. La mediación fue exitosa porque tuve una idea muy sencilla, pero llena de creatividad que es lo que hace falta en un conflicto: construir una zona binacional con un parque natural, lo cual no es propiamente una frontera. Lo principal aquí fue que las partes en conflicto tuvieran una mente abierta para aceptar un mediador. La zona ahora funciona muy bien y se utiliza ese tipo de frontera no como una línea de división, sino como una línea de encuentros y de pequeños mercados.” Durante sus viajes por el mundo, en los que se mueve en ocho idiomas, Galtung investiga, media, asiste, escucha y enseña. Asegura nunca olvidarse de desarrollar su creatividad, autocrítica, realismo, empatía, negociación, paciencia, constancia. “Yo soy representante de la diplomacia ONG, una diplomacia que no tiene cantidades enormes de dinero ni bombas, sólo ofrece diálogo y buenas ideas. Por lo tanto, es difícil pero no imposible imponernos.”

 

Carlos Fuentes: "¡Que chingue a su madre el público!"

Por: | 23 de diciembre de 2013

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Vuelta al pensamiento de Carlos Fuentes en 80 (breves y representativos) episodios (extraídos de sus libros, discursos, ponencias y entrevistas).

1.- Profesión: escritor, es decir, escudero de don Quijote.
2.- Creí desde muy temprano en los vasos comunicantes: entre culturas, entre géneros, entre individuos.
3.- La imaginación nos permite extender los brazos hacia los mundos perdidos, los mundos míticos, los mundos olvidados de los que todos descendemos.
4.- El arte da voz a lo que la historia ha negado, perseguido o silenciado. El arte rescata a la verdad de las mentiras de la historia.
5.- El orden es la antesala del horror.
6.- México es mi herencia, pero no mi indiferencia; la lectura que nos da sentido y continuidad a los mexicanos es algo que yo he querido merecer todos los días, en tensión y no en reposo.
7.- La lengua de la conquista fue también la de la reconquista, y sin la lengua de la colonia no habría la lengua de la independencia.
8.- Nuestra imaginación política, moral, económica, tiene que estar a la altura de nuestra imaginación verbal.
9.- La locura de don Quijote y su descendencia es una santa locura: es la locura de la lectura.
10.- No hemos terminado nuestra aventura. No la terminaremos mientras seamos objeto de la lectura, de la imaginación, acaso del deseo de los demás. No moriremos —Quijote, Sancho— mientras exista un lector que abra nuestro libro.
11.- Sin nuestra memoria, que es el verdadero nombre del porvenir, no tenemos un presente vivo: un hoy y un aquí nuestro, donde el pasado y el futuro, verdaderamente, encarnan.
12.- La novela, para ganarse el derecho de criticar al mundo, comienza por criticarse a sí misma: la interrogante de la obra produce la obra.
13.- ¿Existe narrador que no sea hijo de Scherezade, es decir, de la mujer que cada noche cuenta un cuento más para ver una mañana más y aplazar sí, la muerte?
14.- Como yo crecí en dos culturas, la hispanoamericana y la anglosajona, gocé de dos listas de lecturas: El corsario negro y El capitán Sangre; Las tardes de la granja y las rimas de Mary y su cordero de Dios. Claro, estaban los autores que fertilizaban todas las culturas y realmente nos abrían la imaginación: Stevenson, Jule Verne, Dumas, Mark Twain.
15.- El monje Hugo de Saint Victor, dijo más o menos lo siguiente: el hombre que se siente perfectamente a gusto sólo en su tierra no es sino un tierno principiante. El que se siente cómo en todas partes ya es mejor. Pero sólo es perfecto quien se siente un extraño en todos los lugares que visita. Yo pertenezco al segundo grupo.
16.- Creo que se empieza a escribir porque una intuición urgente nos pide que reunamos las palabras y las cosas, todo lo dividido y lo disperso de este mundo.
17.- Los escritores no sólo reflejamos la realidad; la creamos, añadimos una realidad que la realidad antes no tenía: la novela, el poema, el ensayo.
