Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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A Harrison Ford no le gustan los bocadillos transgénicos

Por: | 31 de marzo de 2013

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Cartel promocional de El Fugitivo. Cortesía de Warner Bros.


Si algo tiene de bueno y de malo el cine son los estereotipos. ¿Quieren ustedes un malvado creíble? Pongan a un científico sin escrúpulos a cargo de una multinacional farmaceútica como Jeroen Krabbe, el excelente actor holandés que hace de médico malvado frente al bueno de Harrison Ford –el doctor Richard Kimball–en El Fugitivo. Ahora solo falta el hecho de que un fármaco milagroso para el corazón, el Provasic, no sea tan milagroso, después de todo. Nuestro amigo Krabbe sabía que causaba hepatitis, pero engañó a las autoridades. Y como el bueno de Ford lo había descubierto, a Krabbe no se le ocurre otra cosa que orquestar la muerte de su esposa y echarle las culpas al héroe, el doctor Kimball. El argumento de que alguien que trabaja para un laboratorio encarga asesinatos funciona en taquilla (368 millones a nivel mundial en 1993). 

Otro ejemplo, en una película que me gustó bastante más. El Jardinero Fiel, basada en la novela de John LeCarre. De un director extraordinario, Fernando Meirelles. Una activista, interpretada por la guapísima Raquel Weisz, descubre que una farmacéutica está utilizando a la población de un país africano como conejillos de india para experimentar con un fármaco. Weisz es asesinada y su marido, Ralph Fiennes, un diplomático británico, se ve envuelto en una intriga hasta que descubre que Billy Night, un político del gobierno británico, está en el ajo, con acuerdos con una multinacional farmacéutica para ensayar casi gratis un medicamento contra la tuberculosis en África. Los intereses económicos en juego son enormes.

Los laboratorios son siempre los malos de la película. Ahora bien, ¿han hecho méritos suficientes para ganarse ese papel ante el público? ¿Qué le parece al lector?

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¿Qué empuja al ser humano a creer?

Por: | 28 de marzo de 2013

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Una escena de la Pasión de Cristo. Imagen cortesía de Icon productions, Icon Entertaintment/Mel Gibson


Reconozco que La Pasión de Cristo, de Mel Gibson (2004) me impresionó menos que el film que este excelente actor y extraordinario director realizó poco después –Apocalypto. Ambas tiene en común la potencia visual que refleja como ningún otro film las pasiones humanas, y sobre todo, las creencias. La crucifixión y tortura de Jesucristo se muestra con todo lujo de detalles, sin escatimar elementos que casi rayan en el gore. ¿Y qué me dicen de ese ritual maya de cortar cabezas en lo alto de una pirámide para calmar a las masas, al que asiste atónito el indio protagonista de Apocalypto?

Son escenas poderosas, que desde luego rechazamos desde nuestro confortable sillón occidental.Pero no podemos olvidar que el dolor, la sangre y el sacrificio tienen su espacio bien definido en las religiones de la Tierra. El Homo sapiens es una criatura que sufre una fuerte inclinación en la creencia de lo sobrenatural. Hace unos años tuve la ocasión de conversar con una fotógrafa, Giorgia Fiorio, que ha viajado alrededor del mundo para captar imágenes increíbles sobre los rituales religiosos, que rivalizan con estas impresionantes películas de Gibson.

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Atendiendo la llamada de ET

Por: | 24 de marzo de 2013

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Jodie Foster, en una escena del film Contact, como la doctora Arroway. Cortesía de Warner Bros


Una de mis películas favoritas sobre extraterrestres –y hay muchas que comentar–es Contact, de Robert Zemeckis. La escena en la que Jodie Foster está escuchando adormilada con sus cascos las señales de un grupo de radiotelescopios gigantes encima del capó de su coche es de las mejores que ha dado el cine. De improviso, surge el milagro: un ruido regular y con una potencia tremenda la despierta. Foster se da cuenta de que se trata de una señal artificial, y conduce desesperada hasta la oficina para avisar a sus chicos, los cazadores de ET.

