Parte 1 de FUNK - A Documentary: cómo una secta de coleccionistas adquiere masa crítica y se hace movimiento
Hablemos
de los Juegos Olímpicos...de 2012. La ceremonia de inauguración,
concebida por Danny Boyle, fue una celebración de lo mejor del Reino
Unido, destacando la quizás más exitosa exportación británica de
los últimos 50 años: la música pop. No en términos económicos, cierto,
pero sí en visibilidad y fuerza simbólica: las canciones llegan más lejos que los cañones del Almirantazgo.
Ya sabemos que, esencialmente, el pop británico ofrece una estilización de los hallazgos de la música afroamericana. No cabe minimizar la hazaña: los ingleses tienen el dicho de “llevar carbón a Newcastle” para retratar una tarea inútil, pero sí, ellos lograron vender su reelaboración de lo afroamericano en Estados Unidos y en el resto del mundo.
Descendiente de católicos irlandeses, Boyle acertó al enfatizar la importancia de la música negra Made in UK. Apareció la Nostalgia Steel Orchestra, una de las numerosas agrupaciones londinenses que tocan steel pans, invento antillano que convirtió los barriles de petróleo en instrumento musical. Sonó “My boy lollipop”, de Millie Small, que se grabó en Londres (1963), usando talento jamaicano -la cantante, el guitarrista Ernest Ranglin- y músicos locales (durante décadas, se creyó que Rod Stewart tocó la armónica).
Faltó, puede ser, algo del reggae londinense, generalmente belicoso. Pero luego aparecieron triunfales manifestaciones de síntesis sólo posibles en las orillas del Támesis: “Back to life” (1989), del colectivo interracial Soul II Soul, y temas de sus discípulos emancipados del Este de Londres, como “Pass out” (2010), de Tinie Tempah, de padres nigerianos.
Dizzee Rascal, cabeza de serie del grime londinense, en la ceremonia olímpica.
Sobre
el escenario del Estadio Olímpico actuaron Dizzee Rascal (madre de
Ghana, padre nigeriano) y, bueno, no todo iba a ser perfecto, Emeli
Sandé (madre escocesa, padre de Zambia),
impresionante criatura pero
no precisamente un ejemplo de creatividad. Dado que
Londres tuvo, durante siglos, una bien ganada reputación de urbe
xenófoba, me parece asombrosa la naturalidad con la que se ha
asumido el cambio del perfil de sus habitantes y la evolución del
mítico Sound
of London.
Ea una historia que nadie ha contado en su integridad. Hasta que ha salido Sounds like London, cuyo subtítulo traducido sería 100 años de música negra en la capital, de Lloyd Bradley. Algunos recordarán que Bradley ya firmó una sólida historia del reggae, Bass culture. Aquí aplica la misma fórmula: se busca un actor-testigo, un guía; a través de sus declaraciones, se explora una zona del territorio en cuestión.
Un trabajo no exhaustivo, a pesar de sus más de 400 páginas. Bradley reconoce que ha prescindido de Sade, Mica Paris, Linton Kwesi Johnson, Carl Douglas y otros protagonistas ya bien tratados en otros textos, igual que ocurre con el movimiento 2 Tone, con base en Coventry. Perfectamente justificable, dado que lo que excita a Bradley es iluminar zonas olvidadas.
Como la presencia del calipso en Londres. Aunque la emigración caribeña comenzó con el barco de pasajeros “Almanzora”, se prefiere conmemorar la llegada del “Empire Windrush” en 1948. Estaban esperando los noticieros y un calipsoniano listo como el hambre, Lord Kitchener, se paró e hizo como si improvisaba un tema titulado “London is the place for me”. Tiene lógica que ese calipso haya servido para bautizar una espléndida serie de compilaciones de música negra hecha en Londres, editadas por Honest Jon's, el sello que patroniza Damon Albarn.
No todas son historias risueñas. El apartheid sudafricano empujó a Londres a The Blue Notes, un puñado de músicos, incluyendo al pianista blanco Chris McGregor. Ellos revolucionaron la escena del jazz londinense con su joie de vivre y su habilidad para africanizar el hard bop. También abusaban de todo lo que la capital podía ofrecer y es chocante saber que la mayoría -McGregor, Mongezi Feza, Dudu Pukwana- murieron prematuramente, a veces en soledad.
Reggae Britannia: la gozosa manera en que los londinenses cambiaron el paso
Aunque la clave de la música negra en Londres es la hegemonía de los jamaicanos. Un poco como ocurre con los cubanos exiliados en Estados Unidos, han impuesto sus tendencias por la fuerza de su personalidad y, sin duda, la capacidad para reinventarse del reggae. Una música cada vez más localista pero que transmite enseñanzas rítmicas y verbales que son capitalizadas en Londres por los descendientes de africanos y de naturales de otras islas caribeñas.
Aquí sí que se agradece el mapa de carreteras que ofrece Lloyd Bradley. De la interacción del house y el fenómeno social del rave con el reggae (y, naturalmente, el hip hop estadounidense) surge una catarata de sonidos donde cualquiera puede perderse: del jungle al drum'n'bass, del UK garage al 2step (con el breve interludio del speed garage), del dubsep al grime.
Lo extraordinario, como explica Bradley, es que esas músicas unen a blancos y negros (más los colores intermedios). Y que sus creadores han desarrollado técnicas de supervivencia que les han permitido prosperar en los agobiantes años de la crisis discográfica. En el peor de los casos, pueden ser autosuficientes, como ocurrió con el lover's rock, una rama romántica del reggae, exigida por el público femenino británico. Tienen una relación ambigua con el mainstream: saben que una gran compañía puede exprimirte y desecharte en un pispás. El punto es que artistas como los elegidos por Danny Boyle ya son el mainstream. De hecho, hasta la BBC ha creado una emisora en exclusiva para la denominada urban music, denominada Radio1Xtra.
Documental de Radio 1Xtra que investiga la hegemonia de Londres sobre las escenas de ciudades norteñas
Tengo que decirlo, aunque suene desagradable: típicamente, en España se ha copiado el nombre -aquí es Radio 3 Extra- para dignificar lo que no es más que un cajón de sastre. Una idea desvertebrada, aunque contenga programas valiosos.
Ahora, sí. Hagan un ejercicio de proyección. Supongamos que Madrid ganó los JJOO para 2020. E intentemos imaginar qué artistas podrían representar, en la apertura, la realidad de España como país multirracial y moderno. ¿No? ¿De verdad que no se les ocurre nada? Bueno, siempre queda Carlos Jean...
Hay 1 Comentarios
Hola Diego
Excelente articulo.
Y, recogiendo el guante de la última pregunta, como muestra multirracial y moderna yo propondría a Los Manolos cantando una de los Beatles, el ol'maelovin' o amigosparasiempre.
Un saludo.
Publicado por: Manu3l | 17/09/2013 10:27:18