Cuando mandan los paganini

Por: | 03 de junio de 2013

Moviles por Carles Riba
Accesorios indispensables para acudir a un concierto. Foto de Carles Riba

Wish you were here, todos lo deberían recordar, fue el elepé de Pink Floyd de 1975. El título, lo de Ojalá estuvieras aquí, contenía una broma que entendían perfectamente los británicos: se trataba del lema que venía impreso en tarjetas postales que se vendían en las localidades costeras inglesas; dado que la meteorología no solía sonreír a los veraneantes, el deseo era, como poco, ambiguo.

Cada vez con más frecuencia, me veo transformado la frase: ojalá no estuvieras aquí. Los conciertos se van haciendo antipáticos, entre otras razones por ese bosque de teléfonos inteligentes y otros dispositivos que se alzan para inmortalizar lo que ocurre en el escenario. Si no tienes suficiente estatura, es muy posible que, de forma intermitente, el espectáculo te resulte invisible. A joderse, amigo.

Pero la duda, que manifiestan muchos músicos, tiene que ver con la intensidad de la implicación del público, con su motivación última. ¿Están participando del evento, ejercen de notarios o son seres mutantes crecidos en la multitarea, capaces de gozar y registrar simultáneamente? Algunos también mantienen conversaciones, beben y, seguro, conciben startups que monetaricen esa afición. Ya hay bandas que te venden impecable sonido live de sus temas, para que puedas sincronizarlos con tus temblorosas imágenes.

 

 

Antes, les tiraban ropa interior. A Justin Bieber le lanzan iPhones.

Puede que los asistentes simplemente quieran dar envidia. Con la devaluación del concepto “obra discográfica”, el concierto ha pasado a ocupar el lugar central de la experiencia pop. Y urge dejar constancia de la presencia, sea en la primera visita de un hype novísimo o en el megaconcierto de la diva. Dado que la demanda suele superar a la oferta en el caso de figuras en la cresta de la ola, cualquier precaución es poca: “yo estuve allí ¡y puedo demostrarlo! Mira, mira...”.

Móviles live
Foto de Luis A. Muñoz

Tengo otra sospecha: se trata de otra manifestación de, disculpen el palabro, el empoderamiento del respetable. Incluso cuando no paga, aunque ese es otro debate. Perdido el respeto reverencial por el artistas, los fans manejan su obra a capricho. Comparten su música, manipulan sus grabaciones, crean sus propios videos. Lo habrán comprobado si han hecho búsquedas por YouTube: uno se pierde entre docenas de grabaciones infames y maldice a los creadores de la página por no haber incluido un sistema de graduación que, por cualidades técnicas, discrimine entre los millones de videos que se suben.             

 Veo que algunos grupos intentan llegar a un acuerdo razonable con los espectadores: piden que -igual que se pacta con los fotógrafos profesionales- solo se usen las cámaritas durante un fragmento del concierto. Por lo que he detectado, parte de la concurrencia se deleita en ignorar esa petición. Quizás saben que Apple patentó en 2009 un sistema que inhabilita los iPhones y similares en un espacio determinado pero, ah, resultaría tan impopular que no se suele aplicar.

Entre las estrellas, he encontrado variedad de reacciones. Neil Young, tan celoso de la fidelidad sonora, me reconocía sin embargo que simpatizaba con los guerrilleros de YouTube: “es el equivalente de la FMs de los buenos tiempos, la mejor vía para difundir una canción nueva o un tema perdido.” Aviso: dada su naturaleza contradictoria, no me extrañaría que el querido Neil haya cambiado su postura.

 

Neil Young se burla (suavemente) de alguien que utiliza su móvil en las primeras filas de su concierto

Al otro extremo, Prince prohíbe tajantemente el uso de smartphones y similares; sus mastines han expulsado incluso a famosos durante sus apariciones de trasnoche en locales reducidos. Más que preocuparle la calidad audiovisual, se trata de otra batalla más en la reciente guerra de Prince contra Internet. Sí, esa guerra tan extraña que no le impide aceptar un millón de dólares por dar un concierto exclusivo para el enemigo, encarnado en el conglomerado surcoreano Samsung. 

Con lenguaje más delicado, Jack White, M. Ward, los Black Crowes o Wilco vetan el uso de cámaras en sus actuaciones. Supongo que ese mandato se debilita según se amplia el recinto o se alejan de su territorio natural. Tengo un anécdota maravillosa de 1979, contada por José Manuel Costa, que me recuerda otro tipo de gentío, más gritón. Actuó el dúo de pianistas acústicos formado por Chick Corea y Herbie Hancock en....la Plaza de Toros de Las Ventas. No pregunten, ocurrían cosas raras en aquella España.

 

Hancock y Corea usando sus pianos como instrumentos de percusión

Buena parte del público que acudió al coso madrileño se enfadó. Habían pagado sus 600 pesetas, eran tiempos de jazz-rock frenético y se pensó automáticamente que Hancock y Corea tocarían en eléctrico (como los teloneros, el grupo Iceberg, que se disolvía por entonces). Un espectador se dedicó a manifestar repetida y estruendosamente su disconformidad. Sin embargo, cuando Chick y Herbie se despidieron, el mismo bocazas insistió en pedir un bis. ¿En qué quedamos, les odias pero quieres que sigan tocando?, hubo que preguntarle. Su respuesta: “¡claro que les odio, no te cuento lo que me han aburrido!. Pero que sufran, que sigan trabajando los hijoputas”.

