En busca de los últimos Mundos Perdidos (a salvo de los turistas voraces)

Por: | 20 de octubre de 2013

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Póster promocional del film de John carpenter, La Cosa. Universal Pictures.

Aunque para mucha gente se trate de un film repugnante (que lo es, en el sentido más literal), lo cierto es que lleva cautivándome demasiados años como para negarme a aceptar que La Cosa, de John Carpenter, es una obra maestra indiscutible. 

Los componentes americanos de una estación antártica asisten asombrados a la llegada de un perro esquimal que está siendo perseguido y tiroteado desde un helicóptero. A partir de aquí se desencadenará el desastre, pero ellos lo ignoran. 

El perro –uno de los personajes más inquietantes y mejor conseguidos– está infectado, y los americanos no tardan en descubrir que procede de una estación noruega en la que algo horrible ha sucedido: espantosas formas que parecen una mezcla de humanos y animales fueron carbonizadas a toda prisa, un recuerdo visual que evoca las pesadillas del mejor Lovercraft.

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Impactante imagen en una escena del film. Universal Pictures.

Los alienígenas tienen una particular predilección por los lugares fríos. La obra de Carpenter está inspirada en el clásico La Cosa de otro mundo, de Christian Nyby, estrenada allá por los años cincuenta, en la que un grupo de americanos de una estación del polo norte desentierran una nave espacial y a un ser extraterrestre congelado. 

Los resultados de esos actos son catastróficos. La Cosa es una especie de Frankenstein vegetal, que se reproduce como las plantas, y se alimenta de sangre humana. 

El clásico producido por Howard Hawks visualiza por vez primera la tensión de un grupo de hombres en una estación ártica, y sobre todo, muestra de una manera espléndida el choque entre el científico de la estación, el Dr. Carrington, y el capitán de la fuerza aérea, Patrick Hendry, ante la emergencia del ser: el primero quiere preservar la integridad de ese ser a pesar de lo peligroso que resulta, en aras del conocimiento científico. El segundo, simplemente aniquilarlo.

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Los científicos, junto con el Dr. Carrington, examinan las extrañas plántulas que el extraterrestre ha dejado en la estación. Winchester Pictures Corporation.

La obra de Hawks es una gozada. La revisión de Carpenter es terrorífica. El alienígena es una combinación de monstruos a cada cual más repugnante, y es capaz de imitar perfectamente la forma de un humano, de un perro o de cualquier cosa viva. 

¿Y el científico? Se llama Blair y es un hombre atormentado por la magnitud de su hallazgo, anticipa la catástrofe antes que los demás, se vuelve loco y prende la chispa del caos que corroerá finalmente a la estación y sus ocupantes. La ciencia aquí sale también bastante mal parada, y se limita a describir la aterradora realidad de La Cosa.

Pero estas magníficas historias de ciencia ficción vienen a mostrar lo que sucede cuando el ser humano entra en otro mundo, otra dimensión desconocida. En definitiva, un mundo perdido, que no pertenece a este reino. Allí perdemos nuestro dominio sobre la naturaleza y nos enfrentamos a los desconocido, con terribles consecuencias. 

La Cosa es un alienígena enterrado en un hielo durante más de cien mil años, y cuando ese hielo se deshiela, la confrontación brutal con ese mundo perdido que se ha metido dentro del nuestro desemboca en la catástrofe. 

Ahora bien, ¿existen estos mundos perdidos en realidad, en este siglo XXI en el que los turistas adinerados hacen cola para llegar a la cima del Everest?

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Científicos británicos en su aventura para estudiar un lago subglaciar, Ellsworth. Cortesía de British Antarctic Survey (BAS)

La respuesta es: sí. Por difícil de creer, hay mundos que han estado aislados, como islas en el tiempo, de nuestra civilización actual.

Uno de ellos es un lago submarino bautizado como Vostok, precisamente en la Antártida. Se estima que el lago fue cubierto por los hielos hace 15 millones de años, aislado completamente del exterior. En condiciones de temperaturas bajísimas, nadie esperaba que el lago anidara alguna forma de vida. 

Resulta que no es así. Los científicos han rescatado hielo del lago que contiene ADN más de tres mil quinientos tipos de microorganismos. No se trata de animales grandes, sino bacterias, pero resulta extraordinariamente sorprendente que hayan podido sobrevivir a esas durísimas condiciones.

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Arriba. Mapa que muestra la localización del lago Vostok en la Antártida. Fotos NASA.