18.- Como estudiante, viví la vida de la Facultad de Derecho de la Universidad de México en los cincuenta. Quizás ninguna otra experiencia me ha marcado más que esta de pertenecer a una generación de compatriotas que compartimos ideas, lecturas y, sobre todo, maestros.
19.- La novela latinoamericana contemporánea debe su fuerza a que unió dos tradiciones, creando una nueva: la de la preocupación inseparable por el estado del arte y el estado de la ciudad.
20.- Yo me siento parte de un flujo lingüístico que viene de los tiempos prehistóricos y que, si culmina en un Cortázar, un García Márquez o un Vargas Llosa, incluye también a Agustín Lara y al autor de Mafalda.
21.- Faulkner es el gran maestro moderno del libro que es búsqueda del libro. Esto quiere decir que no hay novela sin desplazamiento, o sea, sin riesgo.
22. Me pregunto si un evento que no es narrado ocurre en la realidad. La narración disputa el orden de las cosas. El silencio lo confirma.
23.- Que chinge a su madre “el público”. No hay lector que valga si no es un lector inexistente al ser escrito el libro. Un lector buscado y ganado, en otras palabras. La novela surge en nombre de ese lector potencial. Es, por ello, una novela potencial también.
24.- La ciudad de México es mi ciudad imaginaria, la muralla medieval que ciñe mi expansionismo barroco, renacentista.
25.- México será un país maduro el día que haya una estatua de Hernán Cortés en el Paseo de la Reforma.
26.- Yo confío en que Cristóbal Nonato sea leído como un exorcismo más que como una profecía, aunque creo que, más bien, el novelista trata de exorcizar los males y acaba profetizándolos.
27.- Oponer la imaginación a la realidad, como hace Cervantes, y convertir a la imaginación misma en la crítica de la sociedad es extraordinario; es lo más moderno y revolucionario que ha ocurrido en la historia de la novela. Por eso soy cervantino.
28.- Una familia lejana para mí es una novela muy clave porque, en cierto modo, es la novela sobre mis procedimientos artísticos.
29.- Si la palabra y la realidad se identificasen, el mundo se acabaría, el universo ya no sería perfecto. La literatura es una herida por donde mana el indispensable divorcio entre las palabras y las cosas.
30.- Hay un tiempo finito en el que escribes con la esperanza de que haya un tiempo infinito en el que lees.
31.- Junto con Cervantes y Faulkner, Balzac es el novelista que más me ha influido.
32.- Lo que no tenemos lo encontramos en el amigo.
33.- Hombre cálido, amigo incomparable, dueño de un humor único, recuerdo con intenso cariño y como uno de los privilegios de mi vida, las horas pasadas a lado de Buñuel (...) y todo ello con el vaso de buñueloni en la mano. Receta: mitad de ginebra inglesa, un cuarto de Cárpano y un cuarto de Martini dulce.
34.- La presencia misma de la imagen cinematográfica, la creación que inspira y la mitología que crea son, acaso, las huellas más hondas de la identidad de nuestro tiempo.
35.- El elogio del amor como realidad o aspiración suprema del ser humano no puede ni debe olvidar la fraternidad del mal aunque, en esencia, la supera en la mayoría de los casos.
36.- Paso la mitad del año en Londres porque allí escribo mucho: me levanto a las cinco de la mañana, escribo de seis a 12; tengo un día muy pleno para leer y escribir sin interrupciones... Miro hacia fuera y el clima es tan malo que no dan ganas de salir; la comida es muy mediocre y tampoco da ganas de salir; la gente es muy fría... Es perfecto para escribir. Llego a México, donde paso la mitad del año, y entonces me meto en las amistades, la política, las entrevistas, las conferencias ante el público, el contacto con los jóvenes... Son dos vidas distintas, aunque una es tan productiva como la otra.
37.- Yo poseo una concepción del tiempo que convierte el pasado en memoria.
38.- Tuve relación muy intensa con Octavio Paz hasta que él decidió romperla a finales de los ochentas. Sus razones tendría, pero ya no nos vimos más.
39.- Hemos vivido un siglo que nos tiene que dejar un sabor muy amargo, porque nunca fue tan grande el adelanto técnico y científico en la Historia de la humanidad, pero nunca fue tan grande también el retraso moral y político, el abismo y la ciencia y la tecnología respecto a la política y la moral.
