Chic, la geometría del placer

Por: | 09 de julio de 2013

Chic-band y amigas 
Chic de 1991: de izquierda a derecha, Sylver Logan Sharp, Bernard Edwards, Nile Rodgers y Jenn Thomas

Ocurrió en la Nochevieja de 1977. El guitarrista Nile Rodgers y el bajista Bernard Edwards se las prometían muy felices. Vestidos de Cerutti y Armani, acudían a la fiesta del Studio 54, donde actuaba Grace Jones. La diosa jamaicana de ébano había manifestado interés por conectar con Rodgers y Edwards, para hablar de producir su siguiente disco. Ellos estaban en vena: como parte de Chic, reventaban pistas con invitaciones al baile del calibre de “Everybody dance” y “Dance, dance, dance (yowsah, yowsah, yowsah)”.

Para Rodgers y Edwards, músicos de culo pelado que habían hallado el filón de la disco music, era una rara oportunidad de combinar trabajo y placer. El Studio 54 funcionaba como paraíso en la tierra para los neoyorquinos ricos o famosos: la puerta era casi inaccesible para desconocidos. Y, efectivamente, no se alzó la soga de terciopelo que separaba a los aspirantes de los elegidos: en las listas, no aparecían los nombres de Nile y Bernard. Según la leyenda, de nada les sirvió señalar que en ese momento, precisamente en ese momento, en el interior estaba sonando uno de sus discos. 

 

Frustrados, se volvieron andando hasta el apartamento de Nile en la calle 52. Había alcohol y también llevaban unos gramitos de substancias que habían comprado para celebrar la entrada del año. Pero no tenían cuerpo de fiesta. Estaban furiosos y se desahogaron montando una jam. Al poco, les había salido el esqueleto de un tema volcánico, que vituperaba las prácticas elististas del Studio 54. Directamente, mandaban a la mierda a aquellos gorilas, a sus jefes: “aaah...fuck off!”.

 

Unos meses, esa cólera se había moderado. La pieza, rebautizada “Le freak”, era número uno en medio planeta e iba camino de convertirse en el single más vendido de la historia de su ilustre discográfica, Atlantic Records. Naturalmente, habían desaparecido los palabrotas. De hecho, hasta se incluía una mención amable al 54: el posibilismo imperaba en Chic.

Es una historia definitoria de las realidades ocultas tras la cara sonriente de la disco, un recordatorio de que no siempre había fabricantes de salchichas en la trastienda de aquella música. Rodgers y Edwards eran profesionales baqueteados que habían probado con otros estilos y que traían a su oficio una actitud, me atrevería a decirlo, punky. Y una alquimia funky: instrumentistas que improvisaban hasta que hallaban una base sólida pero gomosa, dura como el diamante (aunque luego se endulzara con metales, cuerdas, voces femeninas).

  

El tipo de historias que uno esperaría encontrar en el box set de Chic, titulado Savoir faire (salió en 2010 pero sólo ahora lo he pillado). Pero no. Aunque lleva la garantía de Rhino, el sello historicista de Warner Music, se trata de un producto más que discutible. Y en estas deficiencias se nota el declive de la industria discográfica: aunque saben que deberían mimar al decreciente público que adquiere sus productos, sus estándares han bajado. Savoir faire no tiene aparato crítico, aparte de un texto poco revelador de Nile Rodgers, el mantenedor de la marca registrada Chic tras la muerte repentina de Bernard en 1996, mientras andaban de gira por Japón.

CHIC boxset3d3En realidad, en 2009 se diezmó el equipo de Rhino, con base en California. Savoir faire fue confeccionado por la sucursal francesa de Warner. Eso explica ocurrencias positivas (se han recuperado las producciones disco de Sheila, antigua reina ye-yé) y deslices ruborizantes: cinco de los temas se presentan en las remezclas de una estrella local, Dimitri From Paris. Que, cierto, es un DJ cuidadoso y se ha moderado en sus intervenciones pero, caramba, si uno busca un gran Best of de Chic preferiría que se hubieran respetado los originales; los discos de remezclas son otra cosa, monsieur.

Y aún, con todas las pegas, Savoir faire ofrece la más reveladora panorámica del trabajo de lo que ellos llamaban The Chic Organization. Uno de esos momentos en que unos músicos captan el zeitgeist: el sensualismo interracial, interclasista y polisexual que desataba la disco music.

Se sabe que Nile Rodgers, más que Bernard, sí disfrutó del festín babilónico. Pero su hedonismo no interfirió con el ritmo de trabajo de Chic: entre 1977 y 1983, empaquetaron siete elepés bajo su nombre y ocho para otros artistas. Una de las maravillas de Savoir faire es que mezcla, sin sobresaltos, los temas de Chic con las producciones para Norma Jean, Sister Sledge, Debbie Harry, Diana Ross y, atención, Johnny Mathis. Por primera vez, se publican temas del inédito álbum hecho por el baladista de los pelos rizados.

Así que Savoir faire ofrece las dos caras. Primero, desinfla muchos de los alardes de Rodgers, que aludía a su paso por los Black Panthers para explicar el supuesto carácter subversivo de las letras de Chic (y no, nada de eso: los textos tienden a ser funcionales, diseñados para la coyuntura). Segundo, confirma el estado de gracia de aquel colectivo, creador de música orgánica, pura geometría del placer.

  

Eso sí, se olvidan de muchos detalles relevantes. Por ejemplo, que su fórmula era tan omnipresente que apareció como fondo instrumental del primer éxito del rap, el célebre “Rapper's delight”. Atribuido al Sugar Hill Gang, usaba como base “Good times”, de Chic, tocado por una banda de estudio. Amenazando con la artillería legal de Atlantic, Rodgers y Edward lograron que se les atribuyera la autoría completa de “Rapper's delight”. Las historias ejemplares del mundo musical hablan de blancos desplumando a negros; se olvida mencionar que los creadores negros podían ser igualmente implacables.

