Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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Spock,(Leonard Nimoy), Kirk (William Shatner) y Scotty (James Doohan). Paramount Pictures.

 

Algún día hablaremos en Planeta Prohibido de eso tan extraño que son los recuerdos y las memorias de las que ni somos conscientes –y del sueño que supondría tener un aparato para extraer todos esos pedazos de vidas pasadas. Pero, puestos a recordar de lo que somos capaces, no olvido aquellos domingos por la tarde en los que echaban Star Trek por la televisión. Esperaba con muchas ganas cada episodio y cuando terminaba, sufría mi dosis de depresión infantil, ya que al día siguiente tenía que ir al colegio.

Mucho más tarde me enteré de que el teletransporte, el acto más identificativo de esta serie donde el Enterprise estaba destinado a explorar lugares remotos del Universo durante los próximos cinco años, había sido una genial ocurrencia cinematográfica del creador Gene Roddenberry para ahorrarse costes. Eran los años sesenta, la serie acababa de comenzar, y algún que otro crítico se apresuró a vaticinar su fracaso. Como el Enterprise tenía que llegar casi forzosamente a algún mundo para que Kirk, Spock y el doctor McCoy bajaran a él–se podrían escribir guiones que sólo transcurrieran dentro de la nave, pero a la larga la serie transmitiría cierta claustrofobia– resultaba muy caro mostrar en la pantalla el aterrizaje de la nave. Así que era mucho más barato teletransportar a los tripulantes.

El Teletransporte ya existía en el cine antes de Star Trek –el ejemplo más notorio es la inquietante película La Mosca, de 1958– y por supuesto en la literatura de ciencia ficción de finales del siglo XIX. En esencia, se trata de una máquina que desintegra un objeto en átomos y lo recompone en otro lugar, donde  tiene que existir una máquina receptora.

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Un momento en el que la tripulación del Enterprise se teletransporta. Paramount Pictures.

Tal cosa nos parece del todo imposible, pero lo cierto es que el teletransporte cuántico ya se ha conseguido en experimentos de laboratorio, nos cuenta el célebre divulgador Michio Kaku en su obra Física de lo Imposible (Debate). ¿Imposible?

Resulta muy complejo de explicar, ya que la física cuántica desafía el sentido común. Pero en el extrañísimo mundo de las partículas, los electrones aparecen en un lugar y desaparecen para surgir en otra parte como si fueran fantasmas. También pueden estar en varios sitios a la vez. Esto se debe porque, a estos niveles, la materia es a la vez una partícula y una onda: el electrón no está en un lugar concreto, sino que tiene una probabilidad asociada de que realmente se encuentre allí donde lo señalamos.

En estos experimentos, los científicos han conseguido teletransportar fotones y átomos, pero no de la manera que imaginamos: lo que hacen es coger un átomo, A, lo emparejan con otro, B, y transmiten la información cuántica de A –como si fuera su carné de identidad– a un tercero, C, que se encuentra a un metro de distancia. De esta manera, C podría ser considerado como una copia idéntica de A, ya que tiene todas sus cualidades. El método necesita del entrelazamiento de dos átomos: es como ponerlos de acuerdo para que vibren y zumben al unísono, en palabras llanas. Un asunto complejísimo.

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Poster del Enterprise. Paramount Pictures.

Si en Star Trek teletransportamos así a Kirk, la máquina en principio lo destruiría, y luego lo restituiría en otro lugar. De esta forma, Kirk muere y resucita cada vez que viaja así. ¿Es el mismo Kirk? El científico australiano Aston Bradley, de la Universidad de Queensland en Bisbrane (Australia), ha inventado otro método que se acerca más al teletransporte de Roddenberry. Consiste en escanear mediante un haz de luz a un conjunto de átomos de rubidio casi congelados, que vibran sincronizados, y de esta forma los átomos se convierten en información. Esta información viaja en un haz de luz que se envía por fibra óptica a otro lugar, donde se reconstruyen dichos átomos. ¡Un éxito formidable!

Kaku cree que quizá dentro de pocas décadas se logre teletransportar moléculas; o puede que un virus o una parte de ADN. Pero seguramente pasarán siglos antes de que se logre la increíble hazaña de teletransportar a una persona. Quizá nunca se logre.

Claro que hay asuntos mucho más sencillos que sí se han convertido en realidad. Cualquiera que haya visto un capítulo se dará cuenta que la inmensa pantalla de la sala de control del Enterprise es en realidad una anticipación de lo que hoy es una pantalla plana tipo LED o LCD –ahora las hay de alta definición y de tamaños que superan las 84 pulgadas. Y desde luego, cuando Kirk llama a su gente por su comunicador, no hace sino usar una versión futurista de un teléfono celular inalámbrico: casi un iPhone.

Hay inventos, como el aluminio trasparente, que tiene  su réplica actual en materiales cerámicos capaz de parar una bala pero no de detener un rayo de luz. La telepresencia es habitualmente usada en muchos de los capítulos de la serie, y ahora es algo bastante más común gracias a internet y los ordenadores.