40.- Desde Colón (inventor de ese subgénero literario conocido como Realismo Mágico Latinoamericano), América ha vivido del divorcio entre sueño y realidad.
41.- Portamos lo que somos en dirección a lo que queremos ser.
42.- El melodrama y el progreso están ínti¬mamente relacionados.
43.- Somos el espejo de nuestro lenguaje.
44.- A partir del Quijote se puede recrear el mundo. Como si el mundo estuviese siempre a un paso de la catástrofe y sólo la palabra pudiese salvarlo, la imaginación sostenerlo y la acción proyectarlo.
45.- Creo en Dios, porque si Dios existe, salgo ganando, y si no existe, no pierdo nada.
46.- Yo con mucho gusto iría a escupir sobre ciertas tumbas pasadas o futuras.
47.- Los celos matan el amor, pero no el deseo. Éste es el verdadero castigo de la pasión traicionada.
48.- La catástrofe aniquila y aísla. La catarsis permite que la falta se repare en el seno de la comunidad.
49.- Para mí la modernidad empieza en el momento en que don Quijote sale de su aldea, de su refugio de libros, y se lanza a ver el mundo: sale impulsado por la lectura y termina actuando su propio texto.
50.- Amo y escribo para obtener una victoria pasajera sobre la inmensa y poderosísima reserva de lo que está allí pero no se manifiesta.
51.- Si la Tierra es redonda, ¿por qué no habrá de serlo una narración? La línea recta es la distancia más larga entre dos palabras.
52.- Yo siempre he tratado de colocar mis novelas en este crucero donde el destino personal y el destino histórico se encuentran... Yo no creo en las novelas flacas, anémicas: creo en las novelas gordas, ricas, amorosas, comilonas...
53.- El escritor mantiene la novedad del pasado, no sólo la del porvenir. Sin la novela, sin el texto literario, no se entiende el texto histórico.
54.- Un libro, un poema, una película, un ritmo musical, una obra de arquitectura, nos dicen: esto somos. Esto podemos lograr. Esto nos falta por hacer. Esto es lo que nos gustaría ser y hacer.
55.- Nietzsche advirtió que la historia y la felicidad rara vez coinciden, y el siglo XX se encargó de demostrar¬lo.
56.- No hay culturas puras. Todos descendemos de encuentros migratorios. Cuando excluimos, perdemos. Cuando incluimos, ganamos. Y jamás reconoceremos nuestra propia humanidad si antes no la reconocemos en los demás.
57.- Yo siempre he visto cada una de mis novelas como parte inseparable de un conjunto. Ese conjunto se titula “La edad del tiempo”.
58.- La vida auténtica del pa¬sado es la memoria y la vida autén¬tica del futuro es el deseo.
59.- El imperio de la violencia es infinito; puede ser tan grande como la naturaleza —imaginemos, lo ruego, este horror: una violencia tan grande que se vuelve sinónimo de la naturaleza—. Sólo pueden disiparlo tres consejos: no admires el poder, no detestes al enemigo y no desprecies a los que sufren.
60.- Creo que hoy, a medida en que la sociedad civil va ganando espacios en América latina y se manifiesta con una voz propia, el escritor tiene menos representatividad que en el pasado. Pero le queda una enorme responsabilidad que es la de ser un buen ciudadano, la de ejercer su ciudadanía.
61.- El lenguaje mexicano está lleno de diminutivos y de subjuntivos a fin de defenderse.
62.- No se puede vivir en el mundo actual sin tener la preocupación por el otro y no digamos ya en América Latina y en una población como México donde la mitad de la gente vive en la miseria.
63.- Machado, el brasileño milagroso, nos sigue descifrando porque nos sigue imaginando, y nos imagina para recordarnos que nuestra verdadera identidad iberoamericana se llama imaginación literaria y política, social y artística, individual y colectiva.
64.- Me dirijo en primer lugar a los mexicanos. Si los libros llegan a los americanos, qué suerte; pero resulta que llegan mucho a los franceses.
65.- Necesitamos tiempo. Tiempo para transformar la experiencia en conocimiento. Tiempo para reparar el daño que la ambición, el desdén, los usos del poder y la pura indiferencia han infligido a nuestras visas. Tiempo para la imaginación. Tiempo para vivir nuestras muertes. Tiempo para morir nuestras vidas.
