The Beatles grabando en Abbey Road
Ocurrió en 2009. Andaba por una librería londinense y un título me atrajo, no, mejor sería reconocer que me asustó: se llamaba The rise & fall of EMI Records, de Brian Southall. Lo abrí y, zas, en la primera página se contaba una anécdota trivial -alguien de EMI telefonea al autor- pero que transcurría precisamente en el mismo lugar donde yo estaba. Me dio yuyu y devolví el tomo a la estantería.
En aquel tiempo, sencillamente no podía imaginar un mundo sin EMI. Desde siempre, identifico con EMI esa imagen de un fox terrier llamado Nipper, escuchando lo que sale por una bocina. Supongo que eso, ser fan de una multinacional, me coloca como una especie de freak. O no tanto: estoy rodeado de gente que venera, las motos Harley Davidson, los tebeos Marvel, las series HBO, las zapatillas Converse. En mi cabeza, resultaba inconcebible que hubiera problemas económicos en una discográfica que, año tras año, sin esforzarse mucho, despachaba automáticamente millones de copias de Pink Floyd y los Beatles.
Pero sí, abundaban los problemas ¡y graves! El pasado verano, volví a encontrarme con el libro de Southall y esta vez si lo compré. Es la edición actualizada, con copyright de 2012, y me ha servido para entender el acto (hasta ahora) final de la tragedia de EMI. Ya lo habrán oído: Joaquín Almunia y su equipo de Bruselas obliga a los nuevos amos, Universal Music Group, a prescindir de buena parte de los activos de EMI, comprados a precio de saldo en 2011.
Se trata de una historia en marcha y lo que quizás interese es averiguar los errores que pusieron a EMI bajo el martillo del subastador. Como en asuntos de multinacionales todos se la cogen con papel de fumar, aviso antes que no tengo mayor interés en la compañía que el cariño por personas que allí trabajan y que ahora se enfrentan al abismo. En puestos destacados de EMI estuvieron amigos pero tampoco puedo decir que al final fueran coleguitas legales ( *).
La EMI que conocí era herencia de una empresa tan enorme como delirante. En los años sesenta, EMI producía electrodomésticos, equipos militares y tecnología médica de alta gama, aparte de controlar restaurantes, cines, hoteles, restaurantes, salas de baile y bingos en todo el Reino Unido. Funcionaba como una institución muy británica: cuando visité sus oficinas en Manchester Square, donde los Beatles se hicieron las famosas fotos, me pareció otra versión de la cercana BBC, con la señora del carrito que pasaba sirviendo te. Al mismo tiempo, esta anacrónica empresa también mantenía un sello contracultural, Harvest, donde recalaron tanto Syd Barrett como sus ex compañeros de Pink Floyd, sin olvidar guerrilleros hirsutos del calibre de la Edgar Broughton Band.
Pero EMI tenía una china en el zapato. Para entrar en el mercado estadounidense, compró Capitol Records en 1955. La nueva sucursal podía alojarse en uno de los edificios más originales del mundo pero estaba marcada por su conservadurismo, por el temor a lo desconocido. Ni siquiera se fiaban de los fichajes de su empresa matriz: rechazaron trabajar con los Animals, Pink Floyd, Deep Purple o Queen, que venderían toneladas en otras compañías. Incluso tardaron muchos meses en atreverse a lanzar a los Beatles.
Así que EMI, potente en tantos países, cojeaba en el principal mercado del mundo. También resultó ser un gigante frágil: a partir de 1996, cuando se desgajó del conglomerado Thorn, descubrió que carecía de recursos financieros. Debía cotizar en bolsa y en la City no entienden de negocios creativos: un año pueden aparecer varias novedades de superestrellas y al siguiente ninguna. He oído historias terribles de directivos de EMI yendo de rodillas a ofrecer todo tipo de ventajas económicas a Coldplay, Radiohead o Damon Albarn para que adelantaran sus trabajos. Algo contrario a los instintos de un artista y, por lo demás, prácticamente imposible: los discos llevan su ritmo.
