Fiesta tras el estreno de Masked and anonymous, en 2003: Bob Dylan y ¿de qué se ríe Jessica Lange?
Voy a decirlo alto y rápido: no se pierdan la extensa entrevista que ha concedido Bob Dylan a la revista Rolling Stone; estará en los quioscos españoles, en su versión traducida, la próxima semana. ¿Y que tiene de novedoso?, oigo preguntar. Primero, que presenta a un Dylan rencoroso y peleón. Con sus 71 años, sale al ring buscando el KO.
Lo de ofrecer entrevistas no es una actividad habitual de Dylan. Aunque, buen conocedor del cuadrilátero, éste correoso boxeador no olvida la conveniencia de descolocar psicológicamente al adversario. El encuentro con el periodista transcurre en una tarde de verano californiano...y Bob se presenta cubierto de ropa, con un gorro de ski y una peluca. También trae un libro, una autobiografía del temible Sonny Barger, para confundir aún más, pero luego hablaremos de su explosiva teoría de la transfiguración.
A lo largo de su vida profesional, Dylan ha mantenido una actitud desdeñosa hacia los que especulan con su obra y la relación con sus vivencias. Que se sepa que está al tanto de las principales polémicas entre el vasto ejercito de dylanitas. Tiene, por ejemplo, escasa paciencia para los que le acusan de plagiario:
“Lo que llaman plagio es algo que ha pasado siempre – es parte de la tradición. Es la misma gente que intentó llamarme Judas. Judas, ¡el nombre más odiado de la historia de la humanidad! Si crees que te pusieron un nombre malo, prueba con ese. Sí, ¿y por qué? ¿Por tocar la guitarra eléctrica? Como si eso fuera de alguna forma comparable a traicionar a Nuestro Señor entregándole para ser crucificado. Esos malvados cabrones merecen pudrirse en el infierno.”
En el universo moral de Dylan, eso es LO PEOR: ejercer de traidor, de chivato. Lo reitera cuando le preguntan por una anécdota menor: en 2009, le retuvo la policía cuando caminaba solo bajo la lluvia en New Jersey, aparentemente buscando la antigua casa familiar de Bruce Springsteen. Sabiendo que también había visitado la casa de Neil Young, igual había método en esa inocua locura: una curiosidad por los orígenes de sus colegas y discípulos.
Pero nada aclara. Solo le sirve para arremeter contra la persona que avisó a los uniformados: “a la gente le gusta traicionar a los demás. Hay algo en ellos que les hace querer traicionar a alguien. “Ahí está”. Quieren ofrecerte, igual que ofrecieron a Jesucristo. Quieren ser la persona que lo haga. Hay algo en las personas que las hace actuar así. Yo lo he vivido. Muchas veces.”
Pelín paranoico. Nada nuevo, por otra parte: a mediados de los sesenta, cuando le atribuyeron el papel de portavoz de la juventud insurgente, se evaporó rumbo a las montañas de Nueva York; estaban muy frescos los asesinatos de John F. Kennedy o Malcolm X y pensó que resultaba peligroso el destacar. Por cierto que Dylan tiene una teoría sobre los Gloriosos Sesenta, que pretende devaluarlos: “si hubieras vivido en la época, sabrías que al principio de la década, hasta más o menos el 64 o el 65 todo era realmente los 50, sobre todo sus últimos años. Todo estaba basado en aquella época, aquella cultura, por lo menos en Estados Unidos. Y aunque continuó siendo una década importante, poco a poco fue desapareciendo. Los nuevos 60 empezaron más o menos en el 66, y se asentaron a finales de la década. Entonces, en la era de Woodstock, ya no quedaba nada de los cincuenta. En realidad, yo no formé parte de lo que se denomina como los sesenta”.
Esto es fuerte: siempre creímos que Dylan fue uno de los parteros de la revolución cultural de la Prodigiosa. No, insiste, es una criatura de los años cincuenta, década que evoca líricamente: “no existían sensaciones como la tristeza o la inseguridad. Simplemente había bosques, cielo, ríos y corrientes, invierno, verano, primavera y otoño. La cultura se basaba fundamentalmente en circos y ferias, predicadores y pilotos, espectáculos para leñadores y cómicos, bandas de música y demás. Programas de radio excepcionales y música muy interesante. Todo esto fue antes de los supermercados, los centros comerciales, los multicines, el Home Depot y todo lo demás. Ya sabes, todo era mucho más sencillo. Y cuando creces en aquel ambiente, eso se te queda dentro. Muchas cosas de los 50 siguen vivas en mi interior y me han hecho como soy.”