Y hablando de ordenadores, resulta asombrosa la coincidencia del aspecto de las unidades de memoria que maneja el señor Spock. Son cuadradas, de plástico, y que se parecen casi como gotas de agua a los ahora arcaicos disquetes de 3,5 pulgadas. La idea de que muchos datos pudieran almacenarse en un ridículo disco ya estaba presente en los años sesenta. Seguro que Spock está encantado con los mecheros USB y su cada vez mayor capacidad para almacenar los datos.

 ¿Y los fáseres? Bien, la marina americana anunció recientemente que había instalado un láser de infrarrojos en uno de sus barcos. Se trata de un prototipo que costó 32 millones de dólares. El cacharro lanza un láser infrarrojo capaz de alcanzar un avión no tripulado –un drone– y lo quema en el aire, siempre que el avión se mueva despacio. El experimento ya es un éxito. Y estamos en 2013.

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William Shatner y Leonard Nimoy como James T. Kirk y el señor Spock. Paramount Pictures.

 Pero hay cuestiones, si me apuran, que son mucho más interesantes que las meramente tecnológicas. En el Universo Star Trek observamos que las tripulaciones están compuestas de alienígenas de todos los colores sin que por ello se susciten suspicacias racistas; se toleran y respetan comportamientos realmente extraños a la hora de reproducirse, incluso costumbres que llevan a los habitantes de una civilización determinada a programar su suicidio una vez cumplida una edad; las mujeres son admitidas en las tripulaciones y tiene  responsabilidades tan altas como las de los hombres (y hablamos de los años sesenta, pero ¿ocurre de verdad ahora en las grandes corporaciones?).

Y por último el dinero...¡deja de ser necesario! En teoría, el futuro proyectado por Roddenberry arroja una sociedad libre de hambruna y pobreza, en la que el sistema económico actual, basado en el capitalismo, ha desaparecido completamente.

La vida no consiste en acumular posesiones. La sociedad de Star Trek, que ha dominado el teletransporte, la velocidad de curvatura y otras proezas,se basa en su extraordinario desarrollo científico, tecnológico y médico; una sociedad tan ávida de conocimiento que forma una alianza con otras civilizaciones para explorar el Universo, en busca de nuevas formas de vida y nuevas respuestas a las preguntas que se plantean. ¿Es mucho pedir a nuestra sociedad española que siga estos pasos, o quizá es todavía más ciencia ficción?

Llámenme ingenuo. ¿Entienden ahora porqué me gustaban tanto las historias de aquel señor de orejas puntiagudas y sus aventuras galácticas? Hay otras series galácticas  con sus legiones de fans. Aguardo con mucho interés al estreno de la ultima película de la serie, En La Oscuridad, de J.J.Abrams. Pero tras ese entretenimiento hay un trasfondo social que hace que StarTrek jamás pase de moda.

 

 

Los Simpsons y el viejo debate de la ciencia contra Dios

Por: | 26 de mayo de 2013

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Homer trata de abrir una cerveza mientras una abogada de Nueva York muestra un dibujo de lo que sería "el eslabón perdido" entre el hombre y el mono. (Cortesía FOX y Antena3)

 

Reconozco que cuando los Simpsons se estrenaron en España, a principio de los años noventa, no me convertí en uno de sus fans, pese a los elogiosos comentarios de mis colegas periodistas con los que trabajaba entonces en revistas como Conocer. Pero en estos tres últimos años me he ido enganchando a la serie, que además fue la más votada en una encuesta que hizo El País, por encima de series tan carismáticas como Perdidos, The Wire o Los Soprano. Y, como no podía ser de otra manera, los capítulos que a mi juicio son los más brillantes, los que hacen que te desternilles de risa y reflexiones al mismo tiempo, son aquellos en los que se hace referencia a la ciencia y a las creencias: en especial, el episodio llamado Traje de Mono.

El argumento juega con las casualidades; se acaba el verano y Bart logra una serie de cosas para darlo por aprovechado; Homer le felicita y apunta con un visto bueno el "fingir interés" por su hijo; y Lisa finalmente exige a su padre que deje el televisor para cumplir la promesa de ir a un museo, y juntos. Curiosamente, en el museo de historia natural cierran las exposición dedicada a las mujeres y los telares para inaugurar una exposición sobre las historia de las armas en Norteamérica.

Hay una cola muy grande y en primer lugar está el evangélico Ned Flanders con sus hijos. Homer decide aprovecharse de su cándido vecino para colarse. Todo el mundo lo ve y hace lo mismo. El pobre Ned y sus hijos se quedan los últimos y finalmente no pueden entrar en la exposición.

