Giovanna Ralli y Charles Aznavour en Horace 62, un drama de venganzas corsas.
Al borde de los noventa años, con un calendario profesional bastante cargadito, sus facultades deterioradas por tantos conciertos, un día nos llegará la noticia de la muerte de Charles Aznavour. Y entonces, en un clima de admiración generalizada, se hará difícil explicar que hay, al menos, dos Aznavour musicales (su periodo ye-yé merece comentario aparte). Con centenares de discos a su crédito, la relación con Aznavour depende de lo que caiga en tus manos.
En España, es evidente, las disqueras apostaron por el Aznavour más grimoso, más melodramático, más sentimental: Venecia sin ti, Morir de amor, La mamma. Y conviene insistir, incluso con pesadez, que hubo otro Charles más cosmopolita. Un Charles con querencia por el jazz, que produjo joyas como J'aime Paris au mois du mai.
El Aznavour más jazzy: 'Amo París en el mes de mayo', en el Olympia, en 1972.
Esa voracidad comercial de Charles, esa vocación de jugar a dos bandas (o las que sean), tal vez se explique por sus miserias de adolescente, hijo de inmigrantes armenios en la Francia ocupada por los nazis. Sin olvidar la tenaz resistencia de industria y público a su peculiar físico, a su voz angustiada. También estaba su expresión libre, esa carnalidad, que le enfrentó con sucesivos vetos. Édith Piaf, una de las primeras defensoras le solía llamar “el genio gilipollas”. Con cariño.
El
tipo resistió abucheos y críticas venenosas. Le ayudó el cine, que se enamoró de su cara de
perro apaleado, de sus mañas de superviviente, de su fragilidad de
hombre-de-la-calle. Pero dejemos la crónica de su ascensión a los futuros obituarios.
En los últimos tiempos, sexta década triunfal, se permite caprichos. Por ejemplo, visitar la muy legendaria Torre de Capitol, en Los Ángeles, para trabajar con la Clayton- Hamilton Jazz Orchestra. Retomaba el capricho de Jazznavour, editado en 1998. En el siguiente making of advierte, atención, que está almacenando temas, que se editarán cuando pierda totalmente la voz o, peor, le visite La Pelona.
Grabando en los estudios Capitol en 2009. Ver con tranquilidad: el making of dura media hora.
Políglota, Aznavour ha grabado en una decena de idiomas. Eso explica que sus discos circulen esencialmente en todo el mundo. Era, por ejemplo, uno de los pocos vocalistas franceses que, al principios de los sesenta, estaban al alcance de un chico curioso como Bob Dylan (un Jacques Brel, solo alcanzó cierta difusión en Estados Unidos con el estreno de un musical, Jacques Brel is alive and well and living in Paris, en 1968). Dylan ha mencionado ocasionalmente a Aznavour e incluso, la pasada década, adaptó una de sus canciones menores, Les beaux moments.
El texto original incidía en una preocupación muy aznavouriana: la separación de una pareja en buenos términos (Charles se ha casado tres veces). La versión dylaniana, The times we've known, mantiene unida a la pareja y usa -hay que decirlo- un lenguaje menos pedestre.
Aznavour canta Les beaux moments; luego, la adaptación de ¡Bob Dylan!
Que conste que Aznavour también ha abusado de los duetos, incluyendo participar en algún “desenterrado” (un Everybody loves somebody, con Dean Martin). Para mi gusto, ha habido demasiado compadreo con Plácido Domingo, Laura Pausini, Pavarotti, Céline Dion, Julio Iglesias, esa tropa. De cuando en cuando, sin embargo, saltaba la chispa, como la reunión con un ya nonagenario Compay Segundo. Tras la cita en París, Compay volvió impresionado. Aznavour se mostró cordial y predispuesto a aprender pero el cubano sacudía el puro y comentaba que el anfitrión se movía con dos guardaespaldas. Armados.
Y es que Aznavour no ha temido mancharse las manos al entrar en política. Muy consciente de su origen armenio (sus padres sobrevivieron al genocidio turco), Charles ha aceptado cargos diplomáticos en representación de la naciente república. En los setenta, fue uno de los primeros artistas franceses en sufrir ese clásico galo que es la persecución por las autoridades fiscales. Ha tenido buenas relaciones con los presidentes de derechas, Jacques Chirac y Nicolas Sarkozy. También dio un paso al frente cuando Le Pen aspiró al puesto: sugirió cantar La marsellesa, para resucitar a los corazones jacobinos.
El dueto de Charles y Compay, con ilustraciones del brasileño Juarez Machado
Por cierto, cuando Compay ya no estaba con nosotros, Charles viajó a Cuba para grabar con Chucho Valdés. En la maleta, una docena de canciones propias, incluyendo una profecía ecológica (La terre meurt). El disco resultante, editado en 2007, se llamó Colore ma vie.
Crónica previsible (oiga, no falta un tópico) de la visita a Cuba
Y un bis. Elvis Costello realizó una de sus raras concesiones al mercado cuando grabó uno de los mayores éxitos del francés. Con el impacto de la película original, Notting Hill, su lectura del She le devolvió a las listas. Divierte ver a Costello poner cara de soñador cuando aparece la carita de Julia Roberts, una de las divas humanamente más insoportables de Hollywood.