Aunque parezca un tópico, tenemos la sensación de asistir a un combate de inteligencias. Vemos un round largo y dramático, con el entrevistador intentando sacar a Dylan su valoración de los cuatro años de Obama. Y no hay manera, aunque Bob agradezca infinito que Barack le otorgara la Medalla de la Libertad. Una reticencia que algunos blogs de derechas han trompeteado como si fuera una confirmación de que Dylan está de su lado en la campaña para derrotar al primer presidente negro. Más bien, se trata de mantener su táctica de no implicarse en la arena política.El golpe maestro ocurre en el primer tramo de la entrevista. Dylan extrae un libro, Ángel del infierno: la vida y época de Sonny Barger y el Club de Motoristas de los Ángeles del Infierno. Lee un párrafo que describe la muerte –en la carretera- de un motero, Bobby Zimmerman. Exacto, igual que el nombre original de Bob Dylan: un homónimo. Eso ocurrió en 1964 [más tarde, el periodista averigua que la fecha correcta es 1961]. Dado que Dylan también sufrió un misterioso accidente de moto en 1966, está convencido de que protagonizó un fenómeno de transfiguración.
Según el DRAE, “acción y efecto de transfigurar o transfigurarse. Estado glorioso en que Jesucristo se mostró entre Moisés y Elías en el Monte Tabor, ante la presencia de sus discípulos Pedro, Juan y Santiago”.
¿Así que el tal Bobby Zimmerman murió y, tras cinco años en el limbo de los motoristas, transformó al cantautor antes llamado Bob Zimmerman? ¡Una mina de oro para la dylanología! A todo esto, una extraña conexión: la romántica imagen de los Ángeles del Infierno ha degenerado hasta ser considerados una intimidante banda de delincuentes. Dylan destaca que los coautores del libro también se apellidan Zimmerman pero finalmente se evade: “no estamos hablando de la trasmigración. Se trata de otra cosa. Transfiguración: puede aprender sobre ello en la Iglesia Católica, en los viejos libros místicos, es un concepto real. Ha sucedido desde siempre. Nadie sabe a quién le ha pasado ni por qué. Pero hay pruebas de ello por todos sitios. No es algo que se pueda pensar o soñar. No es como conjurar una realidad, ni como la reencarnación – o cuando crees que eres alguien del pasado pero no tienes ninguna prueba de ello. No tiene nada que ver con el pasado o el futuro.”
Y, más adelante, “la transfiguración es lo que te permite escapar del caos y sobrevolarlo. Así es como aún puedo hacer lo que hago, componer las canciones que canto y continuar con mi vida.”Se trata de un planteamiento tan esotérico que, en circunstancias normales, hubiera supuesto el jaque mate para el entrevistador. Pero Dylan tenía enfrente a Mikal Gilmore. Un crítico musical que ha reflexionado en su libro Shot in the heart sobre el peso de la herencia familiar, la violencia, su castigo, la pena de muerte. No tuvo otra opción: es hermano de Gary Gilmore, aquel famoso asesino que exigió ser ejecutado por pelotón de fusilamiento en Utah en 1977 (y lo consiguió), un drama evocado por Norman Mailer en La canción del verdugo. De especulaciones sobre la reencarnación, las justas. Por lo tanto, Mikal acepta el órdago de Dylan y consigue acorralarle:
“Estoy tratando de explicar algo que no tiene explicación. Ayúdame. Vete a su tumba [la de Bobby Zimmerman]. Lee las páginas del libro. Algunas personas nunca acaban por desarrollarse de la forma en la que se supone que deberían hacerlo. Ese proceso se interrumpe. Acaban yendo por otro lado distinto. Pasa constantemente. Todos conocemos a alguien a quien le ha sucedido. Les vemos por la calle, es como si tuvieran un letrero encima de ellos.”
Insisto. El de Mikal Gilmore contra Bob Dylan es un gran match. No se lo pierdan: victoria por puntos del viejo campeón.
Hay 32 Comentarios
Hombre, tanto como fundamental.... pregunta por la calle cuanta gente lo conoce. Seguro que alguno que lo oiga dirá que es la banda sonora de El Grinch.
Publicado por: Pedro Gas | 25/09/2012 21:50:12
Hombre, tanto como fundamental.... pregunta por la calle cuanta gente lo conoce. Seguro que alguno que lo oiga dirá que es la banda sonora de El Grinch.
Publicado por: Pedro Gas | 25/09/2012 21:50:11
El “Christmas in the heart” es un disco fundamental para entender la música de la primera mitad del siglo XXI.
Publicado por: Luisardo | 25/09/2012 20:07:10
Pos anda, que el disco de los villancicos, no te digo ná
Publicado por: Edisardo | 23/09/2012 19:48:20
Os olvidais de "Together through life", un disco infravalorado.