66.- La continuidad cultural de Iberoamérica contrasta brutalmente con las fracturas de nuestra vida política y los fracasos de nuestra vida económica.
67.- Crisis en chino es un ideograma que quiere decir dos cosas: peligro y oportunidad. Estamos en eso.
68.- Hay personajes de las clases superiores de México y América Latina, muy desagradables. Gente prehistórica que cree que se lo merecen todo y ésa es una actitud espantosa, más en países como México en los que la mitad de la gente vive en la pobreza. Esa arbitrariedad y esa soberbia es lo que engendra grandes explosiones de insatisfacción, de furia y de venganza.
69.- A veces hay grupos de estudiantes que me lanzan a Presidente, pero yo les contesto como contestó García Márquez, una vez que le dijeron "Bueno, Vargas Llosa se lanzó de presidente del Perú. Usted ¿por qué no hace lo mismo?". Y García Márquez respondió: "No, porque yo sí gano".
70.- Se puede imaginar la familia más perfecta y feliz y siempre encontrará una oveja negra, ésa es la sal y pimienta de nuestras familias.
71.- El rock tiene mucho que ver con el coro griego porque es quizá el coro de la sociedad actual, lo que cantan todos los muchachos y es como se identifican colectivamente. Frente a las grandes estrellas, los políticos y los individuos está la gran masa que se manifiesta a través del coro.
72.- Si todas las mujeres que he querido se resumen en una sola, la única mujer que he querido para siempre las resume a todas las demás. Ellas son las estrellas. Silvia es la galaxia misma. Ella lo contiene todo.
73.- Uno cree que supera el dolor mediante la creación pero es cierto sólo hasta cierto punto, hay un momento en que no hay nada que atenúe ese dolor. Esto es algo que rara vez le pasa a una familia, perder a ambos hijos, y es más duro todavía para Silvia, mi mujer, más duro incluso que para mí.
74.- ¿De qué me sirve rebelarme contra el destino? Lo que tengo que hacer es sentarme a escribir, que es una forma de rebelión contra el destino siempre.
75.- La muerte es una cabrona que nunca dice a qué horas va a llegar y no tiene fechas. Yo estoy encasillado emocionalmente entre dos Carlos: mi hijo que era poeta y pintor, un chico de mucho talento, y mi tío Carlos que también murió a los 21 años y dejó una obra poética considerable. De manera que estoy entre las dos personas que me dieron mi nombre, uno antes y otro después, y los tengo muy presentes cuando escribo, estoy en cierto modo ¿qué pretensión, no? supliéndolos. Sé que no los puedo suplir pero los tengo presentes.
76.- Yo me quedo con los poderes de la memoria para todo. No podría escribir en mi lengua si no tuviera la memoria de la lengua, de lo que me ha precedido, todos somos hijos de la tradición literaria, no podríamos escribir en la propia lengua sin sus antecedentes. No podría escribir sin Cervantes y Quevedo y Góngora.
77.- En nuestras sociedades la violencia se manifiesta con hechos, no con palabras. Darle lenguaje a lo no dicho es una de las posibles contribuciones del escritor.
78.- Creo que un escritor cumple con su obligación social mediante la imaginación y el lenguaje. Una sociedad sin lenguaje, sin imaginación, es una sociedad que perece presa de las peores catástrofes. Por algo Hitler y Stalin mandaban quemar libros, encarcelar escritores.
79.- Nunca he hecho más que lo que siento que debo hacer, independientemente de los premios.
80.- Al lector no quiero decirle nada, quiero que él me diga algo a mí, que me responda a través de la lectura, sino para qué publico. ¿Qué me dice el lector a mí? Yo ya sé lo que traté de decir, pero no sé lo que dije hasta que el lector me responda. ¿Adónde va el barquito de papel que uno pone en las aguas del río? ¿Cómo va a ser recibido, cómo lo van a leer? Ése es el gran misterio de la escritura y la gran exposición del escritor. Soy vulnerable, estoy abierto, tengo el pecho aquí, ¡tiren!, ¡balaceen! o ¡láncenme flechas!, ¡Cupido, por Dios!

