Rockeros y 'strippers', hermanos en la noche

Por: | 12 de marzo de 2012

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Mötley Crüe actuando en febrero en el Hard Rock Hotel de Las Vegas. Foto de Eric Kabik

 

Paren las máquinas: Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, anuncia que abre un palacio del strip-tease en Las Vegas, donde ya controla un salón de tatuaje. Tiene su lógica: de las bandas ochenteras, ninguna hizo más por legitimar a strippers, figuras del porno y actrices neumáticas como accesorios indispensables del "rock de peluquería". Antes que los raperos, ellos convirtieron a las profesionales del erotismo en símbolos de estatus.

Le empuja una voluntad estética, advierte Neil. El local se llamará Girls Girls Girls, como su éxito de 1987. Las empleadas “parecerán salidas de un vídeo musical: calientes, provocadoras y atrevidas”. No sonara “house aburrido”, todo será rock, “incluyendo a Mötley Crüe”. Máximo nivel, oiga. Y nada de desmadres, que también lo quieren convertir en un reality show.

¿Sueñan los androides con strippers eléctricas?

La noticia me llega mientras releo Strip tease,  delirante novela de Carl Hiaasen sobre ese mundillo en Florida. En la historia abundan los conflictos entre el propietario del local y las chicas, incluyendo la música. Ellas prefieren rock y  soul mientras que el encargado requiere ritmos mecánicos que animen las consumiciones rápidas. El encargado de seguridad, un hombre-montaña, tampoco soporta el hip-hop: tras veinte minutos de MC Hammer, asalta la cabina del DJ, se mete el CD entre los dientes y procede a triturarlo.

En Strip tease se sugiere la atracción fatal entre las bailarinas y las estrellas del rock. Una  de ellas,  cada noche cree reconocer a un famoso de incógnito. Puede ser el pionero Carl Perkins o incluso Keith Richards. Sigue una conversación en que las otras strippers dudan de esa identificación. Además, suspira una, “los Stones no usan bailarinas”. Ah, si fuera Rod Stewart: “siempre hay bailarinas en sus vídeos".

 

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Permítanme recomendar los libros de Hiaasen: hay varios en español, aunque desconozco la calidad de las traducciones. Se encasilla a Hiaasen como autor de novela negra y, sí, hay asesinos, policías, jueces y abogados pero dibujados por un humorista salvaje, que cuela así hirientes críticas al Estado de Florida. Ignoren a Michael Moore y demás tábanos mediáticos. Hiaasen es the real thing: incluso arremete contra el imperio Disney. Casi un sacrilegio.

Azúcar y cocaína

En Strip tease, se ceba con los políticos locales, demócratas o republicanos,  cristianos de boquilla que se permiten sus excesos en la intimidad; cuentan con fixers que barren los platos rotos. En Florida se benefician de infames alianzas con la industria azucarera. Escribiendo en 1993, Hiaasen explica que el precio al por mayor del azúcar estadounidense alcanza los 23 centavos por libra, mientras que el procedente del Tercer Mundo solo cuesta 12 centavos. El big sugar convence a los congresistas de Washington para que mantengan imposibles tarifas aduaneras y subvencionen la producción propia.

Empresas diabólicas, recalca Hiaasen. Practican una variedad del esclavismo, al contratar a temporeros de países caribeños. Y polucionan los acuíferos que rodean a sus ingenios azucareros. Semejantes denuncias, en el contexto de Florida, son extremadamente radicales. En Into the badlands (1), magistral colección de encuentros del inglés John Williams con escritores de EEUU, Hiaasen solicita una y otra vez que no se le retrate como un comunista.

No lo es. No se permiten comunistas en el Miami Herald, donde Hiaasen destacó por su cobertura de las guerras de la cocaína y la asombrosa corrupción institucional. Según el patriarca Elmore Leonard, esos reportajes fueron esenciales para su aproximación a la subcultura criminal de Miami. Con el éxito, Hiaasen dejó las calles y ascendió a columnista con permiso para clavar dagas verbales. Pero será recordado por sus alucinadas narraciones, donde pululan personajes tan grotescos como Jesús Bernal, aprendiz de terrorista despedido de todos los grupos radicales cubanos por su inigualable torpeza. O Tommy Tigertail, indio seminola enriquecido por el vicio de los rostropálidos por el bingo.