Publicado por: Otilio | 23/09/2012 18:09:45
Hay tantos casos como quesos
Publicado por: Edisardo | 23/09/2012 12:26:19
A Mean Mr. Mustard: estoy de acuerdo en parte con que en la tradición del blues country, vamos, la old time music gringa, no se puede hablar en rigor de "robos"... Pero qué decir de Led Zeppelin, el caso más conocido, pero no el único. Incluso alguien tan admirable como Billy Bragg se apropia y da como propia "Jack Hardy" de Lead belly para su "Joe Henry"...
Publicado por: emilio | 23/09/2012 0:32:00
Pues entre Time Out of Mind, Love & Theft, Modern Times o Tempest me quedo con Modern Times.
Publicado por: pedr | 21/09/2012 11:54:09
Sobre la voz de Dylan: fíjate que a mi, en la actualidad y desde la publicación de Time Out of Mind en 1997, me gusta muchísimo más que su voz afónica y ronca en los 80 o primeros 90. Se pone uno discos como 'Empire Burlesque', 'Knocked Out Loaded' o 'Down in the Groove' y entonces se da uno cuenta de lo jodida que tenía la voz por aquel entonces (aparte, claro está, de que la calidad de aquellos albums deja mucho que desear).
Dylan nunca ha tenido lo que se considera generalmente una voz bonita, o técnicamente perfecta, pero creo que es un gran cantante. Pinchen alguna de estas canciones y lo verán: Visions of Johanna, Tangled Up in Blue, One More Cup of Coffee o Sara. La voz de Dylan, sin ser técnicamente perfecta, transmite pura emoción y sentimiento, y comunica perfectamente la letra y el sentimiento de cada canción.
Estoy seguro de que la mayoría de la gente diría por ejemplo que Celine Dion es una gran cantante, con una bonita voz, técnicamente perfecta. (Ojo, hablo sólo de su voz, no del estilo meloso o azucarado -"cheesy"- de sus canciones). Y sin embargo a mi no me parece una gran cantante, porque me deja frío y no me dice nada, no me transmite nada.
Creo que el tono de la voz de Dylan ahora es ideal para el tipo de música que hace, enmarcado a medio camino entre la música folk, el blues y el rock'n'roll primigenio: una voz erosionada por el paso del tiempo, que transmite experiencia y vivencias, la voz de un viejo bluesman que está ya de vuelta de todo, al estilo de un Howlin' Wolf o un John Lee Hooker blancos de Minessota.
Muy a mi pesar, porque adoro a los Beatles con locura, la voz de Paul McCartney sí que no da ya más de sí: su último disco, Kisses from the Bottom, habría sido un grandísimo disco si no fuese por su voz de anciano en un geriátrico, y lo digo sintiéndolo mucho.
A mi Tempest me ha parecido un gran album, a la altura de Time Out of Mind o Love & Theft, el disco más oscuro y apocalíptico de Dylan con diferencia.
Publicado por: Mean Mr Mustard | 21/09/2012 9:51:08
Emilio, precisamente por lo que dices no se puede hablar de plagios o de canciones robadas.
Publicado por: Mean Mr Mustard | 21/09/2012 9:18:34
¿Habéis oído "Long and Wasted Years" del Tempest?. ¡Qué voz más apasionante!
Publicado por: pedr | 21/09/2012 8:12:35
Precisamente por eso no se puede hablar de "canciones robadas".
Publicado por: Polytheme Pam | 21/09/2012 1:06:59
A Polytheme Pan: Por Dios, has escuchado a Jimmy Rodgers, Carter Family o Woody Guthrie? Porque gran parte de sus músicas son totalmente iguales (aunque cambien las letras). Otro ejemplo: Hay, al menos, tres versiones distintas de Hold the Fort: la patriótica, la religiosa y la sindicalista...y podríamos seguir...
Publicado por: emilio | 21/09/2012 0:04:41
Para todo aquel que esté interesado (y sepa inglés):
http://www.uncut.co.uk/bob-dylan-tempest-review
Publicado por: Mean Mr Mustard | 20/09/2012 16:39:02
¡Qué bueno el último disco de Dylan!. Se me ha pegado la melodía de la canción homónima "Tempest", y no me la saco de la cabeza. Es una letanía estilo "Sad eyed lady of the lowlands".
Ya no se hacen cosas tan buenas.
Publicado por: Juanjo Dido | 20/09/2012 16:36:17
Lo de canciones robadas de la tradición del blues y del folk es tan risible que es para echarse a mear.
Cualquiera que tenga un mínimo, básico, conocimiento sobre las tradiciones del folk y del blues sabe que en ambas las melodías, lugares comunes en las letras y tal se pasan de uno a otro artista, e incluso de una generación a la siguiente, y vuelta atrás, de manera constante.