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Luis García Montero, la experiencia sentimental

Por: | 16 de diciembre de 2013

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Luis García Montero era un adolescente cuando se acercaba con frecuencia a la casa de Federico García Lorca, en Granda. Habían pasado más de tres décadas del asesinato del poeta y la casa, en la Huerta de San Vicente, permanecía cerrada, “como si fuera una metáfora de una ciudad que había sido liquidada por la Guerra Civil.” Luis entabló amistad con María y Evaristo, los cuidadores de la vivienda, y ellos lo dejaban pasar. El futuro escritor llegaba con la devoción del que va al lugar sagrado y entraba con mucho cuidado, “y un respeto casi reverencial”, al dormitorio del autor de Romancero gitano. “Me ilusionaba pensando en que ahí Lorca había escrito sus poemas. Todo estaba como él lo dejó: su escritorio, sus libros, los dibujos de Picasso, de Alberti… sus cosas.” De esta manera, Luis García Montero elegía su pasado. Porque sabía que para fundar un mundo propio necesitaba encontrar influencias. Así que bajo el influjo de García Lorca decidió ser poeta. En el ocaso de los años setenta del siglo pasado escribió su primer poemario (Y ahora ya eres dueño del Puente de Brooklin), se presentó al Premio García Lorca y lo ganó. Su destino ya estaba trazado. En 1983 unió su firma a la de Javier Egea y Álvaro Salvador, también poetas granadinos, en un manifiesto: “La nueva sentimentalidad.” El texto se basaba en una reflexión de Antonio Machado: para llegar a una nueva poesía acorde con los tiempos es necesaria una nueva sentimentalidad. “Nosotros estábamos comprometidos políticamente pero no nos gustaba la literatura panfletaria”, recuerda ahora Luis García Montero mientras enfatiza con las manos lo que dice. “Era una época en que la intimidad no tenía prestigio. En cuanto escribías un poema amoroso te podían llamar “pequeño burgués.” Bueno, nosotros escribíamos poemas amorosos y, al mismo tiempo, estábamos muy comprometidos. Entonces vino en nuestra ayuda la reflexión de Antonio Machado. Él decía que la sensibilidad cambia a la especie a lo largo de los siglos, pero la sentimentalidad pertenece a la historia: la manera que tenemos de amarnos, se sentir miedo, alegría… Todo depende de nuestra educación sentimental. Y un poema verdaderamente nuevo es el que responde a la educación sentimental. Eso nos sirvió para vivir nuestro compromiso político sin renunciar a nuestra poesía. Porque una de las grandes tareas de la poesía a lo largo del siglo XX ha sido la emancipación de los sentimientos, de la intimidad.”  La totalidad de su obra poética está concebida, además, como un espacio público, un lugar de diálogo. Una constante discusión entre el individuo y sus vínculos: lo que le interesa y le afecta. Con instantáneas de su vida busca interpretar la realidad e interpelar al lector. Bajo esa concepción  también ha elaborado profundos ensayos literarios y artículos periodísticos, sin olvidar las letras de canciones para Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat o Miguel Ríos. Y si se animó a escribir narrativa fue porque vio en la vida de un poeta toda una novela. Ángel González (1925-2008) formó parte de una familia duramente marcada por la Guerra Civil y García Montero lo contó en Mañana no será lo que Dios quiera (Alfaguara, 2009), un libro al que el Gremio de Libreros de Madrid le otorgó el Premio al Libro del Año. Luego, en Una forma de resistencia (Alfaguara) nos habló de él mismo y de su relación con los otros a partir de las cosas.

2012110518292442222“LOS BANQUEROS CUENTAN sus beneficios, los políticos sus votos y los poetas sus cosas.” Bajo esta premisa, una mañana, el autor amanece convertido en una copa de cristal. Y entonces comienza a entender el vocabulario de las cosas. Interactúa con la butaca en la que es capaz de avanzar… a través de las preguntas, una pluma Montblanc que le regaló Francisco Ayala (y nunca ha utilizado), unas gafas con las que mira dentro de sí mismo… cuando las pierde, ropa que pertenece a la dueña de su desnudo (su esposa), unas sandalias con las que anduvo por El Cairo, una nevera que le ayuda a comprender a quienes lo visitan, el primer disco que se compró (de Serrat), un paquete de tabaco Goya (que fumaba su padre), el libro que siempre tiene cerca (Las mil mejores poesías de la lengua castellana), los periódicos que a veces le dicen muchas mentiras, una Torre Eiffel comparada en su primer viaje a París que le desencadena una reflexión lapidaria: “España no es diferente, pero tiene mala suerte. Ha llegado a ser igual que Europa cuando Europa se está desmantelando”; una cama con más matices que los sexuales, los cuadernos en donde anota de todo, el despertador que alcanza sus sentimientos y desata sus sentidos, la escoba que le recuerda el humor de Jaime Gil de Biedma, la fotografía en la que aparece con una vieja gabardina en medio de una manifestación, el carné político, la corbata de colores llamativos que le regaló Rafael Alberti y le recuerda a la selva y al Caribe, el vaso azul donde almacena pedacitos de barbarie, las chapitas de manifestaciones y mítines, la factura del hotel donde pasó la primera noche con el amor de su vida. Cosas. Cuando Luis García Montero releyó Las uvas de la ira, de John Steinbeck, se le quedó grabada la parte en la que los granjeros de Oklahoma, víctimas de la sequía y los bancos, se ven obligados a irse a California y tienen que escoger con cuidado las cosas que han de llevarse. Con ese episodio en mente, cuenta en el libro, “en los sábados de reflexión, con esa capacidad de amor que sólo tienen los solitarios, necesito contar y recontar mis cosas. No pierdo el tiempo, me pierdo en el tiempo de mis habitaciones.” Son relatos cortos en los que utiliza la literatura para resaltar lo que se enreda en los objetos. “Los escritores vamos por la calle buscando síntomas, metáforas de la realidad en la que vivimos. Y últimamente me encuentro mucho con la metáfora del vertedero. Vivimos en una sociedad de usar y tirar: compramos más de lo que necesitamos y por eso acabamos llenando los cubos de basura. Pero también se usa y se tira a las personas. En España hay mucho paro porque a los seres humanos se les usa y se les tira. No hay problema en dejar a alguien de 50 años, con toda la experiencia, en la calle para contratar a un joven y explotarlo. Vivimos en una sociedad que tira los valores… Frente a eso, cuento las cosas que me resisto a tirar. Evoco los cuidados que se tiene a la hora de limpiar los objetos, por ejemplo.”

