Entre los ríos y los bosques del estado de New Hampshire hay un pueblo llamado Cornish. Y en lo alto de una de sus boscosas colinas hay una casa con techo de dos aguas. Más allá, separado por un huerto y un pequeño arroyo, un modesto cuarto de cemento con una claraboya resguarda una larga mesa con una máquina de escribir, varios libros y un archivador. En medio de ese aislamiento silencioso trabaja un hombre pálido. Se llama Jerome David Salinger y tiene fama de ser un ermitaño.
Muy cerca de ahí, en la carnicería del pueblo, una atractiva mujer pelirroja con gafas enormes le pregunta al dueño del negocio si sabe cómo llegar a la casa del mítico autor de El guardián entre el centeno. Es reportera y escribe para los periódicos State Times y Morning Avocate. Acaba de entrar en la “crisis de los 40” y lleva unos meses preguntándose si vale la pena seguir siendo periodista. Por eso Betty Eppes se ha propuesto hacer algo “relevante” y piensa que, si no lo consigue, será mejor hacer otra cosa. Así que ha querido dedicar sus vacaciones del verano de 1980 a sacar de su guarida a ese hombre que le tiene fobia a la fama. Es consciente de que otros lo han intentado sin éxito, pero no ha dudado en arriesgarse.
El carnicero no le da el número telefónico de la casa de uno de sus mejores clientes, pero accede a marcarlo para ver si la reportera lo deja en paz. Contesta el ama de llaves, quien pide con los nervios alterados: “¡ni se le ocurra venir!” Para tranquilizarla, Eppes ataja: “sólo quiero dejarle un mensaje” y enseguida recibe instrucciones para ir a una oficina de correos, a la que Salinger suele ir varias veces por semana.
“Empecé la carta, como diría mi abuela, con cortesías. Con un comentario sobre la belleza de la zona, lo que me hacía entender por qué él se había ido a vivir a un sitio tan precioso. Le dije: no haré más esfuerzos por encontrarlo. No por miedo a sus perros guardianes, sino porque no quiero enfadarlo y angustiarlo. Pensé que, si él venía voluntariamente a mí, entonces nadie podría decir nunca que yo lo había abordado. Yo sabía que le interesaban mucho las mujeres. Todos lo sabíamos, ¿verdad? Eso me daba ventaja. Le dije que lo esperaría en la plaza que estaba frente al hotel donde me hospedaba. Sabía que iba a venir”, le ha contado Betty Eppes a David Shields y Shane Salerno, autores de la biografía que pretende armar, de una vez por todas, el rompecabezas de la vida de J. D. Salinger y que la editorial Seix Barral acaba de publicar en español, después del éxito de ventas que tuvo el año pasado en Estados Unidos.
Poco después de haber leído la carta, el huraño escritor fue a encontrarse con la reportera. “Casi levanto los puños, me pongo a bailar y todo eso. Nos estrechamos la mano y me puse a intentar hablar con él. Me dijo que publicar era lo peor que uno podía hacer. Lo suyo eran los sermones. Cada que le mencionaba algo sobre su vida, me decía que eso eran cosas antiguas. Se puso furioso. Le pregunté varias veces si estaba escribiendo y me contestó que sí, sin decirme qué. Cuando hablamos de literatura dejaba de estar a la defensiva. Estaba claro que valoraba la escritura y defendía su vida privada. Me dijo que ojalá no hubiera publicado nunca El guardián entre el centeno. Que había tenido un impacto tan terrible en su vida que deseaba no haberlo hecho nunca.”
Durante casi una década, el escritor David Shields y el guionista Shane Salerno, entrevistaron a 200 personas con el objetivo de hacer un libro y un documental cinematográfico que derribara los misterios de J. D. Salinger (1919-2010). Obtuvieron el testimonio de soldados que fueron compañeros del escritor durante la Segunda Guerra Mundial, familiares, amigos, vecinos, editores…, revisaron decenas de archivos con cartas, fotos, diarios, documentos legales… y elaboraron una historia coral para desentrañar, sobre todo, los últimos 45 años de vida de una de las figuras más enigmáticas del siglo XX, un periodo del que, hasta ahora, poco se sabía. “Queríamos saber por qué Salinger dejó de publicar; por qué desapareció y qué escribió durante sus últimos años”, especifican en la Introducción del volumen.
La investigación hace especial énfasis en los tres pilares que rigieron la vida de Salinger: su participación en la Segunda Guerra Mundial, la relación con el amor de su vida, Oona O´Neill (que lo dejó para casarse con Charles Chaplin, con quien tuvo ocho hijos), y el aislamiento por el que optó basado en su conversión religiosa. Para llegar al fondo de una personalidad compleja y contradictoria, nada mejor que una serie de testimonios para derribar la fortaleza que lo protegía.
Salinger era un estudiante mediocre que se negó a seguir con el negocio paterno (importación de carnes, quesos y jamones) y que quería ser actor. Pero un día se inscribió a un curso de escritura impartido por Whit Burnett, editor de la revista cultural Story, cuya influencia sería decisiva para dedicar su vida a la escritura. Burnett animó a Salinger para que ofreciera sus cuentos a las principales revistas de Estados Unidos, como Esquire y The New Yorker. Pero la guerra se interpondría en su camino. Se alistó en el ejército en 1942 y por hablar francés y alemán, lo asignaron al servicio de contraespionaje militar. Luego formó parte del 12° regimiento de infantería, que en 1944 protagonizó el Día D.
