Un marciano amenaza a Jack Nicholson en Mars Attacks!. Cortesía de Warner Bros.
En Mars Attack, Tim Burton repasa la abundante filmografía de las invasiones marcianas en clave cómica. La escena de la paloma lanzada por un hippie y achicharrada por los rayos del marciano que acababa de salir de su platillo “en son de paz” es sin duda de lo mejor de la película.
Burton bebe de la herencia dejada por clásicos de culto como Ultimátum a la Tierra, La Guerra de los Mundos, e incluso películas risibles y muy menores como Invasores Invisibles, de Edward L.Cahn (donde los marcianos son entes invisibles que se apoderan de los cadáveres humanos para convertirles en zombis).
Póster del film dirigido por Tim Burton.
Los marcianos no tienen porqué ser altos o bajos, verdes y con muy mala uva. En La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (Body Snatchers) son microscópicos: esporas que vienen del espacio exterior –no exactamente de Marte, ya que en el film no se especifica su origen, pero podemos tener la libertad de imaginarlo así en los años cincuenta. Se trata de esporas dispuestas a fabricar vainas para engendrar dentro de ellas cuerpos clónicos copiados de los humanos.
Algún día hablaremos de la verdadera identidad política de estas esporas, pero lo cierto es que el excelente film de Don Siegel, una obra maestra de la psicología de masas llevada al terreno patológico, es uno de los escasos que sugieren que los verdaderos marcianos –si los asociamos con extraterrestres–son muy pequeños, y no llevan naves espaciales ni pistolas de rayos.
Kevin McCarthy y Dana Winter huyen de un pueblo poseido en el film de Don Siegel.Walter Wanger Productions.
La ciencia estuvo muy cerca de corroborar la identidad de los invasores microscópicos esbozados por este maravilloso director norteamericano. Ocurrió en verano de 1976. La nave Viking 1 aterrizó allí el 20 de julio, y dos meses después, el 3 de septiembre, una sonda gemela, la Viking 2, hizo lo propio a 6437 kilómetros, en otro extremo del planeta.
Las dos naves eran complejísimos laboratorios equipados con experimentos para la detección de vida. Y el único que dio positivo, en inglés, LR (Labeled Released Experiment o Experimento de Liberación Marcada) sigue dando que hablar. Su autor, el científico Gilbert Levin, está firmemente convencido de que las Viking detectaron vida microscópica en el suelo marciano.
Veamos en detalle en qué consistió este experimento. Las naves tomaron muestras del suelo marciano y lo rociaron con una sopa nutritiva, que tenía un isótopo radiactivo, el carbono 14. Si existiera algún tipo de microbio o bacteria en ese suelo al que le apeteciera ese bocado inesperado, tendría lugar una digestión. Y los gases consistirían en CO2 radiactivo, que sería convenientemente detectado.
El experimento se realizó cuatro veces con sus controles y en todos los casos los resultados fueron positivos. No hubo un solo fallo.
Se llegaron a calentar las muestras de suelo a ciento sesenta grados para rociarlas después con la sopa. El suelo no generaba gases, presumiblemente porque los microorganismos habrían muerto por el calor. El LR estaba indicando que existía algo en el suelo de Marte capaz de comer y excretar.
En suma, ¡algún tipo de vida!
Carl Sagan posa frente a una maqueta a tamaño real de la Viking. JPL/NASA
Los resultados no se aceptaron debido a que las naves fueron incapaces de detectar materia orgánica con otros aparatos. Sin materia orgánica no puede existir vida. Carl Sagan, que tenía un interés enorme en la misión, admitió su decepción.
El mismo Levin aceptó el dictamen de la NASA. Pero, con los años, se vio que los cromatógrafos de las Viking estaban trufados de errores, e incluso los mismos aparatos aplicados sobre los suelos de la Tierra daban falsos negativos.
