Guillermo Cabrera Infante y Miriam Gómez, retratados por Néstor Almendros
Ya saben de la última perla hallada en el océano de textos dejados por Guillermo Cabrera Infante en su casa londinense. Mapa dibujado por un espía (Galaxia Gutenberg) es la crónica de un período de callado dramatismo en la peripecia del autor cubano. GCI ha creído alejarse del fragor caribeño, de las luchas intestinas de la Revolución, al instalarse en Bruselas, donde ejerce de agregado cultural (*). En Bélgica está Miriam Gómez, su esposa, también empleada de la Embajada de Cuba. Hasta que retorna a Cuba para el entierro de su madre.
Al píe del avión que le llevaría de vuelta a Europa, en compañía de sus dos niñas, fruto de su primer matrimonio, le ordenan permanecer en la isla. Lo que sigue es una pesadilla: cuatro meses varado en La Habana, temiendo un zarpazo del castrismo, que le considera un disidente, aunque Cabrera Infante sea públicamente el más prudente de sus amigos. Tiempo suficiente para apreciar la pobreza general, el surgimiento de las jineteras, la degradación urbana y, sobre todo, el miedo que atenaza a los círculos artísticos e intelectuales.
Crece la tensión. Si le niegan el pasaporte, pocos le van a echar de menos: todavía no ha salido su magno Tres tristes tigres, que le universalizará. El autor sabe que se le acaba el tiempo: su hermano Sabá, destacado en Madrid, va a solicitar el asilo político. Y también surgen razones para no moverse: entre sus abundantes lances eróticos, se enamora de una jovencita llamada Silvia. Pero, signo de los tiempos, llega a temer que esta sea una agente de Manuel Piñeiro, alías Barbarroja, gran señor de los servicios secretos, que desconfía de los hermanos Cabrera Infante, aunque sean hijos de comunistas.
PM (1961), el documental de Orlando Jiménez Leal y Sabá Cabrera Infante que fue vetado por el castrismo: era "contrarrevolucionario" mostrar a habaneros normales bailando, bebiendo, divertiéndose.
Mapa dibujado por un espía tiene el aliento de lo vivido: seguramente lo escribió en 1968, con los recuerdos frescos. Se trata de un texto inacabado, lo que potencia su valor como documento. Me explico: no fue reelaborado literariamente por el autor, lo que seguramente impidió que se colaran valoraciones a posteriori, anatemas para tantos amigos que se quedaron y que, a sus ojos, se envilecieron. Hay seudónimos y nombres dejados en blanco: Cabrera Infante no va a ejercer de chivato. Lo que encontramos aquí es el día a día, las frustrantes minucias, los encuentros en distancias cortas.
Vemos a un Nicolas Guillén indignado de que Fidel Castro haya usado una visita a la Universidad para atacarlo -”¡ese es un haragán!”- y afirmar su preferencia por Alejo Carpentier. Un Guillén seguramente intimidado: el poder de Fidel es total, sin necesidad de juicios. Puede castigar a un colaborador que llega tarde: encierra al tardón en una caseta durante dos semanas; ninguna broma en un clima tropical.
Una Haydée Santamaría, de alguna manera beatificada tras su suicidio en 1980, aparece aquí mucho menos risueña de lo que nos cuentan. Y luego está la variación bolchevique del fan fatal: Enrique Oltuski, guevarista, preso tras confirmarse un desastre agrícola sobre el que ya había avisado, o Walterio Carbonell, caído en desgracia por sugerir un black power a la caribeña. Ambos resistirán en la Isla Grande, incapacitados para romper con la Revolución, demasiado cubanos para aceptar la posibilidad de exiliarse.
Arropado por familia y amigos, Cabrera Infante va comprendiendo la profundidad de la represión. Vean la portada de una revista de 1965: el perro Pucho, mascota de la Revolución, pisotea a homosexuales, intelectuales, melenudos. Guillermo se entera de las penalidades del chaval de 18 años al que están puteando en el servicio militar al saberse que escucha música pop; expresamente prohibida en la radio o en la TV, también resulta altamente sospechosa su audición privada. Igual que hicieron los stilyagi ("modernos") en la Unión Soviética, los aficionados cubanos aprenden a fabricar discos caseros con las placas de rayos X. Gracias a la cercanía con Florida, es posible captar emisoras estadounidenses y grabar en cinta las últimas novedades.
Para el régimen cubano, la música pop en inglés es intolerable: contaminación ideológica. Hay diferentes grados, es cierto: está un poco mejor visto el pop británico que el estadounidense (hasta que ambos son vetados).
Con su habitual cintura, Castro da el visto bueno al pop español, que resulta inmensamente popular a través de Nocturno, un programa de Radio Progreso. Entran en tromba Los Brincos, Juan & Junior, Los Mustang, Los Bravos, Fórmula V, Los Diablos (hasta tiempos recientes, algunos de estos conjuntos se reunían regularmente para actuar en Miami, ante públicos de exiliados cubanos atacados de nostalgias nocturnas).
