El impactante trailer de Bonnie and Clyde. El slogan de la película:"son jóvenes, están enamorados...y matan a gente".
Hoy suena a cuento chino pero es cierto: hubo tiempos en que los críticos imponían su ley. Entiéndase: no decidían lo que triunfaba o fracasaba, pero si creaban poderosas corrientes de opinión, que a su vez alimentaban el boca a boca, tan importante AI (Antes de Internet). Su poder resultaba más evidente en campos artísticos de productividad limitada, como el teatro o el cine. Esta es la crónica del hundimiento de un destacado especialista en cine; resulta aplicable a cualquier profesional que confunda opinión con vendetta.
En 1967, Bosley Crowther llevaba treinta años como principal crítico cinematográfico del New York Times. Como corresponde a ese medio, era políticamente liberal. Pero tenía puntos ciegos. No simpatizaba con las películas “pretenciosas” que venían de Europa. Vio en Cannes Campanadas a medianoche, el mix shakespeariano que Orson Welles rodó en España; hizo saber que le resultaba tan odiosa -"Orson está acabado"- que la distribuidora estadounidense tardó un año en estrenarla, temerosa del palo del NYT. En Variety salió un texto burlón titulado “Crowther, quédese en casa, por favor”; se reconocía que Bosley podía cargarse las posibilidades comerciales de determinadas cintas modestas en el circuito del "arte y ensayo".