Tal vez, finalmente, lo que ahora sufrimos no sea más que otro ritual de nuestra era del gadget. Igual que en otros tiempos se encendían mecheros, ahora se agitan los móviles encendidos. A distancia, mirando desde la zona alta del recinto, los dueños de las pantallitas parecen extras en una fantasía a lo Nuremberg, algún video clip de la era imperial de Queen. Supongo que hay que respetarlo: han pagado por interpretar ese papel.

 

Hay 20 Comentarios

¿Quién carajo es Darío Manrique?

¿Quién carajo es DAM?

Estoy de acuerdo, que hartazgo de la gente que no para de grabar con el móvil. Para qué pagan la entrada o van a un evento en directo si van a verlo a través de la pantalla de su móvil y no en persona? En mi opinión la gente lo hace porque lo que realmente le importa es que los demás vean que el ha estado ahí y demostrarlo por el estatus y ala apariencia, y no lo hacen para mi vivir ellos mismos la experiencia

Y lo peor es que no solo es en conciertos, sino en cualquier lugar como museos.

como lo insinua usted en el articulo, mas gente van a conciertos para el sentimiento d'importancia que les dan de haber sido allí que para la musica.
es como en la opera antes de su declino.
somos pringados consumeristas, no solo para los objectos de marca pero tambien ante la gente "de marca": los famosos.
el branding publicitario no tiene limites.

¿Quién carajo es Justin Bieber?

Y como el Pisuerga pasa por Valladolid, aquí llega uno con algo que nada tiene que ver con el asunto. Lo siento pero me estás atribuyendo automáticamente un tópico-de-los-críticos-musicales en el que no me reconozco. No me gusta charlar a gritos mientras alguién actúa, detesto ver conciertos desde la barra precisamente por las conversaciones, en la Riviera suelo moverme entre la pista y las zonas altas; cuando me tocaba hacer una crítica llenaba media libreta de apuntes. Y más si se trataba de alguien que me fascina, como Nick, que tenía y tiene un público ferviente que no admite errores.

bastante peor me parece esos críticos que se pasan el concierto en la barra charlando con los amigotes y luegon tienen el papo de hacer la reseña. Ejemplo? ' DAM durante la actuación de Nick cave and the bad seeds en la Riviera

James Hetfield, de Metallica, pide que se dejen de (joder con los) teléfonos diciendo... "Do you need to call your mummy?"

a ver si nos actualizamos eh. Manrique ya no se fuma destrás del micro de RAdio 3.

Ahora ya hay cámaras, móviles, y todo el mundo se lo lleva. Inmortalizar el momento, el ego de tener más visitas en youtube o simplemente dar por culo a la amiga que no ha podido ir y llamarla.

yo prefiero la pantallita del movil, que desde arriba queda como los mecheros de antes.

Lo prefiero a los novios que no paran de hablar y moverse para besarse y que no dejan un puto ángulo libre


A ver quien es el guapo, o la guapa, que hace amago de sacar un móvil en un concierto de Keith Jarret. Él es capaz de para un concierto por un carraspeo.

Totalmente absurdo el post. Siempre que no se moleste al musico haciendo ruido, cada uno que haga lo que quiera. Creo que nunca nadie se ha quejado de que la gente se fumara porros, o se metiera una raya en medio del concierto. Claramente no tendria sentido porque cada uno es libre siempre y cuando no moleste a los demas. Pero claro si los demas son niñas de 16 anos, la cosa cambia.

Jajaja, no se si sería el mismo tipo, pero estuve en ese concierto de Corea y Hankock en las Ventas, y recuerdo un tipo totalmente achicharrao gritando todo el concierto: "Coreanoooo, vete a tomar por culo!!!!!

De acuerdo con Manrique. Predomina la tontería, el dar envidia (de la sana, sí), y sobre todo esa competición en la que importa demostrar más a tu gente que haces cosas antes que disfrutar del propio evento.
¿Cuánta gente apenas escucha la canción porque está más pendiente de grabarla? Y no hablemos de los que se ponen en últimas filas a contarse sus vidas a grito "pelado".

Las nuevas tecnologías tiene más de bueno que de malo, faltaría más, pero dentro de ellas se han colado conductas absurdas.

Queremos que quede constancia de todo. No creo que sea tan malo. Por cierto, tendrías que haber puesto la bronca que echó Bruce Dickinson a un fan el verano pasado por estar mandando mensajes durante un concierto. ¡Buenísimo!

Buscando en la rae.es, aparece la acepción de la palabra "empoderamiento", parecía un neologismo de la palabra "empowerment" en inglés, fíjate, nos copian, aunque yo hubiese utilizado "apoderamiento", más común en el uso.

"Fortalecimiento, para el que no lo sepa y no empoderamiento"
Creo que deberías usar algo más el diccionario compadre.

Fortalecimiento, para el que no lo sepa y no empoderamiento.

Cultura del "yo estuve ahí". Como turista que dejan en la torre Eiffel, sube a todo trapo, se tira la foto y sale corriendo al siguiente monumento. "Yo he estado. Mira".

Mucho esnobismo y petardeo es lo que hay...

http://sinpalabrejas.blogspot.com.es/

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¡Tanta música, tan poco tiempo! Este blog quiere ofrecerte pistas, aclarar misterios, iluminar rincones oscuros, averiguar las claves de la pasión que nos mueve. Que es arte pero, atención, también negocio.

Sobre el autor

Diego A. Manrique

, en contra del tópico que persigue a los críticos, nunca quiso ser músico. En su salón hay un bonito piano pero está tapado por montañas de discos, libros, revistas. Sus amigos músicos se enfadan mucho.

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