También está mal considerado el jazz. Preparando su huida, Guillermo pone en venta sus discos y alguien le encuentra comprador. Felizmente, esquiva una invitación para conocer al nuevo propietario y su amplia colección. Esa misma noche, entra la policía y pillan al jazzero fumando marihuana: le ha denunciado su mujer. Cuatro años de cárcel.
Cabrera Infante aprende que urge cortarse el pelo y evitar los pantalones estrechos. La disidencia estética es señal de desafecto política, lo que puede significar un billete de ida para los trabajos forzados en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, las brutales UMAP. La revolución ha desarrollado un machismo-leninismo muy estridente, que persigue con saña “la mariconería”. Es la obsesión de Lacras Sociales, una sección de la policía política empeñada en cazar homosexuales o, al menos, tenerlos fichados para cuando sea necesario actuar contra ellos.
Gran paranoía. Un héroe de la Revolución sermonea a los universitarios: "les había dado consejos de no andar con un libro bajo el brazo y vestir a la moda y calzarse con sandalias. Esas tres características, según Chomón, conducían a lo peor: a la mariconería y por tanto a la contrarrevolución". Se lo cuentan a Cabrera Infante y puede estar exagerado pero da idea del clima moral que se impone.
Los Zafiros en la televisión cubana; Manolo Galbán toca la guitarra
El autor también se desencanta con la música cubana de la Revolución. Da un aprobado raspado a Los Zafiros: “aunque estaban atrasados con respecto a la música que se oía en Europa Occidental, tenían buenas voces y se agrupaban, a veces al unísono, otras en contrapunto, con bastante buen gusto”. Por el contrario deplora el ritmo mozambique, propugnado por Pello El Afrokán y su conjunto, que “hacían un ruido infernal sin jamás organizarlo en música”.
Los del baile (1965), documental de Nicolás Guillén Landrián, con música de Pello El Afrokán
Su mejor experiencia musical ocurre en una reunión en casa del compositor Harold Gramatges, donde canta Ela O'Farrill y toca Frank Emilio: “canciones de la época del feeling, muy anteriores a la Revolución; exceptuando los himnos, no había una canción revolucionaria que valiera la pena”.
Al final, esos meses de purgatorio quedan identificados musicalmente con el jazz. El de Dave Brubeck, que acompaña las sesiones amorosas con Silvia. Y el elepé Lady in satin, de Billie Holiday, un favorito igualmente de Silvia. Fatalmente, se pierde: lo dejan en un taxi, camino de una fiesta. Un aviso de Eleggua: es la hora de partir.
(*) No se crean que la Embajada de Cuba en Bélgica era una balsa de aceite. El primer secretario, Juan José Díaz del Real, sacaba la pistola cuando se sentía ofendido. Y sabía usarla: siendo embajador en la República Dominicana, asesinó a un exiliado cubano. Por el edificio de la embajada rondaba también Aldama, un seguroso encargado de informar a La Habana sobre “actividades de los contrarrevolucionarios”.
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Guillermo Cabrera Infante y su descripción de los sucesos de Ciudad Trujillo
Gustavo Arcos Bergnes, al decir de Cabrera Infante, fue embajador del régimen de Fidel Castro, ante el Reino de Bélgica, entre los años 1960 y 1965, época en que se conocieron (en octubre de 1962) cuando llegó, Cabrera, como Agregado Cultural de esa embajada. Cabrera Infante sitúa la fecha de conclusión de Arcos, como embajador ante los Países Bajos, a mediados de 1964.
La familia de Riva Patterson llegó a Londres en julio del año 1963.
Cuenta Cabrera Infante que Arcos había realizado un viaje de consulta a La Habana en 1962, regresando en 1963 con dos nuevos colaboradores. Uno de ellos era Juan José Díaz del Real, conocido entre sus amigos como Jota Jota. Gustavo Arcos había conocido a Jota Jota en Caracas, Venezuela durante las actividades de apoyo al Movimiento 26 de Julio.
Como aquel que no quiere la cosa, en su libro "Mea Cuba", Guillermo Cabrera Infante relata que un día Jota Jota se encontró con un conocido batistiano en una calle de Santo Domingo, (no dice el nombre del personaje) que de lejos levantó una mano para saludarle. Nunca podré saber si Cabrera Infante miente deliberadamente o, escuchó campanas, sin saber de dónde provenía el tañer, para decir que: “sin mediar palabra, Díaz del Real sacó su pistola, disparó y mató al “cubano cordial” (las comillas son mías).
Nada dice de Mario Riva Patterson, quién fuera el Encargado de Negocios del régimen de Fidel Castro, desde el mes de febrero del año 1959, hasta el momento de los hechos.
Como hijo de Riva Patterson y por desgracia partícipes indirecto de aquellos acontecimientos y muy a mi pesar, no me queda alternativa, sino la de desmentir al famoso escritor.
