El actor Rober Englund como Freddy Krueger en una de las películas de Pesadilla en Elm Street. New Line Cinema.
Cuando intento recordar en qué he soñado la pasada noche,me topo siempre contra un muro. Los sueños se disuelven nada más despertar, a menos que no tengas a mano lápiz y papel. Pese a ello, hay algunos hechos que se repiten constantemente.
Los tornados y su poder destructivo suelen irrumpir en las escenas –seguramente por la fascinación que me producen, ya que nunca he visto uno. Soy capaz de volar siempre que exista un mínimo de viento en un lugar abierto. El convencimiento de este poder me dura incluso minutos después de despertar, aunque por motivos obvios no lo he comprobado.
En más de una ocasión, asisto al despegue del transbordador espacial, pero el resultado final es catastrófico. En el último sueño, la nave despega del parque del Retiro, pero a unos pocos centenares de metros se inclina, pierde fuelle, y cae como un pedrusco entre los edificios madrileños en medio de una explosión tremenda.
Y el sueño en particular que más recuerdo fue uno en el que deambulaba por un sótano lleno de pasillos y puertas engañosas, un laberinto sin salida, en una noche lluviosa de una casa instalada en una geografía urbana tan familiar como inexistente.
Y usted, querido lector, ¿cuál es su sueño más recurrente?
En el cine, el experto en sueños es Freddy Krueger. La idea original de una de las sagas más famosas de terror inventada por Wes Craven proponía un tránsito entre el mundo real y el de los sueños.
Krueger era capaz de matar o zaherir a los adolescentes de nuestro mundo. Me encantó la primera parte de una saga que desgraciadamente repetía la formula original hasta el agotamiento. (Claro que si uno sueña que muere, la probabilidad real de que esto ocurra no es significativamente mayor cuando se está despierto, nos dice la ciencia).
En Minority Report, Tom Cruise avanzaba un paso más: examinaba las películas de las ensoñaciones de tres personas con cerebros muy especiales, capaces de predecir el futuro. Y lo hacía para adelantarse a los candidatos a criminales antes de que cometieran sus delitos.
Tom Cruise, en una escena de Minority Report, el film de Steven Spielberg. Dreamworks.
Aunque francamente, la película más inquietante y que con más intensidad juega con los sueños y la realidad es Abre los Ojos, el fabuloso film de Alejandro Amenábar, con Eduardo Noriega y Penélope Cruz.
El problema es que no sabemos muy bien de qué material están hecho los sueños. Olvidamos entre el 95 y el 99 por ciento de los sueños. Y por término medio, cada noche experimentamos cuatro ensoñaciones.
Todo es muy misterioso. Los sueños aparecen en una fase del sueño conocida como REM, siglas en inglés de Rapid Eyes Movements. Nuestros ojos miran de izquierda a derecha con bastante rapidez, como si estuviéramos viendo un partido de tenis acelerado. Pregunta para los entusiastas soñadores: ¿cuál es la explicación que más os convence de esta lista?:
–Soñamos simplemente porque el cerebro necesita una válvula de escape. Los sueños no tienen absolutamente ningún sentido. Son como un motor que no se apaga del todo. Al igual que el ventilador de un coche después de un largo trayecto en un día agotador. Cuando apagamos el motor, el ventilador necesita seguir activo, girando sus aspas durante un tiempo.
–Los sueños tienen todo el sentido para nuestras vidas, nos dice Freud. Son una expresión de nuestros deseos prohibidos. Vivimos en los sueños lo que no podemos vivir en la vida ordinaria, evitando los dedos acusadores. Los sueños nos sirven para transgredir estas reglas. Los inventamos para reprimir deseos que no podemos hacer públicos, deseos de los que probablemente no seamos conscientes.
–Los sueños tienen un sentido y significado, pero tenemos que huir de las páginas web que nos tientan con interpretaciones basadas en estereotipos. Los sueños carecen de poder premonitorio, ni son útiles para aprender mientras se duerme. Resultan de una simulación dramática y compleja del cerebro tan fabulosa, que sentimos que lo que estamos soñando es realidad. Podemos oler, experimentar el placer, el sabor, el viento en nuestro cuerpo, y seguir disfrutando o angustiándonos durante minutos, incluso hasta media hora. El científico honesto nos dice que no tiene ni puñetera idea del porqué de los sueños. La respuesta más sincera que puede darte es: “no lo sabemos”.