1299126897256monterodnLUIS GARCÍA MONTERO parece tímido pero no lo es. Habla de poesía, de literatura, con la boca atestada de signos de exclamación, el corazón lleno de sentimientos y gestos convincentes. Cuando camina por la calle se fija en episodios que simbolicen a la sociedad en la que vivimos. “Luego trabajo esa experiencia hasta potenciarla literariamente, hasta llevarla al terreno de la conciencia y los sentimientos. Me gusta utilizar la poesía para conocerme a mí y al mundo en el que vivo.” Pero reconoce que para escribir carece de algo que muchos de sus colegas consideran fundamental: disciplina. “La literatura no sólo tiene de inspiración y talento, sino también de disciplina y concentración. Y yo vivo demasiado cerca de la puerta de la calle. Me gusta viajar, me gusta acudir a la llamada de los amigos. Rompo mi trabajo con bastante frecuencia. Soy menos disciplinado de lo que debiera. Eso es un problema que no puedo solucionar. A veces siento que no tengo el talento que quisiera o la creatividad que quisiera. Pero uno hace lo que puede.”    El militante de Izquierda Unida, esposo de la escritora Almudena Grandes, padre de tres hijos, profesor en excedencia de la Universidad de Granada, defensor a ultranza del sentimiento, poeta que siente y hace sentir, se define como un aprendiz en la narrativa. “Quizá necesito aprender a crear intrigas o a darle personalidad a los personajes. Porque estoy más acostumbrado a mi mundo como poeta, que es la creación de un mundo personal que todo lo devora y todo lo ve con los ojos de la intimidad. Soy un lector de novela muy asiduo. Soy lector de Juan Marsé. De Mario Vargas LLosa, de García Márquez… narradores que me han formando y mantienen en mí la llama del relato. Y de Almudena Grandes, claro. Almudena y yo somos nuestros primeros lectores. Porque tenemos confianza para decirnos lo que no nos gusta. Pero si alguna opinión no nos convence pues no hacemos caso y no nos enfadamos. Yo admiro mucho a Almudena, me parece una de las narradoras más fuertes de nuestra lengua en este momento. Los poetas solemos tener el orgullo de la palabra bien dicha y desconfiamos mucho de los best sellers. Yo no podría vivir con una escritora de best sellers a la que no admirara. Porque aprendo mucho de ella. Es una narradora de primera calidad.” García Montero —el pantalón vaquero, la camisa marrón, la americana azul marino arrinconada por culpa del calor— habla en el salón de un hotel del centro de Madrid donde su editorial le ha organizado un “maratón de entrevistas.” Cada tanto, suena el móvil que tiene sobre una mesilla. Pero no le hace caso y continúa respondiendo preguntas. —No es común que un poeta de éxito. Usted, sin embargo… —Mira —interrumpe. Los poetas españoles no podemos quejarnos. Hay algunos factores que lo justifican: la labor de los poetas y los cantautores hizo que la poesía formara parte de la educación sentimental de la gente. Por otra parte, hay una tradición de poesía cívica que intenta escribir en el lenguaje de todos acerca de los problemas que afectan a la gente. Es absurdo quejarse de que la gente no lee poesía si la poesía no le habla a la gente. Porque hay poetas que escriben para otros poetas, no para la gente. Además, en España, y en México por ejemplo, ha habido un diálogo entre tradición y modernidad. Ha habido un equilibrio entre la vanguardia y la tradición. Hay poetas que lo han hecho de maravilla: Jaime Gil de Biedma y Ángel González en España o Jaime Sabines y José Emilio Pacheco en México. Hay poetas de obra rigurosa que logran conectar con la gente y se vuelven muy populares. Un gran ejemplo es Jaime Sabines. La unión de la calle con el rigor literario salva a la poesía. Porque la poesía no puede oler a cerrado y a experimento. —¿Y en qué ha consistido su educación sentimental? —Yo me eduqué en Granada en plena dictadura franquista. Para mí crecer generacionalmente era ir en busca de la ciudad que había quedado guardada con la ejecución de Lorca en la Guerra Civil. Ser poeta era inseparable de eso. Para mí la Universidad era participar en la emancipación del ser humano. Esa es mi educación sentimental. Para mí la literatura es inseparable de la conciencia crítica. En una ciudad pequeña, provinciana, pobre… aprendí a identificarme con los más necesitados. Esa es mi educación sentimental. 