  

Hay 11 Comentarios

Tambien de interes que el grupo de estudio que tocaba en "Rappers Delight" fueron musicos que se convertieron en fundamentales del sonido de dub radical de Adrian Sherwood y On-U Sound en los '80s.

Interesantísimo todo Diego. Muy de acuerdo con que el fulgor y el hedonismo no impedían su estajanovismo y trabajo sin cuartel.

Respecto a los comentarios estoy con Ángel. Y por añadir más nombres al aparato de la producción yo lo haria con el binomio Dennis Coffey y Mike Theodore (Glorioso el proyecto C.J. & CO) o, por supuesto, Gamble-Huff y su sofisticado Philly sound. Otra cosa que me resulta interesante revisando discos es la revitalización de carreras en stand by (Marlena Shaw, Jackie Wilson, O'jays, The Tymes, Lou Rawls, The Stylistics, etecé) o la mezcla gozosa y sin complejos con cualquier cosa, hasta la más militante, como sucede con "Turn this mutha out" de Idris Muhammad. Si se me permite enlazo un post con música para poder comprobarlo (o rebatirlo, claro).

http://estudiodelsonidoesnob.blogspot.com.es/2013/07/playlist-vid-saturday-night-sunday.html

En cuanto a lo de Julio no puedo ser imparcial. No es ni siquiera un placer culpable sino que completamente asimilado. Su versión del "Love theme" de Mr. White, aunque lángudia y alicaida en comparación con la original es adictiva y solo echo de menos que no se le ocurriera a la CBS encargarle una versión Maxi 45 de siete u ocho minutos a algún productor; no sé, un Tom Moulton por ejemplo. En cualquier caso la pieza disco hispana por antonomasia la interpretó él y la firmaron De la Calva/Arcusa. Se titulaba "Un día tu, un día yo".

Saludos.

Y ahí está la conexión Chic - las Ketchup, vía Sugar Hill Gang... XD

Querido Diego: siempre con tu permiso aprovecho para invitar a los adictos al baile a la sección de los viernes "Deja de Bailar" en mi blog Música para la NASA, dedicada hace unas semanas por cosas del zeitgeist a la canción "Le Freak" de Chic: http://abcblogs.abc.es/alvaro-alonso/tag/chic/

Pues nada, nada, que vuelva la honra a Julio.
Por cierto, muy interesante, aparte de la historia de Chic, el comentario sobre el sello Rhino. Es una pena que lo hayan descabezado, pues solían sacar cosas de primera, como la cajita de Gram Parsons, o la más grande de Big Star.

Hola a todos
Yo creo que Johnny Mathis, y otros muchos, llegaron a la música de baile gracias al éxito de Barry Manilow con "Copacabana" que conectaba los años de los crooners con la música Disco.
Estupendo el video de Nile.
Y bases rítmicas en esa década hubo muchas inmejorables, sin ir más lejos, en Madrid estuvieron Earth, Wind and Fire recientemente.
Un saludo.

Leccion de guitarra de Niles Rodgers cuando se publico el box set en Francia. https://www.youtube.com/watch?v=gF1d227_4ac

Hombre, Guillermo: me obligas a ponerme como defensor de Julio Iglesias, papel harto incómodo para mí. No sé si la idea de grabarla le vino tras escuchar la versión de Johnny Mathis (1979) pero la de Julio (1981) es más melódica, con una intro dulce, y debo reconocer que me gusta (fuera de este rincón, LO NEGARÉ, claro está). La de Johnny es más claramente disco music y, de hecho, se baila todavía en las pistas de "beach music", en las zonas costeras del Sur de Estados Unidos.

Johnny Mathis se daba mucha maña con la música disco: su versión del clásico "Beguin the beguine" está mejor que bien. Por cierto que sospecho que el inefable Julio Iglesias (o su productor) escuchó esta joya de Mathis. Claro que, para crooners cantando temas disco, Andy Williams y "Love story". Espectacular.

La segunda mitad de los 70 fue un período realmente glorioso en lo que a música de baile se refiere. Otro asunto ya es que el infame canon de la música popular generado por la crítica haya dado la espalda a tantos grandísimos talentos de aquel entorno, que se la sigue dando. Lo de, por ejemplo, Moroder + Bellotte + Donna Summer y la marca Chic resultó entonces de lo más espectacular. Escuchando ahora a Sister Sledge. Qué sonido y qué canciones, las de Edwards-Rodgers para ellas: He's The Greatest Dancer, Thinking Of You, Pretty Baby... Y lo de Bernard Edwards al bajo + Tony Thompson a la batería no hay quien lo supere. Salud.

Rodges está ahora con Daft Punk y se nota , se nota.... esa guitarra

Publicar un comentario

Los comentarios están moderados y no aparecerán en el blog hasta que el propietario los apruebe.

Este blog sólo permite comentarios de usuarios registrados. To comment, please Inicia sesión.

Planeta Manrique

Sobre el blog

¡Tanta música, tan poco tiempo! Este blog quiere ofrecerte pistas, aclarar misterios, iluminar rincones oscuros, averiguar las claves de la pasión que nos mueve. Que es arte pero, atención, también negocio.

Sobre el autor

Diego A. Manrique

, en contra del tópico que persigue a los críticos, nunca quiso ser músico. En su salón hay un bonito piano pero está tapado por montañas de discos, libros, revistas. Sus amigos músicos se enfadan mucho.

El Amplificador

El País

EDICIONES EL PAIS, S.L. - Miguel Yuste 40 – 28037 – Madrid [España] | Aviso Legal