Victoriano Izquierdo es un granaino que mezcla la computación con la fotografía. Estudia Ingeniería Informática en la Universidad Carlos III de Madrid y trabaja como fotógrafo freelance y colaborador con varias agencias nacionales y extranjeras.
Pixel Fugaz viene a ser una colección de chispazos visuales, todo tipo de instantes que pasan por delante de mis ojos y que hacen que lleve mi dedo inmediatamente al obturador de la cámara de fotos que tenga más cerca. Luego trato de comprender qué pasó. Es como un baile de emociones y reflexiones, dicho así de una manera algo pseudointelectual.
La música y las imágenes se llevan bien, deben compartir habitación de juego en algún lugar del cerebro. Esta es una lista de música que escucho mientras edito y proceso fotografías. ¡Escucha la lista!
Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor. Eso dicen. Y la verdad es que yo recuerdo mi infancia con nostalgia y felicidad como casi cualquier persona que siga queriendo a sus padres después de esa etapa. Pero cuando vi a este niño en Central Park me acordé del horror de ser niño. Que se te llevan, te llevan quieras o no. Es cierto que la falta de responsabilidad casi compensa aquella coartada libertad.
Pero por ejemplo, qué pasa con ese momento en el que eres demasiado grande para dar paseos en el carrito y tienes que ir a pié. Los adultos se olvidan que tus piernas no son ni la mitad de grandes que las suyas. Papá de una mano, mamá de la otra. Iba dando zancadas sobre el aire, de dos en dos losetas. Tratando de pisar siempre las de color que las otras daban mala suerte.
También me acuerdo que una vez me dio por volver a casa desde bien lejos dándole patadas a una bolsa de plástico. Aquello fue insufrible para mi pobre padre, pero me aguntó.
No sé qué es peor, dar paseos como padre o como hijo.
Un día el coche de papá se rompe y eso signifca que hay que ir al taller. La primera vez que te llevan de visita allí, alucinas con el hospital de los coches. Suelo y techo están manchados de una grasa negra de la que dan ganas de ensuciarse. Un montón de neumáticos apilados junto a la pared crean nuevas dimensiones espaciales por explorar. Entre gruas y brazos de robots gigantes, en las columnas, cuelgan calendarios con fotos de señoritas que se van a resfriar. Y un señor vestido con mono azul y una llave inglesa en la mano te pregunta cómo te llamas, cuántos años tienes y qué quieres ser de mayor.
Yo mecánico, señor.
Las últimas tardes del verano son las más tristes y las más esperanzadoras.
Son naranjas ocaso de un verano agotado, de un recuerdo dulce pasado.
Y anochecen azules con un aire fresco y húmedo que corre en las noches de septiembre.
Una brisa suave que tira a la hormiga de la paja y que enfría las sábanas para acostarse temprano.
Me cruzo en la playa de la Caleta con un señor con gafas de sol, camiseta y gorra amarilla del Cádiz. Dos metros caminados más tarde se gira y me llama la atención - eh niño eso qué llevas en las manos ¿qué es? ¿Una Canon? ¿Una Nikon?
- Una Canon, una Canon señor.
- Ah es que mi cuñao se ha comprado ahora una Nikon y dice que le ha salido muy buena. ¿Tú a mí qué me recomiendas?
- Hombre pues depende de las fotos que quiera usted hacer.
- Yo es que he estado en El Corte Inglés, ¿conoces El Corte Inglés?, y eran todas muy caras.
---- La conversación se alarga mucho, demasiado, más de 25 minutos divagando sobre cámaras compactas y reflex, un tema muy aburrido.
Cuando ya me iba se vuelve a girar exclamando: - Oye pisha, una foto ¿no?
- ¡Claro!, una foto.
La gente que pasea camisetas y gorras de su ciudad en su propia ciudad, es fantástica.
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