José Alfredo sigue siendo El Rey

Por: | 09 de diciembre de 2013

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Que suene el mariachi y destapen el tequila. Que se escuchen las letras desgarradoras e hirientes de José Alfredo. Que se ahoguen las penas de amor. Y que así nos quedemos a gusto. Porque para el cantautor y, por extensión, para el público, era casi imposible disociar sus canciones de las cantinas y del alcohol.
José Alfredo Jiménez murió hace 40 años de cirrosis hepática. Tenía 47 años y más de 200 canciones convertidas por él y otros intérpretes en éxitos internacionales. Nació en Dolores Hidalgo, Guanajuato (centro de México) y era un niño cuando se fue con su familia al Distrito Federal. Ahí creció jugando al fútbol y sirviendo mesas. Un día, en el restaurante donde trabajaba, empezó a tararear melodías con un guitarrista del trío Los Rebeldes. Pronto los músicos lo invitaron a la radio y, desde entonces, su nombre se haría fundamental para el folklore mexicano.
Comenzó a grabar discos, ofrecer conciertos y a participar en películas. Su música encantó al público al instante. Dice el crítico musical Jaime Almeida que José Alfredo era un hombre de su tiempo: “Como macho mexicano atribuyó a las mujeres la causa de la perdición en el alcohol. En su obra se detecta que siempre creyó en la sinceridad incondicional como algo suficiente para sostener una relación exitosa de pareja; y que cuando la relación fracasa la culpable resulta ser siempre la mujer. En sus historias, cuando la amada abandona o elige a otro, brotan fuertes impulsos de venganza y desprecio como defensa contra el dolor y el duelo por la pérdida.” 
El Rey es casi un segundo himno nacional en México y una canción muy conocida a nivel mundial, interpretada por artistas de varias nacionalidades y con ritmos diferentes.
Fue muy importante para carreras como la de Chavela Vargas. Manuel Arroyo, el hombre que llevó a cantante de La llorona a los escenarios internacionales, cuenta la aparición de Chavela en el funeral de José Alfredo Jiménez, cuando ésta se encontraba perdida en el alcohol y ausente del mundo:
Había caído la tarde cuando se escuchó un mariachi. A su frente venía, sin pistola se supone, el “Indio” Fernández. “¡A José Alfredo no se le despide con rezos y llantos!”, tronó el actor famoso, “¡se le despide cantando!”. Nadie osó contradecirlo, y durante más de una hora rindió tributo a José Alfredo aquel mariachi del Tenampa, el mismo que le había acompañado en su última noche de parranda, hacía ya muchos meses, poco antes de ingresar por última vez en el hospital. Mientras sonaba el mariachi la gente seguía desfilando con reverencia y las beatas aguardaban el momento de reanudar sus rezos, que hicieron en cuanto se fueron los músicos de regreso a Garibaldi, y el “Indio” no se sabe a dónde.[...] Una de las amigas que acompañaban a Paloma (esposa del cantautor) le pidió permiso para ordenar que sacasen de allí a aquella mujer, por considerar su actitud irreverente. Pero Paloma se negó: aquella mujer era amiga de su marido y tenía derecho a comportarse como quisiera, no le parecía que estuviese haciendo ningún escándalo. Pasaron horas y la mujer, ausente a todo lo que la rodeaba, seguía cantando recostada en el ataúd. Cuando acabó con la primera botella sacó la que llevaba en el otro bolsillo. Era ya de madrugada cuando se incorporó, y sin despedirse de nadie se fue caminando sola, tan sola como había llegado. Esa mujer era Chavela Vargas.
Las canciones de José Alfredo Jiménez siguen siendo las más frecuentes en las serenatas. ¿Llegará el día en que dejen de ser vigentes?:
Ya llego tu enamorado
el que nunca correspondes,
ya llego hasta la ventana
desde donde tú lo escuchas
pero donde tú te escondes.
(…)
Ya se va tu enamorado
ya se va de tu ventana
no quisiera despedirme
pero sé que aunque no quiera
he de regresar mañana
mientras la pasión me dure
y tu voluntad me aguante
no habrá noche de tu vida
que no vengan mis mariachis
y mi voz a despertare.