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Ned Flanders trata de impedir que sus hijos contemplen los fósiles de la evolución humana. (Cortesía FOX TV y Antena 3)

Pero el destino les tiene reservada una sorpresa. La exposición permanente sobre la evolución natural. Flanders entra con sus retoños y contempla horrorizado los dictados de la evolución de las especies, en las que el hombre "desciende progresivamente del mono". El vecino evangélico no cabe en su asombro La idea de la creación bíblica está expuesta en un mostrador cuya música de fondo es una famosa canción de los Doobie Brothers, "What a fool believes" (Lo que un tonto cree). Y ante las dudas suscitadas a sus hijos, decide pasar a la acción: presiona al director Skinner para que la escuela enseñe creacionismo junto con la teoría de la evolución.

Y ante las protestas de Lisa –el creacionismo no es científico, argumenta–el pueblo de Springfield decide suprimir la teoría de la evolución de la enseñanza pública. Lisa decide enseñar clandestinamente las enseñanzas de Darwin y es detenida y llevada a juicio. Se trata de un juicio divertidísimo pero muy serio a la vez, en el que la ciencia se enfrenta a la fe.

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Bart y su amigo Millhouse explican su plan para suplantar a Lisa en el juicio. Cortesía de FOX TV y Antena 3)

Los Simpsons reflejan perfectamente las contradicciones del sueño americano. Lo hacen con ironía, con elegancia, y sobre todo, con humor. El creacionismo –que avala la creación bíblica como algo verdadero–es un movimiento que se inició en EE UU en 1920. Y resulta extraordinariamente curioso que en 1880, sólamente veinte años después de la publicación del Origen de las Especies, la polémica acerca de si el hombre era o no una especie que derivaba de un ancestro más primitivo ya había quedado totalmente zanjada en la sociedad victoriana. 

Poco después de la publicación del libro de Darwin, los científicos abrazaron su teoría. La sociedad tardó algo poco más. Pese a ello, en muchos estados americanos se enseña en la actualidad la creación bíblica como una teoría alternativa. ¿Sorprendidos? Echen un vistazo a las encuestas. En 2013, el 46 por ciento de los norteamericanos piensan que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza hace 10.000 años. En la India, la evolución biológica del hombre es mucho más aceptada. Y ¿España? Un 42 por ciento de los españoles desea que solo se enseñe evolución, mientras que un 32 aboga por enseñar la creación bíblica en la escuela.

Descendemos de unas criaturas extraordinarias, de pequeño cerebro y bípedas, que vivieron en África probablemente entre hace cinco y seis millones de años. Una aventura maravillosa, misteriosa y excitante, con puntos aún poco esclarecidos que necesitan ser desentrañados con nuevos fósiles humanos. Es una historia muchísimo más interesante que lo que se nos cuenta en la Biblia. Con el respeto debido a las creencias, el mundo de la ciencia es incompatible con la religión –pese a que ambos son un invento genuinamente humano. ¡Fascinante!

No es de extrañar que el pueblo juzgue a Lisa. Esta niña avispada representa el elemento intelectual y crítico de una familia comandada por Homer Simpson, el cual podría ser el perfecto ejemplo de los valores que nunca querríamos encontrar en un padre; Homer incita a su hijo a fumar y a matar ciervos para que no caiga en manos de los gais, echa la culpa a su mujer de sus desgracias siempre que puede, es vago y glotón, y trata de aprovecharse de los demás a la menor oportunidad. Homer es un zoquete, pero, lejos de ser un personaje despreciable, nos resulta entrañable (fiel a su esposa, pese a sus barrabasadas).

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Homer hace carantoñas a Marge, pero ella está atrapada por la literatura de Darwin de El Origen de las Especies. (Cortesía FOX TV y Antena 3)

En el juicio, Homer no admite la teoría de la evolución, pese a que por ello puedan condenar a su hija. Pero es alguien fascinado con los simios.  Marge representa la correción política, la moderación; es capaz de votar a los republicanos y a los demócratas a la vez en unas elecciones, es incapaz de comerse el último trozo de pizza, estudia sus acciones antes de realizarlas para comprobar si son correctas o no, y enarbola muchas veces la bandera de la moral –votando en contra de la "Casa de Variedades", un prostíbulo socialmente aceptado en Springfield.

Marge tiene por supuesto sus sombras: puede caer con facilidad en el alcohol y en el juego, y tiene un cierto punto de exhibicionista sexual. Comenta a Lisa que no le parece mal la coexistencia entre ciencia y religión en las escuelas. Pero es ella quien finalmente decide leerse El origen de las Especies y da con la solución para demostrar que Darwin tenía razón en pleno juicio. Hay otro capítulo en la que, tras el hallazgo de los huesos de un ángel, se anuncia el Apocalipsis. Marge está firmemente convencida de la existencia del Día del Fin del Mundo, como sugieren las encuestas –casi uno de cada cuatro norteamericanos piensa que vivirán lo suficiente como para contemplar el final de todo.

