Londres: el dulce verano del 66

Por: | 26 de agosto de 2012

 Aqui suena Green onions (Booker T & the MGs) pero la b.s.o. era de Herbie Hancock


Esta es la escena que dinamitó el imperio del Código que regulaba las clasificaciones morales del cine que se exhibía en Estados Unidos. Ahora la vemos y resulta casi inocente: el tonteo entre el fotógrafo David Hemmings y dos adolescentes, Jane Birkin y Gilliam Hill, genuinas dolly birds, unos juegos que desembocan en sexo lúdico. Ya había despertado la alarma de los censores estadounidenses cuando se presentó el guión de la siguiente película de Michelangelo Antonioni, que todavía no tenía el título definitivo de Blow-up (o Blowup, como también aparecía escrito).

Cuando llegaron las imágenes a Los Ángeles, gran escándalo: “son chicas….¡y se desnudan!”. MGM insistió: es una película de artista (¡Antonioni!) y no interesará al gran público. No coló: la Motion Picture Association of America se negó a darla una calificación. Teóricamente, solo llegaría a un circuito de salas de tercera; hasta es posible que los periódicos se negaran a aceptar su publicidad. Pero MGM se  sacó de la manga una distribuidora fantasma, Premier Production Company, y estrenó Blow-up en buenos cines, con grandes taquillas y críticas positivas.

 


Una paradoja: la gran película sobre el swinging London no gustó en Inglaterra pero sí en el resto del planeta. Cuando se estrenó en el país de Isabel II, en la primavera de 1967, pesaba la saturación mediática de tantos reportajes sobre el Londres pop. Y Antonioni parecía un europeo distante, au-dessus de la mêlée. Además, Blow-up lucía pedante y puritana en comparación con otras irreverentes películas locales situadas en el mismo ambiente, The knack o Alfie.

 

David Hemmings enseña algunos rituales del Swinging London a Vanessa Redgrave

 
Pero ninguna tenía la vigorosa riqueza visual de Blow-up, por obra y gracia de Carlo di Palma. Se rodó en el glorioso verano de 1966, justo cuando salió Revolver e Inglaterra ganó la Copa del Mundo. El argumento, derivado de un relato de Julio Cortázar, giraba alrededor de un enigmático asesinato pero nunca sabemos nada del difunto, del matador o de la conspiración que rodea al asunto. Demasiado cerebral para el público británico, que sí podía reconocer al protagonista: David Hemmings era la síntesis de aquellos fotógrafos del momento –David Bailey, Terence Donovan, Brian Duffy- que alardeaban de su origen modesto, su Rolls-Royce y su heterosexualidad.

En realidad, Antonioni no era un simpatizante de la cultura pop que definiría los sesenta. Sabía que se le había acabado el filón de los aburridos burgueses italianos de sus anteriores películas y que Londres ofrecía un nuevo punto de partida. Pero cabe imaginar que el cineasta despreciaba a aquellas criaturas hirsutas, a las que retrata frívolas y carentes de, uh, valores espirituales. Aquí viene la escena del club, donde muestra a un público soberanamente apático mientras tocan los Yardbirds (¡con Jimmy Page como segundo guitarra!) nada menos que una variación sobre Train kept a-rollin’:


  

 Jeff Beck recordaría que destrozó varias guitarras durante el rodaje

 

Hasta que la guitarra solista (de marca desconocida) empieza a dar problemas y un frustrado Jeff Beck decide romperla; ahí es cuando los espectadores vuelven a la vida y se pelean por los restos. Una doble crítica. De la petulancia del músico, incapaz de enfrentarse a un problema técnico. Del fetichismo de los fans, empeñados en conseguir una reliquia…que al final se desecha.

Se suele acusar a Antonioni de ser un turista cultural, un pureta que no hizo mucho por entender los cambios que le rodeaban (otro día hablaremos de su fallida película contracultural, Zabriskie Point). Al menos, sabemos que había oído hablar de un grupo –The Who- que inmolaba guitarras eléctricas. Y también retrata la insatisfacción de algunas modelos ante sus jefes, los divinos fotógrafos estelares:

 

 

Blow-up: la frustración de las modelos, según Antonioni (aquí sí suena Hancock)

Esta escena puede resultar muy obvia pero recuerda cosas que se cuentan en la autobiografía de Jean Shrimpton, la gran supermodelo de mediados de los sesenta. La Gamba confiesa frustraciones sexuales. Y que se aburría tanto de la vida social a la que estaba obligada, por su posición y por sus novios, que era capaz de dedicarse a hacer punto en medio de una discoteca en ebullición. Hubo muchos Años Sesenta y algunos aparecen en esta película.

 

Hay 7 Comentarios

La primera opción para 'Blow Up' fueron Los Who, pero no se llegó a un acuerdo. Finalmente, se echó mano de Los Yardbirds y se les impuso que destruyeran una guitarra de atrezzo, para acercarse así al impacto visual que producían Townshend y sus chicos. Más, mucho más sobre el mágico pop de los 60 en nuestra web, Pop Thing. http://www.popthing.com/

Es maravilloso el final, con los mimos jugando al tenis. Y no digo más, que no me gustan los spoilers

Creo que se trata de una obra de arte, hecha a propio intento de forma inacabada, para que cada público busque sus propias respuestas. El asesinato está tan desdibujado, que ni siquiera es el centro del film; más bien parece que al cuerpo escondido le sustituye el siseo de los árboles de Maryon Park, que como si fueran su último aliento, nos quisieran decir algo.
Poco le falta para ser una peli de misterio.
Por cienrto, por mi edad, no tenía ni idea de que esta película retrataba el Londres "beat": cuando vi un disco de los Beatles por primera vez, ya se había disgregado el grupo.

Una forma REAL de BAJAR DE PESO rápido y para siempre: http://sn.im/24j16mp

la víctima es una Hofner Senator E1.

Al centrar en ella su película aunque desde un ángulo personal, Antonioni anticipó el ascenso de la moda a lo que es hoy: una de las grandes estrellas que brillan en el imaginario colectivo de la decadente sociedad actual. http://queraroestodo.blogspot.com

La pelicula es fascinante. Tiene varias lecturas, que cada vez que la vuelves a ver se presentan diferentes. Puede resultar aburrida o absurda, tambien. Pero creo que con el tiempo ha ido ganando. ¿Es una mirada escéptica al swinging London? ¿critica? ¿distante? la escena de la guitarra es magistral. Y muchas otras. Creo que es una historia contada en el epicentro cultural del momento con brillantez.

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¡Tanta música, tan poco tiempo! Este blog quiere ofrecerte pistas, aclarar misterios, iluminar rincones oscuros, averiguar las claves de la pasión que nos mueve. Que es arte pero, atención, también negocio.

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Diego A. Manrique

, en contra del tópico que persigue a los críticos, nunca quiso ser músico. En su salón hay un bonito piano pero está tapado por montañas de discos, libros, revistas. Sus amigos músicos se enfadan mucho.

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