El reciente número de Navidad del New Musical Express muestra
en portada a...¿Keith Richards? Sí, exacto. Desde luego, tiene
sentido comercial: sabemos que la Calavera Viviente siempre vende
revistas. Pero, ay, se suponía que el moderno NME dedicaba todas
sus energías a la creación de nuevos santorales, entronizando
selectivamente a sucesivas oleadas de grupos. Recurrir a un
rollingstone huele a renuncio, no, APESTA a desesperación.
Mucho más deprimente lo que hay dentro. Y no hablo del contenido,
realmente previsible, hasta vulgar. La Gran Entrevista es un phoner,
un encuentro telefónico, aunque que Richards y el plumilla están
en Londres. No hay sesión de fotos. O tempora, o mores! En los
buenos tiempos, se hubieran rechazado tan misérrimas concesiones.