La mejor manzana: Apple Records

Por: | 03 de enero de 2013

  

La leyenda de Apple retrata una fiesta continua, con muchos gorrones
e invitados inconvenientes (como aquellos Ángeles del Infierno
californianos que decidieron instalarse allí durante una temporada).
Todo cierto.
 

Pero también se trabajaba. Harrison formó una house band
donde él o Eric Clapton tocaban guitarra (más invitados de paso,
como Steve Stills). Ringo Starr y Klaus Voorman podían formar la
sección de ritmo, Nicky Hopkins iba a meter teclados. George,
contento de dejar las sombras de su grupo principal, floreció como
productor.


Doris Troy, neoyorquina convertida en cantante de estudio en Londres,
encontró las puertas abiertas al saberse que ya había grabado en
Atlantic Records. Literalmente: le dieron una oficina en el piso alto
de Apple. Pudo desarrollar sus vigorosas canciones y firmó como
productora, aunque desarrolló ambas labores a medias con Harrison.

 

El mismo núcleo estelar de instrumentistas estuvo en parte de los
dos vibrantes elepés de  Billy Preston,
That’s the way God planned it
(1969) y
Encouraging words  (1970).  

Tal como lo contaba Preston, el fichaje por Apple fue cosa de película.
Había conocido a los Beatles en Hamburgo, cuando era un menor de
edad que tocaba órgano con Little Richard. Siete años después,
Harrison le reconoció en la banda de Ray Charles, durante un
concierto en el Royal Albert Hall. Le llamaron, intervino en “Get
back” y se convertiría en teclista oficioso tanto de The Beatles
como The Rolling Stones.

  

De EEUU vino igualmente James Taylor. Ya había grabado en Nueva
York, con The Flying Machine, pero decidió largarse a Londres, para
olvidarse de su atracción por la heroína. Su estreno en Apple
(1968) le presentó al mundo como cantautor intimista y doliente.

Se mosqueó cuando Harrison usó el título de un tema suyo para el
inicio del popular “Something”. Pero se subió por las paredes
cuando se encontró en medio de una pelea genital: Paul McCartney
había roto con Jane Asher y quiso echar a su hermano, Peter Asher,
que ejercía como cazatalentos de Apple y era el valedor de James en
la compañía. Le disuadieron pero el estadounidense decidió que
aquel no era su lugar.

 

Estadounidense fue también el fichaje más chocante: el venerable
Modern Jazz Quartet. Ayuda saber que su jazz impecable era muy
apreciado en el mundillo pop y alguien decidió que daba cachet a la
discográfica.

En 2010, se juntaron sus dos LPs con Apple, Under  the jasmin tree
(1968) y Space (1969), con un  tema inédito: una versión acelerada
del “Yesterday·, de McCartney. Por cierto, para la Gran Historia
Universal de la Estupidez ha quedado la decisión de la censura
franquista: obligó a cambiar la portada del primero, un dibujo de
Alan Aldridge que hacía referencia al mito de la serpiente, la
manzana y Eva...con los pechos desnudos.
 

 

Paul estuvo detrás del lanzamiento de Mary Hopkin, ganadora de un
concurso televisivo que necesitaba dirección. McCartney llevaba años
prendado de un tema de aires rusos, "Those were the days",
y la versión de Mary arrolló a lo grande. Su estreno para Apple, Post
card (1969) alternaba standards -según Paul, favoritos de su padre-
con piezas más folk, incluyendo composiciones de Donovan. 

  

Aquella sonrosada cantante galesa probó la fama y decidió que no les
gustaba su sabor. Giró a la exquisitez: en
Earth song, ocean song
(1971) evitaba la nostalgia en favor del material contemporáneo. Su
antiguo público no apreció tanta delicadeza en voz y arreglos.
Casada con el productor Tony Visconti, desapareció de la circulación
hasta 1984, cuando encabezó el supergrupo Oasis (nada que ver con
los hermanos Gallagher, obvio). 

  

Mientras, los Beatles seguían grabando. En Abbey Road, en Olympic
y -corría ya enero de 1969- en el propio sótano del edificio Apple,
donde se construyo un estudio que generaría muchos dolores de
cabeza. Y no me refiero a los experimentos de John y Yoko.

 

Un mal chiste, disculpen: aquí queremos a Yoko. Nos merecemos
terminar esta entrega con algo más reconocible. Disculpen la
personalización pero la memoria me lleva a una noche de verano en
Santander. En una habitación de hotel, me junté con Pancho Varona
y Joaquín Sabina, armados con guitarras. Hubo una jam session y
ellos decidieron que esa noche, en aquel momento, la mejor canción
del mundo era "Don't let me down". Y no pude discutírselo. 

 

Parte 2 de una serie sobre lo más desconocido de la discográfica Apple 

 

Hay 4 Comentarios

No es fácil discutir Don´t let me down, cara b de Get back. Ni apareció en lp hasta la reedición. Sabina dejó su gusto sublime para la posteridad en la coda de Barbi Superestar..

Que pedazo de momentos y que música mas pasional.

Marta
www.mivibrador.es

Deseas tener la oportunidad de expresarte de una manera diferente en la red y a su vez ver como se expresan otros usuarios, cada uno con su propia esencia? Escribir y escribir es lo único que se hace en esta plataforma: http://www.towmin.com

Hola Diego.
Karina diría: ¡Que tiempo tan feliz!
Lo cierto es que nunca esta de más una vuelta por aquellas canciones. Gracias.
Un saludo.

Publicar un comentario

Los comentarios están moderados y no aparecerán en el blog hasta que el propietario los apruebe.

Este blog sólo permite comentarios de usuarios registrados. To comment, please Inicia sesión.

Planeta Manrique

Sobre el blog

¡Tanta música, tan poco tiempo! Este blog quiere ofrecerte pistas, aclarar misterios, iluminar rincones oscuros, averiguar las claves de la pasión que nos mueve. Que es arte pero, atención, también negocio.

Sobre el autor

Diego A. Manrique

, en contra del tópico que persigue a los críticos, nunca quiso ser músico. En su salón hay un bonito piano pero está tapado por montañas de discos, libros, revistas. Sus amigos músicos se enfadan mucho.

El Amplificador

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal