Periscopio Chilango

Un cine que huele y sabe a cine

Por: | 01 de junio de 2012

Va
Cine Balmori: demolido. Cine Regis: destruido por el sismo de 1985. Cine Insurgentes: abandonado. Cine Olimpia: actual Plaza de la Computación. Cine Ópera, Cine Cosmos, Cine Juan Orol, Cine Alameda, Cine Arcadia, Cine Orfeón, cerrados.

Un cinéfilo en la ciudad de México ya no encuentra grandes marquesinas, salas grandes –enormes-,  siempre llenas hasta la mil butacas. Ya no encuentra, por ejemplo, que los estrenos cinematográficos sean de vestidos largos y alfombras rojas con protagonistas; ni copas de champaña al terminar la función o café de Veracruz para acompañar la película de media tarde. No encuentra más los cines antiguos que fueron brújula en otros tiempos de la capital.

El cinéfilo los fue perdiendo desde 1994 cuando se firmó, a bombo y platillo, el Tratado del Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá. Las salas de exhibición de los vecinos  ganaron el terreno, las películas y las palomitas de la industria mexicana. Y la costumbre de ir al cine se convirtió en visita a centros comerciales, en una aventura sobre escaleras mecánicas mezclada con la distracción de aquirir artículos en oferta.

Pero la costumbre de ir al cine, sólo por hacerlo, puede regresar a partir de hoy con la inauguración del nuevo Cine Tonalá. El proyector de esta naciente posibilidad para cinéfilos se asentó, como lo hicieron los viejos cines, en medio de la ciudad: calle Tonalá, colonia Roma. La idea fue de unos “optimistas radicales”, como llamó el cronista Carlos Monsiváis a algunos habitantes del Distrito Federal: Juan Pablo Bastarrachea, Marcela Lugo y Arturo Dip. Un trío que convocó a otros quince optimistas para completar la inversión. “Cine Tonalá busca que todos ganen: socios, cineastas, público y vecinos”, decía Bastarrachea en vísperas de la apertura.  

La nueva sala también es pequeña. En eso no ha podido imitar a los cines de antaño. Puede recibir a cien espectadores, cada uno en su butaca mirando proyecciones en una pantalla de cinco metros  y medio de ancho por tres de largo en formato digital, 16 milímetros o Súper 8. Pero puede servir de todo: puede transformarse, acomodando las butacas, en un salón para conciertos acústicos y experimentales, también funciona para dar conferencias, talleres y generar diálogos entre artistas y espectadores. “No solo se trata de cine, sino de abrir el acceso a contenidos culturales que normalmente no llegan a toda la audiencia”, explica Bastarrecha.  

Ese contenido incluye las artes gráficas. El vestíbulo que da la bienvenida al cine es un espacio de exposición que se renovará cada tres meses. El cine convocará a diferentes diseñadores a realizar nuevas versiones de los carteles de las películas en exhibición. El director de la cinta sólo podrá hacer dos correcciones sobre la nueva propuesta gráfica y la imagen final formará parte de la colección del cine.

La oferta incluye libros de cine, películas en formato digital y hasta vinilos de bandas sonoras cinematográficas que podrán comprarse en una tienda en el interior del local. Y vinos y mezcales mexicanos que se despachan en el bar o platillos con ingredientes locales servidos en el restaurante. También se pretende que los realizadores hablen con el público y cuando haya que traerlos de otras ciudades u otros países también podrán alojarse en este espacio: comer, beber y dormir en el cine.

Para los vecinos del colonia Condesa no es nuevo convivir con cineastas, actores y actrices. La propiedad donde se levantó el Cine Tonalá pertenece a la actriz mexicana Alejandra Mora, quien durante los años noventa operó allí mismo Casa Mora, un foro para teatro experimental, performance y exposiciones. Alejandra renta hoy el local a su hija Marcela y a su socios a quienes les permitió remodelar y adaptar el espacio.

Además de programar películas de difícil distribución, Cine Tonalá hace una propuesta distinta a los realizadores o dueños de la película: una distribución equitativa del ingreso en taquilla, cincuenta por ciento de la venta de entradas, para el cine, y cincuenta por ciento para la película. Las ganancias, como en cualquier otro cine, vendrán de la venta en el bar, el restaurante y la cafetería.

Las actividades del cine comienzan hoy con la programación del festival Distrital, que incluye películas mexicanas e internacionales, talleres y encuentros. Después arrancará con la exhibición de tres películas mensuales que incluyen los acervos digitales del Instituto Mexicano de Cinematografía y la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Cine Tonalá busca recuperar una simple costumbre en la ciudad: acudir al cine donde sabe, huele y se ve como cine. Es una apuesta de optimistas radicales y empresarios con visión, pero sobretodo de “apasionados por el D.F. y entusiastas por su dinámica cultural que inspira para hacer proyectos diferentes”, confiesa Bastarrachea antes de comenzar la función.

Hay 2 Comentarios

¿Cuál sería la principal diferenciación con esta otra propuesta?

http://www.soyentrepreneur.com/10-minutos-con-alfonso-arau.html

También en Europa hemos vivido durante estos últimos veinte años este degradante proceso, que ha convertido los cines y teatros de las ciudades en-pongo como ejemplo mi ciudad, Gijón-centros de dermoestética, supermercados, grandes superficies comerciales, casinos,...Las pocas salas que hay proyectan por supuesto cine norteamericano en su gran mayoría, doblado y a unos precios abusivos.
Ánimo y suerte con la iniciativa. Esperemos que sirva de ejemplo y prospere en otras latitudes.

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Blog coral elaborado por la redacción de EL PAíS en México y coordinado por el corresponsal Luis Prados y Salvador Camarena.

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