El periódico Osservatore Romano declaró en 2010 que Homer Simpson era...¡un buen católico! al igual que su hijo Bart. Un borrachín con pocas virtudes y muchos defectos recibió de esta manera la bendición del Vaticano. Pese a que sus creadores lo han negado. Homer no profesa el catolicismo –si lo hiciera, horrorizaría a Margie. ¿Qué les parece? Los Simpson encierran una extraña fascinación que atrae incluso a sus potenciales detractores.

(PD. Como anécdota: hace unos años tuve la ocasión de cenar en la casa de Mark Plotkin,un amigo mío que vive en Washington D.C y que además es uno de los más experimentados etnobotánicos. Les recomiendo su organización para proteger el Amazonas. http://www.amazonteam.org.  Algunos de sus amigos son guionistas de la serie. Mark me comentó que en Estados Unidos, la pésima imagen que el público tenía de las centrales nucleares y las empresas que hay detrás no se debía a los potenciales riesgos o al miedo atómico, sino a la imagen cultivada por Montgomery Burns: uno de los malvados más geniales que ha dado la animación).

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Montgomery Burns (FOX TV) 

 

 

 

 


Apogeo de la esclavitud en el siglo XXI

Por: | 21 de mayo de 2013

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Imagen de la película venganza de Pierre Morel, con Liam Neeson.Cortesía de EuropaCorp.


Venganza
y su secuela son películas estimables, sobre todo el film original en el que Liam Neeson, un ex-agente de la CIA, tiene que viajar a París y encontrar a su hija, que ha sido raptada por una red de albaneses que se dedica a la trata de blancas. Neeson es una especie de superhombre invencible en el cuerpo a cuerpo. Es la cara de Hollywood de una trama bien dirigida por Pierre Morel que, aunque pone el acento en el entretenimiento, fluye adecuadamente sobre un trasfondo documental y verídico, el tráfico de personas.

Ese trasfondo tiene una versión cinematográfica mucho más impactante. Les recomiendo la película Tráfico Humano, del director Christian Dugay, protagonizada por Mira Sorvino como una agente de la policía de Nueva York y el gran Donald Shuterland. Y les advierto: no es una película fácil ni está pensada para suavizar lo que se narra al espectador, como sucede en Venganza. Yo lo hice hace cuatro años y quedé impresionado. Todo cuanto se contaba allí era real, el tráfico de personas, la venta de niñas, las organizaciones que se encargan de ello en todo el mundo, y la enorme dificultad de las autoridades para conseguir pruebas y castigar a los culpables.

Son historias paralelas de una joven ucraniana, Nadia, que es engañada y traída a Estados Unidos para trabajar como esclava sexual, y de la búsqueda desesperada por parte de su padre, antiguo oficial del ejército soviético, ahora retirado; de una niña americana de doce años que es secuestrada en Manila para ser vendida a Arabia Saudí; del engaño de un novio para meter a una joven rusa y madre soltera en una organización de explotación sexual y prostitución, y del caso de una joven de Rumanía de 17 años que sufre igual destino.

Hay personajes malvados que precisamente no dejan una huella memorable en nuestra memoria cinematográfica, como un traficante de niños americano en Manila, y el líder de la organización, Sergei Karpovich, (interpretado por un excelente Robert Carlyle) que trata a las personas con las que trafica como si fueran los bolígrafos de plástico que desechamos o perdemos a menudo.

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Mira Sorvino y Donald Sutherland en un cartel promocional de la película Tráfico Humano.

La película, en realidad una serie de capítulos para la televisión, me dejó tan impresionado que comencé a investigar el tema, y me involucré en un artículo para El País Semanal sobre la esclavitud. Hablé con Elena, una atractiva mujer de un país que tenía que ocultarme la identidad verdadera y el lugar donde nació, cuya historia parece sacada de una película de terror, con la limpieza étnica llevada a cabo en su país y la promesa de una vida mejor en España.

Elena habla cinco idiomas. Vino a España en 2003 de la mano de su novio, embarazada de gemelos, y al segundo día su compañero se quitó la careta, transformándose en un monstruo; le exigió que abortara para ejercer la prostitución en la casa de campo. Ella se negó. Recibió una paliza que mató a sus bebés. Y después de una estancia en el hospital, su ex-novio, primos, y hermanos la obligaron a prostituirse en jornadas maratonianas, desde las seis de la tarde hasta las diez de la mañana. A los dos meses, la policía detuvo al traficante, fue deportado, pero ella recibió amenazas para que no lo denunciase. Los delincuentes amenazaron directamente a su familia en su país natal. ¿Qué podría hacer la policía española? ¿Proteger allí a los suyos? 

Finalmente, Elena escapó de aquella red, tras siete meses infernales. Y entró en contacto con la Asociación para la Prevención y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP). A los traficantes les amenazó; si tocaban a su familia, los denunciaría a la policía. Cuando hablé con ella, me confesó que se arrepentía de no haberles denunciado en su momento. ¿Quién puede reprocharle algo así?