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Guillermo Sautier Casaseca, el rey de la lágrima

Por: | 02 de diciembre de 2013

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No había escuelas para formar radiofonistas. Por eso Robert Kieve, un estadounidense que se convirtió en uno de los principales asesores de Radio Madrid, propuso emitir un programa llamado Tu carrera es la radio, al que acudiera gente con talento y con ganas de dedicarse a trabajar en el medio. Un día se presentó un hombre que había sido funcionario civil de la Marina con un guion bajo el brazo. Se llamaba Guillermo Sautier Casaseca y, desde finales de los años 40, comenzó a encandilar a España entera con una sucesión de melodramas.

“El esquema de las novelas de la radio era siempre el mismo: un trío de personajes en torno al cual se desarrollaba la trama, a menudo descabellada, y que podemos llamar con los nombres de la Virtuosa, la Mala y el Ingenuo”, explica la actriz Juana Ginzo. “La Virtuosa era la esposa víctima que encomendaba a Dios la solución de los problemas que le causaba la Mala y sólo ella. Ésta era guapísima, seductora y sin escrúpulos que robaba a aquella el esposo Ingenuo quien, llevado por el pecado de la lujuria y solo por la lujuria, traicionaba a la dignísima madre de sus hijos. No existía ningún análisis de los problemas que vivían los personajes que eran, de una pieza, santos o demonios. Ningún gesto de ternura hacia los demonios. Ni un gramo de grandeza para las malas. En cuanto al Ingenuo, dosis de desesperación por su horrible pecado. No se le concedía ningún momento de placer y mucho menos físico, ¡faltaría más!, sino una vida en el Infierno hasta su arrepentimiento final. Ése era el mensaje que recibían miles y miles de españolas de aquella época. Madres y esposas perfectas. Las otras eran mujeres de la vida que hacían algo tan despreciable como querer apropiarse del hombre que no era suyo. Amor posesivo. La sumisa señora acogía finalmente al arrepentido marido y aquí paz y después gloria. Así eran los seriales.”
RadioescuchaSautier Casaseca comenzó a colaborar en los guiones de Historias de El Retiro y, unos años después, conquistaría a la audiencia con Lo que nunca muere. Pero su consolidación llegaría a partir de 1959 con Ama Rosa, radionovela protagonizada por la propia Juana Ginzo. “Ama Rosa era una sufrida y cristiana madre que va a morir de su primer parto. Es muy pobre y está sola en el mundo. Al saber que se muere, propone algo milagroso al médico que le atiende: dar a su hijo, vivo y sano, al matrimonio que acaba de perder al suyo. Será un secreto entre Rosa, el médico y el marido de la mujer que acaba de dar a luz a un bebé muerto. Ésta no debe saber la verdad. Rosa no muere pero deberá olvidar al niño nacido de sus entrañas que recibirá a cambio todo lo que ella no puede darle: carrera, dinero, posición. En una pirueta increíble, la madre sufridora se convierte en la criada de su hijo, ahora un joven malvado, rico y ambicioso que le hace la vida imposible. Ella lo soporta todo con gran resignación y guarda silencio. Pero el amor de madre triunfa y, ¡más milagros!, al final se conoce la verdad y los buenos triunfan y los malos se convierten en buenos y los que persisten en su maldad son castigados. La propuesta es muy sencilla: en el amor de madre, el más grande, se concentran todos los amores. Amor blanco, virginal, sin conocimiento carnal.”
En la misma línea que Corín Tellado, Guillermo Sautier Casaseca escribió más de 12.000 guiones de seriales radiofónicos (y adaptó algunos de ellos al teatro o al cine) y 72 novelas. Era “una fábrica” de historias lacrimógenas, tramas que entretenían a un pueblo que sobrellevaba con dificultad la posguerra. Murió en 1980 y lo nombraron “el rey de la lágrima.”

  Amarosa

El País

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