Eva Tanguay, la primera rock star

Por: | 18 de febrero de 2013

Eva book
 Siempre hay un precedente. El reverenciado ídolo del rock & roll se basaba en desconocidos artistas negros. El himno de Bob Dylan deriva de una canción ancestral. El show de Jimi Hendrix tenía antecedentes en el chitlin' circuit. Tom Waits imita la voz lobuna de un bluesman corpulento.

Y está bien, es perfecto. Si estudias las zonas en sombra de la música popular, aprendes a relativizar el concepto de originalidad. Piensas más bien en un continuum, una carrera de relevos en que los participantes puede que ni siquiera adviertan que han recibido el testigo. Imagino que, cuando Lady Gaga preparaba su meditado asalto a nuestros sentidos, ni siquiera sabía de la existencia de Eva Tanguay.

 

EVA   tanguay-1Lógico: Eva había desaparecido por el sumidero de la historia de show business. Quizás se la recuerda en su Québec natal, donde vino al mundo en 1878. Pero el suyo no es un relato ejemplar, para consumo de nacionalistas francófonos. Hija de un doctor alcohólico, pronto se quedó huérfana e hizo su carrera en Estados Unidos. Era una profesional a los diez años, algo no tan raro en el negocio del vaudeville.

No confundir con vodevil como aquí se entiende: comedia ligera, a veces con elementos picantes y números musicales. El vaudeville estadounidense es una forma flexible del teatro de variedades, donde literalmente cabía todo: cantantes, instrumentistas, bailarines, magos, acróbatas, animales amaestrados y, sí el mercado exigía un barniz cultural, breves conferencias de personajes ilustres y -en un intento de integrar a la competencia- películas.

Antes de la irrupción del cine y de la radio, el vaudeville constituía el entretenimiento favorito de los estadounidenses. Se presentaba en cinco mil locales -el término favorito era music hall- y atraía multitudes: se ha calculado que unos 700.000 neoyorquinos pasaban cada semana por taquilla. Así que es, dentro de esa tradición, donde se sitúa la primera biografía de Eva Tanguay, Queen of vaudeville, recién publicada por Andrew L. Erdman en la Cornell University Press.

  

 Fantasia: el autor de Queen of vaudeville se encuentra con una íntima de Eva Tanguay

La pequeña Tanguay se apuntó a una moda que hoy nos suena aberrante: las coon songs, donde artistas blancos se tiznaban la cara y parodiaban a los negros. Su primer éxito se llamaba “My sambo” y permitía exagerar la promiscuidad de los afroamericanos. Pronto, Eva tenía un rico repertorio de canciones libidinosas que provocaban aullidos en la platea e inquietud entre las autoridades. Traduzco algunos títulos: “Todo ha sido hecho pero nunca de la forma que lo hago yo”, “Ve tan lejos como te apetezca”, “Por eso me llaman tabasco”, “Quiero que alguien haga el salvaje conmigo”, “Me gustaría ser un animal en el zoo”.

Eva Tangauy salomeHistóricamente, está considerada como la artista que cerró la era victoriana. Fue imitada por Mae West, quizás más elemental en su humor e indudablemente más astuta en sus inversiones; hay quién la conecta con Billie Holiday, a través de su admiradora Ethel Waters. Eva no tenía rival en su vestuario: vestidos hechos de coral, de billetes, de “peniques de Lincoln”. Este último consistía en sartas de moneditas de un centavo, que se iba arrancando y tirando al público, provocando la maldad de su biógrafo: “la primera stripper que pagaba a los espectadores, al revés de lo habitual”. El más famoso fue el traje para su versión de Salomé, que ella describía sucintamente: “dos perlas”.

Esos extravagantes detalles indumentarios no son lo único que nos lleva a conectarla con Lady Gaga. La Tanguay asumía que no había publicidad mala. Si unos detectives la atrapaban en flagrante adulterio con un hombre casado, ella se hacía la ofendida. Anunció un libro que se titularía Un centenar de amores, con detalles escabrosos. Se inventaba secuestros que se resolvían misteriosamente. Cada poco, sus joyas eran robadas. Agredía a sus compañeras de escenario (ay, el daño que puede hacer un alfiler de sombrero bien dirigido). Se inventaba una falsa boda en que ella y su novio estaban travestidos. Sugirió una relación amorosa con un actor negro. Provocaba a los encargados de los teatros en que actuaba: odiaba las matinales     

Todo eso encajaría al anecdotario de cualquier diva. Lo extraordinario es la modernidad de la visión de Eva, que sabía que vendía esencialmente su libertino personaje, con abundantes canciones autorreferenciales. No escatimaba en publicistas: sabía que tan importante era lo que hacía fuera como dentro del escenario.    