Para ese artículo hablé con otras mujeres que habían sufrido calvarios parecidos. Conversé con organizaciones que ayudan a estas mujeres obligadas a prostituirse. Desde entonces considero que la prostitución y la trata de blancas son las caras de una misma moneda. Las mujeres son forzadas a que "normalicen" una situación para encontrar una manera de sobrevivir. Incluso aquellas mujeres que entran en el mercado de sexo de forma voluntaria terminan siendo inevitablemente explotadas.

Llegué a la conclusión de que las prostitutas son siempre víctimas; que la prostitución nunca es una opción voluntaria, y que los políticos y las autoridades rechazan a estas mujeres y las colocan en el mismo cajón que los detestables individuos y las organizaciones que dirigen. La prostitución no es una opción, me comentaron en ALECRIN, una asociación en Vigo que se dedica a rescatar e integrar prostitutas. El argumento es tan irrefutable como terrible. "¿A que mujer le gusta ser penetrada por diez individuos diferentes al día?"

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FreeThe Slaves se dedica a luchar contra el tráfico de personas.

La esclavitud sexual es un estigma del nuevo siglo, pero no la única. En mi artículo hablé con Kevin Bales, el fundador de FreetheSlaves, una de las organizaciones más importantes para liberar esclavos, especialmente en la India y África. El racimo de horrores a los que los miembros de esta ONG tienen que enfrentarse no parece tener fin. En Ghana se han documentado casos de compra de niños por 28 dólares para usarlos como esclavos, reparando botes y redes, en el lago Volta. En Nai Basti, una aldea al norte de la India, las organizaciones locales emprenden campañas de rescate de niños esclavos de no más de nueve años, usados en los telares para fabricar alfombras.

Estos niños tienen una cazuela como retrete, una luz tibia para romper la oscuridad y una ración diaria que consiste en un plato de lentejas aguadas. El polvo de la lana se introduce en sus pulmones y sus dedos terminan con abrasiones por culpa de los hilos.

Los pequeños trabajan durante quince horas al día. Los negreros los han condicionado para que se oculten cuando aparece la policía. Los miembros de ONG y organizaciones locales que tratan de liberarlos deben de ir acompañados por un agente de policía, identificar a los pequeños como esclavos e iniciar una investigación.

Pero normalmente las campañas fracasan. Los niños se han ocultado, los negreros envían sus abogados y demandan a estas organizaciones. Y lo que suele ser frecuente, sobornan a la policía para que mire hacia otro lado. Como los esclavizadores tienen acceso a toda la documentación, los propios agentes sobornados les avisan de la presencia de los padres de estos niños que fueron raptados. Los negreros los asesinan. Los niños quedan libres, pero también sus esclavizadores, y la cadena vuelve a ponerse en marcha.

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Kofi Annan fue vendido como esclavo cuando tenía seis años, y forzado a trabajar en los botes de pesca de Ghana durante siete años, hasta que consiguió escapar. Hoy ayuda a los niños que fueron esclavizados como él a reintegrarse en la sociedad. Cortesía de Freetheslaves.

 

En mi entreviste con Bales, quedé estupefacto. Los traficantes de personas se embolsan unas ganancias de unos 32.000 millones de dólares al año, solo superados por el tráfico de armas y drogas. En una ciudad como París podrían existir 3.000 esclavos domésticos. Las cifras de esclavos en el mundo podrían llegar hasta los 27 millones. Esa cantidad "dobla el número de todos los que fueron robados de Africa durtante los 300 años que duró el tráfico de esclavos", en palabras de Bales.

La directora de documentales Peggy Callaham ha realizado entrevistas en video que muestran los testimonios de aquellos que sufrieron la esclavitud. De niños, mujeres y hombres que lograron la libertad.

¿Qué se puede hacer? Aunque en el mundo puedan existir cinco millones de esclavizadores, lo habitual es que cada uno de ellos no controle más que a cuatro o cinco personas a la vez. Una vez neutralizado el negrero, el fruto se multiplica. 

El dinero es importante, desde luego. La liberación de un niño en los campos de Ghana puede costar 800 dólares, así que el apoyo a estas organizaciones cuenta, y mucho. Bales ha conocido casos de esclavos terrribles que han aprendido a vivir en libertad junto con los activistas por los derechos humanos. Por ello, está convencido de que es posible acabar con esta esclavitud. En el siglo de las telecomunicaciones, internet, la estación espacial y las tabletas inteligentes, la esclavitud tendría que ser un anacronismo, una memoria terrible de tiempos pasados de gente arrastrando grilletes. Pero sigue con nosotros.