Hasta los más grandes en la historia de la música moderna, como los Beatles, o Frank Zappa, o Miles Davis, han bebido de fuentes anteriores a ellos. No surgieron de la nada, por generación espontánea en medio de la galaxia. Lo importante no es si han tomado prestado o no, si cierta influencia es más o menos obvia, sino lo que hacen, lo que llegan a crear con esas influencias y esos préstamos.
Publicado por: Mean Mr Mustard | 20/09/2012 11:13:48
En realidad, Jessica Lange se ríe de las soplapolleces que en pequeñas dosis, cual cagaditas de mosca, va soltando poco a poco el viejo "qbata".
Publicado por: Alberto | 20/09/2012 10:43:20
¿Canciones robadas de la historia del blues y del folk? Venga, ejemplos, o si no a callarse la boquita (o a lavársela con jabón).
Publicado por: Polytheme Pam | 20/09/2012 9:29:56
Posiblemente sobrevaloremos el disco de Dylan. Pero es que ante la completa e inaudita falta de talento de la música actual, nos agarramos como un clavo ardiendo a cualquier cosa que nos asegure un mínimo de pasión, talento y humanidad.
Porque ese talento desapareció de la música hace años, para migrar a otras disciplinas. La música actual no tiene futuro, en 10 años sólo existirá la música creada sintéticamente por computadoras. Actualmente la gente graba los discos en su casa con un PC, y en directo, todo está automatizado: autotuning, secuenciadores, etc, aunque sea un grupo de guitarras.
Publicado por: pedr | 20/09/2012 9:09:13
Lamentable disco de Dylan. Horrorosa voz. Canciones reiterativas, robadas de la historia del blues y el folk. Nada de creatividad. Cero.
Publicado por: qbata | 20/09/2012 2:18:41
Será interesante leer lo que opina Manrique si se decide a escribir una crítica más extensa de la que ha escrito ya, pero en esta última se nota un cierto escepticismo hacia la avalancha de elogios que el disco ha recibido nada más salir, casi sin que a nadie le haya dado tiempo a escucharlo. Son canciones muy largas con una producción que no se lo pone fácil al oyente y unas letras que el que las entienda a la primera es superdotado, y la voz de Dylan suena peor que nunca, hasta el punto de que supone un serio hándicap a la hora de disfrutar de ellas, algo que nunca fue tan evidente como en este disco (en los primeros versos de “Pay In Blood” no canta: ladra). Que yo creo que es un disco bueno, pero requiere varias escuchas para apreciarlo y desde luego no es la obra maestra que todos los críticos del mundo al mismo tiempo cacarean.
Publicado por: Johnny 99 | 19/09/2012 22:58:27
No entiendo cómo se puede decir que Tempest es un gran disco, la pera limonera. Dylan tienen una voz sencillamente horrorosa,a unos les va bien y aotros veteranos mal. Y a él el ha ido fatal. Su voz es un rechazo. Por lo demás, no hay una sola canción que pueda pasqar a un repertorio clásico. ¿Alguien va a versionear en un futuro alguna de las canciones de su última década? Muy pocos o nadie. No ha hecho otra cosa que reclimar materiales. No se ha inventado ni una melodía, o casi, que siempre es lo más complejo y válido. Una banda buena la tiene cualquiera en EEUU y cualquiera toca loq ue toca Dylan ahora... Por lo demás, desbarra mogollón..., que ya hace días tuve la entrevista original... Es como estar de vuelta de vuelta o no saber quién quiere ser...
Publicado por: qbata | 19/09/2012 15:00:05
Con lo buena que estaba Jessica Lange, y ahora después de la cirugía plástica parece uno de aquellos hombres-lagarto que aparecían en la ochentera “Conan el bárbaro”. Y el pobre Sam Shepard escribía en un poema de “Crónicas de motel” que estaba harto de tetas, narices y bocas operadas y que volvía a la mujer natural…
(chapeau para la peluca de Dylan)
Publicado por: Hernando el Cortés | 18/09/2012 21:06:55
Pues al hilo de lo que escribe acerca de la "transmigración" o "transfiguración", y por ser muy reciente, estan las palabras del empresario de la plaza de toros de Nimes que ha dicho.
"Jose Tomas ya murió en plaza, este es Manolete".
Vamos a ver quien rebate a Dylan ahora !!!!
Publicado por: StrongZero | 18/09/2012 6:22:53
Comparto hoy un nuevo y diferente cuento: http://cuentosdelizandro.blogspot.com/2012/09/varios-muertos.html?spref=tw
Publicado por: Lizandro Samuel | 18/09/2012 2:56:45