 

I don't care, el gran éxito de Eva. El sonido, advierto, es infernal

Lo que viene a continuación ya se lo imaginaran. Grabó pero lo hizo con una torpe compañía fonográfica que no dominaba la tecnología del sonido. Se fue a Hollywood pero resultó que el cine mudo no transmitía su efervescencia, su picardia. Es más ¡salía gordita en pantalla! Y no, ella era sencillamente una mujer robusta que se sometía al tormento del corsé. Probó, con escasa fortuna, la naciente cirugía estética. En el crash del 29 perdió millones. Que entren ahora los violines, maestro: sufría de cataratas y se quedó ciega; descubrió a Dios. Ahora, allegro: una colega, Sophie Tucker, pagó la operación que le permitió recuperar la vista.

Eva tanguy corbata
La coda es muy Norman Desmond. Pero a lo pobre. Eva no tenía la mansión de la protagonista de
Sunset Boulevard; vivía en un modesto bungalow de Lexington Avenue, en Los Ángeles. Fue liquidando vestuario, joyas, cubertería. No dejaba entrar a los periodistas: en todo caso, les hablaba desde una ventana, detrás de la cortina.

Representaba el pasado, la era preindustrial: escribió una carta a un antiguo devoto, Henry Ford, pidiéndole el regalo de un coche; solo recibió una negativa firmada por su secretaria. Vendió su autobiografía por capítulos a un suplemento que salía con los diarios de Hearst e intentó interesar a los estudios en un biopic. Que se hizo, sin pena ni gloria, cinco años después de su muerte (el 11 de enero de 1947).

  

Bello montaje realizado por Télé-Québec (el I don't care que suena es el de Judy Garland)

Eva Tanguay falló como profeta: uno de sus temas era “Me recordarán en cien años”. Y no. Como el dinero estaba en las tablas, no dejó muchos testimonios de su arte. Problema de concepto: no se promocionó ni como artista fonográfica ni como actriz de cine, se contentó con  ser una cómica. Sin embargo, rompió la baraja en el primer cuarto del Aleister Crowley Great Drug Delusion - Aleister Crowley -siglo XX, con su personificación de la mujer liberada y tentadora, de lengua suelta y energía implacable.

Lo intuyó uno de sus admiradores, el inclasificable Aleister Crowley, luego venerado por Jimmy Page. Detectó en Eva la vulgar arrogancia de una nación joven y en ascenso, la gloriosa energía de una fémina que sabía pulsar el deseo masculino. Escribiendo su lúbrica loa a la Tanguay, Crowley se excitó: "ella es como el sueño de hachís de un ermitaño poseído por el diablo". Aleister informó de su increíble su receta para calmarse: “al alcance de mi mano izquierda tengo mi octava copa de absenta, al de la derecha un frasco casi vacío que contenía una onza [28 gramos] de cocaína. Estoy usando esta combinación de drogas como sedante, no como estimulante”. Demasiado incluso para los fans -esos famosos little monsters- de Lady Gaga.

 

El fantasma de Eva Tanguay. Aquí, se la compara con Madonna

Hay 10 Comentarios

En la primera foto la Tanguay tiene mogollón de pelo en las piernas. ¿Por eso lo de Rock Star?

Con el juego que da una Sara Montiel o una Marujita Díaz y al final se acaba siempre en lo anglosajón. ¡Si las de aquí son mucho mejores y más morbosas!

El hombre de Atapuerca sí que fue la primera rock star.

¡Qué manía tiene la gente en llamar rock star a cualquiera que les parece anormal, friki o especial!

Aleister Crowley sí que era la primera rock star

Ya llegó el listo que todo lo sabe

Este tío no conoce Memorias de una cantante alemana, Wilhelmine Schroeder-Devrient. (Aus den memoiren einer sägerin.) Lástima.

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Eva Tanguay shits all over the States's Annie Oakley, who was nothing more than a slut, a follower and a fraud.

Sr. Manrique, es usted un genio, y no lo digo por lo bueno del relato .....

Excelente relato.

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¡Tanta música, tan poco tiempo! Este blog quiere ofrecerte pistas, aclarar misterios, iluminar rincones oscuros, averiguar las claves de la pasión que nos mueve. Que es arte pero, atención, también negocio.

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Diego A. Manrique

, en contra del tópico que persigue a los críticos, nunca quiso ser músico. En su salón hay un bonito piano pero está tapado por montañas de discos, libros, revistas. Sus amigos músicos se enfadan mucho.

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