Secretos de profesional

El realismo no es el fuerte de Hiaasen. Pero apetece creer que existió una stripper como Erin Grant, la honrada protagonista de Strip tease, que baila con música de Van Morrison, Jackson Browne o la Allman Brothers Band.  Le costó adaptarse al oficio: ella, antigua secretaria del FBI, obligada a ganar dinero veloz por un divorcio cabrón. Vomitaba y lloraba antes de salir a bailar. Hasta que encuentra un método:

“Una vez en el  escenario, el truco era soñar que la música la llevaba lejos. Por eso era tan picajosa con las selecciones: las canciones tenían que contar algo. Si sentía que las cosas estaban en su punto, su horrible ansiedad se derretía y Erin se distanciaba maravillosamente de lo que la rodeaba. Olvidaba que estaba dando saltos en pelota picada ante un local lleno de borrachos. En la fantasía de Erin, los hombres del público aplaudían sus patadas al cielo y sus giros fluidos, no las curvas de su culo”.

Erin olvida al público y se rinde a la música: “cuando Van Morrison cantaba Moondance, era Erin la que bailaba bajo la luz de la luna”. No más disparatado que ese strip club de Exotica, la película de Atom Egoyan, donde suena Leonard Cohen.

 
Strip tease fue filmada en 1996, a mayor gloria de Demi Moore, que realiza un curioso strip al revés (se viste mientras sale de la ducha, con Annie Lennox de fondo). Tiene muy mala fama esa versión cinematográfica, aunque algunos alegan que su recepción fue contaminada por el desastre previo de la sórdida Showgirls, de Joe Esteras y Paul Verhoeven, situada en el mismo negocio, pero en Las Vegas. Ciertamente, Vince Neil ha ido a parar al lugar adecuado: Babilonia para toda la familia.

 (1) Hay edición española de Into the badlands, aunque nunca he tenido una copia en la mano. Se tituló Viaje al sueño americano y lo publicó  Edicións Alfons el Magnànim-IVEI.

Hay 9 Comentarios

Creo que ya ha pagado su condena. Muchos artistas tienen una vida que da pena, pero creo que hay que separar eso de la banda. Si no sabes diferenciar es tu problema. Juez y parte no se a que me recuerda tu argumento. ¿Qué hacemos lo fusilamos? ¿Se ha demostrado que Nicholas "Razzle" Dingley subiese obligado?

Por desgracia hay muchos accidentes por el alcohol, la velocidad, etc... que tendrá que ver eso con el respeto a lo que hace una banda.

"Sus errores"...mata al tipo de Hanoi Rocks y hiere a dos personas más y son "errores". No fue un error, fue la estupidez de un tio que se cree que conducir un coche borracho y colocado es muy ROCK AND ROLL.

Otro crio que se piensa que el Metal nació con Metallica. Venga Wolrd documentate un poco aunque sea en la wiki, que es de fácil lectura.

¿Dónde quedo en grunje?

Anda no me hagáis reír, esos si que eran unos payasos y depresivos. Otros siguen en la brecha, con sus errores, pero en la brecha. Llenando estadios, sacando discos y siendo leyenda viva del rock.

¿Qué hay que entender en Motley Crue? Una pandilla de payasos que se metieron de todo y que follaron a granel y que iban tan ciegos que eran capaces de matar a quién se subiera a un coche con alguno de ellos. ¿Alguien se acuerda de Nick Dingley?. La pena es que el grunge no llegara diez años antes, para acabar con semejantes parásitos.

Motley Crue no es Heavy Metal....

Corrijo: "Una de las más grandes bandas", lo que son las prisas.

Señor Manrique, puede criticarse la actitud de Vince Neil, pero negar que los Mötley Crüe son una de las bandas de Hard-Rock / Heavy Metal / Glam Metal, sólo demuestra la ignorancia de la caverna cultural española. Que ya no tiene edad para estas cosas, no se meta en lo que no entiende.

Saludos

¿COCAÍNA, GASOLINA?
STOP MACHISMO Y DISCRIMINACIONES HISTÓRICAS… NO SEAMOS COMPLICES NI PASIVOS NI ACTIVOS
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http://www.junglerias.com/

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Sobre el blog

¡Tanta música, tan poco tiempo! Este blog quiere ofrecerte pistas, aclarar misterios, iluminar rincones oscuros, averiguar las claves de la pasión que nos mueve. Que es arte pero, atención, también negocio.

Sobre el autor

Diego A. Manrique

, en contra del tópico que persigue a los críticos, nunca quiso ser músico. En su salón hay un bonito piano pero está tapado por montañas de discos, libros, revistas. Sus amigos músicos se enfadan mucho.

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