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Fotos: cortesía de Amblin/Universal

 

En la famosa escena de Parque Jurásico, que explica cómo obtener el ADN de un dinosaurio, parece chupado. Hace noventa millones de años, un mosquito picó a un dinosaurio y con la barriga llena de sangre, se fue a posar en una conífera para digerir el festín. Pero una avalancha de resina lo dejó atrapado. Con el tiempo, la resina se convirtió en ámbar y el mosquito quedó intacto en su prisión del tiempo. Así que los científicos de la película excavan, extraen el ámbar, lo agujerean y mediante una aguja llegan hasta el estómago...¿y qué tenemos? ¡Eureka! ¡Sangre de dinosaurio! A partir de aquí, se extrae el ADN, se secuencia, se rellenan los huecos con ADN de ranas y reptiles, se fertiliza un huevo, y ya tenemos al velociraptor bebé.

Ahora que veremos esta estupenda película –y criticada en su momento– que nos devuelve Spielberg a nuestra memoria cinematográfica con el lujo de las tres dimensiones, podemos replantearnos su argumento científico. Claro que ya sospechan que no es tan sencillo. ¿verdad?

Para empezar, muy pocas especies de árboles son capaces de producir una resina que, una vez endurecida, dure millones de años. Pero hay un ciprés en El Líbano y otro en Nueva Jersey (EE UU) en el que se han encontrado ámbar de 125 millones de años (algunos con mosquitos dentro). Así que, quitando las exóticas ubicaciones cinematográficas de la película, al menos tenemos la resina fósil disponible. Y con bicho dentro.

Una ventaja es la mentirijilla del título. La película de Spielberg se tenía que haber llamado Parque Cretácico, puesto que la mayoría de los dinosaurios que aparecen en él, sobre todo el tiranosaurio, y el velociraptor, vivieron  al finales del Cretácico, entre hace 70 y 65 millones de años. No hace entre 200 y 145 millones de años, el Jurásico. Pero bueno, esto hace las cosas un poco más fáciles. ¿o no?

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El Big Bang del humor científico

Por: | 12 de mayo de 2013

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De izquierda a derecha,Jim Parsons (Sheldon Cooper), Johnny Galecki (Leonard Hofstadter) Kaley Cuoco (Penny), Simon Helberg (Howard Wolowitz) y Kunal NayyarRajesh Ramayan)

Para aquellos que tachan la ciencia de aburrida: echen un vistazo a las cifras de audiencia de la serie The Big Bang Theory y se llevarán las manos a la cabeza. En Estados Unidos la siguen quince millones de personas. En un episodio emitido en la sexta temporada, la audiencia alcanzó los veinte millones. En comparación, la serie Walking Dead, aunque se emite por cable, llegó a atrapar trece millones de televidentes en sus mejores momentos.

Cuatro científicos extravagantes venden más que una legión de zombis. ¿Por qué?  

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Komona, la niña que aprendió a ser soldado y madre

Por: | 08 de mayo de 2013

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Una imagen del fim Rebelde. Cortesía de Good Films

 

El cine tiene un poder de atracción inigualable para sacarnos de nuestras cómodas butacas y ponernos en la piel del sufrimiento ajeno. Aunque sea por una hora y media, y sobre África, por ejemplo. Ni los telediarios que muestran la hambruna, niños con moscas en los ojos, o los campos de refugiados, llegan a conmovernos lo suficiente. Sólo lo logra el periodismo de calidad –el de blogs tan excelentes como África no es un país– (http://blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/) o películas como Rebelde, el film de Kim Nguyen nominado al Oscar 2013 a la mejor película extranjera de habla no inglesa. Habla de la historia de una niña, Komona, que encierra todo el instinto de vivir en su pequeño cuerpo, en tiempos de guerra.

Komona vive en un país del África subsahariana en un poblado miserable. Un grupo de rebeldes irrumpe en su choza y obligan a la niña, que tiene doce años, a matar a sus padres con un AK-47. Los niños reclutados son conducidos hacia la selva. Allí se les entregan unas ramas para que practiquen el mantra de que los AK-47 se convertirán en sus nuevos progenitores.

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Cartel promocional de Rebelde, el film de Kim Nguyen.

Los niños se habitúan al manejo de las armas automáticas. Falta comida, pero sobran las balas. Prueban los bebedizos de la selva, las drogas extraídas de las hojas y lianas. Los rebeldes se valen de la selva para acondicionarlos al combate contra los soldados del gobierno. Pero Komona es la única que sobrevive en la primera refriega. Ella ve fantasmas, hombres y mujeres pintados de blanco, y entre ellos, a sus padres. Siente el deseo de enterrarlos. Sus progenitores hablan dentro de su cabeza. Y los rebeldes consideran que sus visiones son las de una bruja. Komona es traída ante el guerrillero líder, que confía en las visiones para ganar las batallas. Pero ese sujeto ya ha matado a tres brujas antes que ella.

Esta niña rebosa vitalidad, pese al manto de sufrimiento que oprime su espíritu. Aprende a llorar a solas, sin que la vean. Komona ha oído hablar del coltán. Ha visto las piedras negras tan valiosas para los rebeldes, aunque no sabe lo que es un iPhone ni una tableta inteligente, ni que los metales necesarios son extraídos por manos esclavas en su país. Es sólo un atisbo de la codicia de Occidente, la causa última de aquel infierno, algo que aparece tan solo unos cuantos segundos en la película, pero que es el actor fundamental tras los bastidores.