El lago tiene una extensión de más de 15.000 kilómetros cuadrados. Es gigantesco. Los científicos han calculado que la profundidad máxima es de unos ochocientos metros, y que aproximadamente unos 3,7 kilómetros de hielo lo separan de la superficie. Y no es el único.

Los científicos del British Antarctic Survey están estudiando otros lagos subglaciares, como el Ellsworth, hundidos a profundidades similares.

Aunque hay otros mundos perdidos majestuosos que no se ocultan bajo los hielos, sino que emergen mayoritariamente en las sabanas y parte de las frondosas selvas de Venezuela, en el Parque Nacional Canaima. Son los llamados tepuyes o tepuis; impresionantes mesetas con abruptas paredes verticales que se alzan entre la niebla, en ocasiones emergiendo de la jungla.

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Esta impresionante fotografía de Luis Carillo plasma el Salto del ängel, la cascada más alta del mundo, desde un tepui en Venezuela. Cortesía Luis Carillo.

 

Son un espectáculo grandioso. Las capas más altas de rocas de estos gigantes emergieron lentamente del fondo de unos océanos de más de dos mil millones de años. Posteriormente, fueron erosionadas durante millones de años, y ahora contemplamos su fantástico aspecto actual.

No es de extrañar que Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, imaginara animales prehistóricos como los dinosaurios medrando en las cimas de estos mundos aislados por la niebla. 

En su novela, el Mundo Perdido, narra las vicisitudes del profesor Challenger, quien estaba convencido de que esos seres prehistóricos aún sobrevivían pese a la oposición de sus sesudos críticos victorianos.

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Póster promocional del film producido por Irwin Allen, el Mundo Perdido.

Claro que esta maravillosa ficción –llevada al cine numerosas veces, entre ellas la película producida por Irwin Allen– no es real. Los científicos y exploradores no han encontrado dinosaurios ni seres prehistóricos en estas cimas, aunque lo cierto es que en su mayoría resultan inexploradas, y algunas ni siquiera han sido holladas por el hombre.

Se sabe poco sobre una fauna que ha tenido poco contacto con la selva de abajo y que debe ser muy rica en endemismos, aunque seguramente hay especies de plantas y animales que sólo se pueden encontrar en estas cimas: mundos inexplorados que a seguro guardan más de una sorpresa.

 

 

 

 

Hay 4 Comentarios

Aquí sí que se está a salvo de turistas: http://www.losmundosdehachero.com/viaje-a-cachemira-en-los-hoteles-flotantes-del-lago-dal/ claro que hay que vivir en un barco y no importarte las peleas entre los mujahidines pakistaníes y los soldados indios.....

En mi cocina sí que hay partes totalmente vírgenes e inexpugnables.
http://adf.ly/4hVPL

Impresionante la foto de la cascada, pero la foto más bonita que he visto últimamente es esta: http://xurl.es/27krh

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Planeta Prohibido

Sobre el blog

Un poquito de ciencia impertinente. 2.000 caracteres para divertirse y aprender tomando como hilo conductor los fascinantes hallazgos de la ciencia. Pero además hay atrevimiento. Especulación. La ciencia que tiene sentido del humor. La versión siglo 21 de Robby el robot, el autómata más famoso de la ciencia ficción,El Planeta Prohibido, que era incapaz de herir a los humanos. Nuestro Robby rescata en sus brazos mecánicos a la chica, pero a veces tiene más mala leche queTerminator. En El Planeta Prohibido (PB), una civilización extraterrestre llamada Krell es un millón de veces más avanzada que la humanidad, pero se extinguió en un solo día. Es celuloide, ciencia ficción, claro, pero quizá el conocimiento no baste para salvarnos. Y sin embargo, ¿tenemos algo mejor?

Sobre el autor

(Madrid, 1963) (Madrid, 1963) es periodista y escritor, se licenció en ciencias biológicas y es Master de Periodismo de Investigación por la Universidad Complutense. Autor de cuatro novelas (La Sombra del Chamán, Kraken, Proyecto Lázaro y Los Hijos del Cielo), le encanta mezclar la ciencia con el suspense, el thriller y la historia, en cócteles prohibidos. Fue coguionista de la serie científica de RTVE 2.Mil, ha colaborado para la BBC, escrito para Scientific American y New Scientist, Muy Interesante, y fue jefe de ciencia de La Razón. En El País Semanal se asoma al mundo de la ciencia. Luis habla también en RNE, en el programa A Hombros de Gigantes, sobre ciencia y cine.

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