Ante tanta muerte y destrucción, lo invadió el estrés postraumático que jamás lo abandonó pero, entre combate y combate, empezó a escribir El guardián entre el centeno, que publicaría, finalmente, en 1951 (“en lugar de producir una novela bélica, como hicieron Norman Mailer, James Jones y Joseph Heller, Salinger cogió el trauma de la guerra y lo incorporó en el interior de lo que a primera vista parecía una novela de iniciación”). Esa novela, sobre el mundo particular de la adolescencia, lo llevaría a ser aclamado por el público (“El guardián entre el centeno ha vendido más de 65 millones de ejemplares y continúa vendiendo más de medio millón al año”).
“Newsweek, Time y Life publicaron extensos trabajos de investigación sobre Salinger; él se negó a participar en la maquinaria de producción de la fama, lo cual, por supuesto, no hizo más que acrecentar la mitología que ya lo rodeaba. Los críticos literarios atacaron su obra y Salinger se retrajo todavía más a las profundidades de su búnker, produciendo a modo de respuesta la novela corta “Hapworth 16, 1924”, cuyo principal impulso, manifestado en forma de indulgencia estilística, fue proteger el compromiso de su alma con la muerte”, explican los biógrafos.
Salinger dejó de publicar en 1965. Tenía cuatro títulos en las librerías: El guardián entre el centeno (1951), Nueve cuentos (1953), Franny y Zooey (1961) y Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour: una introducción (1963), publicados en español por Alianza Editorial. A partir de entonces le importó escribir pero no publicar. Sin embargo, según los autores, a partir de 2015 y hasta 2020, se publicarán las obras inéditas que Salinger dejó preparadas, especificando que llegaran a los lectores una vez que él hubiera muerto. “Basándonos en entrevistas privadas llevadas a cabo durante nueve años, hemos descubierto que J.D. Salinger aprobó la publicación de una serie de obras. (…) El primer libro se titula The family Glass y recopila todos los relatos existentes sobre la familia Glass. (…) Salinger también escribió un “manual” de vedanta, que incluye una serie de relatos, casi fábulas, entretejidos en el texto. (…) También existe una novela, una historia de amor ambientada en la segunda Guerra Mundial y basada en la compleja relación que Salinger tuvo con su primera mujer, Sylvia Welter.”
David Shields y Shane Salerno afirman que lo que en un primer momento le salvó el alma a Salinger, más tarde le arruinó la escritura. “Hay dos fronteras cruciales en la vida de Salinger: el antes y el después de la guerra, y el antes y después de la religión. La guerra lo destruyó como hombre, pero lo convirtió en un gran artista; la religión le ofreció consuelo espiritual tras la guerra, pero destruyó su arte.” Agregan respecto a la religión: “El hinduismo advaita vedanta lo llevó a abandonar la narrativa para convertirse en divulgador del misticismo, destruyó su obra y, con el tiempo, lo obligó a guardar silencio para cumplir con las frases finales de su doctrina religiosa.”
Lo curioso era que, en torno al El guardián entre el centeno, parecía haberse formado una secta. Una secta de asesinos. Dice David Shields: “En el libro hay una gran cantidad de violencia psíquica; la voz de Holden [el protagonista de la novela] está cargada de furia infernal. Si lees el libro por necesidad o por desesperación, interpretarás esa antipatía que le tiene Holenden a la cultura como licencia para matar. En las manos equivocadas, y leído de forma equivocada, la rabia emocional que tiene el libro se puede convertir en aval para expresar tu odio a los hipócritas por medio de la violencia.” Shields se refiere a que los asesinos del cante John Lennon y de la actriz Rebecca Schaeffer y el que intentó matar a Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos, llevaban con ellos el libro de Salinger “como si fuera un talismán maligno.”
Después de aquella entrevista con Salinger, en el verano de 1980, la reportera Betty Eppes se fue al instante a la redacción de su periódico para escribir el encuentro. La llamaron de la televisión y la radio para que diera más detalles, varias publicaciones reprodujeron su artículo en un montón de países, pero Salinger no abandonó su encierro. “Acabó perdiéndose –sostienen David Shields y Shane Salerno- en el consuelo que le ofrecía la filosofía del vedanta: no eres tu cuerpo, no eres tu mente, renuncia a tu nombre y a tu fama.”
Hay 1 Comentarios
¿cómo que acabó perdiéndose? ¿perdiéndose para quién? ¿para los periodistas ansiosos de material con el que trabajar? ¿para los lectores, la gente? ¿y qué demonios le importaban -por lo visto- todos ellos? nada en absoluto. Con lo cual, de perderse nada, simplemente hizo lo que le dio la real gana hasta el último momento, una libertad que -me temo- muy pocos podemos vivir. Que no siguiera dando madera al fuego social no significa que se perdiese, igual es uno de los tipos más encontrados y más felices de los últimos tiempos. Siempre midiendo todo según nuestra forma de pensar...
Publicado por: Hello and hi | 17/03/2014 10:40:24