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La actriz Raquel Mzanda, en el papel de Komona. Cortesía de Good Films.

 

Ella conoce a un muchacho que es un negro albino, obligado también a ser soldado. El chico quiere casarse con ella, y juntos deciden escapar, aprovechando la incursión de un grupo de soldados. Salen del circuito de la guerra. De esa maquinaria que se nutre de sufrimiento humano y que Occidente ha instaurado por dinero. Todo lo que desea Komona y su chico al que llaman El Mago, cargado de amuletos, es vivir. Es algo tan consustancial como África: vivir. Se casan en una aldea en la que curiosamente la genética ha marcado a sus habitantes, todos ellos negros albinos y rubios, con un gallo blanco como ofrenda.

Pero esa vida se trunca cuando los rebeldes los encuentran. No sabemos cual es el país de Komona, pero la película ofrece las dos caras. Por un lado, el continente africano, sus gentes, sus formas de vida, sus costumbres. Por el otro, los ríos de codicia, que te atrapan y conducen al infierno, que corren y se multiplican como un cáncer. Estos ríos excavados por el beneficio y los intereses económicos. Podríamos dar más detalles de lo que le sucede a Komona. Mejor pasen y vean esta excelente película.

La vida de Komona es África, el continente primigenio del que surgió la especie humana, nos dice el film de Nguyen. Creencias y supervivencia. Ella logra volver a la aldea que la vió nacer y entierra las ropas de sus padres para que los fantasmas puedan vivir en paz. Finalmente, da a luz a su hijo en la ribera de un río. Con su bebé en brazos, es recogida por un grupo de mujeres y hombres a bordo de un camión vetusto. "No tengo dinero", dice, dudando antes de subir. "Ninguno de nosotros tiene dinero", le responden.

África no es un país y desde luego se tiende al fatal error de tratarlo como un ente único. A pesar de ello, en películas tan magníficas como El Jardinero Fiel se afirma que es allí donde la maquinaria occidental expía sus pecados –al vender medicinas caducadas para lavar su conciencia a "pacientes caducados". El coltán es uno de los tentáculos de occidente, símbolo del apetito del consumidor impaciente por tener entre sus manos la última pantallita con la que aislarse del mundo exterior. Pero no el único. Las armas abundan allí donde las medicinas escasean. Es mucho más rentable matar que curar.

El tráfico de armas y de personas compiten por el primer puesto en las actividades ilícitas de todo el mundo, generando decenas de miles de millones de euros cada año. El film Diamantes de Sangre, protagonizado por Leonardo DiCaprio, presenta una versión más espectacular al estilo de Hollywood de una historia que mezcla la codicia, el reclutamiento de los niños para la guerra, y el uso de esclavos para trabar en las minas de diamantes. Pero no es menos acertada que la historia de Komona. El dinero que fluye desde África hasta occidente siempre aparece al final de la cola que alimenta al monstruo.

Rebelde es un excelente ejercicio de ficción perfectamente documentada, un instrumento muy efectivo para sacarnos el polvo y remover conciencias. Según Amnistía Internacional y la ONU, más de 250.000 niños se han reclutado como soldados en diversas partes del mundo. Un 40 por ciento de ellos son niñas. El caso más reciente es el de la República Centroafricana, en el que se ha constatado el uso de 1000 niños para la guerra, según UNICEF. 

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Leonardo DiCaprio, en una escena de la película Blood Diamond. Cortesía de Warner Bros.

El coltán, que aparece brevemente en la vida de Komona, es un material necesario para hacer circuitos cada vez más pequeños, indispensable para que las capacidades de computación y las pantallas de las tabletas y teléfonos no paren de aumentar. El 84 por ciento de este mineral se encuentra en la Republica Democrática del Congo, en concreto en las minas de su parte más oriental. Allí donde se producen más de mil violaciones diarias en un conflicto eterno que ha dejado más de 6 millones de víctimas.

¿Es una simple casualidad? Naciones Unidas no culpa directamente a los importadores de este mineral, que venden sus productos elaborados a firmas que a su vez nutren a los gigantes de la computación. Pero admite que este apetito por el coltán es lo que a la postre alimenta toda la violencia que azota a ese país africano. Allí, el coltán es abundante, y mucho más barato que otras fuentes libres de conflicto, como Canadá o Australia. ¿Estaríamos dispuestos a pagar más por nuestros smartphones si nos asegurasen que no están al final manchados con sangre inocente?

Una última reflexión: "este mineral oscuro tiene la particularidad de haberse convertido en el diamante de sangre de la era digital", comentó el profesor Jeffery Mantz, de la Universidad George Mason, en un artículo publicado en 2008 en la revista Social Anthropology.