A partir de aquí, el film se va desdoblando, mostrando una sociedad asombrada ante la primera señal de vida inteligente fuera de la Tierra (aunque tal y como pinta el panorama, cada vez es más difícil encontrar vida inteligente aquí, donde nos sobran los listillos). Para aquellos que lean estas líneas, mi pregunta es: ¿Cómo reaccionaríamos de verdad en el supuesto de que recibamos un mensaje inteligente? (Por favor, fanáticos de los OVNIS, abstenerse).

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Cinco grandes mentiras (y gordas) sobre el Vaticano

Por: | 18 de marzo de 2013

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Cartel de la película El Código da Vinci, cortesía de Sony Pictures.


Resulta una tentación no tratar de escarbar un poco en la buena literatura de ensayo cuando algo sucede en el Vaticano, como la elección de un papa, y emerge el ejército de voces de los tertulianos y expertos de último minuto que exigen iluminados y casi a gritos los cambios y el rumbo que debe tomar el nuevo pontífice. Sin perder de vista, por supuesto, las películas que han recogido con mayor o menor acierto los entresijos del Vaticano, desde la espléndida El Padrino III de Al Pacino hasta la muy flojita El Código Da Vinci. Y eso que en ambos casos, estas películas se alimentan de un modo u otro de estos mitos. Es comprensible, se trata de mundos de ficción, y apostamos en Planeta Prohibido por la magia del cine. Aunque a veces el cine se equivoque. O no acierte.

No me considero un vaticanista ni tampoco alguien especialmente anticlerical. Hay decisiones del Vaticano que no me gustan, como la de no cerrar el paso al virus VIH impidiendo los preservativos en África, o denegar a la mujer el acceso al sacerdocio. Pero creo que para usar el buen juicio de periodista es necesaria una buena documentación basada en una fuente fiable. El reverendo Thomas J. Reese es un teólogo jesuita que decidió hace unos años escribir un libro fascinante sobre el Vaticano, (Inside Vatican, Harvard University Press). Siempre he leído sus artículos, y en uno de ellos nos cuenta los clichés que se repiten machaconamente una y otra vez, sobre todo en tiempos de nuevo pontífice, como es el caso del Papa Francisco, jesuita para más señas. Estos mitos o clichés son:

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Una píldora para curar a los corruptos...¿utopía o realidad?

Por: | 17 de marzo de 2013

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Cartel promocional del film Wall Street 2. Cortesía de 20th Century Fox.

Es una ciudad cualquiera, año 2025. En un centro especializado en neurología y psiquiatría, Gordon Gecko, el magnate sin escrúpulos de Wall Street, aguarda su inyección semanal. En una sala alejada de su habitación, un científico examina la composición de una sustancia en su pantalla para determinar la dosis adecuada. Después se dirige a la celda donde está confinado para su tratamiento para curar su comportamiento corrupto. Gekko es adicto al poder y al dinero fácil. Ha sido condenado por utilizar información privilegiada, por causar quiebras económicas en otras compañías para enriquecerse, por infringir todas las reglas. Es el perfecto prototipo de los grandes tiburones financieros que originaron la crisis que todos padecemos. Pero dentro de unos meses, su enfermedad habrá sido curada. Podrá reintegrarse en la sociedad.

    Claro que ahora no hay que recordar excelentes películas como la de Oliver Stone y su continuación para toparse con individuos como Gekko. Basta encender un televisor o leer un periódico, o escuchar la radio. Los nombres están en boca de la gente. Insignes figuras públicas envueltas en desfalcos de entidades bancarias, estafas a las arcas públicas, cobros de comisiones irregulares...un comportamiento mantenido durante años y años, y como consecuencia, ríos de dinero que fluyen a Suiza o hacia paraísos fiscales. ¿Podría curarse todo eso con una píldora anticorrupción? ¿Podríamos confiar de nuevo en esas personas?

Lo más probable es que esa píldora no sea posible. O quizá sí lo sea.