Hay 16 Comentarios
ademas somos imagen y semejanza del creador.debemos de estar agradecidos.todos no somos iguales y no mas belleza ,ke la belleza interior...
Publicado por: jenny paola | 04/05/2013 5:18:17
ahhhh cual feo a mi no me parece ke el sea tan feo habrán otros más feos y?
Publicado por: jenny paola | 04/05/2013 5:16:38
No hace falta irse muy lejos: el propio Costello compite en fealdad con el gran Aznavour.
Publicado por: Tonene | 04/03/2013 9:12:50
El más feo era Paco Calatrava
Publicado por: Xabier | 04/03/2013 8:53:27
Yo me casé en Inglaterra, allí lo puedes hacer en hoteles con permiso para ello . Te permiten poner música en la entrada de la novia, siempre que no tenga motivo religioso . Y elegimos She ...
Publicado por: jose luis | 04/03/2013 8:26:27
Buenas noches. Soy uno de los afortunados que le he visto en directo el 14 de septiembre de 2011 en el Olympia de Paris. Evidentemente, no era el cantante que me encandilo hace años, pero se manejaba bien y fueron dos horas y pico de concierto. Una experiencia irrepetible. En especial para Teresa, un beso.
Publicado por: Darthraul | 03/03/2013 1:15:52
Para los amantes del pop británico de los años 60: del clásico Une Enfant de Aznavour, hubo SOBERBIA versión, en 1966, a cargo del dúo Peter & Gordon: Young Girl Of Sixteen. Podéis localizarla en youtube. Salud.
Publicado por: Àngel Maeztu | 02/03/2013 22:17:53
El cantante más feo del mundo era el cantante de los pogues Shane Mc gowan. El Aznavour al lado de ese es GUAPO
Publicado por: reodepereza | 02/03/2013 21:58:48
Estoy con maría. Gainsbourg se lleva la palma, incluso la de la autoderrisión, con su disco "L'homme à tête de chou".
Publicado por: Lobo Larsen | 02/03/2013 21:00:22
"Amo París en el mes de Mayo". Gran canción, ojalá protagonizara el spot del que hablan en Golpe Ganador http://golpeganador.blogspot.com/2013/03/publico-objetivo.html
Publicado por: Alejandro Fernández | 02/03/2013 20:07:46
Pedro Guerra también es tela de feo
Publicado por: Cocinar con-Ciencia | 02/03/2013 19:50:27
Una vez más este personaje con cara de vejete borrachín, nos deja una nota de mal gusto anunciando la próxima muerte de un artista o destacando su supuesta fealdad. No entiendo por qué El País da espacio a esta gente.
Publicado por: Pippo | 02/03/2013 17:55:57
Gracias, Pep. Es cierto, y yo lo suelo olvidar, que hay tanto Aznavour como Brel en Serrat. Pero, claro, inmediatamente piensas en lo horripilante que fueron las enseñanzas de Charles para Raphael. Revelador que, por lo que sé, no ha habido dueto del Niño de Linares y el Armenio Feo, a pesar de que comparten discográfica. Y ahora saldrá alguien con un clip de un programa de variedades donde ambos se lanzan lisonjas.
Por cierto, no hablo de la Julia Roberts actriz. Hablo de la Julia persona, a la que Costello no puede ser ajeno. O igual es eso lo que sugiere la sonrisita bobalicona del clip.
Publicado por: dam | 02/03/2013 14:55:16
Julia Roberts te parecerá muy insoportable pero la escena final de Notting Hill , sonando "She" en ese parque primaveral y con Hugh Grant leyendo un libro mientras ella , preñadisima, reposa su cabeza en las piernas de él , me hace feliz cada vez que la veo .
Publicado por: costalita | 02/03/2013 14:35:47
Como siempre, buen artículo de Manrique (qué haríamos sin tí ?). Curiosamente, si la influencia "francesa" se dejó sentir entre cantautores de toda Europa, los referentes personales no fueron los mismos según qué figuras retomaran el estilo de quién. Así, si en Italia Fabrizio de André era devoto seguidor de Brassens y de su estilo escueto y frugal ("pumba-pumba-pum", voz casi narrativa y guitarra clásica sin más, al menos en sus inicios), en España Serrat prefirió hallar en el toque "melodramático" de un Aznavour el referente que marcara notablemente su estilo (sin dejar de mencionar de pasada al belga Jacques Brel, también más "melodramático" que el cantautor de Sète y al que versionea incluso un americano como Scott Walker). Basta escuchar "La Tieta" (por poner un ejemplo) para sentir toda la influencia que tuvo Aznavour en el genio catalán. No es tanto "cherchez la femme" sino " tirez sur le pianiste". Aznavour, al margen de sus ocasionales horteradas, ha marcado un estilo peculiar y es un cantante, en mi opinión, más "olvidado" (casi diría "infravalorado", que no es el término, pero no hallo otro que se adecue) fuera de Francia de lo que merece. Gracias Diego por resucitarlo.
Publicado por: Pep | 02/03/2013 14:27:54
Para nada es el más feo. Jagger lo es mucho más, por ejemplo. Gainsbourg lo era muchísimo más también.
Publicado por: maría | 02/03/2013 14:02:26