Ascensión y caída de EMI cubre la historia completa, incluyendo cómo se adquirió en 1989 el cuadro del perrito Nipper escuchando un gramófono, que terminaría bautizando al sello La Voz de su Amo (aunque RCA poseía ese trademark para Estados Unidos). Pero Southall, que trabajó brevemente en EMI, se centra en las huracanadas andanzas de la compañía a partir de 1996, cuando ya se habían acabado las vacas gordas del CD y llegaba el consumo digital con sus rebajas. Un ir y venir de directivos y artistas intentando sobrevivir en un entorno cada vez más hostil. Aunque era habitualmente la más pequeña de las cinco multis musicales, EMI cayó en todos los vicios del negocio: extraordinarias compensaciones para sus altos ejecutivos, contratos del máximo riesgo –se cuenta que llegaron a perder dinero con los discos multimillonarios de Garth Brooks- y derroche general, en campañas y en el funcionamiento cotidiano.Y bien que lo pagaron, en episodios tan chuscos como el pinchazo de Glitter, la banda sonora de una película que protagonizaba Mariah Carey: para rescindir el contrato, hubo que indemnizarla con 20 millones de libras (aparte de los 15 que ya había recibido por Glitter). Fue uno de los últimos coletazos de la era de Ken y Nancy Berry, un carismático matrimonio de directivos que reinaba en la rama estadounidense por la vía de acceder a todos los caprichos -incluso sexuales, decían sus enemigos- de Lenny Kravitz, Janet Jackson, Billy Corgan, David Bowie, Mick Jagger y demás superestrellas de EMI-Virgin.
En Londres circula un chiste que asegura que las iniciales de EMI corresponden realmente a Every Mistake Imaginable (Todos los errores imaginables). Y aún así, hoy saludo a la discográfica imperial que hizo posible grabar música en los cinco continentes; llegó a tener setenta sucursales. Homenajeo a los visionarios que convirtieron una casa georgiana de ocho dormitorios en los estudios de Abbey Road, insospechado centro mundial de subversión sonora. Hago una reverencia a los horrorizados gentlemen que anularon el contrato de los Sex Pistols con EMI y que, quince años después, con la compra de Virgin Records, se descubrieron propietarios de la integral de Sid Vicious.
Johnny Rotten echando veneno sobre EMI Records
* En EMI España, durante años marearon la perdiz con un plan de editar discos a partir de mi programa de radio, El Ambigú. Luego resultaba que era complicadísimo pero, ay, todos los años publicaban el recopilatorio de otro espacio de Radio 3, Siglo XXI, que superaba cualquier dificultad de licencias fonográficas y permisos de RNE. Terminé sospechando que asi bloqueaban la posibilidad de hacer algo similar con la competencia. O igual así funcionaba el universo de EMI: grandes entusiasmos que luego se extinguían.
Hay 10 Comentarios
en España se forraron con los Héroes ,Notanto con los Ronaldos o Brighton 64
Publicado por: Jesus | 04/10/2012 15:28:07
¿No te digo?
Ya está anunciada la publicación de la discografía de The Beatles en vinilo, posiblemente para aprovechar las ventas navideñas.
Publicado por: Edisardo | 25/09/2012 16:21:31
Mala información, zyk, No coinciden las fechas. La persona a la que supongo te refieres entro en R3 cuando el director de la emisora era Jami (que se las tuvo tiesas con Manrique por cambiarle de hora). Hubo luego otro director, Javier Diez, antes de que llegaran Lara y Manrique.
Publicado por: Domi | 25/09/2012 15:36:03
La que trabajaba en Radio 3 era la novia de DAM, contratada por él mismo, claro
Publicado por: zyk | 25/09/2012 13:07:20
Sí, esa foto de Los Beatles corresponde a una escena de 'Help!', que NO fue grabada en Abbey Road, sino en un decorado. Y, por otro lado, más que retrasarse en el lanzamiento de los Fab Four, Capitol se negó a hacerlo durante todo 1963, obligando a la casa madre británica a conceder licencias a pequeños sellos como Vee-Jay. ¡Ah, la vieja EMI del pop 'sixties', siempre estarás en nuestro recuerdo! Bill Harry relató así cómo se desarrolló una de aquellas primeras sesiones de grabación de Los Beatles en Abbey Road: http://www.popthing.com/zona_pop/los_beatles_graban_please_please_me_1962.php
Publicado por: Wool Hat Nesmith | 25/09/2012 8:04:57
Eeehhhh.... Esa foto de los Beatles no es un fotograma de Help!?
Publicado por: Alexandre | 24/09/2012 21:34:33
El catálogo de EMI estará mejor en manos de Universal, ya que ésta al menos edita vinilos con regularidad.
Publicado por: Pedro Gas | 24/09/2012 20:57:02
Pues yo no tengo ninguna pena por una compañía que se hizo potente con los Beatles y luego se gastó el dinero con
la chiflada de Mariah Carey.
Publicado por: JML | 24/09/2012 17:38:05
Pues yo no tengo ninguna pena por una compañía que se hizo potente con los Beatles y luego se gastó el dinero con
la chiflada de Mariah Carey.
Publicado por: JML | 24/09/2012 17:38:04
Te querrían tener contento, Diego. Pero no te lo ganaste como TFF y su pomposa y machacona forma de promocionar todas las novedades de la compañía. Por el foro de radiotres.org se decía ademas que la novia del actual director de la emisora trabajaba en EMI...
Publicado por: Luis Rubio | 24/09/2012 13:07:23