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Einstein, o el sentimiento por la velocidad al cuadrado

Por: | 10 de marzo de 2013

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Walter Mathau, como Einstein en I.Q.. Cortesía de Paramount Pictures/SanDollar Productions

Resulta muy extraño que el cine no haya tenido más en cuenta al científico más popular del último siglo, Albert Einstein. Quizá el más popular de todos los tiempos. No son muchas– más bien pocas– las producciones que se han atrevido a enmarcar al genio en una historia de ficción. Quizá tengan sus candidatos, pero la película que a mi me resulta más simpática sobre Einstein es la chispeante comedia I.Q. (traducida al español como ¡El Genio del Amor!), dirigida por Fred Schepisi. No por la ciencia, sino por la absurda idea de que Einstein, junto a algunos de sus amigos, (como el matemático Kurt Gödel o el físico Bons Podolsky) se dedican a manejar todos los resortes para que la sobrina del genio (Meg Ryan), se empareje con un hombre ordinario (Tim Robbins), que trabaja como un mecánico aficionado a las lecturas de ciencia ficción.

Es decir, Einsten hace un poco de Celestina, y sus amigos, los genios de la física cuántica y las matemáticas, de alcahuetes. Conozco a más de un científico sesudo o historiador de la ciencia que calificaría la película como una majadería.

Precisamente por eso me encanta hablar de ella en Planeta Prohibido

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Tintín, el eterno periodista que jamás escribió un artículo

Por: | 06 de marzo de 2013

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Cortesía de Weta Digital/Dreamworks Pictures, del film Las Aventuras de Tintin, de Steven Spielberg.


No me considero un tintinófilo y a seguro que más de uno pondrá el grito en el cielo para sacarme errores, pero lo cierto es que, treinta años después de la muerte de Hergé, resulta imposible resistirse a escribir unas líneas sobre el periodista más famoso del mundo que jamás escribió nada: el periodista que se convierte en el corazón de la historia, en el protagonista. Cuando las reglas del periodismo dictan que el mejor periodista es el narrador invisible que cuenta lo que ve.

Pero es que Tintín es más. Mucho más.

Tras 23 albumes, traducciones en ochenta idiomas, y más de 230 millones de ejemplares en ventas, uno concluye que Tintín no es solo mero entretenimiento infantil. Spielberg realizó la mejor versión cinematográfica de un personaje que adquiere vida como ningún otro en el papel, el universo al que genuinamente pertenece. Y si atendemos al excelente documental de Anders Ostergaard, Tintin et Moi, el joven reportero resulta la extensión de la vida de un genio como Hergé, el cual supo plasmar en este boy-scout sus ambiciones, sus miedos y crisis personales y los convulsos tiempos que vivió. Hergé trasladó todos esos elementos cimentando su universo paralelo. Y cada vez que abro una de sus páginas, este universo me atrapa.

¿Cual es la razón de su éxito?

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El GORDO futuro que nos espera con Wall-E

Por: | 03 de marzo de 2013

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Cortesía de Pixar /Walt Disney Pictures

En lo que se refiere a futuros apocalípticos, el cine tiene mucho que contar. Pero si me apuran, quizá la estampa más graciosa y certera la proporciona la película Wall-E. Confieso que me encantó la primera parte de esta producción de Pixar, un robot que procesa los desperdicios en un planeta-basura. Pero en la segunda parte, los seres humanos nos hemos convertido en una suerte de obesos devoradores de coca-cola que viajan en sus naves espaciales sin mover un dedo, con aparatos que nos llevan de un lugar a otro, y con una pantallita delante. ¡Poco menos que nos olvidamos hasta de caminar!

Así que la lectura final de este film para adultos que no encandiló del todo a los niños es que nuestra fiebre consumista convirtió el planeta en un vertedero imposible de vivir: gordos como nunca, tuvimos que emigrar al espacio. El argumento no esta mal, pero tiene un fallo. Vivir en ausencia de gravedad descalcifica los huesos, y los astronautas que han estado largo tiempo viviendo en la estación espacial no regresan precisamente con unos cuantos kilos de mas. A pesar de ello, ¿tienen razón los guionistas de Pixar?

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