 

 


 

 

 

Mi tatatarabuelo es andaluz y viene de Marte

Por: | 05 de mayo de 2013

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Fotos: cortesía de Columbia Pictures.

En Planeta Prohibido vamos a hablar, y mucho, de Marte. ¿Por qué los marcianos nos fascinan tanto? De entre los clásicos, hay películas bastante delirantes. Con argumentos tan absurdos que cuesta creer que se convirtieran en películas. En Killers from Space (1954), los alienígenas son seres con ojos saltones que se han refugiado en las cuevas; se aprovechan así de la energía atómica liberada en los ensayos nucleares. Saben que la humanidad terminará extinguiéndose por culpa de su empeño en explotar bombas nucleares, y que dejaremos un mundo para que lo habiten las cucarachas. Su plan maestro es usar a tanto bicho para fertilizar de nuevo la Tierra, cultivando la vegetación por medio de rayos gamma. ¿Quieren un argumento un poco más absurdo y simple, resumible en una sola frase? En Invisible Invaders, (1959), los extraterrestres se han hecho invisibles y son capaces de resucitar a los muertos para convertirlos en zombies y así apoderarse de la humanidad. 

El film extravagante que sí logró convertirse en película de culto es La Tierra contra los Platillos Volantes. Los marcianos se dedican a arruinar los lanzamientos de cohetes de un profesor, el Dr. Marvin, que sueña con colonizar el espacio, y que además se acaba de casar con su secretaria, Carol. El Dr. Marvin fuma en pipa, es racional y simpático, y averigua que los alienígenas van a lanzar una oleada de platillos volantes para invadir la Tierra.

Bueno, estrictamente no hablamos de habitantes de Marte, sino de extraterrestres que han perdido su sistema solar. Pero quizá este film es el primero en asociar a los OVNI y las naves espaciales con Marte en el imaginario colectivo. Desde entonces, casi todos los extraterrestres son marcianos. ¿Qué otra cosa podrían ser? Estos platillos volantes animados por la magia de Ray Harryhausen, uno de los grandes maestros de los efectos especiales de todos los tiempos, inspiraron a Tim Burton para filmar su divertidísima versión, Mars Attack! O dicho de otra manera: ¡Nos invaden! 

Quizá eso mismo esta sucediendo...¡ahora!

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El terrorista más oscuro

Por: | 02 de mayo de 2013

 

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Una escena de La Noche más Oscura. Corrtesía de Sony Pictures.

De todas las películas que compitieron por los Oscar, la que más me impresionó es La Noche Más Oscura, (Zero Dark Thirty), de la ex-mujer de James Cameron, Kathryn Bigelow. La escena en la que el grupo de agentes de la CIA tratan de localizar al correo de Bin Laden en un mercado de Islamabad es antológica, llena de tensión y suspense. Representa la lucha de una organización que cuenta con un presupuesto de miles de millones de dólares contra otra –la red Al qaeda–creada antes de que surgieran los móviles e internet. La tecnología es el talón de aquiles para todo aquel que quiera ocultarse ante el mundo y permanecer invisible, y la localización de este enlace al terrorista más buscado ocurre precisamente gracias a la interceptación de su teléfono móvil.

Dejando aparte el tema de la tortura expuesto en la película y la reacción del gobierno americano, el film presenta una historia fascinante que curiosamente parece haber caducado. Desde los atentados del 11 de septiembre, la red de Al qaeda se ha debilitado bastante. El terrorismo ha evolucionado de forma vertiginosa hasta sufrir una especie de descentralización que sigue descolocando a las autoridades de todo el mundo. Scott Atran es un antropólogo social de la Universidad de Michigan que dirige el Centre National de la recherche Scientifique en París. Ha viajado por todo el mundo, especialmente Indonesia, para hacer estudios de campo y estudiar el proceso de radicalización de grupos de jóvenes que bordean la yihad, la guerra santa contra Occidente. Ha publicado un libro fantástico, Talking to the Enemy, en el que desgrana sus conversaciones con estos jóvenes e imanes que bordean o alientan el terrorismo.

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Mantengo contacto con Scott desde los tristes atentados de Madrid, y cada vez que sucede algo así, compruebo que sus tesis son las más acertadas. Somos testigos de una época en el que el terrorismo está cada vez más descentralizado. Desde la caída de las torres gemelas, Al qaeda ha sufrido enormes daños estructurales y económicos. Los atentados que causan la lógica alarma y miedo en los medios occidentales no tienen un cerebro ni autores intelectuales detrás. No hay motivaciones políticas, y las tesis de los lobos solitarios son incorrectas, por mucho que se empeñen tertulianos y autoridades. No hay comandos estrenados por jóvenes a los que siniestros imanes les hayan sometido a un lavado de cerebro. No dan su vida por una causa divina.

Ni siquiera el famoso choque de civilizaciones promulgado por Samuel Hungtinton entre Oriente y Occidente es cierto. Entonces, ¿cómo podemos explicar los atentados del maratón de Boston?

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El País

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