En el mes de diciembre de 1964 o tal vez en enero del 65, ocupando papá el cargo de Consejero del Embajador de Cuba ante el Reino de la Gran Bretaña y el Norte de Irlanda, fuí de vacaciones, en compañía del Agregado Cultural de la Embajada de Cuba en Londres, Pablo Armando Fernández, a Bruselas (Bélgica) donde me esperaría el amigo de papá y Embajador de Cuba ante el Reino de Bélgica, Juan José Díaz del Real. Yo acababa de cumplir 14 años de edad.
En compañía de las personas, antes mencionadas (y sus respectivas familias) y del Agregado Cultural de Cuba ante el Reino de Bélgica realizamos un viaje para visitar las ciudades holandesas de Rotterdam y Ámsterdam. Ese Agregado Cultural era nada menos que Guillermo Cabrera Infante, pero yo no tenía ni idea.
Meses más tarde ambas familias (la de Cabrera Infante y la mía) estarían de regreso en Cuba. Mi familia en febrero y la de Cabrera Infante en el verano. Eso lo supe leyendo el libro, ahora, bastante tarde.
En su relato, Cabrera Infante dice que Díaz del Real entró corriendo en la embajada, lo cual es totalmente falso. Dice también que Díaz del Real era enfermo y paranoico.
Juan José Díaz del Real no era hombre de armas, ni era un hombre violento. No padecía ninguna enfermedad y jamás tuvo accesos de paranoia. No puedo más que pensar que Cabrera Infante estaba equivocado. ¡Cualquiera se equivoca!
Lo que me indigna es, la falta de escrúpulos. Guillermo Cabrera Infante publicó su libro en 1996. Hacía ya muchos años que Díaz del Real, Riva Patterson y Julio Cruz habían fallecido.
De esa forma, el ya famoso escritor, no les permitía la posibilidad de defenderse de tamaña ofensa.
Solo después de la muerte de Mario Riva Patterson, ocurrida en 1991, llegaron a nuestras manos varios libros que arrojaron luz sobre lo sucedido en Ciudad Trujillo entre el 5 y el 14 de junio de 1959.
http://manchiviri.blogspot.pt/2012/02/los-sucesos-de-ciudad-trujillo-en-1959.html
http://lacomunidad.elpais.com/manchiviri/2012/2/1/los-sucesos-ciudad-trujillo-1959
Publicado por: Mario Riva Morales | 27/03/2014 3:45:48
Gracias por la puntualización, Frank. Partía de lo que Guillermo Cabrera Infante cuenta en "Mapa dibujado por un espía" (pg. 24):
"Díaz del Real ya había matado a un exiliado cubano en Santo Domingo, cuando era Ciudad Trujillo, y él embajador en República Dominicana. Su acción por poco le cuesta la vida y el incendio de la embajada cubana".
Publicado por: diego apunto | 24/11/2013 19:15:47
Esto va dedicado al cobarde que solo se identifico como Ric.
O eres muy bruto o mal intencionado. Me decanto por lo ultimo.
Publicado por: Carlos Alfonso | 24/11/2013 19:07:19
Paso a corregir el comentario con relacion al "Embajador Cubano" Diaz del Real. Republica Dominicana rompió relaciones con Cuba, estando gobernada por el tirano Trujillo, y la reestableció en el Gobierno de Leonel Fernandez, despues del 1996. Lo de la supuesta muerte de un exiliado cubano en Republica Dominicana es Faldo.
Publicado por: Frank Nicomedes Perez | 24/11/2013 18:36:59
...EL INICIO de la construccion del "Paraiso Cubano " por la BESTIA ...relatada por un "infantedifunto"...
Publicado por: manuel alvarez | 24/11/2013 15:32:40
Ric, lo que usted dice es absolutamente falso, me consta que es la versión oficial que el régimen castrista lanzó para desprestigiar a GCI, de modo que usted debe de ser uno de ellos. A GCI jamás le interesó ser diplomático. Lo enviaron allí castigado, como a tantos otros intelectuales revolucionarios de su época.
Publicado por: Laura Robledo | 24/11/2013 13:38:25
Choca um pouco essa obsessom antimusical que se descrive no artigo tendo em conta que Cuba é umha das fontes a nível mundial generadoras de novos sons e ritmos. Choca mais ainda sabendo o extendida que está e educaçom musical nesse pais, algo que se reflicte na qualidade e quantidade de músicos, danzarins etc... que alí se fam. Só recordar o filme do 2005 "habana blues" que amossa umhas quantas bandas cubanas, de blues, reagge, punk, rock...em fim, tam plural como em qualquer Pais occidental.
Publicado por: Bruno Vilela | 24/11/2013 9:50:16
En realidad Cabrera Infante se disgusta con la revolución porque no le dieron el puesto que siempre deseó de embajador en algún país importante de Europa.
Publicado por: Ric | 24/11/2013 1:38:34