Personalmente, me quedo con esta última explicación. Procede de William Domhoff, quizá el investigador de los sueños más importante en la actualidad. Ha recopilado cerca de 20.000 ensoñaciones en su laboratorio de la Universidad de California en Santa Cruz, procedente de voluntarios que se aprestan a recordar lo que han soñado escribiéndolo en un papel nada más despertar.
Me encanta contemplar todos los sueños como simulaciones extraordinariamente complejas, tan potentes que excitan todos nuestros sentidos y nos hacen creer que se trata de realidad. Ya que eso es exactamente lo que logran las buenas películas de cine.
Póster promocional del film Abre los Ojos, de Alejandro Amenábar.
Domhoff lo apunta todo. Si soñamos con hombres o mujeres, si se trata de sexo, si hay agresión o amistad. Si el sueño habla de éxito o fracaso, si es bello o terrorífico...en sus escritos no faltan los registros de los sueños de los esquizofrénicos o de los pedófilos.
A partir de su banco de sueños, este experto ha descubierto que los hombres sueñan más frecuentemente con otros hombres que mujeres; que ellas no tienen preferencia por un sexo a la hora de soñar;que los hombres suelen soñar con la violencia más a menudo;que en los niños son los animales los que aparecen con más frecuencia onírica; y que los sueños no aumentan el nivel de creatividad para solucionar un problema.
Aunque aquí hay alguna excepción. El compositor italiano Giuseppe Tartini soñó que le prestaba su violín al diablo y su interpretación le dejó tan asombrado que se apresuró a escribir La Sonata del Diablo nada más despertar. Y en las escuelas todos hemos escuchado la historia del químico Friedrich Kekule, que imaginó la estructura circular de la molécula del benceno tras quedarse adormilado frente a una chimenea. Los átomos empezaron a danzar unidos en un baile como si fuera una serpiente...
El cine es la fábrica de sueños. ¿Podremos transformar los sueños en películas? Habría que decir que sí. La ciencia ficción de lo imposible se va haciendo cada vez más real.
Hablamos algunos meses en Planeta Prohibido de un prototipo de máquina del japonés Yukiyasu Kamitani entrenada para decodificar lo que uno ha soñado. Pero sus recientes progresos los ha recogido la revista Science. Ahora sabemos que el sistema ¡es capaz ahora de indicar la clase de imágenes que hemos soñado con un acierto del sesenta por ciento!
El genial artista Salvador Dalí supo plasmar como poco la influencia onírica en sus obras, como es el caso del cuadro La Persistencia de la memoria.
Kamitani recoge sueños como el de un hombre que veía “desde el cielo una estatua gigante de bronce. Estaba en una pequeña colina en la que veía casas, calles y árboles”.
A este hombre lo acaban de despertar. Se encuentra en el agujero de donut de un escáner de resonancia magnética funcional. Los investigadores han registrado el flujo de sangre de su cerebro y su actividad eléctrica mientras soñaba. La máquina le dice que está soñando, y en ese momento, lo espabilan y le preguntan qué ha visto.
Al hombre se le muestran las imágenes de su sueño a partir de fotos seleccionadas de internet, de nuevo bajo el escáner, aunque bien consciente. El algoritmo matemático relacionará la información de los parámetros cerebrales durante de los sueños y la realidad de lo que él ve en un programa de aprendizaje.
Más adelante, con otros voluntarios bajo la máquina, el programa predice lo que están soñando. Todavía no es una película, pero sí una relación de objetos que van apareciendo en el sueño. Es un comienzo, pero la técnica podría ayudarnos a recordar lo que hemos soñado. En una década, puede que en dos, tendremos programas que reconstruyan nuestras fantasías oníricas. ¿Se apuntan?
Hay 1 Comentarios
Yo si me apunto. A veces pienso que ni tan siquiera sueño porque rara vez me acuerdo de lo que he soñado. Eso si, el mejor sueño que he tenido nunca y que siempre recuerdo fue una fantasía lésbica: http://xurl.es/lcd5n
Publicado por: Sonia | 22/09/2013 19:47:02