Los niños clónicos del Brasil

Por: | 19 de agosto de 2013

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Un fabuloso Gregory Peck se pone en la piel del temible doctor Joseph Mengele. Producers Circle/ITC

Cuando se habla de clonación humana, hay que rendir un tributo obligado a una película pionera realizada durante los años setenta, Los Hijos del Brasil, protagonizada por Gregory Peck y Lawrence Olivier, en el papel del cazanazis Ezra Lieberman. Esta obra maestra de la anticipación científica, realizada por Franklin Schaffner, mezcla maravillosamente la intriga cinematográfica con la genética y la política, y asombra por su clarividencia. ¡Clones humanos producidos gracias a la sangre preservada de Hitler

El espectador va averiguando, al mismo tiempo que Olivier, los planes del diabólico doctor Mengele, un hombre que viste de blanco al que da vida Peck en uno de sus mejores papeles. 

El film rinde tributo así a la magnífica novela de Ira Levin, uno de los pioneros de la literatura de anticipación a la hora de construir intrigas sociales –con todas las dudas éticas expuestas sin tapujos–derivadas de los potenciales avances de la ciencia.

Mengele tiene un plan. Aparentemente absurdo. Asesinar a 94 personas repartidas en diversas partes del mundo, sin ninguna relación aparente entre ellas. Tienen que ser ajusticiadas en un momento y día concretos. ¿Por qué? 

Las familias de esos hombres están compuestas por un único hijo de pelo negro y ojos azules. Y las madres tienen una característica extraña: son muy protectoras y miman a su retoño en exceso. 

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El gran Laurence Olivier como el investigador cazanazis Ezra Lieberman. Producers Circle/ITC

Lieberman visita a una de esas familias y en su mente comienza a tomar forma una idea tan asombrosa como imposible, que empieza a cuajar después de asistir a una charla por parte de un biólogo en Viena, el profesor Bruckner.

 Esta escena es una de las mejores lecciones de ciencia que se hayan visto jamás en una película (aparte de que Bruckner está interpretado por el extraordinario actor suizo Bruno Ganz, que mucho más adelante daría vida magistralmente a Hitler en la película El Hundimiento, sin lugar a dudas el mejor Hitler que hemos visto en un cine).

El profesor se refiere a Mengele como “un sádico con un título y un doctorado” (¡así es como algunos ven a los científicos hoy en día!). Proporciona a Lieberman una explicación sensacional de la transferencia nuclear (llamada aquí reproducción mononuclear) como la técnica para crear clones humanos. La misma que se realizaría en 1996 –es decir, 18 años después–para crear a la oveja Dolly.

–¿Qué pensaría si yo le dijera que a base de un trozo de piel de un dedo suyo yo podría crear a otro Ezra Lieberman?

–Le aconsejaría que no desperdiciase su tiempo ni mi piel.(Lieberman)

El profesor explica que “se puede coger un óvulo sin fertilizar de una hembra que esté ovulando y destruir todos sus genes y cromosomas. Luego se implanta el núcleo de la muestra del donante que se puede obtener de su sangre o un poco de piel”. 

La célula se transforma en un embrión que, una vez implantado en la madre, se desarrolla en un adulto que es una copia exacta del donante. “No tiene padre puesto que el óvulo no fue fertilizado, ni madre porque el núcleo genético procede de otra persona. 

–¿Producir exactamente un animal con un pedazo de sí mismo? (Lieberman)

–¿Le resulta difícil entenderlo?

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Bruno Ganz nos da una lección magistral de biología y clonación en el papel del profesor Bruckner. Producers Circle/ITC

La historia fue concebida en los años setenta. Los investigadores descubrirían, casi dos décadas después, de que el concepto funcionaba, salvo que con extrema dificultad (los intentos para clonar a Dolly supusieron a la postre un sólo éxito de entre más de trescientas tentativas). 

Este mismo año, un equipo internacional entre los que figura una bióloga española que fue despedida del Centro de Investigación Príncipe Felipe por esos estúpidos y absurdos recortes, confirmó finalmente que había logrado extraer células madre humanas y viables a partir de esos “embriones” creados esencialmente con esta técnica. Un logro que hará historia.

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Peck-Mengele marcando en su pizarra los asesinatos de los padres adoptivos que forman parte de su plan.Producers Circle/ITC

Pero la estadística es lo de menos. La película es asombrosamente creíble en el aspecto técnico. El plan de Mengele consistía en sembrar 94 niños clónicos con las mismas características psicológicas a las de Hitler.

De acuerdo con un estudio realizado en 1938 por Henry Murray, de la Clínica de Psicología de la Universidad de Harvard, éste era el retrato de la personalidad del dictador alemán: rencoroso, con una tolerancia muy baja a la crítica, alguien que demandaba una atención excesiva por parte de quienes le rodeaban, incapaz de mostrar gratitud, que gustaba de empequeñecer los logros de los demás, cruel con los más débiles, egoísta pero al mismo perseverante ante las dificultades; alguien que creía firmemente en sí mismo con una confianza casi ilimitada. Y un criminal compulsivo.

Un plan que deja una incógnita final. Con noventa y cuatro psicópatas en potencia funcionando con los genes de Hitler, ¿podría resurgir en el mundo actual un estado nazi, un Cuarto Reich?

Hay 2 Comentarios

En la segunda década del siglo XX Aldous Huxley, en su famosa obra "Un Mundo Feliz" fue capaz de anticipar ese avance científico de la clonación, con la creación del hombre robot, es decir, del hombre máquina, sin criterio propio, hecho solo para hacer lo que le venga en gana a su fabricante. Lo peor de ese proceso artificial es la creación de asesinos que imiten a los grandes tiranos de la historia humana y conviertan a la humanidad en meros corderos, solo para comer y cagar.

la verdad es que da pánico pensar en la reporducción de un sólo ser como Hitler, impensable que pudiera haber 94. Demasiada destrucción causó un monstruo, como para pensar lo que podrían hacer 94. Esta realidad de la ciencia abre un debate ético sobre lo que deberia hacerse en ciencia. El ser humano debería solamente jugar con aquello que es bueno para el hombre, abrir la caja de los monstruos sería terrible. La ética no es la mala de la familia, ni la aguafiestas de la ciencia, simplemente nos lleva a pensar en las consecuencias de lo que vamos a permitir, simplemente nos hace reflexionar las consecuencias de lo que va a ocurrir, para anticiparnos y poner soluciones. La ética sólo quiere el bien de la humanidad y la ciencia no puede perder perder esta referencia vital. Ojalá no perdamos el horizonte, ojalá que no vengan monstruos que destruyan nuestra humanidad.

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Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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