Suelo tener contacto con Levin cada vez que escribo sobre Marte, y en cada ocasión, este científico, que ahora investiga como profesor adjunto del Beyond Center for Fundamental Concepts in Science en Arizona, se muestra cada vez más convencido de que las Viking sí encontraron vida.
En suma, Levin se siente como un hereje. Pero sus convicciones se han puesto a prueba con la llegada de la nave Curiosity, un complejo laboratorio geológico.
La Curiosity no se concibió para detectar vida, sino para estudiar la geología del planeta rojo. En sus tripas, sin embargo, lleva la tecnología más sofisticada para detectar materia orgánica, aparte de una cámara de alta resolución.
Y hasta el momento, los científicos responsables no han informado de la presencia de materia orgánica... salvo unas moléculas orgánicas detectadas en una muestra de suelo que han sido tachadas como producto de una contaminación traída por la propia nave.
La Curiosity en una recreación artística. NASA/JPL
Tengo que reconocerlo, me atraen los científicos que se salen de la norma como Levin. La ortodoxia científica los tacha de herejes. Es cierto que la distancia entre la herejía al fraude a veces es más corta de lo que pensamos, pero francamente, me encantan los herejes como Levin o el fallecido Fred Hoyle, del que hablaremos algún día.
Levin no cree que las moléculas orgánicas detectadas por la Curiosity en una muestra de suelo sean debidas a la contaminación.
Incluso si fueran marcianas, no serían lo suficientemente complejas como para apoyar los resultados de las Viking. Y para colmo, la Curiosity no ha detectado moléculas orgánicas complejas, lo que es un obstáculo considerable.
Pero todavía no se han desvelado los resultados de tales experimentos, argumenta Levin. La historia está lejos de escribirse.
“Por lo poco que sabemos, los escasos datos son consistentes con el hallazgo de vida microbiana que hizo la Viking gracias al experimento LR en 1976”, me dice este experto en un reciente correo electrónico. Apunta además a unas curiosas piedras marcianas recubiertas de una sustancia verde que deberían de ser analizadas por la cámara de alta resolución de la nave, cosa que aún no se ha hecho. “Mi predicción es que ellos no pueden esconder la verdad durante mucho tiempo”.
Levin quiere que la cámara de alta resolución de la nave examine esa patina verdosa observada en estas piedras de Marte. JPL/NASA.
¿Cuál es esta verdad? Veamos fríamente las posibilidades.
Es posible que Marte sea a la postre un planeta yermo, sin vida. ¿Se imaginan el impacto devastador que ese hallazgo tendría en el programa de exploración marciana? Lean el titular: La nave Curiosity descarta la existencia de vida en Marte.
La gente se preguntaría, ¿para qué gastar dinero en explorar un planeta muerto? Las Viking trajeron esa mismo impresión hacia un público que aún guardaba en la memoria las películas que inspiraron a Tim Burton para su Mars Attacks.
Y el precio pagado fue altísimo. Muchos científicos –llamados exobiólogos– que pretendían estudiar el asunto de la vida extraterrestre, fueron borrados del mapa, sin fondos económicos para financiar su trabajo.
La NASA no estaría muy dispuesta a lanzarse de nuevo a esta piscina. ¿No les parece?
Por otra parte, la NASA tampoco quiere repetir el gran patinazo como aquel famoso anuncio en 1996. ¿Se acuerdan? Un grupo de eminentes expertos, junto con el mismísimo presidente Clinton, se mostraban entusiastas sobre el hallazgo de pistas de vida en un meteorito marciano.
Diez años después, la comunidad científica trituró a los expertos que habían salido con el presidente para anunciar al mundo la gran noticia. Fiasco, fiasco.
Es solo una impresión personal, pero la ambigüedad sobre Marte podría resultar de una política cuidadosamente calculada. Algo así como no tenemos evidencias de vida, pero sí sospechas de que al menos existió en el pasado...y puede que ahora...quien sabe....Hay que seguir investigando y gastando, y eso me parece estupendo. Y en ese sentido, es concebible que Levin tenga al final la razón.