Harry y Sally o cuando el cerebro encontró al corazón

Por: | 14 de febrero de 2013

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Foto cortesía de Castle Rock Entertainment/Nelson Entertainment

"Eres una de esas chicas que le ponen corazones en los puntos de las íes", le dice Billy Crystal a Meg Ryan. No es que me gusten precisamente las comedias románticas, pero Cuando Harry encontró a Sally es uno de los casos más curiosos en los que la cinematografía mezcla corazón y cerebro, o dicho de otra forma, cuando el cerebro encontró al corazón. En un día como éste, un neurocientífico diría que el amor es una pura secreción neuronal. El rey de las emociones es el cerebro, resuelve la ciencia. 

Pues bien, lo que voy a comentar quizá suena a sacrilegio en el sagrado templo de la neurociencia, pero es muy posible que el amor sea más una cuestión que depende del corazón que del cerebro. Quizá, después de todo, las intuiciones y los sentimientos que susurran a nuestros oídos insistiendo en que el corazón no ha perdido su poder de seducción podrían estar en lo cierto. 

Al fin y al cabo, el corazón tiene su cerebro propio. O al menos así lo afirma el profesor Mohamed Omar Salem, de la Universidad de los Emiratos Arabes Unidos: un tejido cerebral de 40.000 neuronas capaz de segregar todos los neurotransmisores cerebrales. Sorpresa. Y sustancias como la oxitocina, que actúa como un pegamento emocional entre la madre y su bebe, las relaciones sexuales, y el amor, por supuesto. Si unimos a eso el hecho de que el campo magnético del corazón tiene una intensidad 500 veces superior a la del cerebro, ¿como ignorarlo cuando hablamos del magnetismo que alguien ejerce sobre nosotros?

Salem asegura además que el corazón tiene cierta capacidad para procesar información, incluso codificar lo que llamamos intuiciones. Pensar con el corazón cobra aquí todo su sentido. ¡Tengo un pálpito sobre ésto o aquello! Incluso es capaz de influir en la amígdala cerebral, una zona hundida en la corteza cerebral muy relacionada con cuestiones emocionales y sexuales.  Es una afirmación arriesgada, pero cabe dentro de lo posible que el corazón (Sally) tenga su propio "cerebro" (Harry). Además, en este día de San Valentín, no debemos pasar por alto que el corazón es un órgano enigmático. Es capaz de funcionar solo, vivo y fuera del cuerpo, siempre que reciba sangre y oxígeno. Latiendo sin parar.

¿Y cómo explicar algo tan extraordinario como la comunicación entre corazones? No me entiendan mal, soy un radical enemigo de las pseudociencias, y de paso les animo a practicar el escepticismo, es un ejercicio saludable. Pongamos a Harry y a Sally en el laboratorio de Emilio Ferrer, un profesor de psicología de la Universidad de California en Davis. Es una habitación tranquila y silenciosa, y ambos, sin tocarse, están conectados a un monitor que mide su pulso cardíaco. Ahora eche un vistazo a los monitores. El corazón de él late al mismo ritmo que el de ella. Incluso ambos respiran en los mismos intervalos. Repitan la experiencia con otras 31 parejas. Ocurre lo mismo. Y ahora mezclen los resultados. El hecho es tan insólito que uno es capaz de decidir quien es pareja de quien echando un vistazo al pulso cardíaco. Si coinciden, resulta que están enamorados. Lo dice una revista de prestigio como International Journal of Psychophysiology.

Si una pareja romántica acompasa sus niveles fisiológicos, ¿como no explicar la empatía emocional que les invade? En la película de Billy Crystal y Meg Ryan, a pesar de las discrepancias de sus personajes, lo que notamos de inmediato es una singular atracción de la que ellos no se pueden librar. No quiero ponerme cursi, pero eso de que el amor es sólo moléculas en pleno intercambio me parece un poco corta. Aristóteles –que pensaba que el corazón era el reino de los sentimientos y el cerebro un mero refrigerador de la sangre–podría tener al fin y al cabo un poquito de razón en lo primero. Quizá no perdió del todo la batalla contra Galeno, quien apostaba por el cerebro como el único señor de las emociones. ¿No les parece?

Hay 9 Comentarios

Muy buen artículo. Me viene a la cabeza un extracto de Unamuno a raíz de esto que dice:
El hombre, dicen, es un animal racional. No sé por qué no se haya dicho que es un animal afectivo o sentimental. Y acaso lo que de los demás animales le diferencia sea más el sentimiento que no la razón. Más veces he visto razonar a un gato que no reír o llorar. Acaso llore o ría por dentro, pero por dentro acaso también el cangrejo resuelva ecuaciones de segundo grado.
Parece que en la lucha cerebro-corazón el último empieza a ganar enteros.

Muy buen artículo. Me viene a la cabeza un extracto de Unamuno a raíz de esto que dice: >. Parece que en la lucha cerebro-corazón el último empieza a ganar enteros.

Me encanto la película, pásate por http://www.mexicomola.com/

Fantástica película y muy buen artículo. El corazón y la cabeza, eterno dilema del origen de lo que nos mueve o mejor dicho, nos conmueve. Creo que es el cerebro y sus óxitocinas los que mandan. El corazón traduce , y a ves mal, lo que el cerebro nos envía.......huy, que romántico me ha salido !!

Cuando aprendes a meditar en el corazón, empiezas a ampliar y desarrollar la capacidad electromagnética de la zona, y si bien esa zona evidentemente está controlada por el cerebro, empiezas a percibir la energía que generas ahí y la felicidad que te aporta, es una delicia, por cierto conviene no confundir corazón órgano con corazón chakra (vórtice de energía que generan todos los nervios por los que transita energía desde el cerebro al chakra del corazón, y que quien trabaja esa zona acaba percibiendo de forma muy clara), por eso me parece extraordinariamente adecuado el titulo de este artículo, "cuando el cerebro encontró al corazón"

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Muy buen artículo, me parto de risa con el humor que desprende. Pero ten cuidado, alguno se creerá que lo dice en serio. Por si acaso, el cerebro solo es un músculo-órgano que bombea sangre. Todo lo relacionado con el enamoramiento es producto del cerebro incluso que creas que es el corazón el causante.

Muy buena peli, y un artículo muy lindo de leer en este dia tan especial.

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Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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